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Todo estaba completamente destrozado.

Lo único que quedaba de la División X eran escombros.

Cuando Iris había despertado después del fuerte golpe que había recibido por la explosión, lo primero que hizo fue buscar a los demás. Los encontró en la misma situación en la que había estado ella hacía solo unos segundos y los ayudó a reincorporarse. Por suerte, ninguno de ellos se había hecho daño. Al menos no físicamente. Iris estaba segura de que por dentro estaban destrozados, al igual que ella.

Pero era distinto. Ellos, en los pocos días que llevaban juntos, habían conseguido unirse más de lo que Iris, Erik o Charles pensaban. Podría decirse que estaban formando una familia y ver cómo ésta acababa de perder a dos de sus miembros, hacía un inevitable daño.

Dejó que se sentasen juntos y ella fue a buscar a algunos de los pocos agentes que habían sobrevivido. No eran muchos, apenas fueron uno o dos que habían conseguido escapar a tiempo. Estos le avisaron de que habían llamado a Charles, Erik y Moira y que posiblemente vendrían en unos minutos.

Ella asintió y, cuando estuvo sola, se dejó caer en el suelo, quedándose así escondida tras unos escombros. Se llevó las manos en la cabeza y cerró los ojos, suspirando.

¿Cómo había podido permitir que pasase todo eso? Aunque se ponía a pensar y no encontraba otra manera de que hubiesen ocurrido las cosas.

Cualquier arma contra Sebastian había sido nula y no tenía ninguna manera de acabar con él. Aunque debería haberse dado cuenta antes de que él también era mutante. Pero claro, ¿cómo iba a saberlo? Si hasta hace solo unas semanas no tenía ni idea de que los mutantes existían, no podía siquiera pensar que una persona que conocía de muchos años sería también uno de ellos.

Pero aun así, debía haber hecho algo más. Ella sabía cómo era Sebastian y ya debería haberse imaginado que no le costaría nada manipular a los mutantes. Tendría que haber acabado con él, con Azazel o con quien fuese para evitar que Darwin se pusiese en peligro. Tendría que haber hecho algo más.

A lo lejos escuchó un coche, pero ni siquiera se molestó en ir a ver quién era. Ya lo sabía.

Fue capaz de escuchar que Charles llamaba a Raven y suspiraba al ver que estaba bien.

—¿Dónde está Iris? —oyó que preguntaban y supo que esa pregunta no era de Charles.

Su cuerpo entero tembló y escuchó unos pasos acercándose a ella. Abrió los ojos y se encontró las piernas de Erik en frente. Él se agachó hasta estar a su altura y la miró, examinándola. Extendió su mano para intentar tocar la mejilla de ella, la cual estaba afectada por el golpe que había recibido por parte de Sebastian. Pero Iris giró la cara para que no pudiese tocarla y vio cómo Erik apretaba la mandíbula.

Los ojos de Iris se aguaron y los cerró, para luego volver a abrirlos y mirar a Erik.

—Sebastian no estaba en Moscú —le susurró ella y él tragó saliva.

Podía ver en los ojos de Erik que él también se sentía culpable por lo que había pasado, pero estaba segura de que él no lo mostraría de la misma forma que ella.

Aun así, hizo algo que Iris no se esperaba que hiciese, pero que tampoco se quejó cuando lo hizo. La atrajo hacia él y la abrazó con fuerza. Ella se aferró a él mientras unas pocas lágrimas salían sin su permiso. Se movió en el suelo para conseguir estar más pegada a Erik y apoyó su cabeza en su hombro.

—Darwin ha muerto —le dijo Iris—. Y el hombre de negro. Y los doscientos agentes que habían aquí. Todos han muerto y no hemos podido hacer nada. No he podido hacer nada, Erik.

Destruction ◇ Erik LehnsherrWhere stories live. Discover now