Juegos salvajes

By MariaRihers

171K 11.6K 2.1K

Lionel es un chico cuyo pasado lleva tatuado en su piel. Literalmente. Los errores de otros, más concretament... More

Prólogo
¿Compañeros de cuarto?
La fiesta
Sueño y realidad
Charla a media noche
La fiesta de bienvenida (Parte I)
La fiesta de bienvenida (parte 2)
Buenas noches
Resaca
¡Que comience el juego!
Primer día de clase
Un simple hola
Intenciones
Monstruo
Aléjate de él
Ojos negros
Desgastandonos
Al cuerno
Los ojos del dragón
¿Decisiones tomadas?
Amigos de la infancia
Mi lugar favorito en el mundo
Haciendo arder el cielo
Tentación constante
Me gustas
Gracias por quedarte
Lo haría por ti
Sentimientos
Sentimientos II
Niña desordenada
Carta blanca
Touché
Ojos rojos
La destrucción de Lionel Eisen
Adelanto capítulo 36 (Leed "nota autora" del final)
¡Nota importante!
Relaciones
Nota :v

Confesiones que liberan el alma

3.4K 228 35
By MariaRihers

Como si fuera por arte de magia los días comenzaron a avanzar, tras el incidente de la pastilla, al igual que mi relación con Lionel; hacia adelante y sin el menor altibajo.

Me sorprendía que a estas alturas no nos hubiéramos matado y más si me remonto al primer día que lo conocí, en el que lo más agradable de todo fue la vista de su trasero. Pero no quise darle importancia al comienzo de algo que ni siquiera nos planteábamos que fuera a suceder, y me centré en el ahora, en el instante en el que sus ojos se posaron en los míos y se achinaron ligeramente por la amplia sonrisa que tenía en sus labios.

— ¿En qué piensas? —preguntó mientras acariciaba mi hombro desnudo con la yema de sus dedos. Por más que lo pensase no encontraba un lugar mejor en el que estar en este momento que entre sus brazos, tras una larga y más que placentera sesión de sexo.

—Ahora mismo en nada.

—Eres una mentirosa horrible, menos mal que no te dedicas a ello porque no ganarías ni para comer —bromeó de forma descarada haciendo que en venganza le retorciera uno de sus pezones con cierta maldad. —Está bien, está bien, eres una mentirosa genial pero suéltalo ya —me pidió mostrando sus manos en señal de rendición.

No pude evitar sonreír. Si hace algo más de un mes me hubieran dicho que el chico malo del campus estaría en mi cama y con las manos en alto pidiendo clemencia los tomaría por locos.

— ¿Y qué más? —insistí presionando aun más su sensible piel con mis dedos. Al ver la mueca de dolor en su rostro aminoré mi fuerza pero aun sin liberarlo.

—Todo lo que quieras pero suelta —su tono más que de petición sonó de orden por lo que negué con la cabeza dejándole clara mi postura.

—Tienes que decir que soy la mejor, la más guapa, la más lista y sobre todo que estás loquito por mi —hablé con un tono de lo más infantil sabiendo de antemano que esas palabras jamás saldrían de su boca.

—Eso es la cosa más estúpida que he escuchado en mucho tiempo.

Sus palabras de provocación surtieron efecto y junto a su traviesa sonrisa lograron hacerme fruncir el ceño y echarle mi denominada ''mirada de la muerte''. Como era de esperar, y más conociéndole, se echó a reír como si fuera la cosa más graciosa del mundo y tras unos instantes de mirarle fijamente pareció darse cuenta de que este no era el momento de una carcajada.

—Está bien —cedió y no pude evitar esbozar una sonrisa, —lo haré en cuanto confieses que te mueres por mis huesos —finalizó. Me di cuenta en ese momento que mis dedos ya no agarraban su pezón, que lo había soltado en algún momento de la conversación sin darme cuenta y lo cierto es que no importaba lo más mínimo. Por más broma que fuera todo, un tono serio teñía su voz y comprendía perfectamente el porqué; aunque nos lo demostrásemos con hechos lo cierto es que nunca habíamos dicho lo que sentíamos o dejábamos de sentir el uno por el otro. Supe en ese momento que lo divertido se había convertido en algo serio.

«—Vamos, Cleo, no es tan difícil, tan solo tienes que abrir la boca y decirlo —me presioné esperando que realmente funcionase».

Lo único que obtuvo Lionel de mi parte fue silencio. Crudo y frío silencio.

—Pensé que estaba muy claro lo que siento por ti —traté, en vano, de retrasar lo inevitable diciendo algo tan cliché pero totalmente cierto.

—Y está claro pero quiero escucharlo salir de tu boca.

—Fuera de todo pronóstico y lógica existente estoy loca por ti —logré pronunciar casi como si con esas palabras estuviera quitándome un gran peso de encima, que aunque no fuera de forma literal, tras decirlo me sentía como si pesase una tonelada menos. Sus ojos seguían puestos en mí de forma expectante, casi como si tratase de quedarse con cada palabra, cada gesto y mueca de mi rostro a la hora de dedicarle esas palabras y cuando logró absorber cada instante sonrió de una forma que jamás lo había visto. Era una sonrisa dulce, casi tímida, nada presumida y totalmente pura. Y si me seguía sonriendo así el mundo dejaría de doler, mejor dicho, ¿A quién le importaría el mundo teniendo su sonrisa?

—Pues que suerte porque ahora somos dos locos consumidos por la misma locura —me confesó sorprendiéndome una vez más por la elección de sus palabras que, lejos de desagradarme, comprendí como si las hubiera dicho yo misma. Mi corazón se aceleró nada más escucharle y, por extremadamente irracional que suene, pude sentir como mi corazón sonreía al saber que ya nunca estaría solo.

No me detuve al sentir la necesidad de besarle y me lancé a hacerlo como si de ello dependiera mi vida. Nuestro beso fue apasionado, rudo, necesitado, hasta que nos dimos cuenta de que ya no era ese tipo de beso el que buscábamos, el que queríamos compartir, y lo fuimos ralentizando hasta que nuestras bocas se convirtieron en una mezcla de pasión y cariño. Fue justo ese instante en el que comprendí que, de una manera de la que ni siquiera nos dimos cuenta, fuimos encajando como dos piezas de puzle únicas en su especie, incapaces de combinarse de otra manera que no fuera la nuestra. Nosotros mismos completábamos nuestro propio camino.

—Jamás me podía haber imaginado acabar así —dije casi como si estuviera pensando en voz alta. —Y no puedes culparme, eras un gran cretino —traté de bromear aunque como siempre lo hice en el momento menos oportuno. La sonrisa que había esbozado Lionel minutos atrás no parecía querer desaparecer, seguía puesta en sus labios, y eso me hizo ver a Lionel de una forma más tierna de lo que estaba acostumbrada.

—Así que un gran cretino... —repitió mis palabras mientras buscaba la mejor manera de devolverme ese ataque tan innecesario. —No, creo que sigo el mismo de antes, tu has sido la que ha cambiado. Has cambiado por mí, Cleo —pronunció con cierto orgullo tiñéndole la voz. Al mismo tiempo que lo escuchaba mis dedos se habían entretenido en acariciar tu costado y disfrutaba de su piel completamente erizada por el contacto de mis dedos.

—Seguramente. He de reconocer que me he vuelto una aburrida y antipática y la única explicación que se me ocurre es tu presencia —mi tono serio y mis palabras saliendo como si se tratase de una maquina lograron que su sonrisa se desvaneciera y que una pequeña arruga se adueñara de su frente al fruncir el ceño. —Se me olvidaba lo malhablada y arrogante.

Podía palparse en el ambiente lo descolocado que estaba, esa era la idea, pero en cuanto lo vi que interiorizaba mis palabras tratado de buscar una lógica di por finalizado el juego.

—Para que luego digas que soy mala mentirosa —me descubrí haciendo que su expresión fuera completamente distinta; parecía cabreado. —Vamos, no puedes enfadarte por esto, era una broma.

—En realidad si que puedo enfadarme pero no lo haré porque vas a compensar tal ultraje a mi persona y sobre todo a mi ego. Y tengo muchas ideas en mente, Cleopatra —en cuanto dejó de hablar pude sentir su cuerpo encima del mío, aplastándome pero sin hacerme el menor daño, y sus brazos me apresaron en cuanto traté de huir de la tormenta que se avecinaba. Pero ¿Quién es su sano juicio querría huir del huracán Lionel? Exacto, absolutamente nadie.

—Oh no, no y no —apoyé mis manos en su pecho empujándole dispuesta, en mi ingenuidad, a quitármelo de encima. Como era de esperar él no pensaba poner de su parte por lo que lo intenté durante unos segundos hasta que me di por vencida. Sí, me estaba volviendo una floja en la materia de resistirme a Lionel Eisen.

— ¿Cómo que ''Oh no''? —su tono de voz había cambiado, no de forma drástica pero si lo suficiente como para que no tuviera la menor duda de sus intenciones. Aunque pensándolo bien el sexo era su única intención siempre.

—Como lo oyes, tenemos que hacer más vida social y salir de este cuarto de vez en cuando.

—Juraría que el sexo se considera vida social. Ya sabes, socializo con tu boca —entonces dejó un rápido beso en mis labios, —socializo con tu cuello —seguidamente besó mi cuello haciendo que inconscientemente mi piel se erizase, —socializo con tu cadera —pasó la yema de sus dedos por el contorno de mi cadera y por el movimiento de su mano supe cuál sería su próximo destino, —y finalmente socializo con la parte que más me gusta...

—De eso nada —le impedí su objetivo agarrando su mano para entrelazarla con la mía, —no hay sexo hasta que nos relacionemos como dos personas normales y no como dos conejos en plena época de apareamiento.

—Eso es un poco exagerado ¿No crees?

— ¿De veras? Juraría que esta es la segunda caja de condones de esta semana.

—Hay que decir en defensa del sexo que la primera ya estaba empezada.

—Y hay que decir en su contra que la segunda contenía veinticuatro preservativos.

Lionel realmente parecía sorprendido al decirle que realmente teníamos un problema hormonal grave, y aun sabiendo que eso no nos quitaba las ganas a ninguno de los dos, se movió de encima de mí para volver a recostarse a mi lado. No dudé en apoyar la cabeza en su pecho y disfrutar del relajante sonido que emanaba su cuerpo al respirar.

—Estas hecha todo una ninfómana —soltó rodeando mi espalda con su mano y comenzando a hacer pequeños círculos acariciando mi piel.

—Aprendí del mejor.

—Ya era hora de que lo reconocieras.

—Cuando te conocí pensé que todo ese ego y esa soberbia eran pura apariencia y ahora me doy cuenta de que nunca lo fueron. Tu eres esto, lo que se ve y es por eso eres la persona más valiente que conozco —A pesar de ser un gran cambio de tema no quería guardarme algo como eso por más tiempo en mi pecho. Sentía la necesidad de decírselo, de reconocerle que, a pesar de que tengamos esta tensión, lo sigo viendo como una persona de carne y hueso, y no solo como un pene con patas.

—Vaya, no me esperaba eso. Me gusta ese talento tuyo de volverlo todo profundo y personal.

—Tu lo hiciste desde el momento en el que te conocí.

— ¿A qué te refieres? —preguntó con cierta curiosidad tiñéndole la voz.

—A todos esos comentarios sobre nuestra química, nuestra conexión. Y sé que esto es un cambio de tema muy drástico pero ¿Cómo puedes hablar de sentimientos tan abiertamente y no haber nombrado a tu familia desde que nos conocemos? Excepto lo de tu padre, claro.

Lionel pareció algo descolocado con mi pregunta, además del gran cambio de tema tan de golpe, y por sus gestos pude ver que no era algo fácil de responder para él. Centré mis ojos en los suyos, los cuales estaban siendo esquivos, hasta que procesó todas mis palabras, entonces reconozco que me perdí en la oscuridad de su mirada.

—Porque los sentimientos son algo que me nace, que provocas en mí, que me arde en el pecho, mientras que mi familia es algo que me mata, me desgarra y me mantiene prisionero en mi propio cuerpo.

Sus palabras sonaron totalmente sinceras y su voz tan sumamente rota que sentí cada silaba que vocalizó y sin poder, ni querer, evitarlo le abracé con fuerza deseando que se sintiera un poco reconfortado.

—No tienes que sentirte mal por lo que he dicho, es la verdad, y además es algo a lo que estoy acostumbrado —su tono de voz era el habitual, no había ni una muesca de resentimiento ni siquiera de dolor en ella, sonaba como si lo hubiera ensayado una infinidad de veces frente al espejo, aunque conociendo a Lionel no me creo que eso fuera cierto. —Te pierdes en tus pensamientos —me sacó de mis desvaríos mentales devolviéndome a la realidad.

—Me siento mal por no poder aminorar tu carga.

—Pues no deberías, tan solo yo puedo hacerlo.

— ¿Entonces por qué no lo haces? —pregunté sin pensar ya que era una duda existencial y completamente lógica. Mi mente era incapaz de encontrar una razón lo suficientemente buena como para que dejase que su pasado le estuviera hundiendo la vida continuamente y eso me hacía estar ansiosa por conocer la respuesta. ¿Qué podía ser tan malo como para fustigarte todos los días de tu vida?

—Porque merezco sufrir por lo que hice durante el resto de mi vida. No sé decirlo de otra forma así que aquí voy; soy el único responsable de la muerte de veintitrés personas.

Eso respondía con creces mi pregunta.

Continue Reading

You'll Also Like

312K 21.9K 33
Las mentiras envenenaron los corazones de aquellas dos personas malditas. Lu va en su 4to año en Hogwarts. Parecía que su vida iba normal, claro, su...
592K 25.8K 46
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
184K 13.9K 26
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
Queen By Liz

Romance

56.4K 2.9K 25
Libro de Eva Muñoz