Fairytale (usuk)

By Epifania-chan

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"¿Sabes por qué no crees que en la magia? Es porque hubo un tiempo podías verla y sentirla cerca de ti. Pero... More

Nota
Capítulo 1: La invitación
Capítulo 2: Nuevos amigos
Capítulo 3: El reino de los seres mágicos
Capítulo 4: Soledad
Capítulo 5: Fuego
Capítulo 6: Fantasma
Capítulo 7: Invisible
Capítulo 8: Dulces
Capítulo 9: Miedo
Capítulo 10: Adiós
Capítulo 11: Salto en el tiempo
Capítulo 12: Ilusión
Capítulo 13: Realidad 1/2
Capítulo 14: Realidad 2/2
Capítulo 15: Un paso más cerca de la magia
Capítulo 16: Amigo imaginario 1/2
Capítulo 17: Amigo imaginario 2/2
Capítulo 18: Alas rotas
Capítulo 19: El psicólogo
Capítulo 20: Lastima
Capítulo 21: Convivencia
Capítulo 22: Sinceridad
Capítulo 23: Problemas
Capítulo 24: Recuerdos
Capítulo 25: Una gran cruzada
Capítulo 26: Sonrisa
Capítulo 27: Reencuentro
Capítulo 28: Dos cosas sobre las despedidas
Capítulo 29: La librería
Capítulo 30: Una hermosa vista
Capítulo 31: Paz
Capítulo 32: Despedida
Capítulo 33: Cartas
Capítulo 34: Locura
Capítulo 35: Perdido en la oscuridad
Capítulo 36: La noche en la que las estrellas bajan a la tierra
.
Capítulo 38: Perdón
Capítulo 39: Ultima oportunidad
Capítulo 40: Encuentro
Capítulo 41: Al final del camino. Parte I
Capítulo 42: Al final de camino. Parte II
Capítulo 43: El juicio de Astreo
Capítulo 44: Un vistazo a la verdad
Capítulo 45: El deseo de una estrella fugaz
Capítulo 46: Un comienzo disfrazado de desenlace

Capítulo 37: ¿Quien eres?

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By Epifania-chan

Una noche estrellada, un edificio en ruinas, y a sus pies un pequeño niño rubio llorando desconsoladamente...

Todo aquello desapreció en una extraña niebla, vio entonces a quien había sido aquel niño, convertido ahora en un joven portador de dos bellos ojos azules, frente a él, en una especie de desvencijado mirador, con miles de luces de todos los tipos y colores a la lejanía.

Esta persona posaba una de sus manos en la mejilla del británico, y nuevamente todo era devorado por la niebla, dejando únicamente una espesa oscuridad.

Arthur abrió los ojos, se vio entonces sentado en un trono de plata, frente a una humilde mesita de té, en el otro extremo, se encontraba Lukas sentado en una roca, Vlad flotando en el aire a sus espaldas, y Minty recostado sobre la mesita.

—¿Me escuchaste?—. Inquirió el noruego tras un suspiro, al tiempo que dejaba sobre la mesa la taza de té, de la cual no había bebido ni un sorbo.

—Sí...—. Mintió Arthur, aun aturdido debido a la serie de imágenes que acababan de reproducirse en su mente sin razón alguna.

—Arthur, ¿Te sientes bien?—. Soltó el vampiro, acercándose a su amigo para observarlo de cerca. —Te noto un tanto decaído.

—No sé—. Confesó el británico. —Últimamente pienso demasiado en...—. Guardó silencio al percatarse de que no encontraba palabra alguna que describiera aquellos pensamientos. —No se... Creo que necesito descansar, soy asaltado por extrañas pesadillas en la noche, las cuales no me dejan dormir.

Y antes de recibir respuesta alguna por parte de sus compañeros, se puso de pie con la intención de irse.

Vagó incansablemente por el bosque, entre tanto en su mente seguían aflorando aquellas imágenes, tan cortas, la mayoría protagonizadas por el rubio de ojos azules, a veces riendo, a veces llorando, pero no eran más que simples imágenes, pequeños esbozos que no servían para aclarar nada. Ni siquiera había oído la voz de aquella persona.

—¿Quién eres?—. Preguntó en voz alta, tras recostarse sobre la hierba junto a una pequeña laguna, y sin darse cuenta, cayó en los brazos de Morfeo.

Una y otra vez, en mil formas y en mil momentos diferentes, el muchacho rubio de ojos azules se presentó en sus sueños, no obstante, este se desvanecía instantáneamente, sin permitirle al británico siquiera atisbar algún detalle que le permitiese desentrañar la procedencia de aquella serie de visiones.

De pronto estaba aquel muchacho llorando, y el intentando animarlo, hasta que el joven finalmente sonrió, y todo volvió a ser devorado por la niebla, solo que este fragmento de lo que sea, no fue sucedido por otro, como solía suceder, sino que la oscuridad comenzó a expandirse hasta que no hubo otra cosa; Arthur no era capaz de ver donde se encontraba parado, ni siquiera veía sus manos teniéndolas frente al rostro.

—¿Quién eres?—. Volvió a preguntar, moviendo sus ojos en todas direcciones, sintiéndose inseguro al creer que no estaba solo en aquella inmensa oscuridad. —Por favor, dime quien eres.

Nada ni nadie había a su alrededor, la oscuridad lo había devorado todo, dejándolo inmerso en la más triste y profunda soledad. Cayó de rodillas y le dio un fuerte puñetazo al suelo, luchado por no romper en llanto a causa de la frustración. Lo peor de todo, es que ni siquiera sabía por qué se sentía así.

La oscuridad fue atravesada en ese instante por una minúscula, aunque intensa luz. Arthur la examinó detalladamente, a pesar de que lo cegase, se trataba únicamente de un pequeño punto flotando (o quizá rrompiendo el velo arcano) en las penumbras.

Se quedó allí, sentado sin moverse, observándolo a la distancia sin siquiera parpadear, y mucho menos pensar en tocarlo, temía que hasta el más ínfimo movimiento pudiese apagar aquella frágil luz. Pero de pronto apareció otra, y para su sorpresa, otra más, y así fueron descubriéndose una a una aquellas pequeñas lucecillas, y parecían formarse cual ejército una junto a la otra, dispuestas así a luchar contra la oscuridad hasta que una destruyese a la otra.

Arthur despertó del sueño estupefacto, cubierto de sudor frio, con la respiración agitada, el pulso a mil, y lágrimas cayendo cual cascadas de sus ojos verdes. Algo más había pasado en su sueño, mas no recordaba de qué se trataba.

Se echó el cabello pegado en la frente sudada hacia atrás, y esto sirvió para que se percatase de que su brazo estaba totalmente cubierto de sangre. No sin miedo al respecto, observó cuidadosamente de dónde provenía la sangre, y notó que su piel había sido atravesada, como si le hubiesen clavado algún artefacto punzante en diferentes lugares. Antes siquiera de llegar a formular la pregunta de quién podría haberle hecho eso y porqué, notó que con su otra mano, sostenía una ensangrentada piedra puntiaguda. Si bien eso ayudó a responder una de las preguntas, no por ello se sintió menos desconcertado, él mismo se había hecho eso, al parecer, mientras dormía, ¿Pero por qué mierda se haría eso?

Su adormecido brazo comenzaba a sentir el inminente dolor de aquellas enigmáticas autolesiones, él británico se acercó hacia la laguna, y hundió en sus frías aguas su brazo, con la intención de limpiarlo y que el agua fría aminorase un poco su dolor.

Se percató también, de que no recordaba el momento en que se quedó dormido, ni siquiera recordaba haberse acostado a dormir. Entre tanto reflexionaba sobre estos detalles sin llegar a ningún tipo de conclusión, retiró el brazo del agua, notó entonces, que las heridas de su brazo, ahora limpio, tenían una forma particular. Se trataba de varios puntos los cuales, si bien se encontraban un poco desordenados, parecían estar en fila. Acercó su mano temblorosa, sin saber por qué, y en un impulso extraño la pasó sobre cada una de aquellas minúsculas heridas, y si bien el tacto le obligó a soltar quejidos de dolor al rozar algunas, otras no le provocaron más que un ligero ardor, es decir, algunas de aquellas heridas eran más pequeñas que otras. Por más que las observó, e incluso las tocó varias veces al tiempo que reflexionaba al respecto, no encontró, ni siquiera en el más profundo rincón de su memoria, con que asociar aquellas marcas.

Nuevamente fue invadido por la desolación y la melancolía, si es que estas le habían abandonado realmente en algún punto.

Se sentía fuera de lugar, cansado, y triste, en todo el tiempo que había vivido allí, nunca se había sentido de esa forma, el mundo feérico se consolidó como su hogar desde el primer día, nunca había recordado su antigua vida mundana con demasiado cariño, no obstante, ahora sentía que se había perdido de algo, era como si aquella corta e insulsa vida humana que el recordaba, no fuese más que un velo que ocultaba algo detrás de sí, algo mucho más profundo e interesante, y detrás de aquel velo, inequívocamente se encontraba oculto también el muchacho rubio de ojos azules.

Luego de todo lo vivido y las miles de maravillas vistas a lo largo de aquellos interminables años, a Arthur le costaba demasiado concebir algo como "imposible", pues desde que tenía memoria, nada había sido imposible en su vida, no obstante, tampoco encontraba explicación alguna a lo que le estaba sucediendo.

Entre tanto meditaba en silencio, acompañado únicamente de la fauna, su amigo Minty, que pasaba por allí, al verle tan taciturno se acercó a hablarle, y vió entonces las heridas en su brazo, y la piedra ensangrentada a un costado.

—¡Que te sucedió!—. Exclamó horrorizado al tiempo que volaba a toda velocidad hacia su amigo. —¿Te encuentras bien? ¿Te duele? ¿Quién lo hizo?

—No estoy del todo bien Minty...—. Fue lo único que respondió el británico, con los ojos perdidos en el horizonte. —Y ya no sé cómo lidiar con ello.

—¿Qué quieres decir con eso?—. Inquirió el conejo, cuya preocupación se había incrementado.

El británico se encogió de hombros.

—Nunca antes me había pasado—. Se sinceró. —Creí que no era más que soledad, creí que se trataba de que soy el único humano—. Tras oír esto, el conejo palideció, no obstante Arthur no se percató y continuó hablando. —Incluso pensé en buscar a alguien que me acompañase.

—Eh...—. Minty se detuvo al instante, arrepintiéndose de lo que iba a decir.

—¿Ibas a decir algo?-­—. Preguntó el británico, deteniendo momentáneamente su relato.

—No, p-prosigue—. Respondió el conejo sintiendo un nudo en el pecho, y diciéndose mentalmente que era un mal amigo y una basura.

—Me di cuenta que no era eso, porque el vacío que siento... no se debe a algo que jamás tuve, sino a algo que perdí, ¿No te ha pasado? Perder algo que amas, y sumirte en un dolor inconmensurable, algo que no puedes simplemente reemplazar con otra cosa que se le parece, yo no dejaría de sentirme solo por el simple hecho de que hubiese alguien más como yo. Yo siento como si hubiese perdido a alguien, y es a esa persona a la que quiero, es lo único en lo que puedo pensar, cada día que pasa esta espina se clava más profundamente en mi corazón, y de pronto me encuentro llorando sin razón, o soñando con una vida que jamás me perteneció. Porque tú me conoces Minty, yo jamás salí de aquí, no interactué con otros seres humanos desde que era un niño. ¿Cómo es posible que extrañe tanto algo que jamás tuve? En mis sueños, en mis pensamientos, en todo momento, se me presenta esta persona, pero no sé quién es, no se su nombre, no sé de donde lo conozco, o si lo conozco siquiera, solo sé que él esta espina. Pero de nuevo, no sé ni el cómo ni el porqué, y tampoco sé cómo arrancarla de mi ser. Será... ¿Será que estoy enloqueciendo?

—Ay... Arthur...—. El conejo no fue capaz de concluir su oración, puesto que a media oración se quebró debido al llanto. —Lo siento, lo siento tanto...

—¿Qué dices Minty? Esto no es tu culpa, es un asunto mío.

—Habla con Lukas—. Soltó Minty con seriedad, para luego huir a toda velocidad, sin esperar la respuesta.

—¿Lukas?—.Repitió Arthur confundido ante aquella idea, es decir, Lukas era uno de sus mejores amigos, eventualmente le contaría aquello, y puede que también a Vlad, pero Minty, además de comportarse de forma demasiado extraña, le había dicho aquello con tanta solemnidad, que lo dejó demasiado intranquilo. ¿Por qué lloraba? ¿Por qué pedía perdón? ¿Y porque huyó? Todo era demasiado sospechoso, decidió entonces hacer caso al conejo, y hablar sobre aquel asunto, a solas con Lukas.

Se puso de pie, el hablar con Minty había resultado casi terapéutico, pues si bien su estado de ánimo no había mejorado en demasía, sentía que el contárselo a alguien más había alivianado un poco el peso sobre su espalda. Al observar el cielo, se percató de que este se encontraba invadido por miles de estrellas luminosas... estrellas, Arthur sabía bien que estas implicaban algo de aquella "otra vida" como le decía a sus sueños y delirios, pues no era la primera vez que le conmovían de la forma en la que lo estaban haciendo. Y como era de esperarse, estas desencadenaron un nuevo recuerdo, si es que así se le podía llamar, no obstante, fue uno bastante particular.

Sabía que algo faltaba en su sueño, y esa sospecha se confirmó en ese instante, pues aquel recuerdo, era el final de ese extraño sueño.
Las luces que había visto eran estrellas, y frente a ellas, se encontraba el muchacho de los ojos azules, observándolo con una cálida sonrisa.

—¿Quién eres?—. Volvió a preguntar el británico.

El muchacho  se acercó y se arrodilló frente a el, una vez estuvieron a la misma altura, el muchacho le secó delicadamente las lagrimas al tiempo que acariciaba la mejilla, ensanchó su sonrisa, provocando que sus mejillas se sonrojasen, y entonces le dijo su nombre.

"Alfred".

N/A: Hago spam también acá porque puedo y quiero: soy un desastre mal organizado y necesito un beta reader, si algún alma caritativa se apiada de mi que me envíe un mensaje privado. Gracias <3

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Aquí se tratara de puro humor así que si quieren leerlo adelante :3..... 100% Fake no Real xD
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