Capítulo 45.

77.2K 4.3K 2.8K
                                    


Capítulo 45. El placer de odiarnos.

Ashley Greythorne

26 de febrero 2022


Para: Ashley Everly Greythorne

Me gustaría empezar diciendo que sé que recuerdas cada cosa que te he dicho desde que terminamos y que no será tan fácil que lo olvides, honestamente, no puedo sentirme ofendido por eso. Lo merezco.

Sin embargo, lamento mucho que sea de esa forma porque no deberías tener que recordar todas las mentiras que salieron de mi boca.

Las rosas tienen espinas como método de defensa, yo tengo las palabras. Sin embargo, al igual que las rosas que sé que has visto entre todos los girasoles todas ellas han sido palabras falsas.

—Daventhall.



—Tienes que dejar de enviarme regalos—repito mirando a Carson detenidamente.

Su cabello está desordenado, como si tuviera horas pasando sus dedos entre las hebras cenizas; hay ojeras no tan profundas bajo sus ojos y, aunque luce ligeramente más delgado que la última vez que lo vi, definitivamente no parece tan mal como cuando estuvo por el ataque de Bonnie en el hospital así que supongo que ha avanzado.

No lo detallé demasiado cuando fue a verme, así que no comparo eso.

Él no responde y yo arqueo una de mis cejas mientras me observa, sus ojos se arrastran desde mi cabello suelto, baja por mi rostro, mi pecho y continúa bajando evaluando mi vestido verde de puntos blancos y hasta mis zapatillas de piso con tiras largas que se enredan en mis pantorrillas

Chasqueo mis dedos frente a sus ojos atrayendo su atención a mi cara.

—Te estoy hablando, Daventhall—mascullo levantando las cejas.

—Te ves preciosa—Ruedo mis ojos mientras sus pasos se acercan lo suficiente para que extienda sus manos hasta alcanzar la puerta detrás de mí encarcelándome entre ellos.

—Gracias, pero préstame atención.

—No voy a dejar de enviarlos.

—Maldita sea ¿Me estás diciendo que tengo que esperar hasta que se acaben los girasoles en el país o a ti se te acabe el dinero? —La comisura de sus labios se alzan en una sonrisa mientras yo levanto la barbilla enojada.

—Ambas están difíciles de suceder—murmura por lo bajo sin dejar de verme—. Te ofrezco una opción más viable: Puedes simplemente perdonarme.

—No tengo que perdonarte nada, solo deja de enviarme cosas—mascullo rodando los ojos nuevamente, mis dedos se aprietan alrededor de la cadena de mi bolso mientras intento calmar el patético latido apresurado de mi corazón detrás de mis orejas ante su cercanía.

Puedo sentir su perfume envolviéndome, así como la calidez que desprende su piel.

—Sí hay cosas que deberías perdonarme.

—No estás muy apresurado por ello teniendo en cuenta que has decidido huir de mí las últimas dos semanas—reclamo clavando mis ojos los suyos, la tensión se arrastra sobre mis hombros mientras yo levanto las cejas esperando una respuesta.

—Pensé que era mejor si las escribía.

—No me gustan las disculpas escritas.

—De hecho, es a mí a quien no le gustan—murmura imitándome al levantar las cejas mientras avanza un paso hacía mí, inclina su rostro para verme mientras su cuerpo me encierra contra la puerta de su departamento, tengo que levantar la vista a su rostro.

El placer de odiarnos ✓Where stories live. Discover now