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A la mañana siguiente, todos se prepararon en silencio. Mentirían si dijesen que no estaban nerviosos. Claro que lo estaban. Todo lo hecho anteriormente no tenía importancia si se comparaba con lo que estaban a punto de hacer. Iban a, literalmente, cambiar el futuro.

Y eso asustaba.

Cuando estuvieron listos, se metieron en el coche conducido por Logan. Erik se sentó en el asiento de copiloto y Hank, Iris y Charles quedaron detrás, aunque estos dos últimos no se sentaron juntos. Ambos preferían guardar un poco las distancias después de lo que había pasado la noche anterior.

Y es que, aquella mañana cuando enfrentaron la realidad de lo que había pasado, ninguno pudo hacer nada más que dirigirse miradas tímidas, aunque llenas de significado. No se atrevían a hablar, pero sus ojos hacían ese trabajo.

Esas miradas no habían pasado desapercibidas para Erik, quien había notado desde el primer momento que había algo raro entre ellos dos, ya que actuaban de manera distinta a como solían hacerlo. Aunque no sabía qué era, no podía negar que no había pensado ya en todas las respuestas posibles. Y ninguna le había gustado nada.

Empezaron a conducir hacia el hotel donde estarían Trask y Raven. Según lo que contaba Logan, ese momento era el más importante. A partir de ese día era cuando todo se iba a la mierda: Raven conseguía matar a Trask pero a consecuencia de ello el mundo entero comprendía el peligro de los mutantes y apoyaban la iniciativa de los centinelas, usando a la arrestada Raven para aumentar el poder de éstos.

Así que si hoy fallaban, todo lo que habían tenido que pasar los del futuro y Logan para venir hacia aquí habría sido en vano.

Cuando el coche llegó a la parte trasera, una valla les impidió entrar. Dos hombres de seguridad se acercaron a ellos al verlos entrar. Todos miraron a Erik, quien con un simple movimiento de su mano hizo que las vallas se levantasen y que los dos guardias que estaban allí se quedasen atrapados. Entraron en el lugar y se bajaron del coche sin esperar ni un solo segundo.

—¿Listos? —preguntó Charles y todos asintieron.

Iris le dio una rápida mirada a Erik, tal y como hacía mucho tiempo atrás, antes de que todo se fuese a la mierda. Cogió aire lentamente y finalmente empezaron a andar. Aquellos pasillos parecían eternos.

—¿Estás nerviosa? —le preguntó Logan al acercarse a ella, susurrando.

—No. ¿Lo estás tú? —él se encogió de hombros.

—Sé qué es lo que pasará si no conseguimos arreglar esto y no tengo muchas ganas de volver a ese futuro.

—Lo conseguiremos —le consoló Iris, posando una mano en su hombro.

—Iris —oyó que le llamaba Erik con voz dura, mirándola. Luego él pasó su mirada a los agentes que habían delante de ella y entendió qué era lo que pedía.

Ella hizo que de sus manos saliese el humo lila, el cual rodeó sus dedos y al instante se metió en el interior de los guardias, haciendo que los ojos de estos cambiasen a un color violeta. Cuando Iris asintió, los demás siguieron andando, sabiendo que gracias a ella los guardias no se darían cuenta de lo que pasaba justo frente a ellos.

A medida que se acercaban a la sala de reuniones donde estaban los diplomáticos, habían más guardias y eso hacía que Iris estuviese usando su poder en todo momento.

Era cierto que había conseguido controlarlo, pero no podía aguantar demasiado tiempo usándolos. Todavía no había sido capaz de descubrir todo lo que era capaz de hacer.

Así que cuanto más tiempo los usaba, más se agotaba ella.

Los cinco se pararon en seco cuando de la sala reuniones salieron todos los diplomáticos corriendo. Algunos de ellos gritaban, otros simplemente luchaban por escapar de aquella habitación.

Destruction ◇ Erik LehnsherrWhere stories live. Discover now