Capítulo 40

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La mayoría de mi vida, los hombres representaban calma, por lo general, las mujeres de mi alrededor eran los detonadores estresantes, toda una vida de facilidad, había cambiado en un año. En ese momento, los hombres en mi vida, eran los culpables de tantos dolores de cabeza.

Mi padre me tenía prohibido hablar con mi propio hermano, su enojo se me hacía exagerado, cada vez durante la semana que hablaba para rogarle que me comunicara con Caín, me decía que era una tonta, una inocente que no aprendía la lección.

— Quedaste... Hermosa es poco para describirte— mi suegra se abaniqueo los ojos, especialmente hoy, el día de la boda, estaba más sentimental que de costumbre.

— Esta preciosa— Rosario también lloraba, les sonreí a través del espejo, mientras observaba el lindo peinado adornado con un velo hermoso.

— Me recuerda al que tiene mi madre en la foto de su boda, por eso es que me decidí por él.


El peinado era simple: Semi recogido, dejando mi cabello rizado caer libre por mis hombros. Lo que le daba el encanto, era la corona de flores y el velo.

Mi madre me contó que, la corona de flores significaba el paso de una joven a mujer. Decía que antiguamente, la mujer pasaba las noches previas, alejada de su prometido, preparándose junto a otras mujeres mayores, quienes le daban consejos y la bendecían para que su matrimonio perdurara, algo así como una despedida de soltera, pero decente y mágica. Tras varios días sin verse, al llegar el momento de estar frente a frente al altar, cuando el novio levantaba el velo y descubría el rostro de su amada, ella oficialmente, era suya y él, era de ella.


— Coincido contigo, ese es el indicado— Rocio le pasó un pañuelo a su madre y me dio unas palmaditas en el hombro.

— ¡Antuaannn, hiciste magia con mi Lili! Quedo igualita que su madre, estoy segura que desde la tierra de los muertos, ella te agradece— Heivy se burló del estilista, imitando su afeminada voz.

— Obviamente y aunque te burles, mis manos solo hacen cosas hermosas... ¡Todo lo que creo es...Divino!

— Sí, sí, está muy bonito, aunque al maquillaje yo le cambiaria las pestañas tan largas. Siento que me voy a ir de frente por el peso en mis ojitos.

— No mujer, esas pestañas ni intentes quitártelas, te van a durar hasta la luna de miel.

— Ya tuve una luna de miel— comenté parpadeando. Yo tenía pestañas largas, pero esas, eran una exageración.

— Es una larga historia— mi suegra le comentó a "Antuan", que esta no era la boda—boda, que era como una renovación de votos de aniversario.

—Yo creo que si cuenta como boda, pues se van a casar por la iglesia— Nadia aprecio luciendo ya, su vestido color coral, acorde con el verano, por eso los había elegido de ese color.

—Sera mejor que se cambien, la boda es en unas cinco horas— les comenté dándome un último vistazo en el espejo.

—Amiga mía, todas tenemos hijos, si nos quieres llenas manchas extrañas, nos cambiamos de una vez; si nos quieres guapas, mejor nos esperamos otro rato.

—Como sea, ahora si me disculpan, voy a un lugar con menos hormonas— tomé mi botella de agua y mi celular.

—¿A dónde vas?— mi suegra me detuvo colocándose delante de mí.

—Voy a salir al jardín o no sé, a tomar aire, de todos modos Roberto no está, no hay riesgo de que tengamos mala suerte.

—Está bien, te buscaré cuando sea hora de ponerte el vestido.

Te casaste con la GORDA! (Regresa!!)Where stories live. Discover now