Te casaste con la GORDA! (Reg...

By AdriDamita

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¡He vuelto y más perra que nunca! Como la mayoría sabrá, hace ya bastante que retiré la historia por problem... More

Importantísimo! He vuelto!
Advertencia
Introducción
Capitulo 1
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 17
Especial decembrino parte 1
Especial decembrino parte 2
Especial decembrino parte 3
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 Especial de San Valentín.
Capítulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Bonus
Capítulo 29
Capítulo 30
Capitulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Epílogo
Agradecimientos.
Noticias especiales
Final alternativo

Capitulo 16

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By AdriDamita

Capitulo 16

Claro que estoy enamorada de ti, eres el hombre de mi vida... por ti, dejare a todos, solo te necesito a ti—

—Oh, Lilith... que feliz me haces con esas palabras. Te prometo que, a mi lado, nada te faltara...nada—

—Bésame, amor. Bésame como si no existiera un mañana. Te quiero Roberto, ¡te quiero!—

Me acerque a ella, para besarla, besarla como me pedía. Justo antes poder tocar sus sedosos labios, un grito nos interrumpió, gire la cara para mirar de donde procedía el estruendo y no vi nada, solo una luz. Quise regresar mi mirada al los ojos de Lili, pero ella se había ido.

 

Desperté asustado, tarde un poco en reconocer que seguía en el jardín. Estaba recostado en un camastro, me estire y al tocarme la frente me di cuenta que tenia un post—it pegado, el cual ponía:

"M fui al D.F. con Santi. Rgrso ants q tus papis.

P.D. Cntrat unas prsonas para q djn la ksa cm nueva.

P.D. d la P.D. M llevo mi bbshito (el auto q m dist)

P.D.d la P.D. d la P.D. No m llams, xq no voy a cntstar.

Atte.: Lilith."

A la una de la tarde nos detuvimos en una gasolinera, para descargar la vejiga y comprar algo de comer. Cuatro horas bajo el sol y el viento, en otro momento lo hubiera desfrutado mas, pero con la resaca que tengo... la luz es mi peor enemiga. Lo que mas me hacia enojar era que no podía disfrutar de mi hermoso 8c, Santi, sin embargo, se estaba divirtiendo como un niño, conduciendo de lo mas feliz.

Compramos más botellas de agua, que era lo único que mi cuerpo podía soportar y volvimos a la carretera, ya con el techo arriba, porque el sol a la una de la tarde y en carretera... no es ni un poquito lindo.

Once horas de viaje y al fin llegamos al JW Marriott.

 Tratamiento hidratante y masaje con  piedras calientes, para dentro de una hora, por favor— le dije amablemente a la recepcionista.

Habíamos cenado hasta reventar y ya era hora de un poco de relajación. Santi, era mi hermano ante los ojos de la recepcionista, la cual me tenia registrada como "Señora de Valencia" y puso cara de "No te creo lo de que este tipo sea tu hermano". Mientras nos daba la habitación y todo lo necesario, miraba discretamente mis manos, supongo que en busca de mis anillos de matrimonio, lamentablemente no los iba a encontrar, los había dejado en casa.

—Muy bien señora, esta todo arreglado, los esperamos en el Spa a las 8 en punto— me contesto la mujer con una sonrisa fingida.

Le agradecí con el mismo tono y la misma sonrisa fingida.

Mientras Santi, se daba una ducha, yo me paseaba por la espaciosa habitación, mejor dicho "el apartamento". Las paredes eran de color blanco y los muebles de madera color chocolate. Los ventanales de techo a suelo, daban una vista espectacular del auditorio nacional y un parque en la parte de atrás del hotel.

El Spa continuaba con la temática de color blanco y maderas obscuras.

Nancy, la chica de los masajes, tenia unas manos de diosa, me relaje tanto, que casi me quedo dormida, por sus hábiles movimientos y el hecho de la desvelada de ayer por la fiesta.

 

—¿En que cama quieres hacerlo primero?— le pregunte con mi voz cargada de sensualidad a Santiago.

—Pensé que estabas cansada— me respondió después de soltar una carcajada.

—Estoy tranquila y relajada, un poco cansada pero nada que no pueda soportar— le dije pestañeando coquetamente.

—En la cama principal, la de arriba— se acerco a mí y me abrazo por la cintura, dándome un pequeño azote.

—Buena elección, señorito...—nos besamos pero me separe de él de manera violenta— ¡Oh, por Dios!—

—¡¿Qué pasa?!— me pregunto asustado.

—Estamos cometiendo incesto... Diosito nos va a castigar— le dije en broma.

—Un poquito de incesto no nos hará daño— solté una carcajada y entre besos nos dirigimos a la cama principal.

 

Santi, se sentó en la orilla de la cama y me atrajo para que quedara entre sus piernas. Comenzó a besuquear juguetonamente mis senos, haciéndome reír.

—Ya extrañaba a Mary— dijo mientras le daba un sonoro beso a mi seno derecho— Y a Kate— añadió, besando mi seno izquierdo.

—Y ellas a ti— le contesté, posando mis manos en los lados de mis niñas, juntándolas frente a él.

—Quítate el vestido...antes de que te lo arranque y termine hecho pedazos—

—A la orden, capitán—

Arroje el vestido por detrás de mí, sin recordar que no había pared, así que fue a dar al comedor. Traía uno de los conjuntos que me había comprado mi "suegra": Sostén y tanga de encaje, color rojo cereza.

—Rojo... mi favorito— ronroneo Santi. Me acerco más a él y empezó a masajear mis pechos, recorriendo con la lengua el contorno de la copa del sostén.

Me subí a horcajadas sobre el, aun con los tacones puestos, ya que sabia, a él le encantaba que me los dejara. Desabrocho mi sostén, liberando mis senos, para empezar a mordisquear y lamerlos, sin que se le escapara un centímetro de ellos.

Lo detuve para quitarle la camisa, una vez que desapareció de mi vista, me incline para dale un largo y apasionado beso. Nos separamos y me quite de encima de él y le dije que se desvistiera. 

—Esta noche quiero que seas tu quien se canse— le comente mientras me recostaba boca arriba en la enorme cama.

Santi, soltó una carcajada y se aventuro a besarme desde la punta de los pies hasta llegar a mi húmeda vagina. Con prisa, quito mi tanga, arrojándola hacia atrás, lo que me causo risa, otra vez, porque sabía donde había terminado.

Abrió mis piernas y su lengua recorrió todo mi sexo de abajo hacia arriba, poco a poco comenzó a penetrarme con ella hasta tenerla totalmente adentro. Comencé a gemir y a mover las caderas instintivamente, buscando más gusto a esa lengua inquieta que tenía adentro de mí.

—Aah... ¡mi amor!— grite cuando llegue al tan esperado orgasmo.

Santi, se tendió sobre mí, pasando su erección por mi palpitante sexo. Levante la cadera para clavar su pene en mí. Él gruño y comenzó a embestirme con fuerza, besando y mordisqueando mis senos y mi cuello. Con cada envite, mis uñas se clavan mas en su espalda. Enrede mis piernas alrededor de él y lo hice entrar mas profundo.

—Oh, Lili... como te extrañe... extrañe tanto escuchar tus dulces gemidos—

—Gina (diminutivo que usábamos para nombrar a mi vagina), también extraño...Aah... muchísimo a ¡Arcchiii! (así le decía al pene de mi novio, Archí, por Archirecontrasabroso)— Santi, soltó una carcajada y me penetro con mas fuerza, haciéndome gritar de placer.

—Me encanta...estar dentro de ti... es mi adicción— le conteste con una nalgada.

Bajo una de sus manos a mi clítoris y eso fue mi perdición. Me corrí apretando a mi querido Archí, lo que hizo que Santiago se corriera con fuerza también.

—Te llevaste un pedazo de mi hombro— comento de forma burlona Santi. No me había dado cuenta de que lo estaba mordiendo.

—Ups I did it again— le conteste con una sonrisa traviesa.

Salió de mí, se recostó boca arriba y yo me recosté sobre su pecho. Él comenzó a hacerme piojito (acariciar mi cabello), que junto con el éxtasis sexual, me estaba durmiendo.

—¿No crees que deberíamos de ir a ver a tu padre? Aprovechemos que estamos aquí, a menos de una hora de tu casa— me dijo Santi, abrazándome por la espalda.

—¿Acabamos de tener sexo y tu piensas en mi padre?— él soltó una carcajada y me besó la coronilla.

—Lo pensé desde que me dijiste que querías venir al D.F., pero no quise comentarlo hasta que estuvieras en la felicidad "post—orgásmica"— le di un manotazo en el abdomen.

—No eres tan tontito como pareces— me pellizco el brazo en venganza— ¡Auch! Aparte de jugar sucio, todavía tienes el descaro de herirme—

—Vayamos a verlo, almorzamos con él y luego regresamos por un masaje, antes de regresar a Monterrey—

—Lo consultare con la almohada y mas tarde te digo— le conteste entre un bostezo.

—Lili, no seas mala, démosle una sorpresa— me daba besos rápidos y pequeños en la cabeza, para que le dijera que si.

—Esta bien, tu ganas... mañana iremos con mi padrecito—

 

Desayunamos en la habitación y después nos dirigimos a casa de mi padre. Me costo un poco llegar,  ya había pasado un año entero sin estar e el D.F.

No podía negar que extrañaba esta ciudad, la gente conduciendo como loca, los gritos de los transeúntes, el esquivar carros que se saltan los semáforos en rojo, hacer la "Britney señal" (mostrar el dedo medio) a los imbéciles que no dejan de tocar el claxon... ¡bendita ciudad!

Aparque el automóvil a una cuadra de mi antigua casa, no quería que mi papá lo viera.

Trate de abrir la reja de la entrada pero mi llave no funciono, mire a Santi, él solo se encogió de hombro y me dijo:

—Debimos llamar a tu padre, antes de venir, te lo dije—

—No creí que fuera a cambiar las cerraduras. Tendré que tocar el timbre—

Me acerque al intercomunicador y espere una respuesta.

—Buenas tardes, ¿en que puedo ayudarla?— no reconocí la voz que me contesto.

—Aamm estoy buscando a mi padre, Tomás— la señorita tardo unos segundos en contestar.

—Creo que esta equivocada, aquí vive la familia García— ¿Familia García? ¿Que chingados?

—Eso no puede ser posible— dije mirando a Santiago.

De repente recordé a Julia, la ama de llaves que cuidaba la casa desde que yo tenia memoria y le pregunte a la señorita por ella. La puerta se abrió en respuesta a mi pregunta y ambos pasamos.

—¡Niña Lilith! —me abrazo Julia, ni bien entramos por la puerta— Joven Santiago— le abrazo a el también— ¿Qué los trae por aquí?—

—Venia a ver a mi padre y a mi hermano, pero... parece que ya no esta aquí— los nervios se apoderaron de mi cuerpo y comencé a pensar lo peor.

—Aah, niña, es que nadie le dijo que...— me abrace a Santi, las lágrimas estaban a punto de salir— No, no piense mal, ellos están bien— Solté el aire que esta reteniendo y Santi indago:

—Si no esta aquí, ¿Dónde esta?—

—A principio de año se mudo a Naucalpan, cuando tu hermano se fue, él ya no quiso estar en esta casa tan grande y compro una más pequeña. Esta la rentó y yo me quede a cuidarla— nos explico Julia.

—¿Cómo que mi hermano se fue?— no entendía nada de lo que estaba pasando.

Julia nos dio la dirección de mi padre y sin dudarlo, fuimos en su búsqueda. Tenía mucho que explicar.

La última vez que vine, mi hermano aun vivía aquí, estaba estudiando su primer año en la universidad. Esta era la casa en la que crecimos, ¿Cómo es que ahora la habitan los "García"?

—Buenas, vengo a visitar a mi padre, Tomás Oviedo— le dije al policía que vigilaba la entrada al conjunto residencial.

—Buenas tardes, no me dieron ningún aviso de que el señor tuviera visitas— me contesto dándole un escaneo a mi auto.

—Vera...— junte un poco los brazos para resaltar mis senos, eso siempre me funcionaba a la hora de convencer a los hombres— es que es una sorpresa... ¿podría dejarnos pasar? Puedo mostrarle mi IFE (credencial para votar), para que se cercioré de que soy su hija—

—Bueno, lindura, enséñamelo pues— me dijo acercándose mas a mi, mirando mis senos descaradamente.

 

Una vez que el oficial nos dio luz verde, indicándonos el número de casa donde vivía mi padre, pudimos proseguir. Me volví a estacionar a unas una distancia moderada.

No podía creer que mi padre dejara nuestra casa para vivir aquí, no es que tuviera algo malo pero, ¿Por qué compartir tu patio trasero con tres personas más, cuando tienes un jardín enorme para ti solito?

—Buenas tardes, ¿Esta Tomás?— esto de buscando a Nemo ya me estaba cansando.

—¿Quién lo busca?— me contesto la señora que había abierto la puerta. Era bajita, de complexión robusta y tenia cara de ser muy amable, esas señoras a las que te dan ganas de abrazar.

—Lilith, su...hija— contesté tímidamente, pensando que probablemente ella seria el ligue de mi padre.

—No puede ser... pasa, pasa—la mujer abrió más la puerta y nos dejo pasar.

 

A nuestra izquierda teníamos una modesta y pequeña sala de estar en color gris, frente a nosotros, media pared separaba el comedor color chocolate, de la sala de estar. Las paredes eran blancas, con uno que otro cuadro colgado, los pisos eran tipo madera, claros, contrastando con los muebles. Las ventanas eran bastante grandes, iluminando la estancia.

—Siéntense, pónganse comodos.Tu papá esta en el patio, ya le aviso que estas aquí— la señora salió disparada por el pequeño pasillo.

—Que bueno que buscamos a tu padre, ¿verdad?— me comentó Santi, mientras tomábamos asiento.

No le conteste, estaba demasiado confundida con todo esto, como para ponerme a pelear con él. Mis padres amaban la antigua casa, siempre nos había contado como era que la habían construido, el trabajo que les había costado y el amor que habían puesto en ella.

—¿Hija?— la voz de mi padre se coló entre mis pensamientos.

—¡Papi!— corrí para abrazar a mi progenitor.

Nos fundimos en un largo y apretujado abrazo. Dos años sin verle, no tenia idea de cuanto lo extrañaba.

Nos separamos un poco para vernos y luego nos volvemos a abrazar.

—Padre mio, ¿Que haces aquí?— le pregunte sin dejar de abrazarle.

—Ay hijita... pensé que ya te habías olvidado de este viejo— negué con la cabeza desesperadamente.

—Claro que no mi viejito, solo que ya sabes que soy demasiado tontita y pues me cuesta un poco volver al hogar—

Mi padre soltó una carcajada y nos separamos para que me pudiera presentar a la mujer que había abierto la puerta. La dulce señora se llama Regina, la pareja de mi padre. La saludo con un abrazo y le presento a Santiago, mi padre lo saluda con unas palmadas en la espalda y todos nos sentamos en la acogedora salada estar.

Al parecer, mi hermano se fue a vivir con sus compañeros de escuela, hace un año y medio. Mi padre conoció a Regina en una consulta con el doctor, ¡vaya encuentro romántico! La invito a salir y ocho meses después, compraron esta casa.

—Para mi era muy difícil estar solo en esa enorme casa, me traía muchos recuerdos, buenos recuerdos pero... tienes que comprender Lili— explicaba mi padre, tomando mi mano entre las suyas— Esa casa la construimos para tu hermano y para ti, para que cuando se casaran y formaran su propia familia, tuvieran un lugar donde vivir. Cuando te fuiste, pensé que tu hermano se quedaría y pues viviríamos juntos, pero después de tu ultima visita y al ver que no regresarías en un buen rato, decidió irse también—

—Lamento mucho que te quedaras solo, ¿Por qué no me dijiste que te mudarías? Me hubiera regresado para que no tuvieras que dejar la casa— un nudo de emociones, encabezado por la culpa, se me formo en la garganta.

—No quiero que ni tu, ni tu hermano, detengan su vida por este vejestorio— los ojos me picaban, amenazando con soltar las lagrimas que había estado reteniendo.

—¡Papá! Ni siquiera has llegado a los 50, no digas que eres un vejestorio—

 

Cenamos en la nueva casa de mi padre, el ponernos al día nos llevo demasiado tiempo. Regina, resulta ser una persona muy linda, habla hasta por los codos y su risa es contagiosa, ahora veo porque mi padre se ha venido a vivir con ella. Lo que no entiendo es porque no se fueron a vivir a la otra casa, en lugar de comprar esta.

Nos invitan a quedarnos a dormir en su casa, aunque solo cuente con dos habitaciones. Mi padre y su novia, se quedan en su habitación, yo en la de invitados y el pobre Santi, en el sofá. Papi, no sabe que somos mas que amigos y no quiero que lo sepa.

Me estoy instalando en mi habitación, cuando mi padre entra para darme un camisón que Regina, me ha prestado.

—¿Todavía no sabes nada de él?— me pregunta mientras se sienta en la orilla de la cama. Me siento a su lado y le tomo las manos entre las mías, con la mirada clavada en ellas.

—No...Y no creo que algún día vuelva a verle— mi padre pone sus manos sobre las mías y me da un apretón.

—Lo siento, hija... Sabes, Santiago parece ser un buen tipo, dale una oportunidad...En sus ojos veo el amor que no veía en los de Joaquín— me levanto de la cama, dándole la espalda a mi padre.

—No quiero hablar de eso, papi, por favor— él me da unas palmadas en la espalda y un beso en el cabello.

—Se que no es fácil...pero...tienes que dejarlo ir... – mi padre camina hasta quedar frente a mi, me levanta la barbilla y me da un abrazo.

—Ya lo he dejado ir, pero no me gusta hablar de él. No me gusta recordarlo...— me separe de mi padre y tome el edredón que me había dado Regina— Le voy a llevar esto a Santi— mi padre asintió, me dio un beso en la frente.

—Buenas noches, Lili, te quiero hija—

—Yo también te quiero, papi—

 

Me disculpo con Santi, por hacerle dormir en el sofá. Le doy un rápido beso y le informo que mañana iremos a buscar a mi hermano. No me gusta nada que dejara solo a nuestro padre, tal vez no sea la indicada para reclamarle el que se fuera, pero soy su hermana mayor y debió haberme avisado.

 

—¿De quien es el auto? – preguntó un tanto molesto mi padre.

—Es mio, señor— contesto rápidamente Santi, salvándome de un interrogatorio.

—Nosotros los seguimos, no cabemos todos— dije en forma de disculpa.

—Por eso no me gustaron nunca los deportivos— comento mi padre, entre dientes, caminando hacia su Honda Accord V6. Claro, a mi me regaña y el anda en un 2013.

 

Llegamos a unos apartamentos cerca de la ESIME zacatenco, donde estudia mi hermano. No sabia que le gustaría andar de a roommate, ni siquiera me dejaba acercarme a su habitación, ahora resulta que le gusta vivir con dos o tres personas mas.

Les pedí a todos que me dejaran subir sola, quería a solas con mi hermanito. Subí al cuarto piso y toque la puerta, eran las tres de la tarde, él ya debería de estar en casa.

Después de cinco minutos tocando, abrió mi querido Caín, sus ojos se abrieron como platos y el color se le desapareció de la cara.

—Cuanto tiempo sin verte, hermanito. ¿Me vas a dejar pasar?— le pregunté asomándome por encima de su hombro. No dijo nada, solo se hizo a un lado— Gracias.

—¿Qué haces aquí?— me pregunto caminando detrás de mi, llegamos hasta el intento de sala de estar y me deje caer sobre uno de los sofás.

—Lo dices como si estuvieras viendo un fantasma. La pregunta seria ¿Qué haces tu, viviendo aquí?— el también se dejo caer en una silla frente a mi.— ¿Por qué te saliste de casa?—

—¿Por qué te fuiste tú de casa?— me espetó.

—Caín, no estamos hablando de mí, aunque tú sabes bien las razones. ¿Cuáles son las tuyas?— inquirí, mirando a mi alrededor.

—En algún momento tenia que volar del nido, al igual que tu. Papá dijo que estaba bien, no trato de detenerme, él sabe que no estoy haciendo nada mal—

—No digo que este mal, pero, pudiste avisarme, ¿Sabias que él dejo la casa? La casa en la que crecimos—

—Si, me conto que iba a rentarla... le recuerda mucho a mamá, aunque no lo quiera admitir... Y tu, ¿Qué haces aquí? ¿Viniste para quedarte o solo vienes de visita?— me pregunto con un aire de esperanza en los ojos.

—No... Solo he venido de visita, estaba en el D.F. y pues quise pasar a verlos, pero me lleve la sorpresa de que todo aquí, esta patas arriba— la furia suplanto a la esperanza y se levanto como si le hubieran prendido fuego al trasero.

—Pues ya puedes irte, no tienes porque preocuparte, hemos sobrevivido sin tu presencia durante estos años— sonaba herido y muy molesto. Como de costumbre, desde que mama había muerto.

—Caín, escúchame... paso algo y...— mis palabras le llamaron la atención y se volvió a sentar en su lugar.

—¿Ahora que hiciste, Lil?— me pregunto pasándose ambas manos por el cabello.

—Me case... me case con alguien muy rico... rico de dinero y aparentemente de cuerpo también— su expresión era indescifrable, una mezcla de enojo—desesperación—decepción, todo eso en su carita de bebé.

Se quedo en silencio unos minutos, como tratando de comprender mis palabras, como si le hubiera hablado en otro idioma. Me miro de pies a cabeza, soltó un bufido y al final pudo hablar:

—¿Cómo? ¿Es que tu no aprendes?— su voz era fría y de total desprecio— ¿Cómo se supone que cumpliré la promesa que le hice a nuestra madre, si te la pasas metiendo la pata?—

—No es lo que crees, deja te que explique todo y después, si quieres, puedes regañarme o alabarme—

 

Le conté la misma historia que me había contado decirle a Heivy. De vez en cuando asentía y me alentaba a proseguir. La expresión seria de su rostro, se fue relajando poco a poco. Para cuando termine de hablar, la chispa de ánimo, volvía a llenar sus ojos.

—Júrame que no lo amas— me dijo muy serio.

—Te lo juro, por la memoria de mamá—

Ni bien termine de decir eso, mi celular comenzó a sonar. El aparato mostraba el nombre de Roberto, no podía ser más inoportuno. Le hice una señal a Caín, para que me disculpara y me aleje hacia el "área de cocina".

—¿Qué parte de "no me llames", no entendiste?— conteste sin mucha gana.

—Después de que me dejas aquí tirado, tienes el cinismo de enojarte... ¿Donde estas? Espero que ya vengas de regreso— me preguntó, también un tanto alterado.

—Aamm pues...digamos que surgió un pequeño problema— me gire para observar a Caín y gesticularle que era el sujeto del que estábamos hablando—Me voy a tener que quedar aquí unos días—

—No puedes hacer eso, mis padres van a llegar esta noche y estoy seguro que no les hará gracia el que estés fuera, SOLA—

—Cálmate, "queridito", si es necesario yo hablare con ellos, tu, coméntales que tuve un problema familiar. Ya no vuelvas a llamarme, nos vemos pronto—

—¡Lilith! No, puedes hacer...—

 

Le colgué antes de que se pusiera a pelear. Le mande un mensaje a Heivy, donde le ponía que entretuviera a Roberto, en lo que yo llegaba y apague el teléfono.

Tengo muchas cosas que arreglar, demasiadas.

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