q u i n c e

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Cuando Iris despertó, la sala en la que estaba con Sebastian estaba completamente destrozada. La mayoría de los cristales se habían roto y habían un montón de vigas delante de ella. Pestañeó e hizo una mueca de dolor al incorporarse del suelo, sentándose.

Todo el cuerpo le dolía y le ardía. Lo sentía entumecido y como si de repente pesase mucho más que antes. Además, cada movimiento que hacía conllevaba una leve pero duradera sensación de pinchazo en todo el cuerpo.

Incluso le costaba mantenerse sentada en el suelo. Si no fuese por la pared que la sujetaba desde atrás, seguramente ya habría caído al suelo y se habría quedado allí.

Cerró los ojos y dio un pequeño gemido de dolor. Sentía que la cabeza le iba a estallar y es que se había dado un fuerte golpe en ella tras el impacto.

Volvió a abrir los ojos cuando escuchó a dos personas hablando. No se había dado cuenta hasta ahora, pero justo delante de ella estaban Sebastian y Erik. Éste último estaba contra la pared completamente inmóvil y tenía la vista clavada en Iris, mientras Sebastian hablaba con él.

—Déjale —susurró Iris y luego carraspeó—. Sebastian.

Él se dio la vuelta y sonrió al verla.

—No pensaba que despertarías tan pronto.

—¿Sabías que intentaría quitarte el casco? —le preguntó y miró a Erik.

Él estaba forcejeando para intentar sacar una mano, pero estaba atrapado por una viga de metal la cual estaba contra su cuerpo.

—Es lo único que le impide al telépata controlarme, así que no fue difícil suponerlo —Iris cerró los ojos.

—Déjale a él —le pidió, volviendo a abrir los ojos y señalando con la mirada a Erik.

Sebastian giró la cabeza para mirarle y luego rió.

—Qué bonito —exclamó Sebastian—. Pero es él quien ha venido a por mí. Lleva buscándome toda su vida —Iris gruñó.

Iris —escuchó en su cabeza la voz de Charles y abrió los ojos con sorpresa—. ¿Iris estás bien? Hasta hace un rato no era capaz de percibirte.

Se acordó de que la última vez que Charles había hablado con ella de esta manera había bastado con que ella pensase la respuesta, así que así lo hizo.

Sí..., estoy bien.

Sigue distrayendo a Shaw. Erik va a quitarle el casco, tiene un plan —ella asintió, aunque estaba claro que no podía verla.

—No importa lo que hagas —le dijo ella—. Nunca ganarás.

—No sé por qué te resistes, Iris. Únete a mí. Podremos gobernar un mundo de mutantes juntos. No hay ninguna manera de que puedas pararme y solo te salvarás si vienes conmigo.

—No voy a ir contigo a ninguna jodida parte —le espetó—. Hace mucho tiempo me abandonaste. Ahora no tienes ningún derecho a venir aquí y pedirme que vuelva a tu lado. No te lo mereces.

—No te abandoné porque quisiese, Iris. Tuve que hacerlo.

—¿Tuviste que hacerlo? —preguntó histérica—. ¡Me dejaste sola cuando más lo necesitaba! ¡Ni siquiera fuiste capaz de decirme que ella había muerto! ¡Eras un cobarde y sigues siéndolo! —él apretó los puños con fuerza y miró a Iris sin pestañear—. Antes no eras así. ¿Qué es lo que te hizo cambiar? ¿Qué te hizo odiar a los humanos tanto como lo haces ahora?

—¡Ellos la mataron! —estalló Sebastian, dando varios pasos hacia Iris—. La mataron porque era distinta a ellos, porque era mutante. Y eso nos lo harán a nosotros también si no los paramos antes. Si no les enseñamos que somos más poderosos que ellos.

Destruction ◇ Erik LehnsherrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora