Juegos salvajes

By MariaRihers

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Lionel es un chico cuyo pasado lleva tatuado en su piel. Literalmente. Los errores de otros, más concretament... More

Prólogo
¿Compañeros de cuarto?
La fiesta
Sueño y realidad
Charla a media noche
La fiesta de bienvenida (Parte I)
La fiesta de bienvenida (parte 2)
Buenas noches
Resaca
¡Que comience el juego!
Primer día de clase
Un simple hola
Intenciones
Monstruo
Aléjate de él
Ojos negros
Desgastandonos
Al cuerno
Los ojos del dragón
¿Decisiones tomadas?
Mi lugar favorito en el mundo
Haciendo arder el cielo
Tentación constante
Me gustas
Gracias por quedarte
Lo haría por ti
Sentimientos
Sentimientos II
Niña desordenada
Carta blanca
Touché
Ojos rojos
Confesiones que liberan el alma
La destrucción de Lionel Eisen
Adelanto capítulo 36 (Leed "nota autora" del final)
¡Nota importante!
Relaciones
Nota :v

Amigos de la infancia

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By MariaRihers

No me quedó otra que irme de ahí pero no sin antes empezar a dolerme la cabeza. Había muchas preguntas en ella, muchas dudas que, como siempre, jamás serán resueltas. Aunque haya pasado poco tiempo ya he ido conociendo a Lionel y su silencio respecto a todo lo relacionado con él salvo yo, había un enorme aura de misterio a su alrededor. Y ahora las preguntas aumentaban aunque no habrá respuesta para ellas.

Cuando me dirigía al coche, con cierta culpabilidad predominando en mi pecho por no quedarme a ayudarle, como haría cualquier persona en su sano juicio, las preguntas acribillaron mi mente; ¿Qué le habrá pasado para terminar estrellando su puño en el espejo?, ¿Qué lo habrá llevado a hacer tal tontería?, ¿Por qué parecía tan sumamente descompuesto y cansado? Me di cuenta entonces de que Lionel, para mí, era sinónimo de enigma. No sabía nada de él salvo los sentimientos y sensaciones que despierta en mí.

Y dejando esas preguntas atrás reflexioné sobre la última discusión que tuvimos, sobre las palabras que me dedicó casi con desprecio. ¿De verdad que parecía que yo estaba jugando con él? Comencé a recordar nuestras palabras, nuestras discusiones, nuestros días bueno y me negaba a estar de acuerdo con él. Sin embargo, aunque perdiera mi confianza en el momento que Pablo me desveló su táctica con todas las chicas, me seguía preocupando por Lionel. ¿A caso a eso se le puede considerar juego?

Respiré hondo justo antes de introducir la llave en el contacto y ponerme en marcha a mi quedada con Pablo. Él haría que me olvide de todo esto.

El trayecto no duró más de diez minutos, algo que se me pasó super rápido por la buena música que estaban echando en la radio, la cual parecía tener algo en mi contra al ponerme la canción de Shawn Mendes que cantó Lionel. ¿El mundo está confabulando en mi contra o son ideas mías?

Salí del coche en cuanto llegué a mi destino y revisé las indicaciones que me mandó Pablo para llegar al lugar en el que habíamos quedado.

«—Avanza unos metros hasta la parada del autobús y gira a la izquierda, te estaré esperando en la terraza —recordé mentalmente cuando iba caminando tal y como me había indicado».

— ¡Aquí estás! —exclamó nada más verme logrando que pegase un brinco al sorprenderme.

— ¡Aquí estoy!

No dudó un instante en acercarse a mi y abrazarme con fuerza. Parecía que podía leerme la mente pues era justo lo que necesitaba.

—Me alegra mucho verte —dijo con la más sincera de las sonrisas. Nos separamos rompiendo el contacto, más pronto de lo que me hubiera gustado, sin embargo sentí su mano posarse en la mía y entrelazando nuestros dedos antes de que pudiera reaccionar.

—A mi también —contesté apretando ligeramente su mano. Fue todo lo que necesitamos antes de que comenzase a caminar tirando un poco de mí. — ¿A dónde vamos?

—Quiero presentarte a unos amigos. Te prometo que no nos quedaremos mucho y después tendremos todo el día para pasarlo juntos —un asentimiento de mi parte fue todo lo que necesitó antes de abrirme la puerta y dejarme entrar en un local de lo más oscuro, sin embargo no soltó mi mano en ningún momento. Por feo y extraño que suene, agarrarlo de la mano no se sentía ni la enésima parte de lo bien que se sentía con Lionel.

«—Olvídate del puto tema Lionel, Cleo. Desconecta y disfruta un poco, que te lo has ganado —me regañé mentalmente dándome cuenta de que eso es justo lo que iba a hacer».

—Chicos, esta de aquí es Cleo, Cleo, estos de aquí son los chicos —miré al frente para encontrarme con un puñado de personas devolviéndome la mirada. —Es decir, este es Sebastián —un chico moreno, de estatura media, con unos ojos oscuros aunque no pude distinguir por la falta de luz del local. —Héctor —señaló a otro chico moreno, alto pero con los ojos claros, si tuviera apostar diría que son de color miel. —Tamara —volvió a señalar pero esta vez a una chica castaña, algo más alta que yo, robusta y con los ojos achinados por lo que no pude fijarme demasiado en su color —Y Nadia —mi boca se abrió de forma automática al darme cuenta de que ella era la chica del café. Mierda.

—Un placer —conseguí decir a cada uno de ellos en cuanto los saludé con dos besos. —Aunque a Nadia ya la conozco, tuvimos un pequeño incidente en el café —finalicé logrando que todas las miradas desapareciesen de mí y se posasen en ella. Entonces Pablo y yo tomamos asiento.

—Es cierto, Cleo me tiró un café hirviendo encima —se encogió de hombros la chica que parecía diferente a la que yo había conocido. Ya no estaba tan nerviosa, ni le temblaban las manos, incluso su expresión era diferente, que raro.

—Justo íbamos a pedir unas copas ¿Os apuntáis? —preguntó uno de los chicos aunque no supe cual era su nombre pues ambos podían pasar por hermanos. Miré a Pablo para darme cuenta de que con sus ojos me estaba rogando que nos quedásemos así que eso hicimos.

—Claro, necesito una urgentemente —contesté sin pensarlo. Sentí los ojos de Pablo y su ceño fruncido a lo que le contesté negando con la cabeza quitándole importancia.

—Cuéntanos algo de ti Cleo, ¿Qué carrera estás estudiando? —le pregunta vino de Tamara, una chica cuyas curvas eran evidentes. Realmente me daba envidia su cuerpo, ya que yo era incapaz de engordar aunque me lo propusiera. Mi padre siempre dijo que eso me viene de mi madre, que era un nervio con patas.

—Está en primero de medicina —contestó Nadia por mí. —Cleo es la chica que se sienta al lado de Lionel Eisen ¿Recordáis que os he hablado de ella? Pero además, ¡Alucinad! Es también su compañera de cuarto —finalizó recordándome a la chica tímida pero entusiasta del incidente del café.

—Vaya —dijo uno de los morenos y el otro añadió; —Parece que nuestro Pablito tiene debilidad por las mujeres que rodean al temido Lionel —su boca se cerró en el preciso momento en el que una mirada, de lo más fría, por parte de Pablo se clavó en él. Había oído lo de Mónica, la exnovia que Lionel tuvo que ''recomponer'' pero ¿Hubo más? Esas dos palabras hicieron que una alerta se encendiera en mi cabeza, ¿Era yo un juego para Pablo y Lionel?, ¿Estaban compitiendo para ver quien acababa llevándome a la cama? Descarté ese estúpido pensamiento en cuanto se pasó por mi cabeza, negándome a pensar que Pablo fuera capaz de hacer eso.

—Venga chicos, vamos a pedir las copas —habló Pablo hacia Sebastián y Héctor. Los tres se levantaron con rapidez y avanzaron hacia la barra sin mirar hacia atrás. Pude oír como mi acompañante le reprochaba a uno de los chicos haber dicho eso de su ''afición por las mujeres que rodean a Lionel'' pero tuve que dejar de escuchar pues las chicas me habían preguntado algo.

— ¿Cómo dices? —pregunté al no haber escuchado en absoluto la pregunta de Tamara.

—Te preguntaba que es lo que estás haciendo aquí. El otro día estabas haciendo manitas con Lionel y ahora apareces agarrada de la mano de Pablo ¿No crees que deberías aclararte antes de jugar con los dos?

—Directa a la yugular —contesté sorprendida por la franqueza de su pregunta —Mi vida privada es mi vida privada, no creo que te tenga que dar explicaciones.

—Es cierto, Tamara. No la ataques porque tu historia con Pablo haya acabado, hace años de eso ya.

Por un momento me sentí fuera de lugar, no porque me sintiera amenazada por ella en cuanto a Pablo sino porque no quería saber nada de una conversación en la que no pinto nada al no conocerla en absoluto. Era incómodo.

— ¡Agh! cállate, Nadia —Esas fueron las tres únicas palabras que nos dedicó la chica antes de levantarse e irse dios sabe dónde.

—No le hagas ni caso, es así de gruñona siempre —esbozó una pequeña sonrisa la morena haciendo que parte de la tensión se esfumase junto a la huida de Tamara.

—Que agradable entonces.

— ¿Puedo decirte una cosa? Sé que no nos conocemos de nada pero... —asentí en su dirección haciendo que continuase hablando. —Pablo es una de las mejores personas que conozco, es uno de mis mejores amigos pero debes tener cuidado. Cuando se trata del tema Eisen, pierde la cabeza, no quiero que te pase igual que a Mónica.

De nuevo ese nombre. En ese instante vi la oportunidad de saciar mi duda respecto a esa chica, esa mujer que supuestamente fue destrozada por el chico al cual consideraba el bueno de los dos.

— ¿Qué le pasó a Mónica? —el ansia de conocer la respuesta era obvio en mi voz y es por eso por lo que la respuesta de Nadia no se hizo esperar.

—Mónica, hasta donde yo sé, era el primer y gran amor de Lionel. Él cambió mucho por ella, hasta el punto de ser amable con la gente, de saludar, imagínate —tomó aire antes de seguir con esa intensa explicación —Entonces Pablo se metió por medio. No sé muy bien como pues nadie ha hablado nunca de ello, pero Pablo consiguió conquistarla y que ella le pusiera los cuernos a Lionel. Después de eso, Mónica le dejó y comenzó a salir con Pablo, pero él no es mucho de relaciones por lo que semanas más tarde se aburrió de ella y la abandonó. Pero la dejó de una manera que ninguno pudimos reconocer a nuestro amigo; no le contestaba a las llamadas, cuando la veía por la calle la ignoraba como si no la conociera, ni siquiera le importó como estaba cuando entró en un centro por su depresión —finalizó haciendo que abriera los ojos como platos. Vaya, no esperaba un comportamiento así por parte de Pablo, joder, ni siquiera lo esperaría de Lionel.

—Después de eso cuando Lionel se enteró de lo que Pablo hizo, le pegó una paliza y nadie se metió pues de alguna manera sabíamos que se lo merecía y entonces Eisen los próximos meses dejó la universidad para cuidar de ella y ayudarla a recomponerse —volvió a sorprenderme con sus palabras haciendo que un ''Vaya'' escapase de mis labios.

—Hay algo más, has de saber que Mónica no fue la primera, esta especie de juego entre ellos lleva ocurriendo desde que son unos niños.

— ¿Se conocen desde pequeños? —pregunté con la voz algo aguda al ser incapaz de controlar el impacto que me causaba descubrirlo.

—Sí, ellos se conocen desde que tienen uso de razón.

¡Oh dios mío! Cuanta información, me sentía mareada por la sobrecarga de mi cerebro en estos instantes. Había pasado de confiar en Lionel a desconfiar de él por Pablo. Ahora tenía desconfianza de Pablo por Nadia. ¿Qué seguiría?

Lo cierto es que mi balanza interior se había decantado por Pablo gracias a que parecía ser sincero, a que dijo palabras exactas que me dedicaba Lionel pero ahora que sé que fueron íntimos ¿Quién me dice que Pablo no usa las mismas tácticas?, ¿Quién me dice que yo no soy un juego de los dos?

De pronto esos pensamientos hicieron que se me revolviera el estómago, algo que empeoró cuando Tamara volvió a la mesa. Miré en dirección por donde se habían ido los chicos y al darme cuenta de que aun no regresaban, decidí huir.

—Tengo que irme —dije de pronto sorprendiendo a las dos chicas que tenía sentadas delante. —Si Pablo pregunta, dile que me encontraba mal —le pedí a Nadia a sabiendas que Tamara no me haría ese favor.

—Claro —contestó con cierta preocupación tiñendo su voz.

En cuanto escuché su respuesta supe que era el momento de salir de ahí, corriendo a ser posible y el único sitio al que me apetecía huir era a mi habitación, con Lionel. ¿Qué estaba mal en mi cabeza para hacer eso? Salí por patas del bar, llevándome algún empujón al chocar con la gente, algo que no me importó en cuanto estuve fuera. Parpadeé varias veces tratando de centrarme y recordar donde había aparcado, algo que no me costó más de dos minutos. Y en cuanto llegué a mi coche, me senté en el asiento del conductor, arranqué permitiendo que los pensamientos acribillen duramente mi cabeza.

Lionel y Pablo se conocen desde pequeños. Lionel está jugando conmigo. Pablo dejó destrozada a esa chica sin importarle lo más mínimo y yo confié en él. ¿Cómo puedo saber que no me ha mentido?, ¿Cómo demonios he permitido que pasase todo esto?

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