Epílogo

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—¡Mamá! Te busca un señor.

—Astaroth, ¿qué te he dicho sobre abrir la puerta?

—Que no debo abrir sin tu permiso...— mi hijo salió corriendo antes de que pudiera regañarlo.


Caminé hasta la puerta, esperando encontrarme con algún tipo que vendiera mil artículos "indispensables" para el hogar. Me sorprendí al encontrar un enorme ramo de alcatraces, el ramo era tan grande que no se podía ver el rostro del portador.



—¿Sí, diga?

—Me dijiste que te preguntara en diez años, exactamente han pasado diez años.

—Tienes que estar bromeando— Roberto, bajó un poco el ramo para que pudiera ver su sonrisa de lado a lado.

—Esperé pacientemente, no puedes decir que no.

—Apenas ha pasado un año desde que me divorcie.

—Llevo diez años en la lista.

—Astaroth es mi prioridad ahora, no quiero confundirlo. Lleva muchos años viéndote como su tío.

—A mí no me molesta, Roberto me cae bien, prometió que me darán un hermanito, con eso me tiene comprado.

—Hijo traidor— miré a mi pequeño y él, de nuevo salió corriendo. No había sido una niña como me decían, no portaba el Lilith, pero el Astaroth le sentaba de maravilla.

—De una vez debo advertirte que nuestro hijo romperá con tu tradición de demonios.

—¡¿Hijo, te molesta la procedencia de tu nombre?!

—¡Nnnooooo!

—¡¿Te molestaría que tu hermanito tenga un nombre a juego con el tuyo?!

—¡Nooo!

—¿Es eso un "acepto"?

—Por lo menos no son rosas ni peonias— me hice a un lado para dejarle pasar.

—¡Mamáááá! ¡Dile que sí!

— Siempre comunicándose a los gritos.

—Señor ex presidente, tendrá que acostumbrarse a los gritos, ¿es que acaso no le dijeron que mis hijos heredan los buenos pulmones?

—Te amo Lilith, con todo y los demonios.

—Lo sé, lo sé... Dentro de diez años, esperemos que digas lo mismo...







Heivy y Samuel, rompieron record, su: "hasta que la muerte nos separe", fue un juramento serio, él murió meses después de que ella lo hiciera. Dejándole a sus tres hijos, una generosa herencia, monetaria y sentimental. Heivy le brindo a sus hijos el amor que a ella no le quisieron dar, y Samuel, no pudo ser mejor padre.

Joaquín salió de la cárcel doce años después de que lo encerraran, pero no quedo libre por mucho tiempo, lo de él eran las estafas, la extorsión, tras unos cuantos meses, regreso a su celda. El querer vivir gratis, lo llevo a obtener más y más años tras las rejas.

Lilith y Roberto finalmente se casaron, después de quince años de conocerse. Lo que ellos no supieron, es que esa misma noche que Roberto fue en busca de su mujer amada, coincidió con el día en que se habían conocido en aquella fiesta.

Fiesta en la que el alcohol los llevo a sentarse en el techo de la casa, donde entablaron una profunda conversación acerca de las religiones del mundo, del significado de la vida, de la muerte, del amor y el desamor. Aquella noche ambos habían descubierto a su alma gemela.

Roberto lo supo cuando la vio parada al borde del techo, con los brazos abiertos, el cabello moviéndose al ritmo del viento, cantando con la voz más dulce y sincera, que hubiese escuchado jamás. Lo supo cuando ella lo llevo a rastras al jardín, obligándolo a abrazar un árbol. Lo vio cuando ella se desnudó frente a él mientras le contaba como se había hecho cada una de las casi invisibles cicatrices que adornaban su piel.

Por su parte, a Lilith le basto con tenerlo sentado frente a ella, mirándola atentamente, escuchando sus historias de todos los accidentes extraños que le ocurrieron. Sus ojos llenos de admiración, no de lujuria, ni de desprecio, ella vio la admiración con que él la miraba, completamente desnuda ante él, se sintió segura y protegida.

Con esa reacción tan fuerte por ambos lados, el miedo apareció en sus mentes, lo que los llevó a nublar los sentimientos con litros y litros de alcohol. Pero el subconsciente, el subconsciente recuerda cada paso que damos.





A menos de dos años de matrimonio, nació su única hija... Y sí, se llamó Lilith, Lilith Irene. La adoración de su hermano mayor.

Toda su vida, se dedicaron a ayudar a la gente, impartiendo el conocimiento que habían adquirido, honrando la memoria de sus padres. Ayudaron a salvar vidas, hicieron de sus inventos, una ayuda para los más necesitados.

Todo eso, dándose de vez en cuando sus lujos, puesto que ambos, en especial Lilith, no podían dejar de lado su adicción a las compras y a los gustos culposos.

Cada diez años y para no caer en la maldición del matrimonio frustrado, Lilith y Roberto, se divorciaban y al día siguiente, se volvían a casar. Repitieron esta acción tres veces, coincidiendo con que cada vez que lo hacían, su amor se fortalecía más. Sus hijos no pensaban lo mismo, de hecho, nadie pensaba que eso fuera algo razonable. Para ellos era importante, así que, la opinión de los demás, era eso, una opinión, una que no iban a escuchar.



Lilith y Caín, junto con sus familias, vivieron hasta su último día, en la casa que sus padres tanto amaron. Dejando una nueva generación para cuidarla. Aquella casa que contenía recuerdos tristes y felices, fue el hogar para sus hijos y sus nietos.















 FIN

Te casaste con la GORDA! (Regresa!!)Where stories live. Discover now