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A Iris le gustaría haber dicho que se había olvidado de aquel horroroso día, pero no era verdad. Justo en el momento en el que creía que había conseguido hacerlo a un lado, volvía para atormentarla.

Hacía unos días que había llegado a Estados Unidos y, aunque se había prometido a ella misma que al llegar todo cambiaría, no podía evitar andar por las calles sintiendo el miedo recorrer su cuerpo.

Ahora trabajaba en otro bar, aunque este era completamente distinto a dónde trabajaba con Greg. Recordarlo hizo que cerrase los ojos y respirase hondo. Nunca lo había soportado y cada día se despertada feliz sabiendo que quedaba menos para poder irse de allí. Sin embargo, no podía evitar sentir una punzada de dolor al recordar cómo había intentado hablar con ella cuando estaba en el suelo agonizando. Tampoco podía olvidar los cuerpos de Mike y Neil. Y mucho menos podría olvidar la mirada de aquel hombre que los había matado.

A veces pensaba que todo había sido una ilusión. Que aquel hombre no se había acercado a ella, ni le había acariciado la mejilla. Pero luego recordaba su tacto, tan real que aún la hacía estremecerse y se daba cuenta de que por más que lo intentase, no podría olvidar aquello.

Después de que el hombre se fuese, Iris llamó a la policía y les contó lo ocurrido. Obviamente, omitió la parte en la que el hombre había hecho que el cuchillo volviese a su mano mágicamente. Simplemente les contó que había entrado, había matado a los tres pero que no tenía ni idea de por qué. Y era verdad. No había escuchado la conversación que habían tenido antes de que todo se desatase. Lo único que recordaba era la frase que él había dicho y el cuadro que se había parado a mirar antes de matar a Neil. La policía le dijo que le buscarían, pero Iris tenía la sensación de que no lo encontrarían.

Se limpió las manos en su delantal y ando hacia una mesa, intentando despejar su mente.

Todo el mundo se había agolpado alrededor de un hombre, quien bebía casi sin respirar un gran tubo de vino. Todos gritaban mientras él tragaba y por un segundo, Iris se unió a ellos también. Cuando acabó, aplaudió y volvió a la barra.

Vio que el hombre que acababa de beberse el tubo entero se sentaba junto a una chica castaña cerca de donde ella estaba. Quiso acercarse a ellos para llevarse la jarra y así poder limpiarla, pero al ver la expresión de seriedad de ella, se lo pensó varias veces.

Pasó delante de ellos un momento mientras iba a llenar un vaso con cerveza, cuando oyó algo que, por alguna razón, le hizo quedarse quieta donde estaba.

—Necesito su ayuda —le pidió ella.

—¿Qué? —preguntó él confundido.

—La clase de mutaciones de las que estaba hablando en su tesis. Quiero saber si ya pueden haber ocurrido —Iris frunció el ceño sin entender de lo que estaban hablando. Giró un poco la cabeza para mirarlos y vio lo sorprendido que estaba él—, en personas que vivan hoy —acabó.

Él se llevó dos dedos a la frente y la miró, como si estuviese pensando. Iris vio con claridad como la expresión del hombre pasaba de confusión a sorpresa y finalmente sonreía levemente. Se quedó mirándola tanto tiempo que la chica tuvo que llamarlo varias veces para que reaccionase.

—Algo me dice que ya conoce usted la respuesta a su pregunta —contestó después de un tiempo. Iris quiso irse de allí, pero no conseguía que sus piernas reaccionasen—. Esto me importa mucho y si puedo ayudarla me esforzaré al máximo.

—Gracias —susurró ella.

Por fin Iris reaccionó y fue a llevar la cerveza a la persona que se la había pedido hace ya un rato. Por un momento, pensó en lo que acababa de escuchar. ¿De qué habían hablado? Claramente, aquel hombre había afirmado que lo que la chica pensaba era cierto. Pero, ¿a qué se refería con mutaciones?

Durante lo que quedaba de conversación, se mantuvo alejada de ellos. Solo cuando oyó el nombre de Sebastian fue cuando frunció el ceño. Pero no escuchó nada sobre él. Lo único que había conseguido de toda la conversación era que querían buscarlo, aunque no tenía ni idea de por qué.

Vio cómo la chica se levantaba y se alejaba de allí. Iris la siguió con la mirada hasta que se fue, para luego posarla en él.

Algo que realmente calificaba a Iris, era su curiosidad. Siempre lo había cuestionado todo y había querido saber todo lo que pasaba a su alrededor. Era algo que no podía evitar.

A pasos lentos, fue hacia la mesa de aquel hombre y vio que se había quedado mirando la mesa en silencio.

—¿Me llevo el tubo? —le preguntó Iris con timidez.

Él reaccionó y levantó la cabeza para mirarla. Sonrió e hizo un gesto con la mano que ella no pudo identificar.

—Claro. ¿Me traes otro? —Iris pudo notar en su forma de hablar que ya había bebido demasiado.

—No creo que sea buena idea —le dijo, cogiéndole el tubo y pegándolo a su pecho—. Estaría bien que llegases sano a tu casa esta noche.

—No te preocupes, la tengo a ella —señaló a una chica rubia que había varias mesas más lejos, la cual no se dio cuenta de que la señalaban—. Ella se encargará de mí —hizo un gesto para que Iris se acercase a él y lo hizo dudosa. Él se acercó a su oreja y le dijo algo como si fuese un secreto—. No le dejo beber alcohol. Pero no se lo digas a nadie.

Iris rió levemente y se acercó a él.

—Seguro que está molesta por ello —el hombre rió, dándole la razón.

—Charles Xavier —se presentó, tendiendo su mano hacia ella para poder estrechársela—. ¿Tú eres?

—Tu camarera —respondió simplemente. Él sonrió y cuando ella estaba dispuesta a irse, él le paró cogiéndole la mano.

—Toma —le entregó un pequeño papel—. Si alguna vez quieres saber el tipo de mutación de tu pelo, simplemente llámame. Será una conversación interesante —ella sonrió.

Iris se alejó de su mesa y fue a la barra, donde siguió haciendo su trabajo durante lo que quedaba de noche, sin dejar de pensar en lo que había escuchado. Por un momento llegó a pensar que le había dado demasiada importancia pero por alguna razón que ella aún desconocía, sentía que detrás de lo que ellos habían dicho, había algo más. Algo grande.

Cuando el bar se quedó vació, recogió sus cosas y se despidió de sus compañeros y su jefe. Este era mucho mejor que el anterior.

Salió fuera y suspiró al ver que era de noche y hacía frío. Se cerró el abrigo y empezó a andar, acelerando un poco para poder llegar a casa antes.

Por el camino, sintió algo. Fue un sentimiento que ya había tenido antes y era el causante de que apenas pudiese dormir. De que todas las noches se despertase bañada en sudor, con la respiración agitada y unas terribles pesadillas.

Giró y miró hacia atrás, pero no había nadie. Esta vez ando un poco más rápido, pero aquella sensación seguía dentro de ella y se hacía cada vez más grande. Se mordió el labio y casi empezó a correr, pero no pudo hacerlo por mucho tiempo más.

Sintió que algo le cogía de la mano e intentó gritar, pero no pudo. Una mano se posó en su boca y su espalda se estrelló contra una pared. Temerosa de lo que iba a encontrar, abrió los ojos lentamente.

Contuvo la respiración y tembló.

El hombre que había matado a su jefe estaba allí.

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Bueeeno, no iba a actualizar tan pronto pero como a muchos os gustó he decidido subir ya éste.

Tengo ya muchos capítulos escritos y me está gustando mucho como está quedado la historia, así que si os gusta a vosotros también, seguiré subiendo.

Muchas gracias por el apoyo y los comentarios.

Oficialmente quito lo de propuesta yujuuu! ^^

¡Besos!

Destruction ◇ Erik LehnsherrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora