―Escena extra 1

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Nueva York, 1963, un año después de los sucesos ocurridos con Sebastian Shaw.

Los poderes de Iris aparecieron durante una noche oscura, fría y lluviosa. Iris iba andando hacia su apartamento, pero hacía ya semanas que oía voces en su cabeza. Al principio, cuando empezó a escucharlas se asustó pero se justificó diciéndose a sí misma que todo aquello era producto del cansancio. Sin embargo, al ver que no cesaban comenzó a pensar que se estaba volviendo loca. Era la única respuesta con sentido que se le ocurría.

Las voces se intensificaban cuanta más gente había a su alrededor, lo cual le producía un tremendo dolor de cabeza que más de una vez estuvo cerca del desmayo. Aquello era insoportable para ella, pues sentía una tremenda presión en su cabeza que no cesaba. En ocasiones era más intensa, otras mucho más leves. Sin embargo, el hecho de escuchar las voces de los demás en su cabeza hacía que acabase agotada, pues no era capaz de controlar lo que le estaba pasando.

El resto de sus poderes llegaron aquella noche. Había mucha gente a su alrededor, todos apresurados para poder volver a casa sin mojarse demasiado. Las personas empujaban a Iris al pasar y se disculpaban, aunque ella tenía la mirada fija en el suelo intentando controlar la gran presión que se estaba instalando en su cabeza.

Por ello, cuando ésta se hizo tan fuerte que Iris sintió que desfallecería, gritó con todas sus fuerzas sin poder aguantar más y cayó al suelo de rodillas. Al hacerlo sintió una oleada de alivio que recorrió todo su cuerpo y la hizo suspirar, sintiendo cómo las voces se apagaban poco a poco y la paz reinaba su mente.

Sin embargo, cuando abrió los ojos de nuevo y miró a su alrededor, se quedó completamente inmóvil. Las personas que antes habían a su alrededor ahora se encontraban tiradas en el suelo, lejos de ella, como si algo las hubiese empujado a todas a la vez.

Temblorosa, pues sabía que ella había tenido algo que ver en todo aquello, se levantó y miró varias veces más a su alrededor para luego comenzar a correr, sin ningún rumbo fijo. Lo único que quería era alejarse de aquellas personas e intentar olvidarse de lo que acababa de pasar.

Pero sabía que aquello no sería posible. Sabía que aquel suceso le atormentaría para siempre sin dejar de preguntarse qué era lo que había pasado.

Por lo que durante bastantes días tuvo miedo de salir de su apartamento, temiendo que aquello volviese a suceder. Cuando se atrevía a salir lo hacía con cautela, intentando alejarse de todas las personas lo máximo posible y siempre intentando mantener un pensamiento en mente que hiciese que las demás voces se apagasen.

Pero nada de eso ocurría. En su lugar, la que se estaba apagando era ella misma. Se sentía perdida, desorientada, como si no perteneciese a aquel lugar. Casi había llegado a pensar que aquello que le estaba pasando era su castigo por haber abandonado a Charles y a Hank cuando la necesitaron. Por haber pensado en ella misma y no haber reparado en que ellos necesitaban estar juntos y no separados.

Así que Iris vivía sus días sintiéndose miserable... hasta que un hombre llegó.

Era alguien extraño a quien ella no había visto nunca. Sus ropas eran más parecidas a atuendos de un teatro, que a las que los hombres de aquella época llevaban.

Además, de su cuello colgaba una gran joya en forma de ojo que a Iris se le antojó deslumbrante.

La abordó una noche, cuando llegó a su apartamento. Al subir las escaleras para poder llegar a la puerta, encontró a aquel hombre apoyado en ella, esperándola.

Iris, sorprendentemente, no se asustó. Estaba confusa por la situación y por la apariencia de aquel hombre. Sin embargo, no le infundaba miedo sino, extrañamente, tranquilidad.

Destruction ◇ Erik LehnsherrWhere stories live. Discover now