Capítulo 25.

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Capítulo 25. La persona indicada

Carson Daventhall


5 de octubre 2021

—No puedes seguir escondiéndote, princesita.

Recargo mi hombro en el marco de la puerta de su habitación mientras la observo abrazar algo de ropa contra su pecho luego de ducharse, su cabello húmedo cae a los lados de su cara sonrojada cuando da un respingo y me observa.

—No me estaba escondiendo—Se encoge de hombros y alza la barbilla desafiante, tuerzo los labios ahogando una sonrisa divertida mientras alzo una de mis manos y flexiono mi dedo índice invitándola a acercarse.

No debería. Sobre todo, porque no puedo evitar recordar su mirada anoche, sus ojos miel oscurecidos por la lujuria, mis dedos entre sus muslos, sus gemidos, sus jadeos.

Anoche se encerró en el baño por lo que fueron al menos dos horas, me di cuenta de que no saldría mientras yo siguiera en la cocina así que me trasladé a mi habitación, unos minutos después la escuché salir y luego encerrarse en la suya.

Ahueco su barbilla con una de mis manos cuando se acerca e inclino mi rostro para presionar un beso en su labio inferior, ella suspira y sus dedos se ciñen a las prendas contra su pecho.

—¿Por qué te estás escondiendo? —Entreabre los labios clavando sus ojos en los míos, persigo con mi dedo índice el sonrojo que sube desde su cuello por sus mejillas—. ¿Sabes que si me hubieras dicho que no entonces no habría pasado nada? —Arqueo una de mis cejas y ella relame sus labios, frunciendo el ceño mientras sacude la cabeza.

—No quería decir que no—murmura y su piel se colorea más casi haciéndome reír, no es algo que hubiera visto antes en ella—. ¿Piensas que me estoy arrepintiendo? —Ladea la cabeza mientras frunce el ceño, me encojo de hombros esperando y ella suspira—. No me arrepiento de lo que pasó.

Me quedo en silencio por unos segundos analizando su comportamiento, normalmente huye cuando se trata de cursilerías, por ejemplo, luego de que pasáramos la noche en mi departamento o luego de que me besara y nos comprometiéramos a un "nosotros" en la boda de su hermano. No pensé que haría lo mismo en este aspecto, sin embargo, estoy casi seguro de que sé cuál es el problema aquí.

Bueno, no lo consideraría un problema.

—¿Entonces? ¿Cuál es el problema?—Paseo mis dedos sobre la piel de su hombro descubierta por el cuello ancho de su camiseta. Había notado su pérdida de peso los últimos días y no me molesta, no solo porque no le quita atractivo para mi sino porque no se supone que deba opinar sobre esto.

Sin embargo, teniendo en cuenta las razones por las que no estaba comiendo comienzo a sentir enojo por ello.

—No hay ningún problema—murmura al tiempo que presiona su mano contra mi pecho empujándome dentro de su cuarto para poder entrar también deja la ropa en un cesto blanco y luego busca en su armario una toalla para secar su cabello.

—¿Segura? —Hace un sonido de afirmación mientras me observa, es buena mintiendo, lo cual debe ser un rasgo que adquirió por su familia, teniendo en cuenta que todos hombres en ella son abogados debería poder enmascarar las verdades que no quisiera que su padre o hermanos descubran, pero ese es el problema, yo también lo soy.

Se mueve por su habitación hasta ocupar la silla de su escritorio girándola para mirarme, recargo mi espalda en la pared mientras la observo.

—Mamá hizo una pregunta extraña.

El placer de odiarnos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora