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Iris dejó a Krysta en el colegio y luego cogió un taxi para ir a su trabajo. Ella trabajaba en la redacción de uno de los periódicos más importantes de Polonia. Había conseguido ese trabajo hacía ya tres años, mientras que Erik había conseguido el suyo hacía cinco.

Para ser sincera, se sentía muy cómoda con aquel trabajo. Toda su vida había sido camarera en distintos bares, así que aquel lugar era como un mundo completamente nuevo, pero del que cada día aprendía más cosas.

Además, aquello era una manera también de ayudar a las personas. Aunque ya no lo hacía como antes, ahora se dedicaba a redactar noticias para que las propias personas de Polonia se ayudasen entre ellas. A veces no era tan eficaz como mover la mano y mover varias cosas, pero había llegado a conseguir grandes cambios así. Y, lo que era mejor, de esa forma nadie la miraba mal ni tenía miedo de ella. Nadie sabía quién era ni lo que podía hacer, así que todos la tomaban como una más de ellos. Como una humana.

No tardó mucho en llegar a la redacción del periódico. Cuanto entró a aquella gran sala, llena de personas de un lado hacia otro, mientras escribían y hablaban.

Al segundo, Iris se dirigió a su mesa, donde se encontró con una montaña de informes que tenía que leer y empezar a redactar. Mientras hojeaba aquellos folios, Basia, la única amiga que tenía allí y, en realidad, en toda Polonia, se acercó a donde Iris se encontraba.

—¡Irina! —le dijo, sentándose en la mesa de Iris—. Tengo algo muy importante que decirte.

—Tendrá que ser después, Basia, ahora tengo mucho trabajo. ¿Habéis acabado ya con las primeras páginas del periódico?

—Eso no importa ahora —Iris suspiró. Se levantó de su mesa y cogió las noticias que había redactado aquella mañana, las cuales se encontraban en su bolso, y las posó sobre la mesa—. ¡Irina! —se quejó Basia al ver que Iris no le prestaba demasiada atención.

—¿Qué pasa, Basia?

—He oído que el director está buscando a alguien para que ocupe su puesto cuando él se vaya. Dice que será quien mejor haya trabajado durante estos años —le contó con una sonrisa.

—¿Crees que una de esas personas puede ser tú? —Basia se encogió de hombros—. Yo creo que sí. Eres na de las que más ha trabajado durante todo este tiempo. Incluso te has quedado por la noche para seguir escribiendo. No veo a alguien mejor que tú.

—Me alagas, Irina, pero no creo que tenga tanta suerte. Ya sabes que es difícil llegar a ese puesto tan importante y yo llegué hace poco...

—Llegaste hace cinco años, Basia. Incluso mucho antes que yo.

—Lo sé, pero aquí hay gente que lleva casi toda su vida. Cuanto más que me pongo a pensar, más lejos me veo de llegar allí.

—Lo que tienes que hacer es esforzarte y demostrarle al director que puedes ocupar su puesto —le aconsejó Iris.

—No será fácil. Ya tiene a otros intentándolo. Incluso se dice que tiene a un favorito.

—¿Y quién te ha dicho eso? —quiso saber.

—Ludka —Iris rodó los ojos.

—Ya sabes que ella siempre se inventa cosas, Basia —ella suspiró.

—Lo sé, pero esta vez puede que sea verdad. Además, no ha sido solo ella. Por aquí ya se está hablando de eso. 

Iris sonrió y posó su mano en el hombro de ella.

—Espero que seas tú, te lo mereces más que cualquier otra persona —Basia sonrió.

Volvió a su mesa e Iris empezó a redactar la nueva noticia que había llegado. Hizo eso durante el resto de la mañana. Cuando acabó, se lo dejó en la mesa a su jefe, quien no se encontraba allí en ese momento.

Destruction ◇ Erik LehnsherrWhere stories live. Discover now