Capítulo 33

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—Mira, con tu llanto no me vas a convencer... ¡Carajo! Confié en ustedes, les conté el problema que tuve con la servidumbre hace seis años... ¡Le están haciendo lo mismo a mi mejor amigo!— enfatizó sus palabras con un golpe seco a la mesa— No lo puedo creer—

Mi amiga balbuceó quien sabe que palabrerías, el llanto no la dejaba ni respirar. Me negué a dar una explicación, pero Roberto estaba insoportable, no dejaba de gritar y pegare a la mesa, pararse y dar vueltas a nuestro alrededor.

— ¡Esta bien! ¡Sí! Los bebés no son de Samuel, son de un tipo llamado Víctor, su ex novio—amante. Él es pobre, Heivy odia a los pobres porque no quiere ser uno de ellos. Regresó a Monterrey porque ya estaba cargada; en su defensa, ella quiso alejar a Samuel, cosa que me consta. Tu amigo no le dejó otra opción, y como mi amiguita es una aventajada, se lo echo a la bolsa... Solo me resta decir que me declaro inocente, yo no sabía nada del plan inicial, yo me enteré hasta después de que Samuel le propusiera matrimonio—Roberto me agarró el brazo e hizo que me levantara.

—Lo supiste y no me dijiste nada...— dejé que soltara su coraje, y mi brazo pagó las consecuencias, cuando se dio cuenta de la presión que ejercía, me soltó y dio unos pasos para atrás— No voy a permitir que sigan con la mentira, y ustedes dos, se largan, no quiero verlas...—

— ¡No!... Esto no va a arruinar nuestra reconciliación. Si alguien tiene la culpa, es ella— señalé a mi chillona amiga— Ellos tienen que arreglar sus problemas, no es asunto nuestro; ya le dije que tiene que decir la verdad. Si ella no lo hace, yo misma lo hare, pero nada más... lo que pase después... lo que pase después lo resolverán como pareja—

— ¡Prefiero morir antes de ser una madre soltera y pobre!—

Mientras Roberto y yo seguíamos discutiendo, mi amiga tomó una de las sillas de hierro y caminó hacia la piscina, bajó por la escalerilla, se fue hasta la parte más profunda, y se sumergió. No era la primera vez que hacia algo así, cada que las cosas se ponían difíciles, hacia drama con tratar de suicidarse, sin importarle que fuera un tema delicado para mí.

—Saca a tu amiga de ahí, por favor— sin dejarme responder, me empujó al agua.

La herida en mi pierna me ardió al punto que me hizo soltar una que otra lagrima por el ardor, el cloro me quemo la piel. Tomé a Heivy del brazo y la lleve a rastras hasta la salida, si no hubiera estado embarazada... Llorando, dejó caer su cuerpo sobre el pasto

Haciendo uso de toda la paciencia que tenía, la levanté y nos dirigimos al interior de la casa. Fueran hijos de quien fueran, eran mis sobrinitos, no podía dejar que nada les pasara.

— ¿A dónde crees que vas?—

—Vamos a secarnos y cambiarnos de ropa, por si no lo ves, estamos empapadas y hace frio— caminé arrastrando la pierna, el ardor seguía presente.

—Esa mujer no va a entrar a mi casa, quiero que se vaya... Si no la sacas ahora mismo, las voy a sacar a las dos y por las malas— Roberto nos cerró el paso, lanzándome una mirada de odio puro.

—Escúchame nenu, soy consciente de que Heivy hizo mal las cosas, lo sé... Piensa un poco en estos bebés, ellos no tienen la culpa de los errores de su madre. Nos vamos a cambiar y los tres iremos a casa de Samuel, para decirle la verdad...Por favor...— refunfuñando y sacando humo por las orejas, nos dejó pasar.

Por más que mi amiga me rogó y suplicó, después de cambiarnos, nos fuimos derechitos a casa de Samuel. Esta situación me hacía sentir mal, delatar a mi amiga no era algo que quisiera, pero era necesario, necesario por el bien de esos dos bebés que estaban en camino... Y para no arruinar la delicada relación que acabábamos de salvar Roberto y yo.

Te casaste con la GORDA! (Regresa!!)Onde histórias criam vida. Descubra agora