Capítulo 32.

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Capítulo 32. ¿Por qué ahora?

Ashley Greythorne 

10 de diciembre 2021

—Mierda...

Doy un respingo sentándome al borde de la cama para mirarlo con los ojos muy abiertos. Los suyos están cerrados y sus labios entreabiertos, lo que me hace pensar que tal vez he imaginado su voz y el hecho de que ha despertado, hago el amago de alejarme de la cama, pero su mano vuelve a apretar la mía sin querer dejarme ir.

—¿A dónde...vas? —Su voz suena rasposa por el desuso de estos días y él tose probablemente por la resequedad en su garganta, pero no sé si debería darle agua.

—Siento que estoy soñando... así que voy a despertarme—Su pecho tiembla y sus labios curvan la más mínima sonrisa mientras sus párpados revolotean luchando por abrirse

—¿Ah sí? ¿Por qué...tus sueños son tan reales? —Tira de mi mano hasta que puede entrelazar nuestros dedos completamente, mi corazón late desbocado detrás de mis orejas mientras trato de no ponerme a llorar como los niños en su primer día de escuela, me inclino hacia él paseando mi otra mano hacia su cabello para echarlo hacia atrás.

—No lo sé, espero que en realidad esté confundida porque no voy a soportar despertarme y que sigas dormido al borde de la muerte—susurro presionando mi frente en su hombro, su mano sube hacia mi cabello.

—En ese caso debería...esforzarme por despertar también en la realidad para evitar hacer sufrir a la princesita —Asiento sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas nuevamente, no sé cuántas veces he llorado los últimos días, pero si esto es un sueño entonces no contará como deshidratación—. El único problema es que creo que no hay más realidad que esta.

Alzo el rostro para clavar mis ojos en los suyos apenas abiertos, dejo escapar un respiro de alivio cuando sus ojos acerados me devuelven la mirada, sintiendo mis mejillas humedecerse, no sé si esto es real, tal vez los días sin dormir me están pasando factura, aunque estuve durmiendo casi un día completo, pero seguramente eso no sirve para reponer los casi tres días que estuve aquí.

Continúo mirándolo en silencio y él me sostiene la mirada a pesar de que parece querer volver a dormir, alza una de sus manos débilmente hasta que sus dedos rozan mi mejilla.

—¿Por qué lloras?

—Te voy a perdonar la estupidez de esa pregunta y la voy a excusar con los medicamentos para tu herida, pero creo que es bastante evidente la respuesta—Sus ojos abandonan los míos para recorrer la habitación, relame sus labios mientras parece asimilar su alrededor completamente, una mueca crispa sus labios y algo en su pulso cambia haciendo que las máquinas resuenen—. Oye, está bien...

Me mira luego de unos segundos, parpadeando varias veces para no volver a dormir.

—Plagio, papá dice que deberías...—Me quedo mirando el rostro de Carson, pero sus ojos abandonan los míos para viajar a mi hermano que acaba de entrar—. Ah, con razón no sales, tu noviecito despertó.

—¿Noviecito? —cuestiona Carson volviendo a mirarme.

—Ya le dije que no te llame así, suena horrible, como si fueras un mojigato de secundaria—me quejo enderezándome, Sebastián se acerca pasando su brazo por sobre mis hombros mientras ríe.

—Noviecito—Se burla y yo resoplo golpeando su abdomen—. ¿Cómo te sientes, Daventhall?

—No lo...sé.

El placer de odiarnos ✓Where stories live. Discover now