Capitulo 1

14.9K 697 58
                                    

Al fin era viernes y mi cuerpo lo sabía. A las ocho de la noche, trataba de salir por la puerta de mi departamento, pero mi "novio" no me lo hacía fácil.

—¡Santiago podrías dejarme en paz por favor! — lo empujé, pero no lo moví ni un centímetro.

—Otra vez te vas a ir de fiesta con tu "amiguito" Luis, como no quieres que este enojado.

—Por mi enójate todo lo que quieras, de todos modos, voy a ir y me voy a divertir a mares, si no tienes nada más que agregar... quita tu trasero de mi camino— empujé de nuevo pero nada, seguía parado, recargado en el marco de la puerta.

—¡Lilith, de verdad que a veces no te entiendo! —se pasó las manos por el cabello y negó con la cabeza.

—Pero así me amas— lo abracé por la cintura y cuando nuestros ojos se cruzaron pestañé para que me dejara salir.

—Sí— suspiró—, lo hago—. Me besó y me hizo prometer que llegaría temprano.

—Prometo llegar temprano y no hacer ninguna idiotez, ahora déjame pasar –. Salí sin mirar atrás antes de que Santiago de arrepintiera y me arrastrara a casa.

Luis me esperaba dentro de su auto a la salida del edificio donde vivía.
Sus fiestas siempre eran alocadas, por la cantidad de alcohol que daban, y por esa y otras razones, me encantaba acompañarlo. Nunca me juzgaba o me reprendía por mi comportamiento y eso, realmente se lo agradecía

***

Al llegar nos dirigimos a la cocina buscando alcohol, moría por unos shots de tequila.

Después de beber tres shots, Luis le echó el ojo a una piernilarga y me abandonó a mi suerte.

Como de costumbre no conocía a nadie, por lo que me aventure a caminar entre la multitud, hasta encontrar una mesa con nachos, palomitas y otros dulces – ¡De aquí soy!— susurré cerca de mi objetivo.

Me lancé sobre de los deliciosos nachos y el queso, siempre fui una chica de buen comer y mi cuerpo lo demostraba. Gracias a eso, me había llamado gorda tantas veces que, realmente ya me da igual, yo disfrutaba de la vida y sus delicias.



—Sigue comiendo gordita—. Un idiota cuerpo de Dios griego, pero notablemente cerebro de hormiga, me dijo cuándo me llevé a la boca un puñado de palomitas

—¿Eres el vigilante de la comida o qué? — tomé un totopo y lo sumergí en el queso.

—No, pero no eres la única aquí y por lo que veo...— me miró de pies a cabeza—, sino te detengo nadie más probara bocado.

— ¡Uuuyyy que pena! – lo miré del mismo modo que él a mí—. Pero tienes razón... me doy cuenta que hay muchos flaquiruchos como tú, por toda la fiesta, ten...— metí el totopo en su boca— me dan pena nos infortunados que no tienen que comer— el tipo abrió los ojos como platos y ofendido me gruñó:

— Soy puro musculo, no estoy "flaquirucho"— levantó su playera y me mostró su marcado abdomen.

—Sí, bueno, ve a molestar a alguien más "Don músculos"— me di la vuelta y vi a un grupo de chicas tomando directamente de la botella para saber quién podía aguantar más.



Como pude me cole en entre ellas, una flaca y rubia se regodeaba de ser la que había aguantado más: ocho segundos bajo la botella. Ya se entera de quien manda aquí.

Me dieron una típica mala mirada cuando les dije que yo podría llegar hasta quince segundos. Ofendida por su incredulidad, hice lo que pregonaba, dejando a todos a mi alrededor, atónitos.



Te casaste con la GORDA! (Regresa!!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora