Juegos salvajes

By MariaRihers

171K 11.6K 2.1K

Lionel es un chico cuyo pasado lleva tatuado en su piel. Literalmente. Los errores de otros, más concretament... More

Prólogo
¿Compañeros de cuarto?
La fiesta
Sueño y realidad
Charla a media noche
La fiesta de bienvenida (Parte I)
La fiesta de bienvenida (parte 2)
Buenas noches
Resaca
¡Que comience el juego!
Primer día de clase
Un simple hola
Intenciones
Monstruo
Aléjate de él
Ojos negros
Desgastandonos
Al cuerno
Los ojos del dragón
¿Decisiones tomadas?
Amigos de la infancia
Mi lugar favorito en el mundo
Haciendo arder el cielo
Tentación constante
Me gustas
Lo haría por ti
Sentimientos
Sentimientos II
Niña desordenada
Carta blanca
Touché
Ojos rojos
Confesiones que liberan el alma
La destrucción de Lionel Eisen
Adelanto capítulo 36 (Leed "nota autora" del final)
¡Nota importante!
Relaciones
Nota :v

Gracias por quedarte

3.7K 274 55
By MariaRihers

Dedicado a fatimacampos2702 Espero que lo disfrutes :3



—¡Hola, papa! —saludé a mi padre de forma efusiva en cuanto abrí la puerta. —Ni te imaginas lo que te he echado de menos —susurré en cuanto, inconscientemente, me abracé a él con fuerza. Sentía que había pasado demasiado tiempo desde que no nos veíamos y apenas se iba a cumplir un mes desde que estoy en la universidad. Mi padre tardó un segundo en reaccionar, lógico cuando no se esperaba tal recibimiento, y me siguió el abrazo dejando un sonoro beso en la mejilla.

—Hola, pequeña —por cursi y típico que suene, amaba que siguiera llamándome igual que cuando tenía tres años, se había convertido en algo nuestro.

En cuanto nos separamos, me aparté del medio dejándole pasar a mi habitación. Por suerte, más bien por prometerle a Lionel recompensarle con creces, lo convencí de que no estuviera aquí y supuestamente no va a pasarse en todo el día para dejarme disfrutar un rato con mi padre.

—Bonita habitación —dijo de pronto mientras que recorría con la mirada mi humilde morada. —Supongo que la parte ordenada es de tu compañera de habitación, tu siempre has sido un desastre con tus cosas —finalizó regalándome una tierna sonrisa. Y sí, es cierto, no le había comentado el tema de compartir habitación con un chico pero era para que no se volviera loco. Aun recuerdo cuando tenía unos trece años y un chico de mi colegio me regaló una tarjeta en la que decía que yo le gustaba. Mi padre averiguó quien fue y donde vivía, y se presentó en su casa para hablar con sus padres diciéndoles que si volvía a acercarse a mi llamaría a la policía y que con los contactos que tenía se pasaría en un correccional hasta la mayoría de edad. El pobre chico, ni siquiera se atrevía a mirarme a la cara desde ese espectáculo.

—Tampoco soy tan caótica ¿no? —dije sin pensarlo pero en cuanto comparé la parte de Lionel y la mía me di cuenta de que o yo era un gran caos o él era un maniático del orden. Me decanto sin dudarlo por la segunda opción.

Había una parte de mi que me pedía salir a aquí de gritos, que no era buena idea que estuviéramos en la habitación pudiendo estar en la cafetería hablando tranquilamente y en cuanto pude oír una llave entrando en la cerradura supe que debí haberle hecho caso desde un principio.

—Mira que bien, voy a conocer a tu compañera —habló mi padre con cierta emoción, una emoción que se esfumó en cuanto el cuerpo de Lionel apareció en nuestro campo de visión.

—Hola —saludó el moreno nada más atravesar la puerta. Su rostro era inexpresivo, algo que se me hacía muy extraño pues estaba acostumbrada a que sonriese casi siempre.

— ¿Qué haces aquí? —le pregunté moviendo los labios pero sin emitir ruido para que mi padre no me oyese.

— ¿Y tu quién eres?

—Soy Lionel, supongo que usted es el padre de Cleo —contestó y le ofreció la mano a mi padre haciendo que este último la mirase como si no entendiera que pretendía hacer.

— ¿Qué estás haciendo en el cuarto de mi hija?

—También es el mío —contestó como si tal cosa mientras que yo veía como mi vida se desmoronaba a cámara lenta.

—De eso nada, mi hija no comparte la habitación con un chico —la voz de mi padre sonaba firme y convencida pero solo hasta el momento en el que me miró a mí. No sé qué tipo de expresión debía tener en el rostro pero en cuanto vi la decepción de mi padre me sentí la peor de las basuras.

—Debí habértelo dicho papá pero sabía que te pondrías en plan coronel y que acabaríamos discutiendo y sin hablarnos por semanas. Odio no poder hablar contigo por una estúpida discusión.

— ¡Basta! Nos vamos de aquí. De ninguna manera voy a permitir que vivas con un hombre, ¡Tan solo tienes dieciocho años!

—Papá...—traté de calmarlo pero me echó la mirada del coronel haciendo que me callase en ese momento. Sentí como su mano me agarraba del brazo y comenzaba a tirar para que me moviera aunque mis pies no pensaban hacerlo.

—Señor —decidió intervenir Lionel haciendo que inevitablemente todos le mirásemos, —creo que se está precipitando. Cleopatra cometió el error de no decirle la verdad sobre mi pero lo hizo para protegerme.

— ¿De qué está hablando, Cleo? —preguntó mi padre sin apartar la vista de Lionel. Y ojalá lo supiera. Miré a Lionel y me di cuenta de que no tenía nada pensado, tan solo estaba improvisando. Maldito sea, se estaba jugando mi futuro y como no pensaba dejarlo en sus manos decidí intervenir.

—Siento mucho haberte mentido papá, sabes que nunca lo haría salvo que hubiera una razón de fuerza —comencé jugando con su confianza en mí, soy una hija terrible. —Y lo cierto es que es algo temporal, muy breve, ya que Lionel pronto se irá de aquí ¿Verdad? —de nuevo todas las miradas estaban puestas en mi compañero de cuarto y no le quedó otra que asentir de mala gana. Obviamente mi referencia iba hacia la apuesta y él lo sabía.

—Pero me has mentido, hija, y no me estás dando una razón para poder comprenderlo.

—Confía en mí, por favor —casi supliqué con voz de niña pequeña teniendo la mínima esperanza de que funcionase.

—Hijo —habló mi padre refiriéndose a Lionel —vamos a charlar tu y yo, de hombre a hombre y si no me explicas de que va todo esto, Cleo se vendrá conmigo.

—Claro —aceptó Lio y mi respiración se cortó de pronto. Si mi padre llega a conocerlo ya puedo dar por perdido el quedarme en la universidad, que universidad, mi vida entera estará perdida.

—En un rato nos vemos, pequeña —se despidió mi padre cerrando la puerta tras salir los dos de la habitación.

Mierda.


(...)


—No sé que tipo de magia negra has hecho, ni a cuantas personas has tenido que sacrificar para ello pero has convencido a mi padre de que eres bueno —dije aun incrédula por el giro de los acontecimientos. Era prácticamente imposible que lo hubiera logrado o que saliera entero del intento pero aquí estaba; ileso y sonriente. —Aunque eso no hubiese hecho falta si hubieras cumplido con nuestro pacto de no aparecer por la habitación.

—Eso duele —se hizo el ofendido llevándose la mano al pecho. Obviamente su inmensa sonrisa de ganador no se esfumó de su boca en ningún momento. Y lo que también era obvio es que había ignorado la parte en la que le estaba regañando.

—Ya sabes a lo que me refiero.

—Lo cierto es que no, no tengo ni idea.

—Pues que yo sé que eres bueno pero al resto del mundo no sueles darle esa impresión.

—Eso es porque el resto del mundo conoce una parte de mí que tu no.

— ¿De qué estás hablando? —pregunté con el ceño ligeramente fruncido y mirándole fijamente.

—De la verdad —su tono se había vuelto serio, casi distante y eso me hizo intrigarme aún más.

—Pensaba que éramos sinceros el uno con el otro —confesé con cierta inocencia.

—Y lo somos, no es ese tipo de verdad. A lo que me refiero es que tu no conoces mi pasado ni el de mi familia y es por eso por lo que piensas que soy bueno.

—Entiendo. No pasa nada por no saber algunas historias el uno del otro, no hemos llegado a ese punto todavía —dije con una pequeña sonrisa en mis labios viendo como Lionel alzaba la mano y la acercaba para acariciar mi mejilla.

—Lo cierto, Cleo, es que yo si que he llegado a ese punto. Quiero compartir algo de mi pasado que quizás te haga ver que no soy de la forma que crees que soy.

—Oh, está bien —las palabras luchaban por salir de mi boca pero no conseguí decir más que eso. Entonces me acomodé sobre su pecho pasando suavemente mis dedos por el y lo miré con ternura deseando que así le resultase más fácil hablar conmigo.

—Soy el hijo de un hombre que, hace años, mató en un atentado a más de sesenta personas y... ¡Agh! Podía haberlo impedido ¿sabes? Podía haber hecho algo para detenerlo y no lo hice ¿Sigues creyendo que soy bueno? —la sonrisa de Lionel esta vez era tan sumamente forzada que dolía verlo, podía percibir el dolor de sus palabras, de su mirada, y por extraño que suene incluso en su corazón. En cuanto mi cerebro procesó la información que acababa de recibir tuve muy clara mi respuesta y la seguiría manteniéndola a pesar de lo que pudiera o no haber hecho.

—Los hijos no somos los responsables de los actos de nuestros padres, Lio, no puedes creerte mala persona por algo que no has hecho.

—Es fácil decirlo, lo difícil es poder convivir con ello.

—No puedo ayudarte en eso, ojalá pudiera, pero lo cierto es que tan solo tu eres capaz de encontrar la manera de sobrellevarlo —escuchar algo tan fuerte y ver en sus ojos que se culpaba de algo de ello sin ser responsable me rompía el corazón. —Lo siento porque hayas tenido que vivir con esa carga durante años —imaginarme como lo habrá tenido que pasar, lo que tuvo que aguantar, saber el peso que llevaba en sus hombros hacía que me conmoviera sin poder evitarlo. En el momento en el que sentí que mis ojos se inundaban de lagrimas decidí desviar la mirada para impedir que se salieran.

—Entiendo si no puedes mirarme a la cara, en realidad está bien, es la manera habitual de reaccionar el ser humano a un monstruo —su voz, a pesar de sonar fría, parecía afectada por como había malinterpretado mi reacción.

—No es eso, Lionel, de verdad que no —alcé la cara para volver a mirarlo y cuanto vio como mis ojos lucían rojos y brillantes se quedó más descolocado que antes. —Es solo que me conmueve que hayas tenido que vivir con eso, que te lo hayas tenido que callar, que hayas sido juzgado por los demás sin saber la verdad. Ellos son los verdaderos monstruos.

Nuestros ojos siguieron conectados, parecía que él tratase de encontrar la trampa de mis palabras en ellos pero al no hacerlo su única reacción fue estampar sus labios en los míos. Sentí su beso tan necesitado, tan sumamente ansiado que no pude reaccionar hasta que sentí su lengua acariciando la mía. No pude evitar que mi cuerpo reaccionase a su beso y se lo seguí casi con las mismas ganas que con las que él lo había empezado. Cerré los ojos disfrutando de nuestro contacto, tratando de demostrarle con ese beso que no había cambiado de opinión respecto a mi idea de él y sentí como una lagrima rebelde resbalaba por mi mejilla.

Fui consciente entonces de que Lionel me estaba empezando a importar, y no era un importar de los insignificantes sino de los que implican sentimientos a flor de piel.

Quise salir de ahí pero me negué en rotundo a hacerlo porque sabía que Lionel lo interpretaría a que huyo de él por su pasado, cuando realmente de lo que trataría de escapar es de mis futuros sentimientos por él. Así que me mantuve tumbada ahí, besándole y dejándome besar y sobre todo olvidándome de todo lo que no fueran nuestros labios.

—Gracias por quedarte —susurró Lionel sobre mi boca, con una pequeña sonrisa en la suya, despertando ternura en mí.

No pude evitar que sus palabras despertasen mi parte curiosa y una pregunta se instauró en mi mente; ¿A caso alguien, a quien le haya contado su pasado, decidió darle la espalda? Solo imaginarme que alguien lo haya hecho hace que sienta nauseas.

Conocer esta parte de Lionel me hacía entenderlo mucho mejor; su forma de ser a veces tan fría, su desinterés por conocer gente, su forma de vivir ajeno al mundo... Y a pesar de que me gusten esos rasgos e incluso envidie no poder tener algunos de ellos, odio la historia que hay detrás y la idea de lo que ha tenido que ser para Lionel porque seguro que ni siquiera me imagino la enésima parte.

Y a pesar de que siento todo ese odio por el pasado tan duro que ha tenido que vivir, no puedo evitar sentir felicidad porque lo haya compartido conmigo. ¿En qué clase de monstruo me convierte eso?

Continue Reading

You'll Also Like

182K 15.5K 42
«¿Serías mi novio falso en una boda?» La pregunta del millón, o más bien la pregunta absurda de Claire Davis. Al verse en apuros debido a una rivali...
224K 11.4K 61
"𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙪𝙣𝙘𝙖 𝙢𝙪𝙚𝙧𝙚 𝙮 𝙡𝙖 𝙫𝙚𝙧𝙙𝙖𝙙 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙧𝙖𝙯ó𝙣 𝙥𝙤𝙧 𝙦𝙪𝙚 𝙙𝙚𝙟𝙖𝙣 𝙪𝙣𝙖 𝙝𝙪𝙚𝙡𝙡𝙖" "-𝙔 𝙖𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙚�...
1M 52.6K 45
Desde el momento que subí al tren del expreso de Hogwarts y choque con Draco y Blaise mi vida no volvió a ser la misma. Más cuando el sombrero selecc...
45.3K 4.7K 37
Júlia Fort García es la hermana mayor del joven lateral del Fc Barcelona Héctor Fort,el club invita al equipo a un partido de la sección femenina,est...