Capítulo 14.

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Capítulo 14. Venganzas

Ashley Greythorne


26 de agosto 2021

Cualquier plan con mi hermana termina en una discusión.

Pero parece que he resultado masoquista. El día de ayer fui a la universidad, pero más tarde salimos juntas, fuimos a una de las cafeterías del centro y luego al cine, sin embargo, el cambio de horario para ella es un fiasco.

Lo cual es la razón por la que ahora sus ojos se cierran de vez en cuando a pesar de que ni siquiera son las seis de la tarde. Se sienta a mi lado en el suelo de la sala mientras yo reescribo el documento que está en mi portátil sobre la mesa de centro. Se me dificulta aprender las cosas cuando las tengo en digital, las pantallas y la luz no me ayudan con las letras, es más fácil aprenderlo mientras lo escribo y resalto, así que cuando no tengo tareas me dedico a pasar lo mas importante a mi libreta.

—¿Dos años? ¿Vas a sobrevivir dos años aquí? —Miro a mi gemela moviendo sus tobillos de un lado al otro.

—Cuatro, dos años la maestría de Daventhall, así que el problema es sobrevivir con una desconocida dos años más.

—Pensé que habías dicho que en cuanto acabara el semestre buscarías mudarte a otro lado—Suelto un suspiro dejando la libreta sobre mi regazo mientras engancho el bolígrafo en mi cabello atado. Astrid hizo una cola que convirtió en pequeñas trenzas hace unos minutos, estuvo al menos una hora trenzando los mechones.

—Si, pero honestamente no tengo interés en convivir con una desconocida sin saber qué mierda voy a encontrar—Me encojo de hombros—. Es más fácil discutir dos veces al día con Daventhall, pelear porque se levanta más temprano para usar el baño primero e insultarlo para que lea la pizarrilla—Vuelvo a encogerme de hombros intentando concentrarme nuevamente.

—En conclusión, esto es un campo de batalla para ti así que estás en tu hábitat favorito—Tuerzo los labios rodando los ojos.

—Probablemente.

—¿Por qué tienes flores? —El cambio de tema me hace alzar la cabeza con rapidez para mirarla.

—¿Por qué no puedo tenerlas?

—No te gustan las flores—murmura Astrid desde su lugar, recargando su cabeza contra el sofá pareciendo medio adormilada.

—Pensé que no me gustaban—mascullo tirando del pétalo de la única flor que saqué del ramo hasta arrancarlo. Muerdo el interior de mi mejilla acariciando distraídamente el dorso de mi mano con el material suave.

Pensé que no me gustaban o tal vez todas las que recibí venían de la persona incorrecta.

—¿Y esas?

—¿Por qué no te duermes? —cuestiono dejando la flor al lado de la portátil para continuar mi trabajo, tomando mis bolígrafos y la libreta.

—Curiosidad.

—Duerme a tu curiosidad también, buenas noches.

—Aún es temprano—murmura con un bostezo, me pongo de pies para cerrar las cortinas oscuras de la sala y apago la luz dejando solo la lámpara al lado del sofá.

—No para tu horario holandés, ahora duerme—ordeno sentándome nuevamente.

—No ¿De dónde vienen? ¿Finalmente superaste tu aversión a los hombres y tienes un novio?

El placer de odiarnos ✓Where stories live. Discover now