Capítulo 39

2.4K 119 20
                                    

—Lili... despierta...— su mano en mi hombro no dejaba de moverse— Despierta, gordi.

— ¡No quiero!— di la vuelta para acostarme boja abajo, cubriéndome totalmente con la sábana.

—Gordita...

— ¡No quiero Roberto, no quiero! ¡No quiero ir a otra entrevista! ¡No quiero ir al plació municipal! ¡No quiero ir a posar frente a los medios mientras clausuras casas o atrapas criminales! ¡No quiero elegir comida, manteles, arreglos florales! Estoy cansada de todo eso...— pataleé mostrando mi desagrado ante la idea de tener que levantar mi cuerpo de la cama.

—Sé que estas cansada y harta de todo eso, hoy solo nos quedaremos en casa. Necesito que te despiertes para que desayunemos juntos.

— ¿Lo prometes?

— Sí, gordi. Anda, nos han preparado un buffet para desayunar.

— Bajo en cinco.



Cuando escuché salir de la habitación, me descubrí. Realmente me molestaba eso de ser la esposa trofeo y tener que ir pegada a Roberto todo el tiempo, sabía que era parte de la buena imagen que debíamos dar, pero era frustrante.

Y aparte de todo ese ajetreo, estaba el tema de la boda, la boda que a menos de un mes, nos tenía a todos con los nervios de punta. Mi suegra, peor que un planificador, ni porque le dimos un presupuesto mínimo, dejo de lado las cosas exuberantes y el festejo a lo grande. Cada día le rogaba que no hiciéramos nada, y ella siempre me decía que el festejo era importante.

Terminando de asearme y hacer mis necesidades, fui en busca de mi teléfono, y como ya era costumbre, tenía un mensaje de Joaquín:

— Buen día, pequeña. Te amo y te extraño. Podre verte hoy?

Buenos días! Hoy me quedare en casa, evita mandarme mensajes, por favor. Besos, yo también te extraño—

De inmediato recibí su respuesta.

— Y me amas?

Siempre—



— Mi madre dice que solo faltan las flores en la mesa principal...— coloqué mi mano sobre la boca de Roberto.

— Nada de política, bodas, o cosas de ese tipo. Hoy es un día libre— sonriendo, me tomo por la cintura para hundirme junto con él.


Ese día la madre naturaleza nos brindó una cálida tarde, a diferencia de los últimos días donde el clima era frio; aprovechamos para meternos un rato a la piscina. Después de la boda habitaríamos el departamento, la casa era un lujo innecesario, eso me hizo querer pasar casi todo el tiempo en ella, me dolía dejar un lugar tan hermoso, un lugar al que la había dedicado tanto tiempo y esfuerzo.


— Que bueno que tengo mis flotadores personales— rodé los ojos mientras él se reía y colocaba su rostro en mis senos, logrando que yo riera también.

— Una razón más, para desaparecerlas— esta vez fue él quien me cubrió la boca.

— No lo digas, de eso tampoco vamos a hablar.


Después de varias semanas, al fin pudimos pasar un día tranquilo, solo comiendo, nadando, riéndonos tirados sobre el pasto, dejando que el cálido sol bronceara nuestra piel. Las gatitas corrían a nuestro alrededor, jugando con las ramas de los arbustos y con las tiras de mi traje de baño... con cualquier hilo que se moviera.

A la pequeña Pata, le encantaba jugar con el agua de la piscina, pero huía cuando alguno de los dos nos acercábamos, temiendo que tal vez la agarráramos y le diéramos su baño semanal por adelantado.

Te casaste con la GORDA! (Regresa!!)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu