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—¿Y el telépata? —fue lo primero que Shaw preguntó.

Era la primera vez que escuchaba su voz desde la última vez que había estado en el bar de Greg. Ahora habían cambiado un montón de cosas. Iris ya no era como antes ni se sentía como aquella chica. Y sus pensamientos sobre Sebastian habían cambiado considerablemente. Hacía un mes, había creído que Sebastian era malo, pero no a tal punto. Si hubiese sabido todo lo que iba a hacer, nunca habría parado a Erik aquella noche, cuando intentó matarlo. Pero, ¿qué habría pasado entonces? Puede que hubiesen evitado toda esta situación. Posiblemente ni el mundo ni los mutantes estuviesen corriendo el gran peligro que había ahora pero, ¿se habría perdonado Iris? ¿Habría podido seguir siendo ella misma después de saber que había dejado que matasen a una persona, aunque esa fuese Sebastian, y que podría haberlo evitado?

Posiblemente no.

—No está —respondió el rojo.

—Lástima —susurró—. Pero así podré quitarme este absurdo casco —cuando lo hizo, no había ninguna duda. Era él—. Me llamo Sebastian Shaw. Y no vengo a haceros daño.

—Y una mierda que no —dijo Iris.

Hasta ese momento, Sebastian no había reparado en ella. Lo primero que él había hecho al entrar en la sala era mirar a su alrededor y observar lo que sus dos mutantes habían hecho con toda la División X. Luego se había quitado el casco, pero ver a Iris allí le sorprendió un poco.

Sin embargo, ahora ella le veía de otra manera. Después de todo lo que había oído sobre él y todo lo que Erik y Charles estaban haciendo para detenerlo, no podía evitar sentir un pequeño temor creciendo desde su interior.

Iris se dejó llevar. Cuando Sebastian empezó a acercarse a ellos ella levantó los brazos y apuntó hacia Sebastian con la pistola. Él levantó una ceja y sonrió de lado. Iris se mordió el labio y respiró hondo. ¿Qué estaba haciendo?

Recordó las palabras de Charles y entonces se dio cuenta de algo. Tenía miedo, pero era valiente.

—Iris —exclamó Sebastian—. Qué sorpresa verte aquí. Se suponía que debías estar trabajando con Greg.

—Él está muerto —dijo entre dientes. Sebastian se quedó callado por unos segundos y luego se encogió de hombros.

—Lo suponía —ando hacia el hombre rojo y giró la cabeza para mirarla—. ¿Y los demás?

Iris sabía que se refería a Mike y Neil, aunque también sabía que estaba intentando cambiar de tema para despistarla. Para pillarla con la guardia baja y así poder acabar con ella rápido. Pero Iris no estaba dispuesta a permitirlo.

—No voy a dejar que te los lleves —le dijo.

Él sonrió.

—¿Sabes? No te recordaba así. Antes eras muy callada y asustadiza... quién habría dicho que serías capaz de llegar a apuntarme con un arma.

—Te mataré si hace falta, Sebastian —le amenazó y él rió.

Había intentado sonar intimidante con aquella amenaza, pero la voz le había temblado. Nunca en la vida se habría imaginado que podría hacer algo así. Que algún día estaría intentando proteger a una nueva raza de humanos mientras amenazaba con disparar a otra persona.

Aunque realmente, ni siquiera sabía si sería capaz de apretar el gatillo. Lo notaba ahí, debajo de sus dedos, rígido y esperando a ser pulsado. Pero ahora no era tan fácil como en los entrenamientos con Moira. Allí disparaba a un trozo de cartón con forma humana. Aquí, tenía que decidir en si herir, o matar, a alguien y perderse a sí misma o dejar que se llevasen a los mutantes. Y no era capaz de permitir eso último.

Destruction ◇ Erik LehnsherrWhere stories live. Discover now