Capítulo 37: Juego de seducción

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La doña le abre la camisa a José Luis por completo, y va dejando un camino de besos sobre su pecho, baja hasta su abdomen y comienza a abrir el pantalón de su moreno.

– ¿Qué harás?– la mira.

– Tu solo disfruta– dice besando el borde de su bóxer.

Acaricia por encima de la tela la erección de José Luis y el la observa gustoso. Finalmente, baja toda la ropa del empresario y libera así su miembro frente a su rostro. Ella lo toma con sus finas manos y luego de masajearlo unos segundos, pasa su lengua por toda su longitud. José Luis cierra los ojos y se deja llevar por su rubia. La doña continúa jugando con él, hasta que decide meter la punta en su boca. Hace un poco de succión en ella y el empresario suelta un gemido de placer.

No podía creer lo que estaba sucediendo. Estaban sumergidos en un éxtasis inexplicable. El sentía la humedad de su boca y enloquecía. Altagracia le daba el mejor sexo oral de su vida. No había mujer que se pudiera comparar a todo lo que ella le hacía sentir.

Con delicadeza le sostiene la cabeza mientras ella continúa proporcionándole placer

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Con delicadeza le sostiene la cabeza mientras ella continúa proporcionándole placer. Hace pequeños movimientos para penetrar su boca sin ser demasiado brusco y así llegar más profundo. Cuando José Luis ya no aguanta más, la toma y la gira contra la pared del elevador. Levanta su vestido y le rompe con desesperación las pequeñas bragas que llevaba puestas. Pasa sus dedos por la intimidad de su rubia y la acaricia suavemente para luego dirigir su miembro hasta su cavidad. Una vez ahí se introduce en ella haciéndola gemir. Una y otra vez la embiste sin parar. Sus manos recorren su cuerpo, acarician sus senos y luego bajan a sus caderas para ejercer más presión. La había esperado tanto tiempo que ahora no iba a desaprovechar la oportunidad de tenerla.

El teléfono de José Luis volvía a sonar una y otra vez, pero el hacía caso omiso. Su completa atención la tenía Altagracia y no iba dejarla por nada del mundo.

Los gemidos de la doña inundan el lugar haciendo que la excitación de José Luis aumente cada vez más.

Luego de un rato decide salir de ella y girarla para tenerla de frente. Quería verla, analizar cada expresión de su rubia cuando se enloquecía de placer. La aúpa y vuelve a meterse en su interior. En la esquina del elevador la penetra sin parar. Ella se sostiene de las barandas de las paredes y recibe a José Luis estocada tras estocada. Estaban deseosos, llevaban mucho tiempo sin sexo, ya que ninguno de los dos había vuelto a tocar a sus respectivas parejas desde su primer encuentro sexual. Ya nada ni nadie los satisfacía, solo ellos.

Cuando Altagracia siente que llegará al orgasmo, se abraza de el y lo besa sin control alguno. Finalmente, suelta su boca y lo mira.

– Qu-iero que te dejes ir...– dice con la respiración entrecortada.

José Luis la mira y le sonríe. Le gustaba que ella le hablara cuando tenían sexo, que le pidiera cosas, y venirse con ella era una locura que le encantaba cometer.

Infielmente TuyaWhere stories live. Discover now