40 · dolor

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Tenía sus ojos cerrados y su cabeza apoyada sobre mi almohada mientras parecía dormir plácidamente. De pronto me llegaron los recuerdos de esa noche donde parecía que solo existíamos los dos, donde nos acompañaba la luz de la luna que nos resguardaba del dolor y del sufrimiento, donde el mundo se había parado para nosotros. Pero, que igualmente, fue la noche de nuestra perdición, la noche que nos había llevado a ese momento.

Suspiré sin dejar de acariciar su pelo.

No sabía cómo sentirme. Tenía bastantes vendas que cubrían los cortes que me había hecho con el jarrón que había roto el padre de Soojin cuando se enteró de que estaba embarazada y, no podía mentir en el hecho de que me dolía inmensamente el hombro, no solo porque casi lloro cuando me lo colocaron correctamente, sino, porque en sí dolía que volviera a estar bien en su sitio.

Pero no solo era lo físico.

Me sentía en la mierda, me sentía fatal de haber provocado todo eso. Sí, era la eterna repetición en la que me culpaba por todo lo sucedido, pero lo cierto es que, si yo nunca hubiera estado ahí, ella nunca hubiera tenido que pasar por esa situación y en parte deseaba de nuevo volver al pasado para cambiar ese hecho y que, aunque Soojin siguiera sufriendo en parte por culpa de ellos, por lo menos no hubiera tenido que escuchar las palabras horribles que salían de la boca de su padre y el desprecio que le habían hecho ambos.

No dejaba de pensar en que nunca me perdonaría haberle hecho tanto daño, nunca.

No me merecía tener a mi lado a alguien como Soojin cuando le había destrozado la vida, por mucho que todos quisieran convencerme de que no era mi culpa, por mucho que hubiéramos prometido que no íbamos a hacerlo de nuevo, no podía evitar recaer de otra vez en ese pensamiento que me recorría desde que supe que había dado positivo en el test de embarazo.

Me moví apenas por la incomodidad de la posición y de mi hombro y entonces ella despertó sentándose de golpe sobre la cama.

—¿Estás bien? —Estaba alterada y asentí.

—Tranquila, lo estoy —le aseguré—. Solo algo incómodo por mi hombro.

Asintió media adormilada antes de tomar el móvil y comprobar la hora.

—Aún es temprano —indicó dándose cuenta de que eran las once de la noche. Asentí ante sus palabras—. Tengo un mensaje de Jaehyuk.

Sonrió amargamente.

—¿Qué dice?

—Quiere saber si estamos bien.

—Respóndele, seguro que el pobre está preocupado por nosotros —asintió siguiendo mi consejo. Me recosté bien en la cama.

Empezó a teclear con su teléfono.

—¿Puedo quedarme a dormir aquí contigo? —Preguntó con timidez sin apartar la mirada del móvil.

—Claro, ¿por qué no?

—Porque quizás te duele mucho para compartir cama —explicó, dejando de nuevo el móvil sobre mi escritorio. Supuse entonces que había terminado de responder a Jaehyuk.

Negué con la cabeza tirando de su brazo para devolverla al lugar anterior.

—Estoy bien.

Se hizo el silencio entre nosotros dos.

Aquel día había marcado la vida de ambos, para bien y para mal.

—¿Crees que es buena idea que vaya con la psicóloga que me recomendó tu madre? —No sabía por qué razón se estaba preocupando por eso cuando estaba más dormida que despierta. Pero asentí.

HOPE ━ j. hoseokWhere stories live. Discover now