Capítulo 37.

59.7K 3.6K 799
                                    


Capítulo 37. Corazón roto.

Ashley Greythorne 

13 de enero 2022

Si te vas no regreses...

¿Realmente vas a hacernos esto?

—¿Cenaste? ¿Tienes hambre?

Miro a Lorraine sacudiendo la cabeza mientras subo y bajo el cierre de mi abrigo sentada en una de las sillas de la cocina en su casa.

—No, gracias, estoy bien—Deslizo mis dedos sobre la mesa mientras mi cuñada me observa atentamente. Lorraine es una mamá gallina, así que veo su inquietud porque llegué aquí llorando hace unos minutos, pero solo intenté darle una sonrisa.

—¿Agua? —Sacudo la cabeza negando—. ¿Viniste caminando?

—Caminé un poco, pero no me pasó nada mientras lo hacía, te prometo que estoy bien—Sus labios se crispan mientras me observa como si buscara alguna herida o cualquier signo de daño, le doy otro intento de sonrisa breve.

—¿Qué sucedió? —cuestiona Sebastián entrando en la cocina.

Es un poco tarde ahora, probablemente estaban durmiendo y tal vez debí haber ido con Jeremiah y Sasha que suelen dormir más tarde, pero la verdad es que no tengo muchas ganas de explicar todo esto y sé que Sebastián normalmente no pide demasiadas explicaciones.

Solo porque él averigua todo por su cuenta.

—Nada, es solo que... ¿Puedo quedarme a dormir aquí? Mañana regresaré a Keaton con papá y mamá—La respuesta afirmativa de Lorraine es inmediata, sin embargo, mi hermano se queda en silencio. Sé que no va a negarse, pero probablemente va a cuestionarme ahora.

—Bueno, iré a arreglar la habitación para ti—dice Lorraine encaminándose a la puerta.

—Yo puedo hacerlo, no te preocupes— Ella sacude la cabeza restándole importancia con un gesto ante de abandonar la cocina. Sus dedos rozando ligeramente el antebrazo de mi hermano.

Parecen haber arreglado sus diferencias de hace unos meses, es probable que no completamente, sin embargo, se hace bastante evidente que no hay la grieta abismal que estuvo hace unos meses.

—¿Qué pasó con el guardaespaldas que te pedí? —cuestiono antes de que mi hermano pueda preguntar. Sebastián se acerca para sentarse en la silla a mi lado.

—¿No estaba allí cuando saliste?

—No lo vi.

—Entonces está haciendo bien su trabajo, pero tu noviecito no va a tardar en notarlo—Me encojo de hombros desviando la vista en silencio por la cocina impecable—. ¿Qué estás haciendo aquí a estas horas, plagio? —En lugar de responder vuelvo a mirarlo mientras cuestiono:

—¿Y dónde está Ivanka?

—Justo detrás de tus talones—Frunzo el ceño, pensé que yo era tan despistada—. ¿Qué? Astrid no la necesita en Keaton —Muerdo el interior de mi mejilla—. Aunque depende desde qué situación lo veas, no la notaste ¿cierto? —humedezco mis labios llevando mis manos a mi cabello para desordenar el moño que hice hace un rato—. ¿Por qué estás aquí a estas horas? ¿Cuál razón tienes para abandonar a tu noviecito cuando has estado semanas con él?

—No lo llames noviecito.

Noviecito—Se burla encaminándose al refrigerador, sirve un vaso de agua y lo coloca frente a mí en la mesa—. ¿Entonces? ¿Por qué no estás pegada a él como una garrapata? —Me remuevo en mi lugar sintiendo mis ojos cristalizarse nuevamente.

El placer de odiarnos ✓Where stories live. Discover now