66 · felicidad

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Hoseok

—Ya estamos al llegar —canturreó animada, mirándome rápidamente mientras conducía. No dudé en sonreír de lado llevando mi mano hasta la palanca de cambios donde tenía la suya y la apreté.

Soojin sonrió antes de continuar conduciendo.

—Menos mal, en realidad pensaba que ya estabas intentando raptarme. —Ella rió, negando con la cabeza y yo sonreí divertido.

—Eres idiota.

Hacía una hora que estábamos en la carretera y aún no sabía si llegaríamos al fin del mundo primero antes que al sitio porque, cada vez, nos alejábamos más del centro de la ciudad y, el bosque, nos acompañaba. Pero, estaba feliz, no podía negarlo.

Después de unos días intentando acostumbrarnos a vivir juntos, a los últimos días de clase y la proximidad de su entrada a las prácticas, Soojin no había tenido el momento de planear la cita que me había prometido como agradecimiento por la mía. No tenía que hacerlo, pero, le hacía ilusión y tampoco quería pararla cuando me moría de ganas por tenerla también.

—Realmente, espero que te guste —añadió a pesar de haberme insultado mientras giraba para desviarse de la carretera que avanzaba en pequeñas curvas, entrando por una calle que parecía no tener salida. Abrí los ojos sin dudarlo.

Aparcó a un lado y al apagar el motor del coche, nuestras miradas se encontraron.

—¿Qué dices? —Preguntó cuando nuestras miradas se encontraron. Miré al frente y luego a ella, sacándole una carcajada.

—¿Cómo conoces este lugar? —Se encogió de hombros.

—Un día necesitaba un respiro y conduje tanto sin rumbo que llegué hasta aquí —me explicó antes de llevar una mano hasta el manillar de la puerta—. Pero vamos, nada tiene que ver lo de fuera con lo que se ve aquí dentro.

Haciéndole caso salimos del coche. Éramos los únicos allí, por lo que, eso, le daba un gran punto de intimidad que sinceramente, me gustaba demasiado. No dudé en llevar mi mirada al frente, observando las luces destellantes de la ciudad que se veían muy al fondo, como si fueran un paisaje plasmado en un cuadro y no algo completamente real. Pero, fue cuando miré al cielo que realmente, me sorprendí.

—Wow —dije sin más. Soojin soltó una carcajada, agarrándose a mi brazo.

Debido a la poca contaminación de luz que había en esa zona, mirar al cielo era completamente una experiencia nueva. Al igual que las luces de la ciudad parecían pintadas, el cielo, se cernía como una explosión de estrellas en forma de puntos blancos, algunos más brillantes que otros pero sin embargo, preciosos, como si alguien se hubiera dedicado a pintarlos antes de que llegáramos.

Me quedé embobado con aquella preciosa imagen brindada por la naturaleza.

—¿Te gusta? —Preguntó con interés otra vez. La miré, aunque apenas podía apreciar su mirada debido a la oscuridad.

Pero aún así sabía que sus ojos brillaban al igual que su sonrisa.

—Me encanta. —Soojin me abrazó con fuerza y yo correspondí su abrazo, mientras ambos, mirábamos la escena de aquel lugar.

No tardó en entrelazar sus dedos con los míos para llevarme hasta el borde de aquel mirador, sentándonos en un pequeño muro, juntos. En seguida, resguardé su mano con la mía en el bolsillo de mi chaqueta, resguardándonos del frío que hacía a esa altura en la que nos encontrábamos.

—Sé que no es igual que tu lugar favorito pero, pensé que llegaría a gustarte. —Empezó a decir para después mirarme—. Y además, recuerdo que una vez me dijiste que uno de tus sueños era ver una lluvia de estrellas, ¿verdad?

HOPE ━ j. hoseokWhere stories live. Discover now