Capítulo 21.

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Capítulo 21. El peor tal vez

Ashley Greythorne


9 de septiembre 2021

Mi reloj mental me despierta mas temprano de lo que debería.

La habitación está oscura cuando abro los ojos y me tomo unos segundos para no entrar en pánico cuando no veo nada conocido, luego recuerdo donde estoy.

Suelto un suspiro girando hasta dejar mi espalda contra la cama mientras desvío la vista por el lugar en penumbras, todavía debe estar oscuro afuera, es solo un poco mas de las cuatro de la madrugada. Se supone que nuestras alarmas sonarían a las cinco, pero por alguna razón cada vez que debo hacer algo temprano mi sueño se vuelve un desastre y me despierto siempre horas antes de la que en realidad debo.

En algún momento me alejé de Carson y él también lo hizo, pues a pesar de la oscuridad estoy mirando su espalda cuando giro el rostro para verlo. ¿Había pensado que estaba loca en la boda de mi hermano porque su espalda me parecía interesante? Bueno, eso tal vez era porque no lo había visto sin camiseta.

Giro sobre mi costado y llevo mis manos bajo mi almohada para mirarlo, a pesar de estar relajado por el sueño luce intimidante, jodidamente grande. Normalmente no lo veía de esta manera cuando creí que lo odiaba, realmente intentaba evitar cualquier pensamiento que me llevara a analizar su atractivo, sin embargo, eso ya no es necesario.

Él suspira, sus músculos se tensan y yo muerdo el interior de mi mejilla extendiendo una de mis manos para rozar su piel con la yema de mis dedos.

—¿Por qué estás despierta? —cuestiona luego de unos segundos, mi estomago se tensa ante su tono áspero por el sueño.

—Porque no estoy muerta, se supone que debía despertarme—ironizo, él se gira hasta estar sobre su abdomen y sus brazos rodean una de las almohadas llevándola bajo su cabeza que voltea hacia mí.

—Es temprano, vuelve a dormir—instruye, suelto un resoplido y, en lugar de cerrar los ojos, observo como sus parpados revolotean.

—Claro que mi cerebro me obligará a dormir solo porque tú lo digas, murciélago—mascullo con sarcasmo y es su turno para resoplar, sin embargo, no dice nada.

Dios, la falta de sueño debe estar afectándome, porque realmente es este el momento en que no puedo dejar de mirarlo, incluso con la falta de luz.

Creo que en realidad se trata de la falta de luz.

—¿Qué sucede? —cuestiona extendiendo una de sus manos hacia la lámpara en la mesilla de su lado, sacudo la cabeza.

Sus ojos se abren para observarme, sacudo la cabeza nuevamente y empujo los mechones de cabello enmarañado, por no haberlo secado debidamente anoche, fuera de mi mejilla.

—Nada, solo se me fue el sueño—Me encojo de hombros y él entrecierra sus ojos hacia mí.

—¿Es así?

—Si, yo... probablemente voy a prepararme mientras llega la hora de irnos y todo eso—Antes de que pueda deslizarme fuera de la cama su brazo me alcanza reteniéndome por la cintura.

—¿Es porque estás en un lugar diferente? —presiona su frente contra mi mejilla y estoy segura de que cierra los ojos para volver a dormir.

—Probablemente—Me limito a responder mientras me pregunto a dónde se supone que estamos encaminando esto.

El placer de odiarnos ✓Where stories live. Discover now