Persona 5 & Royal

By Akuelia

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Esta es mi historia de cómo mi devastada vida tomó forma gracias a la llegada de los ladrones de corazones y... More

El pasado olvidado
Nueva vida
Pasado
Investigación
Consecuencias
Presente
Segundo curso
Kamoshida
¿Una carrera?
Madarame
Solo una obra de arte
Un día ajetreado
De mal en peor
Palabras clave
La sombra
Adentrándose a la sombra
Mi palacio
Persona
Fuegos artificiales
Medjed
LeBlanc
Wakaba
Futaba al exterior
La playa
De vuelta a clase
Hawai
Regreso
Bella Ladrona
Ojo por ojo...
Persecución
Comidas Okumura
El encuentro
Rata de laboratorio
Me perdí
Una De Cal Y Una De Arena
El verdadero culpable
La policía
Festival escolar
Bienvenido "Crow"
El Casino
Una Batalla 1vs1
Un plan infalible
Y Se Acabó
Syn
Todo Sobre Mí
Todo Sobre Ti
Un Nuevo Día
En la cima
Jaque
Adiós Príncipe Detective
La Verdad
El Verdadero Culpable
Shido Abajo
Las cinco tarjetas de recomendación
Jaque Mate
Renace Phoenix
El Dictador De Masas
Solo Un Examen Más
Caprichosa Sociedad
Mementos
El Trickster
El Dios De La Manipulación
Yaldabaoth
Un 24 De Diciembre
Sin El Metaverso
San Valentín
¿Un Final?
La Alumna Honorífica
Un 24 de Diciembre
Un final feliz
Recuerda
Anormalidades
Lo hago por tu felicidad
Una Nueva Brisa
Una sola felicidad
El despertar
El Regreso
Culpa
El corazón de Maruki
Kichijoji
Reunión familiar
El nuevo Mementos
Rumi
El Titiritero
Adam Kadmon
Mi Camino
Corazón Libre
Nuestra Luz
Entre Escritor y Lector
Entre Lo Real Y Lo Ideal

Solo Una Sesión De Psicología

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By Akuelia


Suspiré una vez más cuando el profesor Ushimaru, el campeón olímpico de lanzar tizas a estudiantes despistados, nos repetía de nuevo que era obligatorio asistir al menos a una sesión del Dr Maruki el cual le tenía locas a todas las alumnas menos a las que tenían dos dedos de frente.

-¿Ha escuchado bien señorita Akechi? -Con un tono autoritario me lanzaba una mirada furtiva el profesor. Suponía que todavía no constataba en acta una sesión por mi parte.

-Sí, profesor Ushimaru.

No quería ir, principalmente porque los doctores no me traen buenos recuerdos a decir verdad, la única doctora que me trató fue Takemi aquel día que me quedé sin fuerzas. El hecho de volver a un psicólogo disfrazado de consejero no me terminaba por convencer. Las campanas de clase sonaron indicando el final de clase, Ushimaru como siempre daba un portazo antes de salir del aula.

-Yo fui a la clase de orientación... la verdad, ese hombre es muy raro. -Suspiró Ryuji que miraba en mi dirección.

-Si te digo la verdad los doctores me dan pánico, los psicólogos, consejeros ... No me gustan demasiado, bastante que le he cogido confianza a la enfermera del instituto.

-No pasará nada. -Me convencía positivo. -Solamente tienes que hablar de cosas triviales, aunque me molestó el hecho de que mencionase el estado de mi rodilla durante la sesión. -Suspiró.

-Tiene los análisis de todos los estudiantes a su disposición, me pregunto qué más debe tener entre manos sobre los estudiantes. -Murmuré.

-¿Por qué no vamos con los demás? A lo mejor ellos pueden darte una mejor perspectiva de Maruki. -Asentí con la cabeza mientras nos levantábamos hacia la clase 2-D. Haru y Makoto estaban junto con Ann, Ren y Morgana cuando nosotros entramos de improviso, era la hora de comer así que muchos de los estudiantes se habían bajado a la cafetería a tomar algo.

-¡Buenas tardes! -Saltaba de alegría el rubio al reencontrarse con todos.

-No hace falta montar un espectáculo cada vez que nos ves. -Comentó Morgana.

-¿Qué tal vuestra sesión con Ushimaru? -Preguntó la presidenta.

-Digamos que me ha recalcado delante de todo el mundo que debo asistir a una sesión del famoso consejero doctor Maruki. -Expliqué.

-¿Aún no has ido? -Preguntó Ann. Negué con la cabeza.

-No me gustan las batas blancas ... En resumidas cuentas.

-No me extraña. -Simpatizó a Haru.

-Yo he ido a una sesión con él, la verdad, me relajó bastante, toda la tensión que tenía por aquella época de Kamoshida se me bajó un poco. -Sonreía Ann.

-Lo mismo digo, contarle mis problemas y mis preocupaciones hizo que me quitara un peso de encima. -Concordó Makoto.

-Queda poco hasta que se vaya ... Pero la experiencia merece la pena _____- chan. -Me convencía Haru. -Además nuestro líder está con él ayudándolo ¿Verdad?

-Respecto a qué exactamente. -Curioseé.

-Una investigación que tiene entre manos, además me ayuda con ejercicios mentales que son de gran utilidad en el Metaverso. -Explicó mientras se ajustaba las gafas.

-¿Ves? No hay nada de lo que preocuparse. -Me dio una palmada en el hombro Ryuji. -Incluso Yusuke estaba con ganas de ir a verle, y por lo visto pasó por el Leblanc despejando las dudas de Futaba.

Con las palabras me dio que pensar, no sabía por qué pero Maruki no me dio buenas vibraciones, puede que Yusuke lo haya estado buscando pero Futaba ... A lo mejor porque Ren le presentó el local o algo por el estilo.

-Entonces irás mañana. -Sentenció la presidenta.

-¿¡Espera qué!?

-Nada de huir, hay que hacer frente a los miedos y no salir corriendo.

-Imposible, mañana no estoy disponible. -Ya podría haberme currado mi excusa ya que no les resultó muy convincente.

-Mañana y punto. -Repitió la presidenta pero esta vez con una seriedad que a saber quién le puede decir que no, incluso a los chicos se les puso el pelo como escarpias.

-No la fuerces Mako-chan. -Se atrevió a intervenir Haru.

-No creo que la vayas a convencer Haru. -Habló el gato oculto bajo la mesa.

-Sí, una vez que se pone así no hay marcha atrás. -Comentó Ann.

-¿Y si me niego? -Aquellas palabras estaban prohibidas delante de la presidenta.

-Entonces tendremos una pequeña charla uno contra uno. -Tragué saliva con dificultad. No era el momento de discusión y mucho menos con la presidenta del consejo. Suspiré con pesadumbre mientras me dirigía a la cafetería a comprar algo.

-Pues que sea mañana. -Solté al final.

Aquella noche estaba con una taza de chocolate y con el expediente de varios alumnos que estaban asegurados en entrar a Shujin el año que viene, Makoto me había encargado elegir a los mejores por si alguno de ellos se interesaba en entrar en el consejo y además conseguir de paso el título de presidente de primero para el próximo año. No solo eso, me dediqué a coger los expedientes de los miembros actuales de primero para intentar convencer a Makoto de echar a la chiquilla que solo miraba su ombligo y nada más: La actual presidenta de primero.

Las llaves de la puerta sonaron y con convicción mi hermano entraba por la puerta con su maletín y sus andares peculiares de detective.

-Por lo que veo me he topado con un matojo de nervios. -Sonreí ante su observación, el chocolate no era específicamente un calmante y la cantidad de trabajo se acumulaba cada segundo.

-Órdenes de la presidenta ... -Expliqué.

-Parece que alguien estás bajo el famoso mandado de una Niijima. -Asentí en su dirección, al parecer no era la única en esa situación.

-¿Ha tenido algún cambio Sae? -Pregunté.

-No, pero está bastante tensa debido a que se acerca la fecha límite. -Habló mientras se ajustaba los guantes. -¿Puedo saber qué son esos papeles sobre la mesa? -Preguntó mientras se sentaba a mi lado mirándolos por encima de arriba a abajo.

-Expedientes de alumnos que seguramente entrenarán en Shujin el próximo año y los expedientes de los del primer curso.

-¿Motivo?

-Necesitamos seleccionar a los mejores para conmemorar a uno como presidente de primero.

-¿Y si se niega?

-Alguno se apuntará, tengo fe en ellos. Además, con la razón de una carta de recomendación y un buen expediente tal y como dice el director... quién no querría. -Suspiré mientras tomaba un sorbo de chocolate.

-¿Y en cuánto a los expedientes de primero?

-Hay que cambiar a la actual presidenta de primero y necesito cuanto antes a un aspirante. La actual solo se dedica a favorecer a los que les cae bien, la pobre Yoshizawa le pidió que atrasara una reunión de profesores por unos días y no hizo el amago de ayudarla.

-¿Yoshizawa-san? -Preguntó mi hermano sorprendido.

-Sí, la gimnasta de la que me hablaste. Tuve un encontronazo con ella, es bastante maja. -Declaré.

-Supongo que sí. -Comentó mientras miraba los expedientes que tenía encima de la mesa, pronto recordé la promesa que le hice a Makoto aquella mañana y tan pronto como lo hice como tan pronto apoyé mi cabeza sobre los expedientes. -Tampoco hay que ponerse así por mirar los expedientes ajenos. -Sonrió mi hermano.

-Acabo de recordar algo que tengo que hacer mañana. -Solté con pesadumbre.

-¿Me lo vas a decir o voy a tener que adivinar como la última vez? -Suspiré como respuesta.

-Digamos que desde el incidente de Suzui un psicólogo disfrazado de consejero quiere evaluar a los alumnos mentalmente, la visita es obligatoria la primera vez  y como no vaya antes de noviembre me va a caer una buena. -Comenté. -Digamos que la presidenta me ha comprometido a ir mañana.

-¿Otra vez una Niijima que marca tu destino?

-¡Es serio, no te rías! -Dicho esto el detective no pudo evitarlo volviendo a sonreír.

-¿Me estás diciendo que he tardado años en convencerte en que vayas al psicólogo para que luego venga Niijima-san y con unas palabras te meta dentro?

-Te doy su número, puedes aprender un par de cosas ... -Respondí con ironía.

-No es necesario, supongo que ha sido su fiereza la que te ha convencido.

-No quiero verme en un "ring"  un uno contra uno con ella de enemigo, no quiero pasar ese mal trago. -Se rió ante mi comentario. - ¿Alguna solución señor detective?

-¿Cómo se llama el doctor?

-Doctor Maruki, supuestamente está en el departamento de enfermería mientras hace una investigación.

-¿Qué tipo de investigación?

-Eso era otro de los aspectos que quería investigar hoy, supongo que tendrá los expedientes de todo el mundo y puede analizar mucho mejor que yo mi estancia en el instituto. Necesito ir preparada y obtener información de él para no sentirme rodeada pero los expedientes entorpecen mi camino. -Ordené los expedientes en dos montones para después dirigirme a mi habitación, allí cogí mi portátil para volver de nuevo al salón.

-¿Internet va a ser tu fuente de información? -Se burlaba el detective.

-Visto que mi hermano no quiere prestarme su portátil, voy a tener que usar métodos específicos y comunes. -Respondí.

-Cuanto sarcasmo noto en el aire. Déjame echarte una mano, me cambio y ahora te busco personal para la famosa Niijima mientras tú haces el supuesto trabajo de detective. -Se levantó para dirigirse a su cuarto mientras yo iniciaba mi portátil que iba más lento que el caballo del malo.

Tras cinco minutos de espera mi hermano regresó con un café en la mano mientras echaba un vistazo por encima a los expedientes.

-¿Seguro que no quieres descansar? Acabas de llegar del trabajo ... -Recalqué.

-No me malinterpretes, pero hace falta algo más para terminar con la mente de este detective. -Se señalaba mientras me lanzaba un guiño.

-¡A trabajar señor detective! Y gracias por tomarte la molestia. -Comenté mientras iniciaba el navegador.

-Ya me lo pagarás. -Se formó en la comisura de mis labios media sonrisa.

No dejé rincón de internet sin explorar, solo encontré dos aspectos relevantes de aquel hombre que iba a interrogarme mañana: La primera sobre un accidente de hace años el cual no estaba muy detallado donde nadie resultó herido de muerte, y luego con respecto a su investigación la cual se la tuvieron que cancelar puesto que nadie apoyaba aquel trabajo en el que estaba involucrado.

Las horas pasaban y la cercanía de la noche hizo que me rugieran las tripas por doquier, ya no era solo la información, los pequeños detalles de la misma comenzaban a aglomerarse impidiendo que pudiera retener más.

-Será mejor que lo dejes por hoy. -Comentó mi hermano que a un lado me separó a los estudiantes dignos de escoger. -¿Quieres que prepare la cena?

-Mejor lo hacemos los dos que la última vez que te dejé a cargo de cocinar el pescado lo desmenuzaste hasta la saciedad. -Comenté mientras cerraba el portátil.

-Tienes que sacar siempre lo peor de mí... -Suspiró haciéndose la víctima.

-Una lubina de 3980 yenes... -Puntué.

-Entonces cocinemos los dos. -Con viveza se levantaba Goro en dirección a la cocina cuando escuchó el precio del producto maltratado.

Por poco volvía a incendiar la cocina, por poco nos quedábamos sin casa y sin cena por poner el fuego alto, finalmente no pasó, sin embargo, la experiencia de concinar con él no paraba de venirme a la mente, intenté llevarle a unas clases de cocina pero no fue del todo bien,  los mentores no paraban de mirar el reloj para que se acabara la clase.

Goro no sabía cocinar, no cocinaba nada bien a decir verdad y eso era porque iba de restaurante en restaurante degustando las mayores delicias de Japón mientras yo me preparaba mis guisos en sus noches nocturnas de trabajo. Tiene un paladar exquisito no lo voy a negar, y alguna que otra crítica me he llevado con gusto, lo más impresionante es que cuando estábamos en casa él se ofrecía ayudarme con lo mínimo que parezca.

La cena transcurrió tranquilamente, con nuestras anécdotas del día de hoy, recuerdos pasados o futuros planes.

-Mañana tengo la tarde libre, podríamos ir si quieres a una cafetería de buenos dulces que conozco en Shibuya. -Propuso el detective mientras bebía su vaso de agua.

-Me encantaría pero voy a salir tarde por la consulta esa, voy a ir a la última sesión para prepararme mentalmente. -Comenté.

-Sé que es algo obvio pero si no te sientes cómoda díselo, no estás en tu obligación de mencionarle cada detalle que te pregunte. Hace poco que sabes sobre tu pasado pero eso no significa que lo hayas recordado a la perfección pudiendo venirte 'flashbacks' en mitad de la misma. Si te encuentras mal llámame, estaré a las afueras esperando a que salgas. -Su sobreprotección me fascinaba cada día.

-Lo tendré muy en cuenta.

Un nuevo día comenzaba, mi hermano ya se había ido mientras yo daba mis últimos retoques a mi cola de caballo para parecer decente en la escuela. Hacía poco que me habían hecho recordar sobre mi pasado, desde aquel entonces mis sueños habían consistido en fragmentos sobre aquellos lugares insólitos e infernales.

-Así que... -Habló Ryuji con las manos en los bolsillos. -Vas a ir al final con Makoto ¿Verdad? -Asentí con la cabeza. -Si necesitas algo no dudes en avisarme. -Habló preocupado. Desde que comenzamos a salir ha estado mucho más pendiente de mí hasta tal punto de recurrir a la sobreprotección, me gustaba esa sensación de ser su punto de mira, me hacía sentir muy especial y cómoda al mismo tiempo. Tal y como prometió dijo que intentaría ser más avispado conmigo y la verdad, lo estaba cumpliendo al pie de la letra.

-Ya he asistido a psicólogos anteriormente, sé que es un consejero pero la bata blanca me da escalofríos. -Me sinceré. -Tengo que ser fuerte y seguir adelante por la banda. -Sonaba convincente.

-Si insistes... -Se cruzó de brazos el rubio. -Por cierto, hoy he quedado con Ren para entrenar ¿Te apuntas? Tu examen de educación física se acerca después de todo.

-Lo siento Ryuji, pero voy a tener que dejar pasar esta oportunidad, mi hermano me ha invitado a hacer una tarde-cena por algún sitio. -Aquello le quitó las esperanzas al rubio que parecía alicaído. -Ryuji. -Le llamé. -Mañana estoy libre y creo que van a echar una película de acción que tenía muchas ganas de ver.

-¡Es una promesa _____! -Me señalaba mientras se dirigía a la salida, con una pose militar sonreí en su dirección.

Sonó la ultima campana de clase y al acto Makoto abría la puerta de par en par no dejando opción a una retirada a última hora.

-_____, nos vamos. -Comentó mientras me esperaba fuera. Con desgana recogí mis cosas y pronto me reuní con ella que con paso firme se dirigía al edificio de prácticas. La enfermería situada en la planta baja parecía mi sentencia a muerte. -Bien, ya hemos llegado. Te veré entrar por si quieres huir en el último momento. -Con un suspiro hice lo que pedía y con paso lento fui a aquella puerta entreabierta que invitaba al paso.- _____, hago esto porque eres mi amiga, tienes que afrontar tus miedos cueste lo que cueste. -Dichas aquellas palabras asentí en su dirección con cara de pocos amigos y continué mi trayectoria para dar dos toques a la puerta de la enfermería.

-¡Adelante!- Gritaba el doctor. Por última vez miré a Makoto que con un pulgar arriba me despedía. Con pesadumbre abrí la puerta encontrándome al doctor Maruki ordenar su zona de trabajo. -¡Oh! ¡Buenas tardes! ¡Siéntate donde quieras!

Aquella bata blanca que temía estaba delante de mis narices y me causaba un poco de presión en el pecho, tanto fue así que me costó pronunciar una afirmación clara y concisa. Me senté en el primer sofá que tenía a mi alcance, miraba con detenimiento aquella enfermería en la cual me trasladaron aquel día que tuve un colapso.

-¡Buenas tardes! -Repitió mientras sacaba una libreta y un boli. -Debes ser _____ Akechi. ¿Verdad? -Me sonreía con ternura. Asentí con la cabeza como si se tratara de una prueba, estaba tensa y lo reconocí por cómo estaba sentada en la silla, con ambas piernas juntas, manos entrecruzadas y más recta que una regla. vista mi incomodidad el consejero no tardó en reaccionar. -No hace falta que estés tensa, no es una prueba ni nada por el estilo así que puedes relajarte.

-Lo siento es que... la verdad no sé cómo actuar delante de un doctor. -Pronuncié.

-¿No has ido nunca a un hospital? -Preguntó sorprendido mientras sacaba una carpeta que había puesto con antelación al lado de su sofá.

-Supongo que será mi expediente. -Pensaba mientras miraba con detenimiento cada movimiento que hacía. -Digamos que... muy pocas veces. -Miró mi expediente de arriba a abajo encontrándose con la sorpresa de mis idas al psicólogo años atrás.

-Veo que tienes experiencias en éste tipo de sesiones pero no te preocupes, hablaremos de lo que tú quieras sin obligarte a continuar en el caso en el que no lo veas necesario, también quisiera decirte que todo lo que digas será solo para nosotros, nadie más del exterior lo sabrá así que no te agobies ¿Entendido? -Asentí pero mis hombros seguían tensos a pesar de sus advertencias. -¿Y bien? -Continuó. -¿Qué es lo que te ha hecho venir aquí?

-Digamos que por obligación de la escuela... Especialmente de la presidenta del consejo estudiantil. -Esbozó una pequeña sonrisa ante mis explicaciones.

-Así que Niijima-san está detrás de todo el delito. ¿De qué os conocéis?

-Soy la vicepresidenta del consejo, es normal que tenga que estar en ocasiones detrás de ella. -Comenté.

-¿Tendrás más compañeros verdad?

-Doctor... -Intervine. -¿A dónde quiere llegar? -Aquello le impactó. -Puedes ver perfectamente con quién me llevo y con quién no leyendo mi expediente. No mareemos la perdiz más. -Solté.

-Directa al grano ¿Eh? -Seguía con aquella sonrisa que parecía la más amable del mundo, sin embargo, el hecho de llevar aquella bata me hacía tener los sentidos alerta. -Si te soy sincero prefiero conocer a las personas sin tener que leer un papel que me hace una descripción superficial de la misma. Si te sientes más cómoda puedes hacerme una pregunta sobre mi vida.

-No hace falta. -Negué. Aquello le hizo sentir incómodo a Maruki que intentaba cambiar la conversación en vano.

-¿Qué tal te va con tu brazo? -Preguntó inocentemente.

-Supongo que bien... -Contesté. De nuevo el silencio reinaba la sala. -Escucha, siento si esto está siendo una conversación que no lleva a ninguna parte, sé que estoy siendo muy tajante pero no sé qué decir o qué responder.

-Porque estás tensa. -Explicó. -¿Puedo saber el por qué? Intentaré mejorar ese aspecto en nuestra próxima consulta si es que nos queda tiempo.

-Eso es porque... -Apreté las manos mirando a otro lado.

-Mejor, no me lo digas. -Aquello me hizo abrir los ojos. -¿Por qué no hablamos de alguna cosa más general? ¿Cuáles son tus miedos? Esos miedos profundos que te dejan despierto alguna que otra noche.

-Pues... -Comencé a pensar en aquellos miedos que me tuvieron despierta más de una vez, claramente el miedo a los doctores o de su misma especie no se lo iba a contar, a saber cómo se pondría sabiendo cómo es. -Probablemente la amnesia es a lo que más temo, miedo a olvidar cosas que sucedieron en mi vida y no poder recordarlas. Es triste olvidar, porque a fin y al cabo nos hemos formado con esos recuerdos. -Intentaba explicarme.

-Es un miedo profundo. -Concordaba el profesor. -¿Pero cómo es que una futura detective como tú pensaría en olvidar? ¿Qué te ha llevado a ello?

-Es algo... un poco tedioso de contar. -Murmuré. -He padecido amnesia durante 7 años de mi vida y hace poco acabo de recordarlos o... Más bien me han dicho qué es lo que ocurrió. Claramente no va a ser posible contarlo, me llevaría bastantes días. Es por eso que quiero vivir cada momento, cada día, cada minuto, cada segundo... Puede que no todos los días sean de oro y me alegra saberlo, el hecho de tener un futuro constantemente brillante acaba siendo aburrido. Alguien me dijo una vez que la imperfección acaba siendo perfecta.

-Es una reflexión digna de admirar pero si hubieses podido recordar ese pasado tuyo desde un principio ¿Hubiese cambiado esta idea que tienes ahora? -Aquello me sorprendió.

-No se puede cambiar el pasado. -Sentencié.

-En el hipotético caso de que se pudiera cambiar y hubieses vivido una vida sin esa amnesia. ¿Cómo sería esta _____ que está delante de mis ojos?

Su pregunta no estaba rondando por mi cabeza ni por asomo, más bien traducí aquella pregunta a mi caso. Si yo no hubiese pasado aquellos años en el campo de concentración... O más bien, si jamás hubiese existido aquel campo de concentración. Si eso hubiese pasado jamás hubiese conocido a Sho y probablemente hubiese estado al lado de mi hermano cambiando su manera de pensar por aquella época, siendo este hecho la cancelación de este juego de ajedrez que nos habíamos montado, además jamás hubiera estado con Shido ayudándolo.

-Yo... No lo sé. No sé que sería de mí. -Por segunda vez me había quedado sin poder responder ante una pregunta que a lo mejor era la más fácil del mundo.

-No te preocupes, a veces la vida da tantas vueltas que jamás sabemos dónde vamos a acabar. -Habló mientras apuntaba cada último detalle de nuestra conversación.

La campana del final de extraescolares sonó y se comenzaban a escuchar murmullos de estudiantes cansados y que querían llegar a casa.

-El tiempo de nuestra sesión ha finalizado, por lo menos has cumplido con las obligaciones de la escuela y de la presidenta. -Sonrió.

-Por lo que veo hoy no me llevo una de sus represalias. -Puntué.

-Espero que volvamos a reencontrarnos y tener una pequeña charla como ésta, me ha servido mucho para recapacitar sobre lo valiosos que pueden ser los recuerdos. -Me levanté recogiendo mi mochila.

Con un a reverencia salí de aquella enfermería mientras me dirigía al patio trasero. Esperando y mirando a la nada estaba mi hermano con su famoso maletín.

-¿Nos vamos? -Pregunté. Sin decir nada continuó su recorrido mientras iba a su lado, en el fondo sabía que cuando llegáramos a nuestro destino las preguntas no se harían de rogar.

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