t r e s

12.9K 1.2K 588
                                    

Iris estaba consumida por el miedo. Intentó sacudirse para escaparse de él, pero era imposible. Él la tenía contra la pared y ella no era lo suficientemente fuerte para poder con él.

Intentó gritar, pero él se lo impidió.

—No lo hagas —le susurró.

Iris apenas podía sostenerse en sus piernas. Nunca había sentido un miedo igual, y por su mente solo pasaba el pensamiento de que había vuelto a por ella. A acabar lo que aquel día en el bar debería haber hecho. Él no quería testigos y en el fondo, Iris se había temido que esto pasaría. Un hombre que había matado a tres personas sin pestañear no dudaría en hacerlo también con ella.

Él le retiró lentamente la mano de la boca, advirtiéndole con la mirada que no gritase. Que si lo hacía tendría un problema. Pero, ¿qué más daba ahora? De todos modos no iba a tener otra opción. Su vida iba a acabar justo en el lugar donde ella creía que empezaría.

—Por favor —le suplicó ella, al igual que hizo el día que le vio por primera vez.

—No voy a hacerte daño —le dijo, y aunque parecía sincero, Iris no podía evitar no creerlo.

—No le he dicho a nadie lo que pasó —le confesó, creyendo que así conseguiría salvarse.

Él suspiró y posó ambas manos en las mejillas de ella, obligándola a mirarle.

—Necesito tu ayuda.

Iris frunció el ceño, sin entender nada. ¿Un asesino necesitaba su ayuda? ¿Para qué? ¿Para ayudarle a matar a otros? Iris no entendía por qué él necesitaría ayuda y menos de ella.

—¿Mi ayuda? —preguntó confusa.

—Conoces a Sebastian Shaw, ¿verdad? —a Iris le costó un poco procesar lo que estaba pasando.

Por un breve momento, recordó cuando él se había acercado al cuadro donde salían Greg, Neil y Sebastian. Lo había mirado durante unos segundos y luego había asesinado a Neil. Dos de los que salían en esa foto estaban muertos, por lo que seguramente buscaba a Sebastian para hacer lo mismo con él.

Iris dudó en si decirle la verdad. Recordaba que el hombre del bar, Charles, también había hablado sobre él, aunque estaba segura de que no lo buscaban por la misma razón. Sebastian no era su amigo, ni siquiera era buena persona. Iris sabía todo lo que Sebastian había hecho y sabía que era un ser odioso. Y sabía lo que estaba haciendo ahora mismo. Pero, ¿se merecía lo que ese hombre iba a hacerle? Ponerle a él en peligro simplemente para salvarse a ella misma le parecía rastrero.

—Yo... no —contestó en un hilo de voz.

Él miró hacia otro lado mientras aspiraba hondo.

—Sé que lo conoces. Si Greg te contrató fue porque Sebastian se lo permitió. Estoy seguro de que durante todo el tiempo que has trabajado para él, has escuchado cosas de ellos muy interesantes.

Iris se vio sorprendida porque él tenía razón. A veces, cuando por la noche solo quedaban Mike y Neil, Sebastian aparecía. Lo hacía muy pocas veces, una vez al mes, más o menos, pero ese día era uno de los más importantes para Greg.

Los cuatro se sentaban en la mesa y hablaban sobre cosas que hacían que Iris temblase. Durante todos los años que había trabajo con él, había escuchado cada conversación que ellos tenían mientras ella simplemente se quedaba detrás de la barra esperando a que alguno de ellos le pidiese que le rellenase el vaso. Ella supuso que ninguno de ellos alguna vez creyó que Iris pudiese ser una amenaza con toda la información que tenía. Y realmente, ni siquiera ella lo había pensado.

Destruction ◇ Erik LehnsherrWhere stories live. Discover now