e p í l o g o

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Leed la nota del final, por favor

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Iris giró la cabeza para mirar a Erik, quien estaba en el aire. Tanto él, como ella y como Jean estaban reconstruyendo la escuela con sus poderes. 

No llevaban demasiado tiempo en ello, ya que hacía poco que habían vuelto a casa.

A casa... 

Iris se paró a plantearse aquello durante unos instantes. ¿Era aquella realmente su casa?

En un pasado al menos la había considerado así. Luego, la concibió más como una prisión, por lo que se vio obligada a marcharse. Tiempo más tarde, sus propios recuerdos le impidieron entrar de nuevo a aquella mansión, aunque al final la nostalgia ganase la batalla. Sin embargo, volvió a huir de aquel lugar y encontró otro al que por mucho tiempo llamó hogar.

Ahora había perdido a ese, y se encontraba allí de nuevo.

Volvía a estar donde todo había comenzado, donde todas sus vidas se unieron y lo hicieron para siempre. 

Lo que se había creado entre ellos hacía años era algo muy fuerte. Una conexión que muy pocas personas lograban tener, pero que era de esas que perduraban por años y con gran fuerza e intensidad.

Ellos eran una familia. Charles, Raven, Hank, Peter, Erik e Iris. Todos habían luchado juntos siempre por un mismo propósito. Todos eran vencedores de una misma guerra y perdedores de las propias. Sin embargo, allí seguían. En la misma mansión, todos juntos de nuevo.

Entonces Iris comprendió algo. El hogar no era un edificio, una casa o cuatro paredes. Aquello era simplemente una estructura que les proporcionaba calor durante el invierno y un techo para dormir. El verdadero hogar eran las personas que se encontraban a tu alrededor. Aquellas por las que darías tu propia vida si así fuese necesario y por quienes lucharías sin dudar. Aquellas que simplemente con su sola presencia hacían que una sensación reconfortante te invadiese el cuerpo.

No se trataba del lugar, sino de las personas que hubiesen allí.

Así que, cuando unos pocos alumnos de Charles se acercaron tímidos a ella, Iris no pudo hacer más que sonreír en gran dicha y hablar con ellos.

Luego, cuando se fueron, continuó con la labor de ayudar a Erik y a Jean a reconstruir la escuela. 

Fue un proceso rápido, aunque constantemente estuvieron siendo observados por ojos curiosos, algo asustados aún, pero muy impresionados.

La manera en la que aquellos niños miraban a los X-men, como ahora eran conocidos, era simplemente magnífico. Lo hacían con adoración, como si se tratasen de personas admirables y no de sus maestros, profesores e incluso compañeros. Y es que los niños, aunque aún fuesen algo pequeños, comprendían qué era lo que acababan de hacer. 

Habían salvado el mundo. Habían luchado hasta el final y habían conseguido proteger aquel lugar donde todos vivían, tanto humanos como mutantes.

Aunque aquella batalla todavía sería algo más difícil de librar. Esta, al menos, no sería mediante destrucción de ciudades y asesinatos, sino mediante diplomacia. 

Tras aquella batalla, muchas más personas reconocieron a los mutantes como uno más de ellos. La semilla se había plantado cuando los centinelas de Sebastian Shaw provocaron un altercado delante del mundo entero, pero floreció tras derrotar a Apocalipsis. Muchos más diplomáticos y personas importantes daban la cara por los derechos de los mutantes, aunque seguía habiendo muchos que los seguían detestando. Los miraban y hablaban de ellos con miedo, como si no se tratasen de gente como ellos. Había algunos incluso que los consideraba inferiores o una amenaza.

Destruction ◇ Erik LehnsherrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora