Eternos finales © ✔️Libro #0

By Dawn_Maviz

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«Sping_off de RF» Ella sufrió mucho después de varios sucesos despiadados. Poco a poco fue creciendo y conoci... More

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PREFACIO
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Sping-off - 1.0 ~JANEK~
Sping-off - 1.5 ~JANEK~
Sping-off - 2.0 ~JANEK~
Sping-off - 2.5 ~JANEK~
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[S.O 1.0] Synanth
[S.O 1.5] Synanth
[S.O 2.0] Synanth
[S.O 2.5] Synanth
[S.O 3.0] Synanth Final
[20∆]
[21∆]
[22∆]
[23∆]
[Epílogo]
[Agradecimientos]
[Aclaraciones]

[24∆] Capítulo Final

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By Dawn_Maviz

Guerra Parte 2.

Los truenos empezaron a golpetear los cielos anunciando que el diluvio pronto cubriría la alfombra de sangre y caídos. Era el escenario perfecto para inmortalizarlo. Solo que nadie estaba para admirar dicha escena, el querer ganar y vencer, derrumbaban el instinto de plasmar lo que se veía. La lluvia con cada segundo que pasaba quería purificar los suelos de las miserias. Su tierra no merecía tener esa clase de detalle ofensivo para el mundo, el elemento estaba cansado de ver destrucción en un mismo día. Exigía que acabara o pronto recibiría la furia de toda la naturaleza.

Las luces entre las nubes sonaron furiosamente e hicieron simulación del anuncio del  enfrentamiento, la tormenta misma tomó el papel de iniciar y culminar la batalla. Nadie cuestionaba su dictámenes. Con un breve trueno, la furia y el dolor comenzaron a dar su veredicto.

Pasos chocaron contra el duro fragmento y mientras que se daban, se podía oír como algunos huesos y tripas eran aplastadas por los mismos con cada paso, luego se empezó a correr y el ruido desagradable de los elementos se esfumó. Un rayo no perteneciente a la madre del mundo, trató de impactar contra el enemigo en el pecho, pero ese insignificante acto no sería capaz de hacerle ni cosquillas. Realmente no era necesario usar poderes cuando estaban en su punto auge de fuerza. Eso les sobraba prácticamente. Fue un movimiento muy ansioso de su parte. Con velocidades sobre humanas, ya habían colisionado y ahora la lucha sería mano a mano. Las habilidades ciertamente eran innecesarias cuando se tenía un cuerpo casi indestructible.

La castaña se agachó cuando la pelinegra quiso impregnar su puño en su rostro, y cuando estuvo lo suficientemente flexionada, se impulsó hacia adelante con ayuda de sus piernas e impactó su hombro contra el pecho de su contrincante, una vez que estuvo allí, antes tomó la espada que tenía más cerca para hundirla en el mismo lugar, y ni siquiera tuvo que mover los dedos cuando la enemiga desapareció de su vista. Kano se desvió al intentar atacar por la espalda porque Ishani la copió. Otra vez estaban de frente y ambas se defendía de la lluvia de puños que recibían. Lo siguiente que ocurrió, fue que la castaña alzó su habilidosa pierna en dirección hacia el costado de la pelinegra, pero fue atrapada en el acto y como si fuese una pluma, fue lanzada hacia el aire y en el trayecto, Kano saltó y pateó como cual bola, lejos de sí.

Ishani no se dejó impactar con el suelo, se movió en el aire como si este no fuera nada para ella, se sujetó de la tierra sangrienta con sus garras para impedir que la velocidad con la que fue lanzada la hiciera impactar contra algo. Por suerte resultó su movimiento. No esperó a que Kano se le acercara cuando ya ella lo hacía. Kano había comenzado a arrojar sus rayos como cual tormenta furiosa hacia la que venía por sí. Lo lamentable para ambas es que el mismo poder lo tenían, por lo que les resultaba fácil esquivarlos, tenían que buscar la manera de realizar un ataque severo.

Y Kano tuvo la primer idea.

Kano recordó la vez que sus mismos poderes colisionaron y las hicieron casi explotar cuando impactaron, así que nuevamente usaría esa táctica.

Ishani entendió lo que quería hacer su compañera de sangre, por lo que la acompañó. No temía que fuera una trampa.

Los brazos se extendieron al frente y de sus palmas comenzaron a salir la gran potencia de daño.

Ambas hermanas impactaron sus grandes potencias de energía estando distanciadas a más de tres metros, poco a poco se acercaban sin tener mísera idea de lo que ocurriría si estaban a dos pasos de cerca. Pero la ingenua esta vez fue la propia Kano. Ishani no esperó a estar lo suficientemente cerca cuando ya había dejado de seguirle el juego.

No estaba para patrones de quién sería la primera derrumbada.

Ganar o morir. Punto.

Con ligereza se movió a un lado y ese elemento que estaba por hacer impacto, se desvaneció con ese movimiento. Las energías se habían unido con el aire, tomando la calma por un momento. Pero aquello no duró ni medio minuto cuando ya Ishani comenzó a contraatacar.

Kano recibió simultáneamente ataques de rayos como si una tormenta de lo mismo estuviera lloviéndole encima, pero no era tan estúpida como para no estar al tanto de inmediato. Las espadas en los suelos sobraban, aunque ella tenía la suya propia, de hecho hasta podía crearla con la misma energía de su poder. Y tal y cómo planeó, ya tenía el arma en sus manos, era una espada completamente hecha de las energías que desprendía. Con ese objeto podía despedazar la tierra entera. Y ella no fue la única que empleó la técnica.

El objeto formado por su poder también lo tenía Ishani, creado por la misma. Ninguna se aguantó a usar su nueva arma y el qué tan útil sería. Cada una se fue acercando y a las espadas chocar, hicieron que la tierra temblaran ante el estruendo, hasta el mismo cielo tembló ante tal colisión. Cuando esos objetos se tocaban, hacían temblar más que a los hombres. Con cada maniobra de ellas, truenos sonaban y hacían música épica para los observadores, pero para las guerreras solo significaba una cosa; Matar. Ishani pasó el arma por el hombro de Kano por un descuido, y al hacerlo, la ponencia de energía logró electrocutar y adormecer casi la mitad del cuerpo de la misma por un instante. Para ella era como sentir miles de espadas clavándose al mismo tiempo. Ahora sabía que con un solo roce de esa arma, podía evaporizar a un simple humano. La pelinegra no esperó a recuperarse de su estado cuando ya hubo rasgado la pierna de su hermana al hacerle creer que le había hecho un daño mortal.

Ishani casi pierde la pierna con ese ataque.

Kano aprovechó para usar la técnica que no hace mucho había aprendido. Se distorsionó.

De un momento a otro, Ishani estaba siendo rodeada por muchos clones de su hermana que no sabía cuál era el real, además que algunos desaparecían y volvían aparecer en su vista. Muy hábil y práctica técnica. Pero Kano definitivamente era ingenua.

La reina de Jumbel había captado a la verdadera. A su espalda. Se giró cuando la encontró y dirigió su nueva arma al pecho directamente, pero nuevamente se descuidó y esta vez el daño sí fue grave. En cuanto parpadeó, la espada de su hermana ya traspasaba su pecho, casi destrozaba su corazón. La pelinegra sonrió ante la victoria y muy rústicamente, sacó el objeto del cuerpo y se elevó por los aires.

Un momento.

¿Kano también podía volar?

Eso sí que fue sorpresa para todos los observadores, en especial para aquel que veía el futuro.

La pelinegra usó lo último que su espada podía desprender y con ello, lo lanzó hacia el arma de la castaña, y como un imán, la espada directamente fue a su hermana y la destruyó en el trayecto. Ambas espadas explotaron y desaparecieron al estar juntas. Pero Ishani todavía no se rendía a pesar de la enorme herida que tenía en su pecho, aquella que comenzó a bañar todo su traje y se combinó con el otro liquido que no le pertenecía. Poco a poco se estaba quedando sin aire, aunque no quería decir que moría, más bien daba a entender que le faltaba el aliento por la furia que la consumía.

Pero su hermana mayor no era la única con trucos.

Dos alas enormes se desarrollaron en su espalda y como si el momento las llamaran, salieron oportunamente cuando Kano ya casi arribaba con la debilitada. Las garras cubiertas de electricidad casi se hundían en la herida abierta de Ishani, cuando esta tomó la mano de Kano y clavó sus propias garras en ella. La pelinegra perdería el brazo si no hubiese subido a los cielos llevándose a Ishani consigo. La castaña no tuvo ni siquiera haber intentando acostumbrarse con sus alas heredadas porque aquello era súper sencillo de hacer para la misma. El combate de uso de habilidades había comenzado y casi nadie podía ver qué ocurría en los cielos y el por qué cada impacto provocaba que los truenos se enfurecieran. Parecía que en cualquier momento fuera a caer todo.

Las alas de la castaña comenzaron a estirarse mientras que ambas hermanas luchaban otra vez a puño, y al estar distraída su contrincante, cuchillos rodeados de energía se fueron a atacar a la pelinegra mientras que esta se centraba en defenderse de la reina de Jumbel. Se encontraba abrumada por tener ataques por todos lados. Le parecía injusto que solo ella tuviera que hacer mayor trabajo. Pero se tuvo que alejar aun en el aire para poder tener mayor defensa de aquellos elementos que una vez que la rozaron, notó que eran más potentes que las mismas espadas. Miró a la distancia a su hermana y esta ya no se le veía razón alguna en su rostro. Era como algún demonio la hubiera poseído porque lo único que mostraba era una sonrisa pertubadora y unos ojos blancos que apenas y sí le permitía la vista de su iris.

Era el mismo diablo lo que se veía.

A la lejanía, el rey de Kathyn decidió retirarse solo cuando se percató de quién ganaría. Ya no le emocionaba la pelea porque estaba más que claro el resultado. Sin embargo, solo su ejercito fue el que quedó viendo el espectáculo.

¿A dónde fue el rey? Nadie se molestó en saberlo porque la batalla era más emocionante.

Sin preámbulo, un cuchillo pegó en la pierna de Kano que por la alta potencial de energía que se enterró en la zona, la hizo caer a los suelos rojos de inmediato. Tanta era la energía que incluso sumó más peso de lo que ella tenía. Era como si un ancla se hubiera enredado en su pierna y la hubiera hundido hasta lo más profundo del océano. El dolor era insoportable, lo peor era que casi se estaba quedado sin poder alguno. Si la batalla se seguía extendiendo, ella definitivamente perdería.

—¿Ya te cansaste?  —cuestionó en burla su hermana menor cuando descendió de los cielos, aterrizando a tan solo tres pasos de la mayor.

—¿Cansarme? —rió irónica —Mientras tú estés aquí, jamás —declaró aguantando su peso en una sola pierna.

—Muestra con actos lo que eres —retó sin mucha importancia.

«—Ten cuidado con lo que pides —» pensó sonriente.

Cayó perfectamente en la trampa.

Los dedos de la pelinegra hicieron sonido cuando chasquearon de imprevisto, por consiguiente, una serie de rayos emergió del cielo y tierra que electrocutaron a la reina de Jumbel e hicieron que esta gritara de dolor puro, y no solo eso, también la rodearon como si fuera el propio pez atrapado en una red de pescar. Impidió que hiciera cualquier movimiento. Estaba completamente atrapada y sufriendo dolores indescriptibles.

Efectivamente funcionó.

La hermana mayor se incorporó y resultó que su herida superficial había dejado de doler cuando había caído de los cielos. Todo fue un engaño para atraer a la reina, Kano no era ninguna estúpida. Ella podía planear en cualquier situación, así esté casi muriéndose.

—Eres predecible —sonrió y caminó hacia la red sin ningún temor de que la atrapada quisiera escapar, de todos modos el dolor que sentía no la iba dejar moverse por nada. Kano tomó del mentón a su menor hermana y la hizo mirarla a pesar de que sufría. —Estos rayos no son como los comunes, los nuestros son superficiales. Pero estos provienen de la madre de todo, la naturaleza —explicó. Y estos también le obedecían, si ella lo quisiera, con un chasquido de dedos pulverizaría a la reina.

Pero Ishani sonrió inesperadamente pese a el corto circuirto que se esparcía por todo su cuerpo.

—Los rayos de la naturaleza me pertenecen, inepta —declaró.

Kano frunció el entrecejo confundida de lo dicho.

Como si no fueran nada los elementos que la rodeaban, Ishani alzó su mano y  ya tenía una esfera formada con la misma energía de las redes, eso no lo sabía la mayor. No sabía a qué podía llegar. Gran, pero gran equivocación. Ishani lanzó la esfera hacia su hermana al momento en el que esta se distrajo, esa cosa era una bomba en potencia, Kano se alejó como pudo antes de que implantara con el suelo.
Por suerte, nada explotó, pero Ishani estaba enloqueciendo y eso era  más terrible que una explosión.
La red que rodeaba el cuerpo de la reina de Jumbel desapareció, con ello sus alas y la esfera también. La mujer estaba parada entre el campo y los muertos, totalmente débil de anatomía. Ninguna de las dos podían luchar más porque ya no tenían ni un poco de energía, apenas y sí podían mantenerse de pie. Kano estaba en el suelo con sus piernas estiradas y adormecidas, solo estaba a un metro lejos de su hermana —solamente se pudo alejar en esa distancia, no tenía fuerza para caminar—, y si no se movía, Ishani podía aprovechar en destrozarla, pero eso no estaba por el momento en sus planes, la reina de Kathyn sí quería extinguirla, solo que no tenía la fuerza necesaria.
Harta, estaba completamente harta de estar luchando sin conseguir nada. No tenía sentido que desperdiciara todas sus fuerzas para eliminar a un solo individuo. Absurdo, absurdo, absurdo, ¿cuánto tenía que perder para obtener la victoria? Siempre era el mismo patrón; matabas o morías. Nada más y de eso ya tenía suficiente. Las hermanas no podían matarse así de fácil, mucho menos seguirían el mismo juego. Ishani Aka no quería perder. 
—Si no puedo matarte pues todos vendrán conmigo —decretó la reina de Jumbel en dirección a la reina de Kathyn, esta se levantó del suelo completamente debilitada ante la mención. Ya sabía lo que sucedería luego.
La pelinegra corrió al escuchar el grito de la desesperación que le activó todos los sentidos de supervivencia de inmediato. Muchos quisieron correr lejos, pero la gravedad se cernió en el aire y pudo aplastar a todo ser que estuviera en su paso.  Lágrimas sangrientas de los cielos decoró los caídos y sobrevivientes cuando el manto de energía llegó hasta el escondite más profundo del mundo. La tierra entera fue arropada con la explosión de energías que desprendían el desespero y la rabia de la hermana menor. Todos, incluso los legados de los Eternos, fueron inhabilitados al ser tocados por ese derroche de ira que hizo que sintieran el dolor de la misma. Ahora no había nadie que no sintiera la desdicha de perder y sufrir.
Todos eran Ishani Aka.
Nadie podía escapar de ese manto que los aplastaba e inmovilizaba de su cuerpo. No había nadie que parara el genocidio que estaba a punto de nacer.
Y como el bing bang, la luz emergió.
Se detuvo los tiempos.
Parálisis.
Blanca tranquilidad.
Un anhelo.
—¿En serio terminará todo así? —cuestionó el anfitrión del dolor.
Ojos se abrieron luego de estar aprisionados por el llanto y las ganas imparables de escapar de la realidad. Iluminó la luz al alma que sufriría, y ese sufrimiento fue reemplazado por la confusión y desconcierto. No sabía en qué paraíso estaba. Completamente blancura y limpieza era lo que veía. No había ni una sola persona o ser que le estuviera acompañando. ¿Ya se podía decir que había pasado a mejor vida? ¿Sin más dolor? No podía ser posible.
—¿Otra vez aquí? —inquirió cuando sintió que el sitio se le hacía de alguna manera familiar.
—Aquí nos conocimos —le recordó —, verdaderamente fue aquí.
Esa voz. Solo un nombre podía tenerla.
Cuatro letras simplemente.
—Ezra —pronunció incrédula —¿Dónde estás? No puedo verte—miró hacia todos lados pero no lo encontraba, sólo veía blanco.
—Estoy a tu vista—se rió, pero ella seguía sin encontrarlo —Aquí —se apareció ante sus ojos. Seguía siendo el mismo niño juguetón y sonriente que tuvo por corto tiempo.
—¿Ez...Ezra? —apenas y pudo pronunciar su nombre, su voz se quebró al tenerlo de frente otra vez.
—¿Ezra?—repitió juguetón —Bueno, para ti puedo serla persona que quieras.
—¿Cómo es que…? ¿Cómo es que sigues existiendo?—indagó escéptica, se levantó del suelo y al mirar hacia todos lados, se dio cuenta de que solo se encontraba con el pequeño —¿Ya acabé con todo? ¿Tú eres un ángel?
—Pues sí, todos están en un sueño profundo—informó dándole igual el asunto—Y yo bueno... si quieres llamarlo así, puedo ser un ángel, espíritu, alma, conciencia. Pero para ti sigo siendo el mismo niño que criaste y mantuviste en tu cuidado. Aunque ahora no tiene ninguna diferencia.
—¿Nunca fuiste mío? ¿No fuiste parte de mí? —temía de la respuesta que recibiría. Estaba reacia al creer que todo fue una ilusión de su parte. Simplemente no pudo haber sido un sueño
—Sí lo fui —respondió y todos los males se disiparon de su cuerpo —,crecí en tu vientre y crecí a tu lado, pero no era mi deber permanecer por siempre. Synanth nos creó a mi hermana y a mi. Mi hermana es la hija de Kano y Jerek. Nacimos el  mismo día, pero no con el mismo destino, ella fue salvada por su madre ya que ella sabía lo que pasaría. Pero no es culpa tuya que no hubieras sabido —la tranquilizó —Él quería ver un cambio, ese era mi propósito, pero fallé. En vez de eso, me encariñé contigo y empecé a vivir un lado humano que nunca conocí—sonrió al recordarlo—Vivir contigo nunca fue malo, hasta mi último momento todo lo disfruté.
Esa verdad no le importaba, más bien estaba cansada de revelaciones que ya no le veía el sentido saber si ya había perdido todo. Esta vez perdería su mundo completamente, y lo peor que lo destruyó ella misma. No tenía caso hablar o reprochar lo que ya había sucedido. Así era su vida, condenada a las perdidas. Nació simplemente para vagar y hundirse en la miseria. Lo único que quería era abrazar a su pequeño niño así sea por una última vez, solo una última. Solo quería sentirlo.
Ni siquiera dejó que el niño hablara cuando ya lo tenía en sus brazos y se negaba a dejarlo ir sabiendo que el momento no duraría por mucho. Claro que lo iba apreciar hasta el último segundo.
—Perdóname —le suplicó en un susurro interferido por el sollozo —Perdóname.
—¿Perdonarte? ¿Por qué? Nunca hiciste nada malo, en realidad fue todo lo contrario, fuiste una muy buena mamá, el mal hijo fui yo —se rió la inocencia. Él también anhelaba los brazos de la mujer que una vez fue su madre.
—No pude protegerte —repuso sin apartarse.
—No —la apartó de inmediato al oír esas palabras frías —Sí lo hiciste. No te culpes por algo que no hiciste y de lo cual fue mi decisión, yo tenía salvación, pero no quise cambiar mi destino. Lamento haberte hecho sufrir con mi pérdida, no era mi intención—le sonrió.
¿Por qué tenía que pasarle eso? ¿Por qué le quitaron lo único en la vida que tuvo de inocente? ¿Por qué ella? Ahora esas preguntas no tenían validación cuando tenía su aprecio entre sus brazos. Las lágrimas no fueron capaces de evitarlas, lloraba, en serio que lo hizo. Estaba soltando todo lo que mantenía reprimiendo. Frente a su pequeño no hacía falta tener una máscara para disfrazar su pena.
—¡Oh! ¡Se me olvidaba! Lo siento, mamá, pero hay alguien más que desea verte.
—¡No! ¡No te vayas!—se desesperó cuando el niño se iba que no pudo detenerlo ya que una luz se lo llevó y lo reemplazó por otro cuerpo, hecho que casi la hace perder el aliento —¿Ma…Mamá?—indagó sin poder creerlo, sin embargo, no se quedó allí a esperar tener razón, solo se incorporó y se lanzó a los brazos de su madre, quién la recibió con todo el amor que no le pudo dar. Se sentían perfectamente las extremidades que la rodearon, el calor sintió como si estuviera grabado en su cuerpo. No importaba si solo era una ilusión
—Shh. no llores ya estoy aquí—la tranquilizó con las caricias a su cabello.
Con esos brazos envolviéndola, se convirtió en una niña que no pudo ser en su tiempo.
⪰+⪯
Un estornudo se hizo presente en el lugar desolado, cuando abrió sus ojos solo había blanco. Lo último que recordaba era que estaba siendo aplastado por una gravedad que no le permitía ni siquiera parpadear. Miró a su alrededor creyendo que estaba muerto, pero de alguna forma sentía que no. Estuvo analizando el lugar hasta que se cansó de hacerlo. Lo único que le quedaba era caminar y divagar por la zona, estaba nulo de lo que se podría encontrar mientras daba pasos, aunque no temía de ese pensamiento. Bastante confundido estaba como para ponerse a tener miedo de lo que hiciera.
Niebla lo rodeó, sin embargo, no le prestó atención. Mientras más pasos daba, se notó que no iba a ningún lado, era como si caminara los mismos pasos repetitivamente, una locura.
—Todo se te ha complicado, ¿verdad, hermano?

Esa voz.

Se paralizó al oírla. Supo de dónde provenía; a su espalda. Solo que no quiso confirmarlo porque ahora sí tenía miedo, pero eso no le impidió hablar.

—¿Norman?  —pronunció su nombre con la sorpresa clara en su voz.

—Claro, ¿hay otro como yo en el mundo?  —soltó una carcajada.

El miedo se esfumó. Se giró y le dio la cara para afirmar lo que surcaba por su mente. Sí era el objetivo, sí era su compañero de vida.

Él no pudo evitar derramar las lágrimas y sollozar como si fuera un niño, de verdad que aquello le afectó.

—¿En serio? ¿Tienes que llorar ahora?

—¿Cómo no llorar? Si te tengo de frente nuevamente —alegó mirando de arriba a abajo el cuerpo lleno de vida, supuestamente, de su hermano menor.

—Nunca cambias, hermano  —se rió.

⪰+⪯

—¿Qué es este lugar? ¿Ya estoy muerta?  —llevaba rato caminando por el sitio blanco que no lograba comprender por qué había llegado allí  —No pude evitar nada  —recordó la última escena antes de caer. Cuando su hermana explotó de ira y con ello se llevó todo.

Era un corte mortal a la yugular, se sentía estúpida por no haber corrido lo suficiente para detener una simple explosión.

Explosión que se llevó todo, o eso es lo que creyó.

Paró su caminar cuando una sombra se le atravesó al frente, luego tomó forma de una persona a la que era completamente desconocida para su razón. Esta persona la miraba con una sonrisa plasmada en su rostro que la abrumó e hizo que estuviera a la defensiva ante su aparición. No le agradaba para nada las sorpresas, mucho menos los fantasmas.

—¿Quién eres tú?

La persona se rió.

Su risa fue como la de su hija, Nirelle. Lo que la extrañó y confundió por completo.

—Sigues siendo agresiva como lo eras de pequeña.

—¿Quién eres?  —repitió con una voz más severa.

—Cálmate, Kano. Digo, si ese sigue siendo tu nombre  —alegó con nostalgia  —El que yo te puse, hija  —le sonrió. Al instante, descubrió quién era. Ese cabello negro a profundidad, esos ojos violetas que le fueron heredados.

—¿Eres tú? ¿De verdad? ¿No es un sueño?   —indagó incrédula  —Siempre... siempre... siempre quise conocerte  —su voz se aceleró  —Pero, pero, pero, pero  —los nervios se apoderaron de su voz a lo que la mujer le tomó las manos y con su tacto la tranquilizó.

—Cálmate, yo también siempre te quise conocer y ver crecer  —le correspondió  —… y ver que te convertirías en la mujer que eres ahora  —una lágrima resbaló por su mejilla y su voz se quebró.

⪰+⪯

Ishani.

—Mamá ¿por qué me dejaste? ¿por qué dejaste a tu hija sola? Sola con un monstruo  —sollozó y volvió a ser una niña con aquel sentimiento.

—No fue mi intención hacerlo, pero si no hubiera pasado, no serías la mujer que eres ahora.

—No me gusta lo que soy, si tuviera que repetir el tiempo y tener la oportunidad  de poder cambiar las cosas lo haría sin dudarlo.

Varely sonrió.

—Yo no lo hubiese cambiando. Hay una persona que te puede explicar mejor que yo las cosas que no logras comprender  —la soltó con cuidado.

Sus pupilas se dilataron ante la frase, no podía irse tan pronto. No. No cuando se sentía en paz en sus brazos.

—¡No! ¡Por favor! ¡No te vayas!  —suplicó entre lágrimas.

—Tranquila, yo nunca me apartaré de ti  —sonrió y una luz la hizo desaparecer como fue con Ezra.

Su madre fue reemplazada por aquel a quién menos se imaginó. Pero allí estaba, de pie, frente a ella, con una mirada serena. No como la recordaba, fría, calculadora y llena de odio.

—¿Tú? —inquirió sorprendida.

—Sé que verme no es de tu agrado.

—Nos volvemos a ver, Rufel —de alguna manera pudo suprimir el llanto y hacer emerger la seriedad y recelo.

—No he venido a darte consejos ni nada por el estilo  —se apresuró a decir.

⪰+⪯
Nate.

—¿Por qué estoy aquí? ¿Ya estoy muerto? —preguntó excéptico.

—¿Muerto?  —repitió divertido  —¿Por qué todo lo tienen que relacionar con la muerte?  —mencionó irritado  —Que estés en un lugar así no quiere decir que estás muerto.

—Pero estás a mi lado, y tú…  —no pudo pronunciar lo siguiente.

Norman lo miró ceñudo e indignado.

—Pues sí, yo lo estoy, pero no quiere decir que tú lo estés  —aclaró.

—Aún no lo comprendo, no entiendo el por qué te veo, ni siquiera sé por qué estoy aquí, estoy tan confundido  —puso su mano en su sien ahora abrumado.

—Yo no te lo explicaré, pero sé quiénes sí —le sonrió cuando él lo vio  —Mira al frente —le indicó.

Estaba confundido, pero le hizo caso. Miró hacia el frente y lo que distinguió lo dejó sin palabras ni respiración. Apenas y sí pudo pronunciar las dos palabras que hacía años no decía.

—P... Papá, mamá  —pronunció ambas palabras con lentitud y tristeza al ver a su padre y madre de pie, a solo un pasos de él.

—Te has vuelto un hombre fuerte hijo  —dijo orgulloso su admirable padre. Nate corrió hacia él como si fuera el niño pequeño, el que creció los primeros años de su vida en aquella lejana montaña.

—Te dije que lo sería  —le recordó su mujer mientras le daba un codazo en su hombro.

—No saben la felicidad que siento en estos momentos —dijo entre un sollozo al estar cerca.

—La felicidad no se explica, se siente —lo corrigió su padre  —¿Cuántas veces debo decírtelo? ¿Aún siendo un vejete lo olvidas? Nunca cambias, enano —se burló. Nate abrazó a su padre con fervor, este lo recibió con el mismo sentimiento.

—Y una vez que la experimentas, te hace sentir muy especial, mi querido hijo  —completó su madre quien también los abrazaba

—Perdónenme, de verdad lo siento. Nunca los pude proteger, ni mucho menos me convertir en lo que deseaban —lloró con más ganas.

—No, no es así

⪰+⪯

Ishani.

—Aún no comprendo tu presencia aquí  —confesó ya sentada en el suelo sin una lágrima en su rostro enrojecido.

—No hace falta buscarle compresión  —explicó estando sentado a su lado.

Él estaba como lo recordaba, con aquella barba que lo hacía lucir poderoso, no se distinguía ninguna arruga en sus ojos como antes, tampoco había odio en ellos, no mostraba nada de sentimiento maligno.

—¿No me odiaste siempre? —le preguntó ella.

—Odié a tu padre, no a ti —confesó  —Yo te amé como a mi hija aún sabiendo quien era tu verdadero padre. Pero el tiempo me hizo perder la cabeza.

Ella no pudo evitar reírse.

—Esto es gracioso, después de todo lo que me hiciste pasar, ¿me veías como a una hija? No me vengas con bromas  —comentó incrédula.

—Lo que paso en aquellos momentos fue culpa de mi ignorancia, deseo de poder y venganza. Cometí un error en ellos, pero no me arrepiento. De lo que sí me arrepiento es haberte hecho daño y nunca haber podido recapacitar. No iba a matarte aquella vez, por supuesto que no, pero los demonios se apoderaron de mi. El Rufel que recuerdas no era el verdadero yo  —aclaró.

—Esto es difícil de creer, imposible mejor dicho —declaró con amargura —Aunque, siendo sinceros,  yo tampoco te odié, ni siquiera después de haberme enterado que tu asesinaste a mi madre. Fuiste la peor basura que ha existido, pero una basura necesaria, fuiste el peor padre y esposo, pero fuiste un líder digno de admirar  —admitió sincera  —De hecho, ahora mismo te admiro y sigo tus pasos. Nunca perdonare lo que le hiciste a mi madre ni mucho menos lo que me hiciste a mi.

—No esperaba que me perdonaras.

—¿Ahora qué pasará? Estoy muerta, ¿es eso?  —inquirió  —Como estoy viendo a los muertos se me hace una idea, ¿no?  —se rió irónica.

—¿Estás dispuestas a sacrificar a todos por tu sufrimiento?

—Es egoísta mi decisión, pero debe hacerse.

—Si fuera por la decisiones egoísta de todos, ya este mundo no existiera.

—¿Tú qué sabes?

—Nada. Ninguno de nosotros sabe ni sabrá nada, nadie tiene el derecho a decidir la vida de los demás.

—Eso no es lo que pensaste en un inicio.

—Tal vez, pero después que morí pude recapacitar de mis decisiones aunque ya hubiese sido tarde  —se rió con ironía.

—No logro entenderte.

—Ni lo intentes, nadie pudo entenderme. Vale la pena perdonar a otros.

—No, no lo vale —insistió decidida.

—Hay muchos que pensaron como tú, y henos aquí  —señaló.

—¿De verdad crees que los monstruos, entre otras criaturas, pueden convivir con los humanos?

—Han convivido desde el inicio de los tiempos  —aseguró  —Recuerda que tus decisiones, aunque suene irritante y fastidioso, dependen de ti. —sentenció  —Bueno, mi tiempo aquí ha terminado  —se levantó del suelo.

—¿A dónde vas?

—Es algo que sabrás cuando mueras  —se burló.

La luz comenzó a rodear su cuerpo, pero no lo había hecho desaparecer todavía, a sus lados aparecieron Verely y el pequeño Ezra también con la misma la luz.

—Nunca cambies lo que eres ahora, y recuerda esto; los buenos siempre mueren primero. Sé que estás palabras no tienen sentido, pero, búscales su significado. Gindy Kenji es tu nombre —dijo Rufel.

—Nunca olvidaré el día en el que me sonreíste por primera vez, esa dulce niña que tuve en mi brazos  —le dijo Varely  —Siempre serás mi niña, nunca me olvides, yo tampoco te olvidaré, siempre estaré a tu lado —le aseguró y desapareció junto con Rufel a través de la brillante luz.

—Genn no me hizo nada, fue mi amigo Synanth, pero él quería salvarme, y como te dije: fue mi decisión dejar el mundo —reveló Ezra —Yo siempre fui parte de ti, y recuerda que siempre lo seré…  —le sonrió y desapareció en la luz.

—Yo nunca los olvidaré… —sonrió. Cuando aquellos seres desaparecieron, pudo ver en la lejanía a un joven vestido con harapos, los mismo harapos que usaba cuando se escabullía de sus deberes para visitarla. Aquel llamado Genn le sonrió y la saludo en le lejanía y luego la iluminan luz se lo llevó  —Lo siento.

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Nate.

—Si eso es lo que dicen... —sonrió.

—Hijo, nunca me has decepcionado, y nunca lo harás. Tienes un gran viaje por delante, un destino muy diferente al que quisimos de ti, te espera. Vive feliz —le explicó su padre.

—Así es, hermanito, y más te vale que no lo eches a perder  —le golpeó el hombro con suavidad. Su hermano mayor no pudo evitar estrechar sus brazos con su cuerpo en un fuerte abrazó.

—Quiero que sepas que yo nunca te odié, y jamas lo haré, perdóname por mi ignorancia y por no poder comprenderte.

—Tú y tus palabras complicadas  —se rió y le correspondió el abrazó —Nunca te odié —le susurró y cuando Nate iba a hablarle, él y sus padres desaparecieron en esa luz.

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Kano.

—¡No! ¡No me puedo quedar por más tiempo! Debo volver, ¿pero cómo?

—¿De verdad estás segura de lo que haces? —le preguntó su madre.

—¿Cómo? ¿Que si estoy segura? ¡Claro que lo estoy!

—Kano... ¿sabes lo que haces? O mejor dicho, ¿por qué lo haces? —le preguntó.

—Claro que lo sé, ella es mi enemiga, ella y mi propio padre, el que me abandonó. —tenía otra razón para hacerlo, pero lamentablemente nunca lo recordó y empezó a cuestionar por qué eliminar a su otra sangre.

—¿Y qué tiene que ver ella? —preguntó con severidad —¿Acaso te hizo algún daño? Si es por tu padre, te digo que no te abandonó, él siempre te tuvo en su corazón, de hecho, lo hizo para protegerte. Ishani no tuvo nada que ver con eso, ella tampoco lo tuvo cerca. ¿Es lo qué quieres de verdad? —repitió la pregunta.

—Bueno, nunca pensé en eso, pero debo hacerlo debo eliminarla, ella no debe existir —insistió sin poder recodar.

—¿Ella tiene la culpa de lo que has sufrido? Ella sufrió peores cosas que tú, es cierto que lo tuvo todo desde su nacimiento, pero lo perdió todo en un instante, perdió a su único hijo, perdió la confianza que una vez sintió en las personas, fue traicionada, nunca tuvo su madre a su lado, ¿aun así crees que es considerarla culpable de tus sufrimientos? —cuestionó seria.

Kano lo que hizo fue suspirar y analizar la situación.

—Eso es un buen punto, pero...

—Toda esta guerra no tiene sentido alguno, no vale la pena luchar por algo que no perdurará —alegó —Sé que hay perdón en tu corazón, ve con ella, protégela y sé la hermana que debiste ser desde un inicio —justificó —Tú eres la hija mayor, su hermana mayor, por lo que es tu tarea protegerla. Recuerda que tienes una hija que los espera, tienes la oportunidad de darle un futuro mejor del que planeas realizar.

Kano no quiso seguir hablando, sino que abrazó a su madre y al hacerlo, a la espalda de la misma, vio que estaba aquella rubia que estuvo consigo en su niñez y adolescencia hasta el final.

Mai.

Mai le sonrió y desapareció en la luz.

—Cuida a tu hermana e hija —le susurró su madre antes de dejarla con los brazos vacíos.

«—Tal vez sus palabras tengan sentido. Yo soy la que está equivocada,  ni siquiera quise esta guerra, nunca sentí un verdadero odio por ella, creo que las palabras de mi madre me hicieron recapacitar y me dio el poder de acabar con esto, no cómo lo planeaba, sino diferente y mejor

Sin embargo, sentía que cometía un error, solo que eligió su mejor decisión.

Sus ojos se abrieron ante el destello blanco que enmendaba el cuerpo de su hermana. Todos seguían siendo aplastados por el peso de la gravedad, pero ella podía moverse, así que tomó la oportunidad para detenerla. Caminó con lentitud ante el cuerpo inconsciente de aquella persona que había jurado ante su madre a protegerla, no era lo que quería, pero por la persona que más deseó conocer lo haría sin dudar.

Después de pasos cortos, estuvo frente a su hermana.

«—No sé qué consecuencias traerá esto, pero por Naomi cumpliré mi palabra, hermana. » —las lágrimas no evitó contener.

Abrazó a su hermana a pesar de la poderosa energía que derrochaba, pero por suerte, no lastimó. Con la poca energía que tenía, absorbió la que ella desprendía. Fue forzoso, no peligroso, para eso estaba hecho su cuerpo, para soportar grandes cantidades de descargas. A los pocos segundos, la gravedad volvió a la normalidad y permitió que los paralizados pudieran moverse.

Toda la energía que comía a la tierra se había esfumado.

Su hermana se derribó en sus brazos y ella se aferró a su cuerpo con mucho cuidado.

—Ya estoy aquí, estoy aquí, ya no sufrirás más —la tranquilizó.

—Lo sé —dijo con la voz debilitada, pero con la poca fuerza tocó su mejilla y se la acarició.

Nate no tardó en llegar a ellas, notó que la ropa de Ishani estaba destruida y estaba en completa desnudez, por lo que se quitó la capa del traje de batalla que tenía y con ello la cubrió. Kano le permitió tenerla entre sus brazos.

—Todo terminó —le aseguró la reina de Jumbel.

—Sí, mi amor —no se contuvo a besarla frente a todos, realmente anhelaba tenerla a su lado.

—Todavía tenemos un problema —advirtió Kano.

—¿Cuál? —le preguntó Ishani.

—¡¿Qué rayos está pasando aquí?! —exclamó el problema —Me fui por unos minutos y ya todo es un caos —dijo irritado entre sus soldados.

—Yo me encargo —aseguró Kano con suspiró. Estaba lejos de sus soldados, pero no era ningún problema acercarse en brevedad, en segundos ya estaba a diez pasos de él, guardaba distancia —. Ya basta, ya no debemos seguir con esto.

—¿De qué estás hablando? Kano, vuelve aquí ahora mismo y matemos a todas estas basuras —demandó más furioso de lo normal. Bueno, con este sujeto nada era normal.

—No, no seguiré más con esto, no continuaré con está guerra sin sentido —declaró.

—¿Osas traicionarme? —indagó indignado —Kano, sabes lo que he deseado, sabes muy bien cuánto anhelaba esto. Espero que estés consciente de lo que estás haciendo, ¡VEN AQUÍ! ¡AHORA! —le gritó en demanda.

—¡NO! Estoy mucho más segura que tú, no quiero continuar con esto.

Él no lo soportó más, del colera le quitó una ballesta de las manos a uno de sus guerreros y la apuntó hacia su esposa y reina sin ningún titubeo.

—Tienes tiempo de arrepentirte. Ven a mi ahora, y olvidaré todo lo que has hecho —aseguró —Sabes muy bien cuánto he planeado esto—advirtió sin dejar de apuntar.

—Lo sé, pero ¿para qué? Para querer más y más poder para después terminar sin nada, no es necesario que lo tengas todo, debes conformarte con lo que tienes. Jerek, sé consciente de lo que estás apunto de hacer.

—¡¡ESTE ES MI DESEO!! —explotó—¡¡NUESTRO DESEO!! —se corrigió. Ella negó con la cabeza.

—Te equivocas, es tu deseo, no el mío.

—Muy bien Kano, tú lo decidiste. Fue un placer tenerte a mi lado, esos días de felicidad llegan a su fin ahora mismo.

Disparó la flecha y aquello la derribó al suelo.

—¡¡SOLDADOS!! ¡ACABEN CON TODOS! ¡NO DEJEN A NADIE CON VIDA!! —ordenó y ellos empezaron a correr hacia el supuesto enemigo.

—¡KANO! —su hermana se acercó al cuerpo inmóvil del suelo.

—Estoy bien, solo me dio en el hombro —se levantó del suelo y se quitó la flecha rápidamente, no derramó mucha sangre —Nate, llévate a Ishani lejos, ella no puede pelear.

—¿De qué hablas? Pelearé a tu lado —aseguró ella.

—No, esto lo resuelvo yo y más nadie. No debes entrometerte —le dijo con voz severa, todavía no se acostumbraba a la nueva cercanía que tenían.

—Vamos, ya se está acercando el ejército —advirtió Nate a lo que ella no le quedó de otra que dejarse cargar ya que ni podía caminar.

Kano se elevó al aire como si nada le hubiera arrebatado la poca energía que tenía. Divisó a Jerek solo con la vista puesta en el campo de batalla. Se paró frente a él, y este no se sorprendió por su aparición.

Era malo para la puntería, por lo que fallar fue accidente, o eso creía.

—¿Sigues viva? —se rió y fingió sorpresa.

—Siempre fuiste malo para la puntería —aseguró.

—Ya te contagió la estupidez tu querida hermanita —se burló.

—Puede que haya caído en una estupidez, pero esa estupidez es razonable. La cual me hizo recapacitar sobre todo esto —señaló a su alrededor.

—No vas a razonar conmigo, si tengo que matarte para conseguir lo que quiero, lo haré —prometió.

Sin previo aviso corrió hacia ella y comenzaron a luchar a la fuerza, sin usar poderes. Jerek intentó golpearla, pero ella lo hizo caer, atravesó su pie para ello, él cayó como un idiota sobre su espalda y se golpeó la cabeza con una roca que lo dejó inconsciente.

¿Cuándo Kano había mejorado en lucha? Ese fue el último pensamiento antes de entrar en fase blanca.

—Sé de alguien que te hará razonar —dijo ella al sentarse sobre sus piernas y poner la cabeza del dormido, acariciaba su frente con suavidad.

Ella había aprendido a cómo hacer entrar en trance.

⪰+⪯

—¿Dónde estoy? ¿Perdí? —se preguntó al ver hacia todos lados desorientado. Sólo veía blanco, y con todas sus ganas odiaba ese color.

—No puede ser que sea el último que vea a su hijo. Soy el último para todo —dijo indignado al estar al frente de único legado.

—¿Viejo? —inquirió sorprendió.

—Vaya, ya era hora...

—¿Qué haces aquí? Se supone que estás muerto, o será que… ¿ya morí? —preguntó incrédulo.

—No, no has muerto, mocoso idiota —dijo —Estás en un estado de ensueño o algo así —explicó.

—Aja, ¿y qué hago aquí? —preguntó fastidiado.

—Estás aquí para que recapacites, pedazo de idiota.

—¿Tú también? ¡Dejen de molestarme con eso! ¡No voy a cambiar mi meta! ¡Es mi puta decisión, demonios! —exclamó, pero su padre le golpeó la cabeza antes de que empezara a alterarse.

—No seas idiota, no todo en este mundo es poder. Al final no te llevas nada, lo único que te llevas es lo bellos recuerdos de tus familias y los momentos con ellos, tus experiencias en este mundo, nada más —aclaró.

—Qué tontería, ¿para esto me trajeron? —dijo fastidiado, a lo que su padre lo volvió a golpear. —¡Podrías dejar de hacer eso! —exigió sobando la zona de su cabeza golpeada.

—¿Cuándo crié a un ignorante como tú?

—Corrección: tú no me criaste, me crié yo solo.

—Exacto. ¿Y sabes por qué? Fue por lo mismo pensamientos que tienes ahora mismo, yo deseaba poder a como diera lugar, y al final no me llevé nada y te descuide —confesó con una nota de tristeza —Escucha Jerek, tienes una hija, la cual te admira y desea seguir tus pasos, no arruines lo que ella siente por ti como yo lo hice. Tienes una esposa que te ama y que tú también amas, deseas lo mejor para ambos. Piensa en ellas, ¿quieres que tu hija crezca en un mundo lleno de guerras, y saber que el que las creó fuiste tú? ¿Quieres eso? Yo salvé a este mundo junto a otros guerreros valientes, todo lo hice para darte el futuro que tienes ahora, haz lo mismo por tu hija; dale el futuro que se merece —le aconsejó y puso su mano en el cabello rojo de su hijo —No seas lo que yo fui —le sonrió.

—Viejo idiota —no pudo contener una lágrima, tenía suerte que solo estaba con su padre porque si hubiera más personas sería el hazme reír.

Sin embargo, le parecía absurdo cambiar.

—Vela crecer, fortalecerse y ser una gran guerrera. Tal y como lo eres tú y su madre —abrazó a su único hijo —No seas un idiota —le susurró.

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Sus ojos se abrieron de golpe y sintió que estaba en algo cálido y acolchonado, luego se percató que estaba en el regazo de su reina. La mujer que era su complemento y de su vida.

—¿Tenías que pedírselo exactamente a él? —acusó y limpió la lágrima que se le había resbalado.

—Sólo él podía hacerlo.

—Me alegra haber fallado con la ballesta —confesó y se incorporó —De acuerdo Kano, te escucharé está vez —accedió no contento —Le daré un gran futuro a Nirelle Mai.

Jerek se paró al frente y alzó la mano que sus soldados vieron de inmediato, él hizo un ademán con los dedos que dio a entender a sus hombres a parar de luchar.

—¡Señores… esto acabo! ¡PAZ! —gritó fastidiado. —Y yo que quería ver cómo derribaban a los dragones —murmuró entre dientes.

A los pocos minutos Ishani se encontró con ellos, de inmediato la tensión entre ambos reyes se hizo presente.

—Vaya, decidió participar la reinita de Jumbel —se burló.

—No te equivoques, Jerek, yo nunca te perdonaré por lo que me has arrebatado, solo crearé una alianza por mi hermana, no por ti —aclaró recelosa.

—Lo sé, y no anhelaba tu “perdón” como le dices.

—Jerek —le advirtió Kano.

—Está bien, está bien —dijo cansado. Por un momento extrañó los días en los que podía hacer lo que se diera la gana, pero esa mujer definitivamente lo cambiaba.

—Debes pagar por lo que hiciste, espero que aceptes mis condiciones.

—De acuerdo, te escucho —accedió.

—No quiero que amenaces ni causes más guerras, y también quiero que dejes eliminar los dragones —exigió.

—Alianza entonces —alzó su mano al frente para estrecharla con la suya. No tenía argumentos para poner sus condiciones, tampoco es que tuviera la oportunidad de hacerlo.

—Alianza entonces —coincidió y estrecharon las manos.

Jerek se dirigió a Nate, aunque este de inmediato lo fulminó con la mirada.

—¿Alianza? —preguntó divertido. Nate simplemente asintió y no accedió a estrechar las manos.

Hump, amargado —murmuró.

Ambas hermanas se unieron para eliminar a los dragones con sus habilidades, a pesar de que tenían poca fuerza, tenían la necesaria para acabar con ellos. Los sellaron en los suelos como hizo la mencionada Varely Kenji, Ishani descubrió cómo Kano había liberado a las bestias, resultó ser que fue de la misma manera de como habían sido sellados: Abriendo el suelo. Cosa que fue difícil, pero ella lo logró. Lo malo es que no se podían eliminar dichas bestias por su creador antiguo, no había solución más que sellar.

Luego de haber sellados a los dragones, los tres reinos partirían a su destino. Por fin la lluvia hizo presencia después de un largo día de insistir en aparecer.

—Ten presente que estaré a tu vista —aseguró la hermana mayor.

—Lo sé, y lo mismo te digo.

El hombre que lo inició todo, se paró frente a ellas con esa mirada nostálgica y llena de desdicha. Ambas lo miraron con ojos desdeñosos, pero no harían nada. Se suponía que la alianza era para no provocar más guerras ni herir a nadie más por tentajoso que lo fuera.

—Sé lo que sienten ahora mismo hacia mí, perdónenme por todo lo que les hice pasar. Prometo que ya no volverán a ver en sus vida —juró.

—¿A dónde vas? —le preguntó su hija menor.

—Mi tiempo aquí ya ha terminado, siempre supe lo que iba a pasar, es parte de este maldito poder, que me permite ver el futuro. Es una desgracia para mí y para todos los que me rodean. A partir de hoy si es que lo desean, recuérdenme como Synanth, el primer Eterno. Adiós Kano, adiós Ishani —asintió y por primera vez, después de tanto tiempo les sonrió a sus hijas.

—Serás recordado como Synanth el primer eterno. Y tú libro se llamará «Eterno Final» —habló Kano cuando él se alejó lo suficiente para no escuchar, o eso fue lo que creyó, porque él escuchó la voz de su primogénita por última vez.

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Synanth.

—Escucha, ya puedes dejarme partir —golpeé mi pecho con suavidad y él salió al segundo golpe.

—¿Estás realmente seguro de dejar la vida? —me preguntó. Me había alejado lo suficiente del campo de batalla para no causar más inconvenientes.

Fue una tortura presenciar todo ese desastre y caos sin poder hacer nada. Por suerte, lo sabía todo, tenía un lado ventajoso tener ese poder maldito. Pero mis días como vidente tenían que terminar.

—Sí, ya todo acabó para mí, es hora que les toque a otros —le sonreí.

El aire del atardecer sopló mi rostro y alborotó mi largos cabellos. Cielos, como extrañé esa sensación. Años habían pasado desde la última vez que sentí esa tranquilidad tan apacible. Mi cuerpo cayó sobre el suave suelo cubierto por césped verdoso y húmedo. Mi vista estaba fija en el cielo nublado que poco a poco daba lugar al sol.

—Gracias a todos —dije. Nunca creí que mi muerte sería tan tranquila, ¿quién iba a decir que me iría de este mundo con tanta paz en mi ser? Cuando mis ojos se fueron cerrando por la pesadez de los párpados pude ver la sonrisa de Naomi, la optimista de Varely, al amargado, pero buena persona de Nerack, y por último, siempre de último, al presumido de Huben.

Al menos pude vivir momentos alegres junto con ellos a pesar de que me quisieron asesinar varias veces, ja.

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La reina de Jumbel, junto al rey de Fawer, enterraron a los caídos y los conmemoraron por su valentía en el campo de batalla. Kano formó una alianza escrita entre los tres reinos, que todos firmaron en acuerdo y en paz.

El libro de Synanth fue nombrado «Eterno Final» tal y como lo había proclamado su hija mayor, por muchas partes del país se hizo famoso y él, junto con los demás, se hicieron leyenda.

Los Fahira volvieron a sus bosques en total tranquilidad. Hisato era su líder y jamás se olvidaría todo el tiempo que estuvo junto a su ama que los cuidó desde cachorros.

Ishani estaba en la tumba que había mandado hacer de su madre, antiguo esposo e hijo, incluso mandó a hacer la tumba de Rufel al lado de la Varely: en el jardín que tantos recuerdos le traían.

—Siempre estarán en mi corazón. A partir de hoy comienza mi verdadero reinado —sonrió —Todo comienza ahora...

Fin.

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