✖18. "Juego de seducción"

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{Kelsey} 

Las personas dentro de la empresa iban de aquí para allá. El ambiente está un tanto eufórico; la llegada de aquel empresario es muy importante, por lo visto. Desde que pisé el edificio me di cuenta de que ése hombre causaba cierta emoción en los empleados; porque aún no he visto a alguien relajado y tranquilo, como normalmente están todos por la mañana. Apenas empezaba el día. Eric me comentó antes de ayer que estuviese bien preparada para hoy. Y en pocas palabras quiso decir que me vistiera lo mejor posible para la ocasión y mencionó las palabras “sensual” y “elegante”, todo en uno. Así que hice mi mayor esfuerzo. 

Escogí una falda negra que tiene un estampado de flores y va a la altura del ombligo, un top blanco bien que ciñe mis pechos y solo cubre parte de mi abdomen, un chaleco blanco, tacones negros no muy altos, un bolso de mano del mismo color y por último, unos cuantos accesorios. Le hice rizos a a la punta de mi cabello y me maquillé simple, nada exagerado. Supongo que me veo bien representada para la entrevista. 

La verdad no busco impresionar a nadie pero debo cumplir con mi trabajo. Aunque noté que otras mujeres andan vestidas un poco provocativas, bueno, más de lo normal. Me parece un poco extraño. Está más que obvio que quieren impresionar y destacarse, pero... ¿Por qué razón? ¿Acaso aquel hombre era un dios griego? No creo que esté tan bueno, de seguro es por todo el dinero que tiene. Es ése tipo de hombre que con solo hacer chasquear sus dedos, tiene el mundo a sus pies y eso lo hace sentir poderoso, llegan a ser muy controladores. Los hombres de ése tipo suelen ser muy exasperantes. Y aún me parece impresionante que tenga tanto poder a su corta edad, no conozco mucho de él; pero escuché que tiene unos veintitrés o veinticuatro años aproximadamente. 

De todas formas no soy nadie para juzgarlo. No puedo juzgar a una persona solo por su apariencia. 

Cuando dejé todas mis cosas en mi oficina, me dirigí a la cafetería para comprar café con leche y golosinas, estoy segura que necesitaré mucha energía. Presiento que será un día agotador, pero estoy preparada. 

Termino de comprar lo necesario, me dirijo hacia el ascensor para llegar más rápido y me adentro a éste, apretando el botón del tercer piso. Antes de que las puertas del ascensor se cerraran, tres mujeres entran y empiezan hablar entre ellas, no presto atención a la conversación hasta que mencionan al misterioso hombre. 

—En menos de una hora ése bombón estará aquí —comenta la rubia alta y teñida. —Aún no puedo creerlo.

—Desearía ser la tal Kelsey Cassey. Ella estará a solas con él por unas largas horas —bufa la pelirroja. —Es una maldita suertuda. 

—¿Saben lo que escuché? —frunzo el ceño y miro de soslayo a la castaña, quien ahora está hablando. —Él mismo exigió que fuese ella que lo entrevistara. Exclusivamente Kelsey, nadie más. 

—¿Crees que esté interesada en ella? 

—Lo dudo. Tiene novia y no creo que sea su tipo, para ser sincera. 

Rodé los ojos y le di un largo sorbo a mi café. Si ellas supieran, pensé. 

—Sospecho que la conoce. De seguro son amigos o algo así —se encogió en hombros. —Realmente tiene suerte. ¿Quién no querría estar cinco minutos a solas con él? —todas largaron una carcajada. —Le haría todo menos la tarea. 

—No eres la única —ríe. —Basta mirarlo para que se me mojen las bragas. 

El ascensor se detiene en el tercer piso y suspiro aliviada, ya no tendré que escuchar los comentarios de éstas locas. 

—Permiso —digo en voz alta. Ellas me miran avergonzadas y se hacen a un lado, dejándome salir. 

A mitad del pasillo me encuentro con un Eric muy sonriente y feliz, pero puedo ver en sus ojos que está nervioso. Se acerca a mi rostro y me da dos besos en las mejillas, haciéndome sonreír. 

—Buenos días —sonríe. Me mira de arriba abajo con el ceño fruncido. 

—¿Qué pasa? —pregunto con preocupación. —¿Me veo mal? 

—No, no. En lo absoluto —niega con la cabeza. —Estás preciosa. Me encanta como estás vestida. 

—Gracias —esbozo una pequeña sonrisa. —Oye... Tengo que preguntarte algo. 

—Pregúntame lo que quieras. 

Lo que habían dicho aquellas mujeres me han dejado con la duda. 

—¿Es cierto que ése hombre misterioso exigió que fuese yo quien lo entrevistara? Quiero que seas sincero conmigo, Eric. Ni siquiera me has dicho quién demonios es, todos aquí hablan de él y yo me siento estúpida al no tener ni idea de quién se trata. 

Eric cerró los ojos por unos segundos y miró el suelo sin saber qué decir. Sé que lo he tomado de sorpresa, pero necesito saberlo y aclarar las dudas. ¿Qué tal si el señor desconocido es el tipo que me acosa por mensajes y me envía regalos? No dudaría ni un solo segundo en pedirle que me dejara en paz y darle una buena bofetada, que bien merecida la tiene. 

—¿Te quedarás callado? —inquirí. Seguía cabizbajo sin decir nada y ya me estaba poniendo nerviosa. —Contesta, por favor. 

—Bien —tomó una bocanada de aire y me miró a los ojos. —El señor sí pidió o más bien, exigió que fueses tú que hicieras ambos trabajos... Pero no puedo decirte quién es, lo siento. 

En ése momento me sentí completamente indignada y lo miré con incredulidad. 

—¿Por qué no? Exijo saberlo yo también. Tengo todo el derecho. 

—¡Joder, que no puedo! —exclamó con exasperación. —No quiero que te enojes conmigo Kels. 

—Esto es increíble... —murmuré. —No me dejas otra opción que preguntarle a alguien más. 

—Prohibí que tocaran el tema en tu presencia.

—¡Y así pretendes que no me enoje contigo, Ericsson Fray! —elevé el tono de voz. Estoy muy enojada en éstos momentos. —¿Sabes qué? No me digas nada. Ya no quiero saberlo. 

—Nena, lo siento mucho, pero es tu trabajo. 

Cerré los ojos y coloqué una mano en mi cadera, cogiendo un poco de aire para tranquilizar mi respiración que se había vuelto agitada.

—Tienes razón —dije cuando logré calmarme. —Tú eres mi jefe y yo debo cumplir con lo que me pides. Debo ser profesional. Y perdón, no quise actuar de ésa forma.

—Está bien, no tienes que disculparte. Comprendo cómo te sientes... En media hora estará aquí. 

—Vale —suspiro. —Iré a preparar todo en el estudio. 

Doy media vuelta sobre mis talones pero una mano se posa en mi brazo, deteniéndome. Miro a Eric con el ceño fruncido y le doy otro sorbo a mi café, esperando que dijese lo que tiene que decirme. 

—Hoy no utilizarás ése estudio —alcé una ceja, confusa. —Vas a utilizar el que está arriba. 

—Pero ése estudio es el que usan para los famosos. 

—Lo sé —sonríe. —Pero esta vez te tocará a ti usarlo. Está desocupado. Y te será más fácil; allí está todo lo que necesitas, es más grande y tiene un vestuario nuevo, recién llegó esta mañana. Te encantará. 

—Estoy segura que sí —río leve. —¿Me debo quedar aquí o subo a esperar? 

—Mi asistente se encargará de avisarte.

—De acuerdo —asiento con la cabeza. Al parecer aquel hombre sí es realmente importante. —Entonces nos vemos en un rato.

Él asiente, me regala una sonrisa y lo veo entrar al ascensor. Dejo escapar un suspiro y entro a mi oficina, dejo mis cosa sobre el escritorio y camino de un lado a otro. En menos de treinta minutos estaría a solas con el “señor misterioso” del que todos hablan. Creo que soy la única que no sabe nada y eso me hace sentir muy tonta. Debería estar más informada. Y semanas atrás no sentía tanta curiosidad por aquel hombre... Pero desde que escuché la conversación de ésas mujeres, mi lado curioso se despertó. Más aún sabiendo que ése hombre exigió que fuese yo quien hiciera todo el trabajo y como si fuera poco, estaríamos a solas. 

Ni siquiera me doy cuenta de que ya los treinta minutos han pasado. Escucho como alguien toca la puerta, digo en voz alta un “adelante” y Ellis, la asistente de Eric, se adentra a mi oficina. 

—Buenos días señorita Cassey —se queda de pie delante del escritorio. 

—Buenos días, Ellis —sonrío amistosamente. —Me están esperando, ¿cierto? 

—Sí. El señor Fray está en el estudio de arriba y esperan por usted. 

—Iré en unos pocos minutos. Gracias, Ellis.

—De nada —sonríe. —Con permiso, señorita. 

Tomo una bocanada de aire, cierro los ojos y me quedo así por un momento; para quitar todas las tensiones de mi cuerpo. Me levanto de mi asiento y cojo mi bolso, salgo de la oficina y, entro en el ascensor. Apoyo mi espalda en la pared fría y espero a que el ascensor se detenga en el cuerpo piso. Finalmente lo hace; las puertas se abren y antes de salir, aspiro un poco de aire para calmar mis nervios. Y antes de que las puertas se cierren, salgo del ascensor y camino hasta el estudio. Me detengo frente a una puerta de vidrio, empujo hacia delante y entro a la enorme habitación. La última vez que pisé éste lugar fue cuando Eric me estaba mostrando la empresa. 

Levanto la mirada y veo a Eric hablando con un hombre que se encuentra de espaldas, frunzo el ceño cuando veo ésa cabellera castaña que se me hace tan familiar. Mi querido amigo se acerca a mí antes de poder tener la oportunidad de acercarme a ellos. 

—Bien, nena, ahí está —murmura. Toca juguetón el puente de mi nariz con su dedo índice. —Ya sabes qué hacer, ¿no? 

—Claro —pongo los ojos en blanco y suspiro. —Olvidaste darme el cuaderno con las preguntas. 

—Oh, cierto —suelta una pequeña risita. Extiende la mano y me entrega el pequeño cuaderno. —Aquí tienes. 

—¿Eso es todo? 

—¡Casi lo olvido! —me mira como cachorro mojado. Oh no, conozco esa mirada y sé que dirá algo que me disgustará. —Debes tomarle fotos en traje, semidesnudo y en ropa interior. 

¡¿Qué diablos?! Debe de ser una maldita broma de mal gusto. Oh Dios, quiero matarlo. 

—¡Nunca me mencionaste nada de eso! 

—Lo sé, lo sé —suspira. —Pero es necesario para la revista. Sé que las fotos te quedarán hermosas; tienes un modelo espectacular que está de muerte. 

—Pero... —coloca su dedo índice sobre mis labios, interrumpiéndome. 

—Buena suerte —besa sonoramente mi mejilla y sonríe inocentemente. Lo miro mal y él solo se ríe. —¡Te quiero, muñeca! —dice antes de salir prácticamente corriendo del estudio.

Rodeo los ojos y bufo. Dirijo la mirada hacia aquel hombre que aún sigue de espaldas haciendo no sé qué cosa. Sin preámbulos, camino decidida hasta él. Abro la boca para decir algo pero inmediatamente la cierro cuando ése hombre se voltea y me mira fijamente con aquellos penetrantes ojos dorados. 

Justin Bieber. 

Debí habérmelo imaginado. 

—Hola Kelsey —esboza una sensual sonrisa. Su ardiente mirada recorre mi cuerpo de arriba abajo, sonríe ampliamente y esta vez, me mira a los ojos. —Te ves hermosa. 

—No esperaba que fueses tú. 

—También me alegro de verte —dice en un tono divertido. 

Muerdo mi labio y niego con la cabeza. 

—Lo siento... —me acerco a él y beso su mejilla. —Hola, ¿cómo estás? —reímos al unísono. —Me alegro de verte, Justin. 

Justin rodea mi cintura antes de que me aleje y pega su cuerpo al mío. Sonríe seductor y presiona sus labios en mi mejilla por unos largos segundos. Mis piernas flaquean cuando percibo su embriagador aroma masculino que se impregna en mis fosas nasales. Oh Dios mío. Es irracional cómo mi cuerpo reacciona de otra manera muy distinta a como lo hace mi mente cuando Justin está cerca de mí. 

Le sonrío nerviosamente y me alejo hasta quedar a una distancia considerada. 

—Estoy muy bien. Mejor ahora que te veo —responde muy sonriente. —¿Y tú? ¿Qué tal todo? 

—Muy bien, gracias por preguntar. Y gracias por el cumplido. 

—A las chicas hermosas siempre hay que recordarles que se ven preciosas. 

Agacho la mirada avergonzada al darme cuenta de que me he sonrojado. 

—T-tú no te ves nada mal —lo examino de pies a cabeza. Está guapísimo vestido con traje. —Me encanta como te quedan los trajes. 

Y no estoy mintiendo. Tiene un costoso traje de color azul bordado a la perfección y el cabello engominado, que lo hace ver más interesante. ¿Cuándo creció tanto y se convirtió en un símbolo sexual? Así lo catalogan todas las mujeres y, no se equivocan, él es la fantasía de cualquier mujer. Nadie en su sano juicio podría resistirse a su figura masculina; Justin puede hacerte perder la cordura con tan solo un roce. Él es increíblemente guapo y sexy, todo en uno. Y es mi tentación. Mi dulce tentación que en cualquier momento podría llevarme a la perdición. 

Él se da cuenta de que lo estoy mirando embobada y me mira con ojos divertidos. Dirijo la mirada hacia otra parte, ignorando su penetrante mirada; la cual me hace sentir incómoda. 

—Uhm, bueno, vamos a empezar con la sección de fotos. No quiero hacerte perder el tiempo. 

—No te preocupes por eso. Tengo todo el tiempo del mundo para ti, Cassey. 

—Vale... —intento ignorar el sensual tono de voz que ha utilizado para llamarme por mi apellido. —Apoya tu espalda baja en el borde del escritorio y mantén una expresión semblante. 

Obedecía sin vacilar a todo lo que pedía que hiciera. Luego de más o menos veinte minutos, terminé de tomar las fotos en donde él debía estar vestido formalmente, o sea, en un traje de ejecutivo. Todo un empresario. Sinceramente en todas las fotos quedó espectacular y sexy. Y no me quiero imaginar cómo se verá en ropa interior. 

Descansé por unos breves minutos antes de que Justin saliese del camerino vestido con una ropa distanta. Trae puesto unos pantalones negros un poco ajustados y una camisa blanca que marca bien los músculos de sus brazos. Está vestido informal y se ve bastante bien, a decir verdad, con cualquier cosa se vería guapo. 

—Desabrocha los botones de la camisa y deja tu torso a la vista. 

Le observo desabrocharse los botones de la camisa y clavo los ojos en su magnífico abdomen. Tiene unos maravillosos pectorales y me encantaría tocarlos. Madre mía. Y ni hablar de la V que está marcada en su abdomen. De repente, la temperatura empieza a ser calurosa. 

—Puedes tocarlos, si quieres... —dice con voz ronca, mirándome con intensidad. —Es mejor que mirar. 

—Ya quisieras tú —suelto unas risitas para disimular mi enrojecimiento. Él sonríe divertido y niega con la cabeza, acompañando mi risa. 

—Al menos lo intenté. 

Se encoge en hombros con una sonrisa en el rostro. 

—Lo haces muy bien, eh —le halago. 

Vuelve a encogerse en hombros y sonríe con “arrogancia”, cosa que me hace reír porque la cara que pone es muy graciosa. Lo sigo fotografiando y minutos más tarde termino con ésas fotos. De vez en cuando tuve que acercarme a él y tocarlo; para arreglarle la postura o el rostro. Siempre que lo hacía, Justin me miraba fijamente y yo traté de no hacerlo, porque sabía que me debilitaría. Es jodidamente difícil no querer tocarlo. Gracias al cielo la sección de fotos estaba terminando; pero ahora vendrá la parte más difícil. 

Tendré que verlo casi desnudo. Solo un maldito bóxer lo cubrirá... Esto no será cosa fácil. 

—Quítate la ropa. 

Le digo sin desdén. Justin esboza una encantadora sonrisa que me deja sin aliento. Noto que sus pupilas se dilatan y que la forma en que sonríe es malditamente sensual. 

—¿Estás pidiéndome que me desnude, ángel? 

—S-sí... —susurro sin pensar. Él arquea una ceja y se acerca a mí, pero niego con la cabeza cuando por fin reacciono de mi trance. —¡No! Quiero decir q-que... Debes quitarte la ropa. Acuéstate en el sillón con las piernas un poco abiertas y mira hacia la cámara. 

—¿Debo tomar eso como una invitación? —pregunta burlesco. Dejo salir un suspiro de frustración y lo fulmino con la mirada. 

Rodeo los ojos al ver que aún sigue sonriendo burlón. No estoy dispuesta a seguirle el juego. 

—Me han pedido fotografiarte en ropa interior. No estoy incitándote a nada Bieber —le aclaro. —Ahora, por favor, desvístete. 

Bajo la cabeza para no mirarle mientras se quita la ropa. Porque estoy segura de que se me caerá la baba. 

—Vamos Kelsey, no bajes la mirada. De todas formas tendrás que mirarme. 

Joder. Tiene toda la maldita razón. Es estúpido que trate de evitar mirarlo, porque tendré que hacerlo quiera o no. Levanto la mirada disimuladamente y observo cómo empieza a quitarse la ropa. Siento que mi boca se seca y trato de reprimir un jadeo cuando deja a la vista su gloriosa espalda. Mis ojos siguen cada uno de sus movimientos y lo siguiente que hace es bajarse los pantalones, quedándose solamente con un apretado bóxer negro de Calvin Klein. La respiración se me corta cuando fijo la mirada en el bulto que se traspasa por encima de la tela. «Aparta los malditos ojos de ahí Kelsey, se te entrarán moscas en la boca si no la cierras ya» dije interiormente y me obligué a apartar la mirada. Estoy segura de que me he puesto roja como un tomate. 

—Puedes mirar todo lo que quieras, nena. 

—Bájale un poco al ego —rodeo los ojos fastidiada. —Creído. 

—Siempre te gusté así, ángel. 

—¿Puedes dejar de llamarme así? 

—¿Así cómo? —usa un tono de voz divertido, otra vez. Ya está empezando a fastidiarme. 

—Terminemos con esto. ¿Quieres? 

—Pero si tenemos todo el día, nena, no veo porqué hay que apresurarnos. 

—Yo sí tengo cosas que hacer. 

—Eric me dijo que solo trabajarías conmigo. Todo el día. 

No dije nada más y apreté los dientes para no soltar una maldición. Eric no me mencionó nada de pasarme todo el santo día con Justin. No sé sí podré soportarlo por tanto tiempo. Y no es que me lleve mal con Justin, ni me afecta que esté cerca de mí... Bien, tal vez un poco. 

A él se le hace más fácil fingir que a mí; sonríe tan naturalmente, se ríe de todo y hasta bromea conmigo, que se me hace difícil ignorar ésas sensaciones en el estómago cada vez que me sonríe de una manera especial. ¿Para qué negarlo? Aún provoca muchas cosas en mí... Pero me niego a aceptar que le sigo queriendo. Es imposible. Los años pasaron, estuvimos mucho tiempo separados y no creo que entre nosotros vuelva a ocurrir algo más. Solo podríamos intentar ser amigos. 

Por fin finalizo por completo la sección de fotos. Le tomé todas las fotos que Eric pidió para la revista, y todas quedaron perfectas. Conozco los mejores ángulos de Justin y él es bueno posando, así que no se me hizo tan difícil. Excepto por tenerlo casi desnudo frente a mí; fue la parte más difícil de todas. Una verdadera tortura. Y por estar mirándolo embobada, por poco tropiezo con unas luces y me como el suelo. Gracias a Justin no lo hice; él me sostuvo con sus fuertes brazos y amortizó la caída, pegándome completamente a su cuerpo. Nos quedamos mirándonos a los ojos por un minuto y treinta segundos. Pensé que el corazón se saldría de mi pecho en cualquier momento. Estábamos tan malditamente cerca que solo unos pocos centímetros separaban nuestros rostros. Bastaba con que Justin inclinase la cabeza para que uniéramos nuestros labios. 

Y antes de que eso sucediera, me alejé tan rápido como pude. 

—Bueno... Ya terminamos —murmuro con la voz temblorosa. —Estuviste impresionante. 

—Gracias —sonríe de costado. —Estoy seguro de que las fotos quedaron muy bien. Haces un excelente trabajo, Kelsey. 

—Oh, gracias —le dedico una pequeña sonrisa. —Cámbiate. Para que empecemos con la entrevista. 

—No, aún no hemos terminado. 

Lo miro confundida. 

—¿Qué dices? No te entiendo. 

—Déjame fotografiarte, ángel. 

{Justin} 

Crucé los dedos detrás de mi espalda, deseando que dijese que sí. Me encantaba fotografiarla... Desde que empezamos una relación formal, siempre le tomé fotos. Aunque se quejaba porque siempre la tomaba desprevenidamente; su belleza era digna de ser memorizada en fotografías. 

—¿Q-qué d-dijiste? —tartamudeó. 

—Déjame fotografiarte. 

Volví a repetir en un tono casi suplicante. 

—¿Por qué quieres hacer eso? 

—Sabes que siempre me ha gustado hacerlo —respondo con simpleza. 

—Pero no... No creo que sea adecuado. Eso lo hacías cuando... Cuando estábamos juntos —murmura en un tono dificultoso. 

—Por favor —me acerqué a ella. Kelsey se alejó casi de inmediato y dejé de acercarme. —Solo serán unas fotografías. 

Ella me miró con sus hermosos ojos grises azulados y pareció dudar por unos minutos. ¿Qué tenía de raro tomarle fotos? No haríamos nada malo. 

—¿Y qué piensas hacer con las fotos? 

No me esperaba esa pregunta. 

Me encogí en hombres: —Guardarlas. 

—¿Guardarlas? —repite, frunciendo el ceño. —¡Eso es muy tonto! ¿Para qué querrías guardarlas? 

—Porque quiero recordarte por siempre... Tener algo de ti —le digo sin reprimir mis palabras. —Aún guardó todas nuestras fotos, tus regalos, los detalles; absolutamente todo. No he tirado nada a la basura. 

Kelsey se queda en total silencio, mirándome fijamente a los ojos. 

—He comprado ropa para ti, con ayuda de Eric —continuo hablando. —Estoy seguro de que te quedará muy bien. También... Bueno... Compré un encaje de ropa interior —susurro, con las mejillas sonrosadas. —N-no quiero que pienses mal, y-yo... Uhm, tienes buen cuerpo y a Eric le pareció buena idea. 

Cada palabra que salía de mi boca era sincera, en ningún momento le mentí. Yo le conté mis planes a Eric, y él había sido de gran ayuda para llevarlos a cabo; estuve consciente de que él era su amigo, pero no dudó en ayudarme en cuanto le hablé sobre mis intenciones. 

—Justin... —la miré atentamente esperando una respuesta. —Acepto. 

Una amplia sonrisa se formó en mi rostro. 

—Genial. Podemos comenzar desde ahora. 

—Pero con una condición. 

—La que quieras. 

—No le digas a nadie sobre esto, ¿vale? 

—Vale. No será ningún problema para mí, ángel —río levemente. —Esto quedará entre nosotros. 

—Bien... —lanza un suspiro. —¿Dónde está el vestuario? —sonríe dulcemente. 

Sonrío abiertamente al verla sonreír de ésa forma tan dulce. Kelsey es tan... tan ella que cada vez que la veo, dentro de mí florecen nuevos sentimientos. Más fuertes que antes. Y no, no lo niego; nunca superé a mi ángel, nunca pude olvidarme de ella y dejar de quererla, la extrañaba todo el tiempo. Ése sentimiento sigo vivo dentro de mí, palpitando día tras día. 

Cuando salió del camerino con un vestido rosado pastel que le llegaba tres dedos arriba de la rodilla, me quedé boquiabierto. Se veía tan jodidamente hermosa. La halagué miles de veces y provoqué que se sonrojase, eso era bueno. En cada maldita foto salía perfecta. Hasta perdí la cuenta de todas las fotografías que tomé y cada una de ellas me pertenecen a mí, pues las estoy tomando desde mi cámara profesional. Kelsey se vistió con diferentes prendas que le quedaron espectaculares, no podía dejar de admirarla como si fuese una estrella de cine. Joder, no. Ella es más que eso, es la estrella que más brilla por las noches.

La observé embelesado cuando salió vestida con el encaje negro. No es nada “provocativo” pero le luce de una forma en que deja muy poco a la imaginación y le queda condenadamente sexy. Mis ojos recorren cada rincón de su cuerpo, mojo mis labios con la lengua y siento un pequeño tirón en mi entrepierna. Ella parece no notar mi creciente erección y lo agradezco mentalmente, sería un poco vergonzoso. 

—¿Me queda mal? —frunce ligeramente el entrecejo y agacha la cabeza, mirándose el cuerpo. —Está un poco apretado el sostén pero... 

—Todo lo contrario —me apresuro a decir. —Estás preciosa. Y estoy sin palabras.

—Gracias —sus mejillas se tornan de un color rosado pálido. —Aunque me siento un poco expuesta. Es vergonzoso. 

—¡Oh, vamos! —suelto una pequeña carcajada. —No es la primera vez que te veo en ropa interior —le guiño un ojo. 

—¡Justin! —ríe sonoramente. —¡Harás que me ponga roja como un tomate! 

—Genial —esbozo una sonrisa de costado. —Eso significa que te hago sentir cosas. 

Kelsey deja de sonreír y hace una mueca, parece estar incómoda por mi comentario. 

—Lo siento... —murmuré, rascándome la nuca. —Uhm, pues, sigamos con las fotos. Son las últimas. 

Asintió con la cabeza sin decir nada. Seguí tomándole las últimas fotografías y tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural para no abalanzarme y, comérmela besos. Santo Dios. Posó de una manera demasiado sensual, mirando a la cámara muy seductora como si quisiera provocarme y hacerme perder el jodido control. Pero pude mantener mi compostura; aprendí con el tiempo que es mejor no actuar por nuestros impulsos. Y es exactamente lo que estoy haciendo en éstos momentos. Controlarme. 

Admito que tener a Kelsey a pocos centímetros de mí, posando sensualmente y en ropa interior, es una jodida tentación. Ningún hombre podría resistiría a tremenda mujer como Cassey. Ha sido una tortura para mí, pero no puedo echar a perder todo por no controlar mis impulsos. Y todo es como un juego. 

Un juego de seducción. 

Cassey sale del camerino ya cambiada con la ropa que traía puesta anteriormente. 

—Puedes quedarte con el nuevo guardarropa, lo he comprado para ti. Si te gusta, es todo tuyo. 

—Oh, muchas gracias Biebs —sonríe agradecida. —Y me encanta, es hermosa. Tienes muy buenos gustos. 

—No agradezcas nena, me alegro que te guste. 

—Entonces... ¿Podemos empezar la entrevista?

—No. Porque te llevaré a comer a un excelente restaurante que conozco. Te encantará. 

—Pero aún no es mediodía —hace una mueca. —Y estoy trabajando, lo siento. 

—No puedes rechazar mi invitación, Kels. 

—Vamos Justin, no insistas —se quejó y me miró suplicante.

—Podemos dar un paseo por la ciudad, si quieres. Te enseñaré unos lugares que te fascinarán. La comida en el restaurante es exquisita, pasaremos un buen rato y luego volveremos al trabajo. 

—De acuerdo —suspira resignada. —No puedo rechazar esa tentadora invitación. 

—Nos divertiremos mucho —le prometo, sonriéndole. —Ya verás que no te arrepentirás. 

Y estoy seguro de que vamos a pasarla muy bien... Así como en los viejos tiempos. 

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Les tengo una buena noticia ¡La historia ya tiene tráiler! SEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEH *Party*, está todo listo y les dejo el link adjuntado al capítulo :)<3. Créditos a @bieberfanficsof, toda una diosa uwu. 

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Lo que un día fue » Justin Bieber ➳Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora