| one shoots |

By ennlangdon

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En este libro se encontraran recopilaciones de varias historias cortas creadas por mi. Los protagonistas var... More

Welcome.
- B U Z O N -
| 001 | Harry Styles
| 002 | Nash Grier
| 003 | Ashton Irwin
| 004 | Aaron Taylor-Johnson
| 005 | Luke Hemmings
| 006 | Nate Maloley
| 007 | Dylan O'Brien
| 008 | Matthew Daddario
| 009 | Jack Gilinsky
| 010 | Jack Gilinsky
| 011 | Logan Lerman
| 012 | Michael Clifford
| 013 | Sammy Wilkinson
| 014 | Jack Harries
| 015 | Sam Claflin
| 016 | Justin Bieber
| 017 | Kian Lawley
| 018 | Nash Grier
| 019 | Cameron Dallas
| 020 | Nate Maloley
| 021 | Evan Peters
| 022 | Jack Johnson
| 023 | Sebastian Stan
| 024 | Sebastian Stan
| 025 | Andrew Garfield
| 026 | Thomas Brodie-Sangster
| 027 | Nick Robinson
| 028 | Aaron Carpenter
| 029 | Zac Efron
| 030 | Josh Hutcherson
| 031 | Cameron Dallas
| 032 | Tom Holland
O N E
| 033 | Robbie Kay
| 034 | Paul Weasley
| 035 | Zac Efron
| 036 | Tom Hiddleston
| 037 | Hayes Grier
T W O
| 038 | Lucas Till
| 039 | Sam Claflin
| 040 | Grant Gustin
| 041 | Colton Haynes
| 042 | Blake Gray
| 043 | Shawn Mendes
| 044 | Hayes Grier
| 045 | Hayes Grier
T H R E E
| 046 | Stephen Amell
| 047 | Ansel Elgort
| 048 | Brandon Rowland
| 049 | Scott Eastwood
| 050 | Dave Franco
| 051 | Adam Levine
| 052 | Cameron Monaghan
| 053 | Cameron Monaghan
| 054 | Chris Collins
| 055 | Matthew Daddario
| 056 | Shawn Mendes
| 057 | Grant Gustin
F O U R
| 058 | Nicholas Hoult
| 059 | Dillon Rupp
| 060 | Mario Selman
| 061 | Dominic Sherwood
| 062 | Jake Paul
| 063 | Lucas Till
| 064 | Nick Jonas
| 065 | Ross Lynch
| 066 | Justin Bieber
| 067 | Ethan Dolan
| 068 | Chris Evans
| 069 | Mario Selman
| 070 | Daniel Sharman
| 071 | Derek Luh
| 072 | Sammy Wilkinson
| 073 | Andrew Garfield
| 074 | Robbie Kay
| 075 | Nick Robinson
| 076 | Jakub Gierzal
| 077 | Ross Lynch
F I V E
| 078 | Ian Somerhalder
| 079 | Francisco Lachowski
| 080 | Francisco Lachowski
| 081 | Crawford Collins
| 082 | Matthew Daddario
| 083 | Zayn Malik
| 084 | Zayn Malik
| 085 | Ian Nelson
S I X
| 086 | Shawn Mendes
| 087 | Shawn Mendes
| 088 | Herman Tømmeraas
| 089 | Herman Tømmeraas
| 090 | Taylor Caniff
| 091 | Jeremy Sumpter
| 092 | Chandler Riggs
| 093 | Max Irons
| 094 | Evan Peters
| 095 | Josh Dun
| 096 | Henrik Holm
| 097 | Henrik Holm
S E V E N
| 098 | Dane Dehaan
| 099 | Nat Wolf
| 100 | Martin Garrix
| 101 | Martin Garrix
| 102 | Dan Stevens
| 103 | Nico Millaregro
| 104 | Charlie Heaton
| 105 | Charlie Heaton
| 106 | Jared Leto
| 107 | Froy Gutierrez
| 108 | Skandar Keynes
| 109 | Brooklyn Beckham
| 110 | Justin Bieber
| 111 | Chris Pine
| 112 | Dave Franco
| 113 | Sebastian Stan
| 114 | Cole Sprouse
| 115 | Cole Sprouse
| 116 | Tarjei Sandvik Moe
| 117 | Tom Holland
| 118 | Thomas Brodie-Sangster
| 119 | Thomas Brodie-Sangter
| 120 | Nathaniel Buzolic
| 121 | Lucky Blue Smith
| 122 | Taron Egerton
| 123 | Gregg Sulkin
| 124 | Timothée Chalamet
buenas nuevas.
| 125 | Asa Butterfield
| 126 | Asa Butterfield
| 127 | Bill Skarsgård
| 128 | Tom Hardy
| 129 | Ben Hardy
| 130 | Rami Malek
| 131 | Rami Malek
| 132 | Cody Fern
| 133 | Harrison Oesterfield
| 134 | Freddie Highmore
EL MILLÓN
| 136 | Noah Centineo
| 137 | Noah Centineo
| 138 | Harry Styles
| 139 | Aaron Taylor-Johnson
| 140 | Calum Hood
| 141 | Ashton Irwin
| 142 | Luke Hemmings
| 143 | Michael Clifford
| 144 | Aidan Gallagher
| 145 | Jeon Jungkook

| 135 | K. J. Apa

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By ennlangdon

Es algo definitivo.

Necesitamos reparar esta cosa.

Dejo caer mi cabeza hacia atrás en un cansado suspiro. Compruebo que mis rizos oscuros sigan envueltos en la cola de caballo y vuelvo a colocar mis manos en la máquina.

No, no necesita reparación. Necesitamos una nueva.

Es lo que pienso con un incremento de agotamiento mientras jalo fuertemente la pequeña palanca con una mano, mientras la otra se encarga de dar golpes repetidos a la máquina.

— Trátala con cariño, es una antigüedad.— ruedo los ojos y la suelto con el humor realmente amargo.

— Deberías tratar de hacer el café tú, entonces.— me da una mirada y sigue acomodando los utensilios que trae.

— No me hables así, abejorro.

— Ag, deja de llamarme abejorro.— suspiro de alivio cuando la máquina finalmente vierte la bebida caliente en la taza.

— Eres una adolescente berrinchuda.— despeina mi cabello y se va por la puerta del almacén.

Termino de servir la bebida y la coloco en una de las tazas de colores. Coloco la pequeña galleta a su lado y me encargo de llevarla hacia la mesa que la pidió.

Me dedico a limpiar la pequeña zona de la cocina de nuestra cafetería. También me dispongo a hacer una de mis actividades favoritas cuando acomodo todas las raras y coloridas tazas en distintos lugares.

— Tú padre dice que eres una persona muy mala.— oigo la voz de mi madre pero no giro a observar su rostro. Bufo y limpio mis manos en un pedazo de tela.

— Él es una persona muy sensible.— oigo la risa de mi madre en aprobación y ella comienza a prepararse un café que vertira en su termo de trabajo.

— Se amable, abejorro.— mis padres me habían dado ese apodo hace años, una simple conexión entre mi pequeña persona y un juguete que sencillamente no podía salir de entre mis manos, uno en forma de pequeño abejorro.

— Si soy sumamente agradable.— mi madre termina de cerrar su termo y también introduce un pastelito en una bolsa de papel.

— Mhm, es por eso que en la última cena familiar hiciste llorar a Jessica.— ruedo los ojos ante la mención de mi supuesta prima.

— Jessica debería recibir un Oscar por todas las actuaciones que lleva a cabo, muy buenas por cierto, ya que todos ustedes las creen sin pestañear.— mi madre me da una mirada y acomoda su larga cabellera casi anaranjada. Cuando era niña solía estar muy celosa del color de su cabello. Amaba que en mis dibujos para la escuela el color del cabello de ella siempre era igual al de las hojas que caían de mi árbol de trazos que simulaba un escenario otoñal.

— Se buena, te lo ruego.— deja un beso en mi frente y se encamina a su guardia nocturna como enfermera en el hospital ubicado a varias calles de aquí.

Dejo salir parte del aire contenido y limpio la barra donde llevamos a cabo las órdenes rápidas.

Esta cafetería siempre ha pertenecido a mi padre. Era de su madre hace muchos años y él la había heredado y dado un toque moderno. Yo amaba trabajar aquí.

Fue de las cosas que más me llenaron de emoción cuando ellos me trajeron a casa. Mis infantiles ojos se veían maravillados ante un lugar que siempre podía ofrecerme un cómodo asiento, chocolate caliente y la suave voz de mi madre tarareando.

Mis línea de pensamientos se ve interrumpida cuando la puerta se abre y un grupo de chicos entra al local. Son al menos siete, y todos son grandes, ruidosos y casi frenéticos. Se mueven por todo el lugar con energía y usan chaquetas de fútbol con el logo de mi escuela.

— Hombre, no se por que venimos aquí, Spencer está dando una fiesta en su casa.— exclama un chico de cabello largo y negro mientras niega.

— Me sentía muy cansado del entrenamiento, no tenía muchas ganas de ir a una fiesta.— el pelirrojo se encoge de hombros y y se sienta en una de las sillas.

— ¿Y qué hay de los demás días? Amigo, dudo mucho que incluso mi abuela pase tanto tiempo en cafeterías.

— Es un cambio de aire, Joshua. Es bueno no darte de golpes con la pared de vez en cuando.— él le sonríe y se levanta de la mesa donde todos los jugadores tratan de acomodarse y se acerca a la barra.

— Hola, campeón.— saludo en un suspiro mientras se acerca. Él rodea los ojos y toma el pequeño menú qué hay en la barra.

— Yo no lo escogí. Y definitivamente yo no me llamo a mi mismo así.— contesta pasando los dedos por las pequeñas hojas lila.

Es el quarterback del equipo, por supuesto. Su nombre es coreado por los pasillos del colegio mientras los profesores palmean su hombro con orgullo y las chicas dibujan su número de jugador en sus mejillas, manos y el resto de su cuerpo.

— No necesitas hojear el menú si siempre pides lo mismo.

— Tú servicio no es muy amable, Siara. ¿Qué no es que el cliente siempre tiene la razón?

— Eso es basura de mercadotecnia para que la gente deje una buena propina.— él ríe mientras baja el menú.

— Tienes razón.— asiento satisfecha y le extiendo el bolígrafo y la hoja de los pedidos. Él comienza a anotar su orden.— Listo.

— Bien, traten de no romper nada esta vez.— él asiente cortamente recordando la última vez que sus amigos estaban demasiado entusiasmados y mientras se empujaban unos a otros tiraron al piso varias tazas y un jarrón de flores. Yo iba a comenzar a gritar, y otros actos violentos también, pero tanto K. J. como el resto de sus amigos me conocían muy bien, por lo que ellos se ofrecieron rápidamente a pagar por todo lo roto y su popular líder se quedó esa noche a ayudarme a limpiar todos los pequeños fragmentos de material del piso.

Él vuelve a la mesa con sus amigos y yo giro distraídamente la nota entre mis dedos. No puedo evitar mirarlos y recordar cómo fue cuando llegué aquí. No hablaba con casi nadie y me sentía muy avergonzada de pronto cumplir los 8 años y aún tener que guardar un juguete de abejorro en mi mochila para no soltar a llorar del miedo.

Los comentarios vinieron poco después, cuando los niños juegan en esa línea entre querer ser divertidos y ser crueles. La mayoría de especímenes que ahora conforman el equipo de fútbol americano solían seguirme por los pasillos, jalando mi cabellera y sosteniéndome fuertemente del brazo. Preguntándome entre risas por que mi cabello no era tan largo y anaranjado como el de mi mamá, o por qué no tenía los mechones lisos y cobre de mi papá. A uno que otro listillo se le daba por sostenerme el rostro y preguntar por que mis ojos no eran azules o mieles como lo eran los de mis padres. Y ya ni hablar de cuándo me sostenían los brazos riéndose de que mi color de piel no fuera similar al suyo.

No solía decir nada, de vez en cuando lloraba si la manera en la que me sostenían llegaba a dolerme. Pero solo esperaba a que dejaran de reírse, de gritar y de jalar de mi para poder correr y esconderme.

El sonido de la cafetera me hace casi saltar por la guardia baja. Suspiro y comienzo a hacer la ronda de bebidas para la mesa de K. J.

Suelto una pequeña risa al recordar el momento en el que empecé a pasar tiempo con él cerca de octavo grado.

(...)

— Eso es estupido, tu nombre es Keneti, si no te gusta por que simplemente no pides que te llamen James.— estoy muy confundida, coloco mi mentón sobre mi brazo mientras sigo bebiendo mi jugo.

— Es una cosa de actitud, de ser genial, Siara. La gente cool ocupa apodos o solo un nombre o abreviaciones e iniciales.

— K. J. suena como nombre de rapero que perdió todo en mujerzuelas y drogas.

— ¡Siara! Vamos, suena muy bien. A los chicos les gusta.

— Estas asistiendo a esos increíbles entrenamientos de fútbol y probablemente entrando a la preparatoria te nombren cabeza del equipo, claro que están de acuerdo contigo.

— ¿Estas diciendo que mis amistades se basan en interés? — suelto una risa y asiento.— Oye, no soy tan tonto.— seguimos riendo hasta que las risas bajan y me permito observar su rostro. Él toma uno de los rizados mechones de mi cabellera y lo enreda entre sus dedos. Paso mucho tiempo hasta que dejara hacerlo eso, mi historial me avalaba ante evitar que la gente me tocara o hiciera alusión a mi. Él probó que no era malo, no quería dañarme.

(...)

Termino el último sándwich y la última taza de expreso y lo llevo todo a la mesa. Los amigos de K. J. asienten y agradecen. La mayoría de los amigos más cercanos de K. J. no llegaron a ser del clan que me hacia la vida imposible, y el que si llego a participar, fue en baja escala y se vivió en disculpas el resto de nuestra vida escolar. Joshua, por ejemplo, que aunque se había disculpado conmigo aún podía ver su infantil rostro mientras jalaba mis rizos, que claramente no se sentía como cuando K. J. pasaba sus dedos por ellos y los enredaba con cuidado entre cada uno de sus dedos. A pesar de eso, seguía manteniendo mi distancia.

Hubo un momento cúspide en el acoso donde evitaba incluso ir a la escuela. Mis padres compraron las primeras veces que les vendí el estar enferma, después supieron que algo estaba mal. Me rehusaba completamente el seguir asistiendo. Pero mi mamá tiene el don de la interrogación, antes de darme cuenta ya le había soltado todo. Y en un tiempo aún más corto ya estaba despotricando en la escuela. Fue duro para mis padres, claro, hubo una discusión sobre si debían cambiarme de colegio o incluso si debíamos irnos del condado donde vivíamos.

Pero conocí a K. J.

Lo había visto en la escuela antes, pero jamás había hablado con él. Hasta una ocasión donde él me habló a mi. Asistíamos al mismo lugar de actividades para niños, yo estaba en repostería y él en fútbol. Solía huir cuando él se acercaba, estaba convencida de que me haría algo en cualquier momento. Pero jamás lo hizo. Decía que solía verme llorar fuera de la escuela y que eso no estaba bien. Después prometió acompañarme por los pasillos mientras mis padres venían por mi.

Mi mamá mencionó de nuevo lo de cambiarme de escuela, le dije que no era necesario, que podía cuidarme sola, y que ahora tenía ayuda.

Observo como todo el equipo de fútbol termina de comer y comienza a salir del lugar mientras agitan sus manos hacia mi. K. J. se acerca a pagar la cuenta.

— ¿Vendrás a la fiesta de Spencer? — levanto una ceja hacia él mientras abro la caja registradora.— Vamos, será divertido.

— Mhm, puedo embriagarme y quedar como estupida en la comodidad de mi casa, muchas gracias. Además, en mi casa nadie me graba y ni me sube a Facebook.— le devuelvo su cambio haciendo alusión a lo que le sucedió a una chica de tercero que hace una semana se emocionó mucho en una fiesta y termino en los muros de todos.

— Vamos, yo te cuido.— lo miro varios segundos.— ¿Por favor?

— Sería buena idea, abejorro. Sal un poco, te vendrá bien.— mi padre convenientemente sale del almacén. Por supuesto, mis padres aman a K. J.

— Papá...

— Yo la cuidare, señor.

— No es un negocio entre ustedes.

— Regresen antes de la 1 o su madre cortara mi cabeza.

— Lo prometo.— K. J asiente mientras yo los veo indignada. Después él toma mi mano y la jalo para sacarme detrás de la barra.

— Espera, no traigo algo para fiesta.— digo soltándome de su agarre y quitándome el pequeño delantal negro.

— Te ves hermosa, no te preocupes.— vuelve a tomar mi mano pero en esta ocasión enlaza sus dedos con los míos y nos dirige hacia la salida.

— Cuídate mucho.— oigo la voz de mi padre detrás pero ya hemos salido de la cafetería.

K. J. abre la puerta copiloto de su auto para mi, ruedo los ojos y mientras entro al auto suelto mi cabellera.

— No te preocupes, no te perderé de vista.

Giro el rostro para que no me vea sonreír. El de verdad me cuida, finjo no darme cuenta, pero lo hace. Desde niños no me pierde de vista cuando entro a la cafetería de la escuela hasta que ya estoy sentada con mi grupo del periódico escolar y se asegura de que nadie se acerque repentinamente a molestarme. No suelo ir a sus juegos de fútbol, pero cuando llego a hacerlo se asegura de darme una mirada de vez en cuando mientras estoy en las gradas.

Cuando éramos niños, mi madre sacó a abejorro de mi mochila para lavarlo y olvido volverlo a meter en la maleta. Cuando descubrí ya en la escuela que no estaba, comencé a hiperventilar. K. J. estaba ahí, sujeto mi mano y mis ojos se llenaron de lágrimas por la ansiedad de no tener la seguridad del muñeco y del temor de que K. J comenzará a reírse de mi por el juguete. Pero no lo hizo. Sostuvo mis manos, respiro conmigo y dijo que iríamos a la dirección y pediríamos que llamaran a mis padres para que lo trajeran. Pero yo no me podía mover, así que él se mantuvo a mi lado mientras me contaba historias, como se rompió el brazo jugando al fútbol, como habían adoptado a su nuevo cachorro, como él también tenía un amuleto de la suerte como abejorro pero el suyo era una vieja pelota de béisbol que su abuelo le había dado antes de fallecer y que él siempre cargaba. La sacó de su mochila y me la dio para que me sintiera mejor. Jamás he vuelto a ver a alguien con esa pelota en las manos.

Abejorro era el único objeto que me daba seguridad, lo único que conservaba del hogar de adopción del que venía. Después de ese día, abejorro no volvió a mi mochila.

Tampoco nadie me volvió a molestar, ya que sumada la intervención de mi madre a mi espacio escolar y el continuo acompañamiento de K. J, había hecho casi imposible que alguien tuviera el valor de molestarme. Yo hice lo demás. Cuando a algún estupido le daban aires de grandeza y valentía y se animaba a ignorar el régimen anti-acoso y tenía la suerte de que K. J. no estuviera ahí, se acercaba para hacer algún movimiento o comentario agresivo hacia mi, solo rodaba los ojos y lo dejaba estar.

(...)

— ¿No sería mejor que tiñeras tu cabello, Siara? Así ya nadie se sentiría tan confundido.— ignoro el estupido comentario de Joshua y sigo caminando.— Vamos, Siara. No estoy siendo malo contigo, solo estoy confundido.

Al no hacer caso, lo hago molestar, así que se levanta y toma mi mochila.

— Basta, Joshua. No seas inmaduro.— su rostro de 12 años se contrae y jala mi mochila.

— Solo explícame por qué tu mamá luce tan bella con su cabello largo y rojo y tu...— sostiene uno de mis mechones y lo jala. En ese momento lo empujo y él luce un poco sorprendido.

— Es por que soy adoptada, idiota. Aunque dudo mucho que tu vocabulario sea muy amplio para entenderlo.— aparto su mano de mi mochila.— Y también soy bella, pero dudo que sepas mucho de chicas desde que ninguna quiere que te le acerques.

Me doy la media vuelta y comienzo a andar.

(...)

Nunca le conté de ese incidente a K. J. pero él es como un espía que tiene ojos en todos lados. Y aunque yo no dije nada, Joshua se apareció por mi casillero semanas después del incidente, tenía un gran golpe en la mejilla.

Después, definitivamente nadie volvió a molestarme.

— Aunque considero lindo cuando te pierdes abiertamente en tus pensamientos, es raro como el infierno.— ríe mientras me da una mirada rápida que regresa al camino.

— No me molestes.— golpeo su hombro y él vuelve a reír.— ¿No hay admiradoras?

De vez en cuando K. J. me llevaba a lugares desde que obtuvo un auto por sus 16. En la mayoría de esos viajes hay varias estudiantes entusiasmadas en el asiento trasero, sonrientes y brillantes con sus ojos colocados en él.

— No, se que te ponen incomoda así que llevo un tiempo sin llevarlas.— lo miro incrédula mientras río.

— Vaya honor. Muchas gracias.

— No hay de que. Siempre soy un caballero.— también ríe y el silencio nos envuelve lentamente.

— ¿Ya recibiste tu carta? — pregunto lentamente. Mis temores se afirman cuando él niega. K. J. fue visto por un reclutador de la USC hace unos meses, él le prometió que si quedaba aceptado y obtenía la beca para el equipo de fútbol, recibiría una carta confirmando todos los detalles.— Lo harás, lo sé.

— Está bien, he sido aceptado en otras universidades.

— Pero no en la que quieres.

— Pero está bien.— se encoge de hombros y vuelve a mirarme.— ¿Qué hay de ti? — suspiro lentamente y trato de evitar su mirada.— ¿Siara?

— Llegó hace dos días. Me aceptaron.— en ese momento el auto hace un violento movimiento y se detiene. Mi corazón late fuerte mientras varios autos tocan su bocina en queja, K. J. coloca el auto centímetros fuera del camino.— ¿Qué diablos fue eso?

— ¿¡Por que no me lo habías dicho!? — me pregunta soltando el volante y pasando las manos por su pelirrojo cabello.

— Te lo estoy diciendo.

— No eres divertida.— respira y no puedo evitar soltar una risa.

— Calma. Te dará un ataque.— él me rodea fuertemente con sus brazos.

— Siara, es Harvard. Te aceptaron en Harvard.

— Lo sé, lo sé. Es increíble. Aún no le digo a mis padres.— él me mira incrédulo de nuevo.

— ¿Es en serio? — asiento y sus comisuras se levantan lentamente.— ¿Soy el primero en saber?

— No es como que haya una larga fila de personas a las cuales contarle pero si, K. J. Eres el primero.— lo veo fijamente, algo que me había costado mucho, ver a las personas sin bajar la mirada. Siento su mano llegar a un lado de mi rostro. Después deposita un beso a lado de mi cabeza.

— Estoy muy feliz por ti.— mis manos tiemblan y aguanto la respiración.

— Recibirás tu carta para USC. Te irás a California y será genial.

— Tú estarás en Massachusetts.

— A casi 5000 kilómetros.

— 4000 en avión. Además de que solo son 5 horas de vuelo.

— ¿Qué?

— Lo busque. Si llego a entrar a USC...

— Cuando entres a USC...— él rueda los ojos y sonríe.

— Cuando llegue a entrar a USC. Iré a visitarte, y asegurarme de que aprendas a lanzar un balón de una vez por todas.

— Quiero verte intentar. Saldré lastimada de nuevo.

— No, yo me haré cargo de eso.— sus ojos lucen brillantes. No puedo evitar pasar mi mano por los mechones de su cabello.— Yo te cuido, lo prometo.

Nos separamos. Mis manos tiemblan y bajo la cabeza tratando de recobrar la respiración. Él pone el auto de nuevo en marcha y vamos rumbo a la fiesta.

Cuando K. J. aparca en un gran jardín con un gran número de autos ya estacionados fuera, gira hacia mi una última vez.

— Era cierto, Siara. No pienso dejar que nada malo te pase. Y eres ruda, genial y ya no le tienes miedo a casi nada. Pero aún así, estaré siempre para ti.— por primera vez, soy yo la que lo envuelvo primero en mis brazos.

— Te debo mucho, en serio. Gracias por todo.— murmuro en su oído. Deja su frente junta con la mía unos instantes. Sonrío una vez más.— Tus amigos comenzarán a mirarnos.

Asiente y bajamos del auto. El golpe de la fuerte música combinada con la oleada de frío me hace estremecer durante varios segundos. Observo la gran casa y al montón de gente salir y entrar de ella y me siento abrumada.

— ¿Siara? — K. J. me mira expectante, pero me conoce, así que observa las facciones de mi rostro y alarga su mano hacia mi.— ¿Vienes?

Mi respiración se relaja cuando lo veo a los ojos. Asiento y tomo su mano, él vuelve a enlazar nuestros dedos juntos.

— — — — —

hola.

He escrito este en un tiempo muy corto y me ha gustado muchísimo. Ojalá a ustedes también.

Y lo he decidido!
Gracias a todos los que dejaron su bello comentario en él OS pasado. Y he decidido que si les daré una arreglada a todos los capítulos y agregaré un nombre distinto a cada una de las protagonistas 🌸
También pensé en editar muchas de las características de las protagonistas para que tengan concordancia en el nombre y así.
Lo empezaré tan pronto como pueda, así que este será el último capituló interactivo. También será parte de lo que tengo planeado para cositas del millón, pero eso se los contaré más adelante.

Lo bueno es que también ya tengo planeados y empezados al menos otros 6 OS, así que espérenlos pronto!

Muchísimas gracias a todos, déjenme saber si les gusto 🌸

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