Capítulo 24.

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Capítulo 24. ¿Cuál es el problema?

Ashley Greythorne


2 de octubre 2021

—Nos vemos el lunes, princesita.

Siento mi ceño fruncirse mientras giro en la cama hasta chocar con un cuerpo, tirando de las sabanas mas arriba hasta mi cuello dejo escapar un quejido por el frio a esta hora.

No sé que hora es en realidad, pero el frio de la madrugada en Keaton es una mierda.

—¿lunes? —repito luego de unos segundos o tal vez minutos, pero parpadeo finalmente disipando un poco el sueño.

—Ajá ¿o volverás antes? —Alzo la vista con los ojos entrecerrados, Carson ya está cambiado, tiene un abrigo negro y una camiseta blanca debajo, una gorra verde esconde su cabello cenizo mientras luce como si tuvieras horas despierto y pudiera tener la energía de veinte niños de kínder.

Y esa es mucha energía.

Está sentado al borde de la cama, ligeramente inclinado hacia mí.

—Lo haría mañana en la tarde, pero, si antes odiaba dormir sola...estos días lo hago más—confieso contra la almohada girando nuevamente hasta acostarme sobre mi abdomen—. ¿Realmente tienes que irte?

—Jeremiah regresa esta semana, tengo que ir a fingir que he mantenido el bufete bajo control—Ruedo mis ojos cuando él ríe entre dientes—. Te veré el lunes—Asiento volviendo a acomodarme en mi lugar, él retira un mechón de cabello de mi mejilla antes de presionar un beso allí—. No olvides comer y dormir.

—Se supone que lo hago, sino estaría muerta—ironizo, su dedo índice rastrea mi pómulo y luego retira la sabana para hacer lo mismo con los pronunciados huesos de mi clavícula, aprieto los labios.

—Hablo enserio.

—Mamá va a obligarme a hacerlo, no te preocupes—concluyo luego de unos segundos. Él asiente brevemente antes de dejar un beso sobre mi sien—. No parecía molestarte estos días.

—¿Exactamente qué?

—Que perdiera peso, ni siquiera lo notaste.

—Lo noté, pero pensé que estabas perdiendo peso por gusto—Se encoge de hombros y frunzo el ceño.

—¿En serio? —Él hace un sonido de afirmación.

—No tengo problemas con la manera en que luces y si haces un cambio se supone que es por ti, no sabía lo que había pasado aquí porque no me lo dijiste.

—¿Tampoco pensaste que podría ser por lo que sucedió con...nosotros?

—Eres un poco inescrupulosa, princesita, no pensé que una casi ruptura hiciera eso—Ladeo la cabeza mordiendo el interior de mi mejilla mientras absorbo sus palabras.

Inescrupulosa.

Al menos no dijo que era fría y seca.

Honestamente no me molesta que lo diga, desde adolescente incluso si soy la que solía ver películas y series cursis además de leer libros románticos siempre fui la menos expresiva en ese aspecto, Astrid dejó de serlo luego de la adolescencia, pero solía ser algo apegada y sentimental, sin embargo, yo nunca lo fui mas que en mi mente.

Creo que tal vez esa fue la razón por la que mi gemela no tuvo problemas con alejarse, probablemente pensó que ante mi actitud desapegada no iba a dolerme.

El placer de odiarnos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora