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{Narrador omnisciente}

Justin se levantó temprano aquella mañana, pero al parecer no muy temprano ya que todos habían salido, excepto por Ryan quien estaba desayunando. Las costillas ya no dolían como ayer ni el estómago, solo algunos moretones en el brazo y rasguños muy pequeños, aún así golpeado aquel chico tenía algo que lo hacía irresistiblemente caliente ¿cómo no? Si tiene a todas las chicas de la universidad a sus pies, la diferencia es que Kelsey era su novia y no, ya no la tiene a sus pies como antes. Pensándolo bien, nunca fue como un objeto, le llevó mucho tiempo conquistarla y cuando aceptó ser su novia, él había pensado que su gran meta ya la había cumplido.

El chico saludó a su mejor amigo, mejores amigos desde que tenían seis años y desde entonces fueron inseparables, conocieron a Chaz y Chris cuando tenían doce años, los cuatros nunca se separaron desde entonces. ¡Caramba! Aquellos cuatros chicos estaban buenísimos, desde Justin hasta Chris, el más pequeño de todos, ellos podían distraer a cualquier chica de tan solo pasar por sus lados. Los únicos allí que no eran nada mujeriegos, Chaz y Chris, extrañamente no lo son y si quisieran lo serían, Chris con esa voz que te moja al instante, sensual y ronca, por otro lado esta Chaz, coqueto y es el mejor en hacer chistes, sabe como conquistar a una chica.

Justin es el más guapo, caliente y sexy de los cuatro, con aquella sonrisa de niño inocente pero tan descarada a la vez, ¡el tío esta buenísimo! Sin duda alguna, los comentarios sobre él son los mejores, cómo: «¿Viste hoy a Justy? ¡Está ardiente!» «Justin es el mejor besando» «Hoy pasé la noche con Bieber,¡y lo hace de maravilla!» Desde que terminó con Kelsey comentarios como esos, se escuchan por los pasillos de la universidad, van de oído a oído, distintas cosas se escuchan y las porristas siempre están en la cancha, para admirar aquel hombre y sus amigazos. Ryan él es un mujeriego de primera, la última vez que se le vio con novia fue en séptimo grado, tiene ese encanto inusual que te lleva a la cama cuando menos te lo esperas.

—Buenos días perro.—levantó la vista el rubio. Estaba comiendo cereal con leche, sentado en el sillón al frente de la televisión.

— Buenos días, ¿todos salieron o qué? —hizo una mueca sentándose al lado de su amigo.

—Las chicas sí, hace un buen rato. Es casi medio día y no hay nada que hacer en este aburrido domingo. —bufó.

— ¿Qué tal si salimos nuevamente a la ciudad? —bostezo.

— ¿Para qué te vuelvas a matar como ayer? Prefiero quedarme aquí o en la playa tomando un bronceado. —Rió sin sentido.

—No volverá a pasar —apretó los dientes— mis padres tienen una cabaña aquí, podríamos ir.

—Sabes que no podemos pasar la noche fuera del hotel. —negó con la cabeza.

— ¿Y piensas obedecer? —ríe— podemos hacer una fiesta, escaparnos cuando los profesores duerman o mandarlos a la isla que está cerca de aquí. Sabes que puedo hacerlo. —Sonrió divertido.

—Sí, lo sé. Pero la cabaña de tus padres, ¿no es un poco lejos de aquí? —lo miró por el rabillo del ojo.

—Algunos kilómetros, no mucho. Con una llamada lo organizo todo en minutos, podríamos divertirnos mucho, eh. —rieron al unísono.

—Lo sé, lo sé. No deberíamos llevar a todos, porque son muchos y bueno, sería un desastre. —carcajeó.

—Tienes razón, pero yo veré que hago. Podríamos llevarnos unas tías... —lo interrumpieron. El timbre del celular de Justin comenzó a sonar. Le hizo una seña a su amigo.

«Llamada telefónica»

—Aló, ¿quién es? —habló algo confundido. El número era desconocido, unos segundos después contestó una voz muy conocida.

Lo que un día fue » Justin Bieber ➳Editando.Where stories live. Discover now