Juegos salvajes

By MariaRihers

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Lionel es un chico cuyo pasado lleva tatuado en su piel. Literalmente. Los errores de otros, más concretament... More

Prólogo
¿Compañeros de cuarto?
La fiesta
Sueño y realidad
Charla a media noche
La fiesta de bienvenida (Parte I)
La fiesta de bienvenida (parte 2)
Buenas noches
Resaca
¡Que comience el juego!
Primer día de clase
Intenciones
Monstruo
Aléjate de él
Ojos negros
Desgastandonos
Al cuerno
Los ojos del dragón
¿Decisiones tomadas?
Amigos de la infancia
Mi lugar favorito en el mundo
Haciendo arder el cielo
Tentación constante
Me gustas
Gracias por quedarte
Lo haría por ti
Sentimientos
Sentimientos II
Niña desordenada
Carta blanca
Touché
Ojos rojos
Confesiones que liberan el alma
La destrucción de Lionel Eisen
Adelanto capítulo 36 (Leed "nota autora" del final)
¡Nota importante!
Relaciones
Nota :v

Un simple hola

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By MariaRihers

Dedicado a Lena_S02 por pesada, por aguantarme cuando la pesada soy yo y por apoyarme desde siempre en lo que hago. Va para ti, Lau.
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Definitivamente el primer día de clase no fue para nada lo que me había imaginado.

Tras la comida con Pablo, en la cual concertamos una especie de cita no cita para el fin de semana, volví a mi habitación deseando echarme en la cama hasta el día siguiente. En cuanto atravesé la puerta busqué con mi mirada a mi compañero de cuarto y al no encontrarlo, respiré con tranquilidad.

Dejé mis cosas por el medio, como siempre solía hacer, y como si mi vida se fuera en ello me tiré en mi cama dejando que mi cuerpo se relajase al instante. Giré sobre mí misma para quedar bocarriba en el colchón y admiré el sencillo techo que había sobre mi cabeza. Por más extraño que fuera, el sueño que llevaba acumulando desde el día anterior no hacía acto de presencia, y por ello comencé a pensar en qué es lo que podría hacer. Entrelacé los dedos sobre mi estómago y observé la nada dejando que todo el estrés, la ansiedad y las malas energías de este día abandonasen mi cuerpo.

Y hablando de malas energías, aquí volvían.

Oí la puerta de la habitación abrirse y miré en esa dirección casi como acto reflejo para encontrarme con Lionel y su expresión fría en el rostro.

—Hola —saludé casi de forma automática. Al escucharme me dedicó una rápida mirada antes de proseguir con lo suyo. En cuanto pensé que iba a ignorarme, como hacía habitualmente, casi me trago mis palabras.

—Hola, Cleo —me devolvió el saludo mientras que dejaba los libros sobre su escritorio. En cuanto lo hizo, giró sobre sus talones para apoyarse en su mesa y volver a conectar nuestras miradas. — ¿Qué tal tu primer día de clase?

—Intenso —contesté con seguridad puesto que era la única palabra que podía describirlo — ¿Y tú?

—Un día más —respondió encogiéndose de hombros.

Me incorporé completamente y me quedé sentada sobre mi cama, mirando de nuevo hacia la nada, mientras que me planteaba mentalmente si preguntarle todas las cosas que le quería preguntar, si decirle lo que me había contado Pablo, preguntarle su historia.

— ¿En qué piensas? —ahora había una pequeña sonrisa en sus labios y en algún momento de mi distracción Lionel había conseguido una manzana con la cual jugueteaba lanzándola hacia arriba —Puedo oír que estás pensando en algo desde aquí.

—Pensaba en como la gente te juzga sin conocerte. No debe ser muy agradable sentirte observado y escuchar las barbaridades que dicen de ti.

— ¿Cómo sabes que no son ciertas? —de nuevo nuestras miradas quedaron clavadas en el otro y detuvo el juego de la manzana para darle un mordisco.

—Supongo que soy del tipo de personas que quiere creer que en el fondo las personas son buenas.

—Cuidado, Cleo, me acusas de tener corazón.

—Cuidado tú, Lionel, porque me he propuesto descubrir si lo tienes.

Fue en ese momento cuando el silencio se instauró entre nosotros y lo único que se podía oír son las agujas del reloj que avanzaban a cada segundo.

Le dio otro mordisco a su manzana y yo seguía tan embobada tratando de leer cualquier cosa que quisieran esconder sus ojos, que no me di ni cuenta de lo incómodo que debía ser hasta que hizo amago de toser.

—Siempre haces que las conversaciones se tornen en profundas —dijo sin más, como si con ello tan solo quisiera cambiar de tema.

—Me gusta ver más allá de lo que quieren aparentar las personas y como te dije una vez; vas de chico malo pero no creo que realmente lo seas.

— ¿A caso no has oído las historias sobre mí? —esbozó una sonrisa de lo más falsa tratando de disimular que quizás, y solo quizás, hubiese descubierto la verdad.

—Claro que las he oído, desde el primer día, pero sé que la gente inventa rumores e historias, siempre lo hacían sobre mi cuando me mudaba a un sitio nuevo, y eso no quiere decir que sea cierto.

—Entonces hay algo que no comprendo de ti; con tu curiosidad y tu facilidad de decir lo primero que se te pasa por la cabeza ¿Cómo es que no me has preguntado por mi historia? —la sonrisa ya no estaba en su rostro, ahora era un ceño fruncido y un pequeño brillo en sus ojos lo que predominaba en su gesto.

—Supongo que al odiarme no querrías compartir algo así conmigo, es normal, no te juzgo por ello, es tu vida y deberías contársela a quien quieras tu y no a quien te pregunte —respondí dándome cuenta de que realmente, siempre, mis respuestas eran muy profundas. ¿No podía responder simplemente ''porque no'' y ya?

—No te odio, en realidad creo que incluso me caes un poco bien, pero me resulta difícil intentar hacer amistades o algo que se parezca a ello —vi cómo, tras responder, se llevaba la mano a su cuello para pasársela por la parte trasera de su pelo algo ¿nervioso?

—Es difícil ser amigo de alguien cuando, cada dos palabras, tratas de acostarte con la otra persona —lo acusé con cierto tono de broma dejando entrever la verdad en mis palabras.

—Claro que lo es. Hace unas semanas, durante nuestro baile, hubo una química explosiva entre los dos y es por eso por lo que no puedo ser tu amigo.

— ¿Me estás diciendo que tienes miedo de enamorarte de mí? —pregunté con una inseguridad casi palpable mientras que vi como Lionel comenzó a avanzar hacia mí. Todas las alertas se encendieron en mi cabeza, mi cerebro parecía un carnaval por la cantidad de luces y ruidos que había en su interior. ¿Por qué avanzaba hacia mi con esa seguridad? ¿Qué era eso que no me podía decir desde donde se encontraba? Inconscientemente, casi como si fuera la presa de un león, me deslicé por mi cama tratando de huir de la situación. Nada más lejos de la realidad. Lo que había conseguido con mis acciones es que Lionel llegase hacia donde había estado sentada y que se subiera a mi cama para lo que sea que se le hubiera pasado por la cabeza. En cuanto sentí la fría pared en mi espalda dejé de tratar de huir, porque no había a donde.

—¿Tan raro sería? —preguntó con una expresión que no logré descifrar mientras que dejaba su mano en mi pierna. Es cierto que no sentí toda esa electricidad que describen en las novelas o en las películas, pero si pude sentir algo en mi estómago, algo tan sumamente fugaz que me pregunté si ocurrió de verdad —Sé que sientes esto —dijo mientras que apretaba ligeramente mi pierna —y por raro que sea yo también lo siento —finalizó haciendo que frunciera el ceño sin saber que es lo que acababa de ocurrir entre los dos.

—El día de la fiesta el alcohol fue el que...—no pude finalizar que me vi interrumpida por Lionel.

—No es el alcohol, somos nosotros, ¿O es que acaso ahora estás borracha? El vodka tan solo intensifica las sensaciones, no las crea.

De nuevo el silencio se adueñó de la habitación. La mano de Lionel seguía en mi pierna y por raro que fuese no se sentía de forma extraña sino como si fuera lo más normal de este mundo. Y mientras que él se dedicaba a mirarme para ver lo que sea que buscase ver en mis ojos, yo traté de entender esto, de comprender que era lo que había entre nosotros sin siquiera haberlo realmente.

—¿Y qué significa esto entonces? —pregunté con miedo de la respuesta.

—Significa que si no tenemos cuidado acabaremos destruyéndonos el uno al otro. Y por con más que te desee y quiera verte desnuda todos los días en mí cama desde aquel baile, lo mejor será que sigamos con la apuesta y así terminemos algo que aun no ha comenzado —por enésima vez con su última confesión cambió el gesto de su rostro. Era como si tratase de que le pareciera bien pero no pudiera engañarse a sí mismo, o viceversa. Sentí como quitaba la mano de mi pierna, como me miraba lo que parecía ser una especie de despedida, y se levantaba de mi cama para dejarme totalmente descolocada por lo que acaba de ocurrir en cuestión de breves minutos. ¿Quién iba a decir que iba a acabar así cuando comenzó con un insignificante ''hola''?

Vi como Lionel mascullaba algo entre dientes y que a pesar de que girarse un par de veces sin emitir palabra, volvía a recuperar el rumbo establecido y tras llegar a la puerta, sin decir un mísero adiós, se fue dejándome más descolocada que antes.

Intenté no pensar en ello demasiado pero era increíblemente complicado cuando todo esa locura de sentimientos salió de su boca y pude sentirlo en mi propia piel. Aun así, traté de ponerlo en pausa, de no darle la infinidad de vueltas que sabía que le daría, ya que tantas emociones, sentimientos y locuras en un día iban a acabar con mi sistema nervioso. Por ello, prometiéndome analizarlo en detalle al día siguiente, me eché en la cama para mirar en la nada y tratar de dormirme un rato hasta descansar algo mi adolorida cabeza.

(...)

Abrí los ojos con dificultad al escuchar como alguien trataba de meter la llave en la puerta, y en cuanto esta última se abrió, vi a Lionel entrar. Ni siquiera miró en mi dirección, quizás por costumbre o quizás porque no quería verme y entonces, cual idiota, no pude evitar saludarle.

—Hola —dije con la voz rasposa por el rato que había conseguido dormirme.

—Hola —me devolvió el saludo con una enorme falta de ganas que podía sentir desde la otra punta de la habitación. Esta vez ni siquiera se había girado a mirarme así que comprendí inmediatamente lo que ocurría.

De nuevo, y a pesar de nuestra conversación,parecíamos dos desconocidos conviviendo en un mismo cuarto sin nada quedecirnos cuando nuestros cuerpos quer    

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