Capítulo 20.

79.8K 5.2K 1K
                                    


Capítulo 20. La hora correcta

Carson Daventhall


8 de septiembre 2021

Tal vez si hubiera ido por ella no estaría muerta.

Si les hubiera dicho a sus padres que fueran por ella estaría bien.

Si le hubiera avisado a cualquier persona que las cosas no estaban bien ella estaría aquí, respirando, viva. Pero los tal vez ya no son suficientes y la culpa pesa sobre mi pecho porque pude haberla salvado.

Nunca se está preparado para la manera en que se siente perder a alguien.

Por alguna razón, el ser humano gestiona todas las emociones con facilidad —la mayor parte del tiempo —excepto la tristeza, el enojo y la impotencia que deja esta situación.

Me detengo frente al armario mientras escucho el agua correr en la ducha, busco entre los grandes cajones las sábanas limpias. La humedad por las semanas que no se han abierto las ventanas hace que la habitación se sienta fría así que saco una mucho más gruesa.

Cuando las he cambiado vuelvo al armario para buscar cualquier cosa que le sirva a Ashley, probablemente todo va a quedarle enorme así que elijo un abrigo y el pantalón de pijama más pequeño. Me doy cuenta de que el agua ha dejado de caer en la ducha solo cuando siento su presencia dentro del cuarto.

—¿Podemos pedir pizza para cenar? —La miro, sus manos aprietan el nudo de la toalla a la altura de su clavícula y esta la cubre casi hasta las rodillas.

Sin embargo, esto no lo vuelve menos difícil para mí.

Creo que ella ha estado intentando huir de la evidente tensión sexual entre nosotros, lo cual solo la hará crecer más, pero la dejo creer que puede escapar de ello. El único problema es que soy menos racional en ese aspecto y probablemente termine provocándola cuánto sea posible.

Miro una gota caer desde su cabello mojado hasta su hombro, cae por su brazo recorriendo la piel suave y luego cae al suelo. Pero mis ojos no la siguen, en su lugar bajo la vista por sus piernas desnudas y luego asciendo hasta sus manos en su pecho sosteniendo la toalla.

Aclaro mi garganta.

—Seguro ¿De qué la quieres? —Ella hace un sonido vacilante removiéndose en su lugar. Lo cual hace que me sienta menos solo en esta encrucijada.

—Cualquiera estará bien, aunque elegiría vegetariana...A menos que quieras cocinar.

—No lo creo—murmuro alzando las cejas y ella frunce los labios con disgusto, le extiendo la ropa y la arrebata encaminándose al baño de nuevo mientras refunfuña.

—Maldito murciélago arrogante.

Me muevo por la habitación distrayéndome de la sangre corriendo al sur de mi cuerpo mientras coloco las sábanas usadas en su lugar y luego busco mi propia ropa para dormir.

Todavía es considerablemente temprano, ni siquiera las ocho, pero vinimos en la madrugada y debemos salir igual por lo que no veo necesario quedarnos despiertos hasta tarde.

Cuando Ashley sale del baño el pantalón que le presté cuelga en su brazo, arqueo una de mis cejas.

—Estoy seguro de que su función no es ahí, niñita—Tuerce los labios pasando su peso de un pie al otro. Tuvo que doblar dos veces las mangas del abrigo para que sus manos quedaran fuera y el dobladillo inferior sobrepasa más de la mitad de sus muslos.

El placer de odiarnos ✓Where stories live. Discover now