38 · confesión

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Soojin.

Le di un fuerte abrazo a Hoseok despidiéndome de él. Ese día volvíamos de Busan y habíamos hecho una parada antes de su casa para dejarme a mí en la mía.

Me costaría acostumbrarme de nuevo a no estar con ellos, a no tener cerca sus consejos, su apoyo, su alegría y su esperanza. Solo había sido una semana, pero fue suficiente tiempo como para acostumbrarme a esas pequeñas cosas de las que no quería alejarme. Pero, era hora de volver a la realidad y aceptar que muy pronto volveríamos al infierno llamado colegio.

—¿Estás segura de que no quieres que nos quedemos hasta que llegue tu madre? —Preguntó Hoseok esbozando una expresión de preocupación. Negué con la cabeza.

—Ya han hecho mucho por mí y deben de estar agotados del viaje de vuelta —acaricié su pelo—, sabes que estoy acostumbrada a estar sola, así que no te preocupes.

Y aunque no parecía muy convencido, asintió y me abrazó de nuevo con fuerza.

Debía de confiar en mí de ahora en adelante.

—Si pasa algo me avisas, ¿de acuerdo? —Asentí.

—Descansa, ¿vale? Te quiero muchísimo.

—Y yo a ti.

Besó castamente mis labios y después de eso, me despedí con la mano por última vez de los padres de Hoseok y su hermana que esperaban en el coche. Cerré la puerta tras de mí apoyándome en ella y observando el panorama.

De vuelta a lo que se suponía que era mi hogar.

Suspiré sin poder evitarlo puesto que no se sentía tal y como se suponía que debía ser.

Me quité los zapatos y tomé la pequeña maleta rosa que había llevado para la estancia y la caja con el perfecto e increíble regalo de Hoseok que me había hecho llorar como una idiota. Subí las escaleras en dirección a mi habitación para dejarla allí. Me obligué a sacar toda la ropa para no olvidarlo y dejarlo sin hacer aunque no me apeteciera nada debido al cansancio del viaje.

Sonreí al abrir la caja con el regalo de Hoseok. Saqué el portarretratos con una foto nuestra donde sonreíamos completamente y brillábamos. Me gustaría que jamás desaparecieran esas sonrisas de nuestro rostro. La coloqué junto mi mesilla de noche, al lado de otra que tenía con Yeonji cuando éramos unos microbios. Después tomé el pijama y me di una larga ducha.

Lo cierto es que, aunque al principio me incomodaba estar tanto tiempo sola, había empezado a aceptar y apreciar lo buena que a veces era la soledad. Era agradable escuchar los pensamientos de uno mismo, mantener la calma sin que nadie te moleste,...

Un rato después de mantener el pelo enrollado en una toalla para que se me secara, bajé las escaleras en dirección a la cocina. Me sentía agotada emocionalmente, en ese momento en el que estás tan sumamente relajada como para estar incluso cansada de haber sacado todo lo malo para fuera y lo cierto es que me había venido increíblemente bien.

Después de noches sin descanso y preocupaciones infinitas por mi embarazo, me tocaba tener algo de tranquilidad.

—¿Qué es esto? —Pregunté para mí misma.

Había un plato preparado de mi comida favorita, enrollado en un film para que no se estropeara con una pequeña carta encima.

Cariño, hoy llegaré tarde y como sé que estarás agotada del viaje, te he dejado la cena hecha, ¡disfrútala! Mañana me cuentas cómo fue todo. PD: Mamá —aunque no hacía falta que lo especificara por lo característica que era su letra.

HOPE ━ j. hoseokWhere stories live. Discover now