Keyra en las nubes (fanfic n...

Galing kay hola_eff

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Niall nunca se ha enamorado. En su penúltimo año de instituto, lo único que le preocupa son las tardes de piz... Higit pa

Sinopsis
Prólogo
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Epílogo
Agradecimientos.

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Galing kay hola_eff

No se supone que en una semana las cosas cambien demasiado. Pienso en qué tan diferente podría lucir Keyra cuando la vea de nuevo. Una semana es poco tiempo, pero su cabello está cayendo cada vez más rápido y su temperamento es extraño. Y yo la veo cada una semana. Me pregunto si estas semanas comenzarán a ir más rápido con el paso del tiempo.

Es miércoles en la noche y sigo jadeando después de dar vueltas que no conté al rededor de la cancha de atletismo. Hay demasiada neblina y se hace más evidente aún bajo los enormes focos que me apuntan y crean sombras de mí hacia todas partes mientras camino por el césped húmedo.

—¡Niall! —alguna chica me llama cuando estoy entrando al edificio de varones. Por un segundo fantaseo con que esa es la voz de Keyra y es ella quien me llama. Porque está aquí y va a clases como cualquier otra persona común de nuestra edad.

Es Megan.

—Hey —digo. Aún no me acostumbro a la Megan amable y tímida, aun que así y todo, la comprendo un poco.

—¿Cómo estás?

—Sudado —digo antes de que ella se acerque a darme un abrazo.

—Ya lo veo —se ríe. —Oye, sólo quería agradecerte por el viernes. Yo...Sigo muy avergonzada por todo. Además quería pedirte que por favor no comentes nada con nadie, tu sabes, ni siquiera con Toffee o Brandy.

¿Comentarlo con alguien? ¡Sólo un idiota lo haría! Megan no es nada parecido a una amiga para mí, pero, vamos, es una persona con sentimientos como todo el mundo, aunque alguna vez haya tenido dudas sobre eso. Nadie merece una humillación de ese tamaño. Por lo demás, no es asunto mío, como para comentarlo con alguien más.

—¿Estás bromeando? —pregunto. Mi ceño se frunce un poco. —Jamás me atrevería. Ni siquiera lo dudes.

Una sonrisa tímida se expande poco a poco en su rostro. ¿Han visto algo extremadamente raro alguna vez? Esto lo es, y mucho. Megan no sonreía de esa forma hasta hace un par de meses. Ella sólo sonreía con maldad, cuando algo cruel aparecía en su pequeña mente de villana.

—Gracias—dice.

—Sólo no me hagas esperar fuera de tu bño otra vez—bromeo. Comienzo a caminar por el pasillo y ella se apresura para alcanzarme.

—Oye, ¿cómo está Keyra?

La miro divertido.

—¿Realmente estás preguntando cómo está mi novia, Megan Benson? ¿Tú?

Megan rueda los ojos. —Sigue no agradándome, pero igualmente me preocupa.

—¿Puedo preguntar por qué no te agrada? —Siempre quise saber esto. Antes sólo no valía la pena averiguarlo, porque hablar con Megan era como un castigo.

—No puedo explicarlo —dice. —Simplemente no me agrada. No la odio, si es lo que te preocupa. Ella es simplemente la clase de personas con las que no quisiera pasar el tiempo.

Envidia. O simplemente se cree demasiado ruda como para una chica de bajo perfil como Keyra lo es.

—Está bien—digo al fin. No tengo ánimos de entrar en detalles, mucho menos con Megan. —Ha tenido días buenos y malos.

Al menos desde nuestra discusión el fin de semana pasado, Keyra ha sido muy agradable cada vez que hemos hablado por el teléfono.

—Todo va a salir bien. Lo sabes, ¿cierto?

Cada segundo que paso incerto en esta conversación, me sorprendo más de las cosas que dice y la manera en que me habla. ¡Que hace unos meses no la soportaba! Y ahora es tan amable y preocupada. ¿Sólo lo hace para agradecerme o devolverme el favor? ¿Ella hubiese acudido a cualquier persona que se haya cruzado en su camino el viernes o me buscó específicamente para pedir ayuda? Si ella me buscó, no podría explicarme por qué yo precisamente.

—Lo sé—digo.

—Oye, tengo que irme. No quiero ofender, pero tú y yo no somos parte del mismo grupo. No queremos que lo parezca, ¿no es así? —Ahí está. La vieja y superficial Megan.

Suelto una risa silenciosa y niego con la cabeza.

—Vete —digo. —No es como si yo quisiera ser visto contigo, de todos modos—disparo de vuelta.

—Eres un perdedor—dice riéndose. —Pero creo que eres divertido a veces.

Ruedo los ojos antes de que se vaya corriendo por el corredor.

Después de tomar una ducha, me duermo en cosa de minutos. Estoy agotado. El consejo de Louis definitivamente va a mantenerme atrapado en mi casa desde ahora.

Pero se siente como si sólo hubiesen pasado dos horas cuando la alarma de Harry me despierta en la mañana. Apesar del cansancio, me levanto de la cama, tan rápido, que me tambaleo los primeros segundos. Si no me levanto ahora mismo, no voy a hacerlo en absoluto.

Desayuno con Liam, Brandy y Toffee, porque el resto de los chicos está terminando su tarea de historia universal. Ese ensayo de la lucha feminista a lo largo de la historia me tuvo toda la tarde de ayer sentado, pensando, escribiendo y tratando de soportar el dolor de trasero que las sillas de la biblioteca provocan siempre. Al menos aprendí cosas importantes.

Brandy no hace más que bromear sobre lo difícil que es ser sólo dos chicas entre cinco hombres dentro de su grupo de amigos, riéndose de las «cosas bulgares y asquerosas» que nosotros hacemos, además de «convertirnos en animales cuando vemos el football». Por favor, sólo son reacciones que las personas tenemos. Como si sus hormonas no se dispararan cada vez que ven a esos tontos actores afeminados en sus películas de vampiros con tramas repetidas hasta el cansancio.

Me lavento de la mesa cuando mi teléfono comienza a sonar.

Cuando veo el nombre de Will en la pantalla, mi pulso comienza a correr inmediatamente. Le ha pasado algo a Keyra. Mierda, no.

—Will—digo, tratando de respirar con normalidad y de sonar tranquilo.

—Hola, Niall. ¿Todo bien? —pregunta. Él está tranquilo.

—¿Pasó algo?

—No—dice. —Quiero decir, nada alarmante. Sólo quería pedirte un favor. Claro, sólo si puedes —dice. —Si es complicado, por favor no te preocupes.

—Claro, ¿Qué es?—digo. Respiro profundamente para que mi pulso vuelva a su ritmo normal. y con el dorso de mi mano me quito el sudor de la frente.

—Keyra comienza hoy el nuevo ciclo de quimioterapias, no sé si ella lo mencionó.

—Sí, ella me dijo ayer.

—Bien, resulta que surgió una reunión de finanzas sumamente importante en la empresa y Jeff estará llevando a uno de mis clientes a la oficina de reuniones. Es algo complicado y no vale la pena explicarte los detalles ahora mismo. El punto es que necesito que alguien lleve a Keyra a su cita médica y estaba preguntándome si tu podrías hacerlo, ya que tienes tu auto y todo eso. —Antes de que pueda responder, Will añade: —Sólo si tú puedes hacerlo, si no es así, realmente puedo conseguir una forma de encargarme de ella.

—No, claro que puedo—digo. —No es nada.

«¿Qué hay de tu tarea de historia?» mi inconsciente pregunta. «Necesitas un permiso de Ellison para salir del instituto un día jueves, además de la asistencia a clases. Tienes que hablar con cada profesor para saltar sus clases.»

—Genial—dice. —Muchas gracias, Niall. Yo ya me encargué de llamar a la administración del instituto para que tú puedas salir. —responde a mis pensamientos. —Todo está listo, sólo tienes que confirmar tu salida y luego anunciar tu regreso en la caseta de la entrada. Voy a enviarte la dirección de mi oficina para que puedas venir por las llaves de mi casa, si no te molesta. Es que Jeff ya está recogiendo a mi cliente y no hay nadie en casa. Keyra probablemente sigue durmiendo y no escucharía el timbre.

—Iré—digo apenas Will deja una pausa. Está hablando muy rápido y me pone un poco nervioso. —Déjame tu dirección y estaré ahí cuanto antes.

—Te lo agradezco muchísimo, Niall. Luego puedes pedirle a Toffee las materias que te pierdas.

Las materias que me pierda hoy son lo que menos me importa, en realidad. Pero agradezco que Will se preocupe de cada ínfimo detalle antes de que yo salga del instituto.

Está comenzando a llover cuando me apeo del auto fuera del edificio en que Will trabaja. Ni siquiera sé exactamente a qué se dedica, pero sé que regularmente tiene muchísimas reuniones importantes con clientes importantes en lugares muy importantes. Todo lo que hace es importante, por lo que él debe ser una persona muy importante en esta empresa.

Después de dejar mi identificación en el mesón de recepción, espero junto al ascensor a que descienda desde el piso 35. Esto va a tomar un tiempo.

Un hombre gordo y muy alto, vestido con traje, se acerca y hace un gesto con su cabeza para saludarme. Repito la misma acción y un silencio muy incómodo se genera mientra esperamos a que el ascensor de digne a llegar hasta el primer piso. Por si el ambiente no se sintiera ya muy extraño, el hombre carraspea con la garganta y desliza la punta de su dedo índice por la pequeña superficie del botón de ascenso en la pared. Se sacude el polvo y hace un extraño gesto despectivo. Probablemente está criticando la limpieza del lugar en su mente ahora mismo.

Decido tomar las escaleras. Siete pisos no me matarían si no hubiese comenzado a correr por la noche hace apenas dos días, pero el dolor muscular en mis piernas comienza a pesarme en el piso cinco.

Will vuelve a agradecerme como un millón de veces antes de darme las llaves.

Cuando entro en la casa, todo está en completo silencio. Esta familia es algo numerosa, y el silecio no es algo que suceda muy a menudo. Cierro la puerta despacio y camino con cautela, siguiendo el sonido de cubiertos desde la cocina. Cuando me asomo, Keyra está ahí, sentada en la mesa de diario con la boca llena de algo que luce como avena. Su cabello sí ha perdido volumen desde el sábado y sus ojos están cansados. Me estremezco al tratar de imaginar cómo será en un semana más, y luego en dos.

Desplazo esos pensamientos y me acerco en silencio, con la tentación de espantarla. Pero me arrepiento al último minuto, porque no sé si hoy es un buen o mal día para ella. Sería capaz matarme lenta y dolorosamente si es un mal día y yo bromeo así.

—Hola, princesa—murmuro en su oreja y mi yo interno choca los cinco conmigo por hacer un buen cambio de planes.

Beso su mejilla y ella se da vuelta, aún con comida en la boca. La sorpresa en su rostro es evidente.

—Vaya, ya te has levantado y todo—sonrío. Arrastro hacia atrás la silla que está a su lado y me siento cerca de ella.

Se traga rápidamente todo lo que tiene en la boca y con el ceño fruncido, pregunta:

—¿Qué haces aquí?

¡Qué linda forma de recibirme! Hago mi mayor esfuerzo para mirarla como un perro abandonado en medio de la lluvia y ella comienza a reírse. El tacto de su mano acariciando mi mejilla me hace sentir pequeño y enclenque, pero aún así me lanza una corriente eléctrica.

—Me refiero a que deberías estar en la escuela. ¿Y cómo diablos entraste?

—Will me llamó temprano. Él no podrá pasar por tí asi que yo mismo te llevaré a la clínica. —explico y guiño un ojo. —Y entré por la puerta, obviamente.

Pone los ojos después de meterse una nueva cucharada de avena en la boca. —Muy gracioso—murmura riéndose.

Raspa el plato y se come lo que queda. La observo mientras camina hasta el lavavajillas y mete el plato ahí dentro.

—Me dió las llaves, tontuela.

Camino hacia ella y pongo mis brazos en el mostrador, rodeando su cuerpo. Hago un movimiento rápido para rozar sus labios apenas ella se da vuelta hacia mí. Joder, es tan hermosa y perfecta.

—Hola—susurro. Keyra se estremece por un segundo. —Eres muy linda, ¿te lo habían dicho antes?

Sigo su mirada cuando baja hasta nuestras manos, y entrelazo mis dedos con los suyos para obtener de nuevo su atención. Keyra asiente con timidez. Después de todas las miles de veces que le he dicho lo linda que es y he coqueteado con ella, sigue intimidándose cada vez que lo hago.

—Mi novio me lo dice bastante—dice riéndose.

Sus ojos vuelven a mí.

—Pues tu novio tiene razón. —Enmarco su rostro pequeño con mis manos y la beso profundamente. Nunca tengo suficiente de ella. Nunca.

—Te amo—soltamos al mismo tiempo. Esto es ridículo, pero gracioso.

—Ya es hora de ir al Doc—digo, pero sigo jugando con sus labios y mi voz suena ronca. No sé si estoy tratando de convencerla a ella o a mí mismo, para dejar de besarla de una vez, antes de que se haga tarde.

Su rostro se abate, apoya su cabeza en mi hombro y se queda estática. Al parecer se terminaron los besos.

—No quiero ir—gime.

Tiro de su barbilla para hacer que me mire.

—Mientras antes vayamos, antes volveremos—digo. Sigo recordándome que no debo mirar su boca si queremos ir pronto a la clínica y no perder la cita.

—¿Me seguirás queriendo cuando me quede sin cabello?

Tiene que estar bromeando. ¿Le cabe la menor duda? La miro con el ceño fruncido, tratando de regañarla sólo con el gesto.

—¿Esa pregunta va en serio? —pregunto.

Keyra asiente con la cabeza, mirándome de la misma forma en que lo hizo cuando la llamé linda.

—Pienso que ni siquiera debería responder —digo—, pero lo haré de todos modos. Sí. Te seguiré amando aunque te pongas como te pongas. ¿Crees que esta cara de bobo la pongo gratis? —me apunto a mí mismo.

Lo digo sólo para hacerla reír, pero juro que a veces en serio me veo como un idiota cuando la estoy mirando.

—Tú me haces ver como un tonto, Keyra—digo como si estuviera culpándola de hacer algo horrible.

Vuelvo a besarla. Joder, si no nos vamos ahora mismo, voy a hacer cosas con ella que nunca he hecho antes.

—Ya, vámonos—digo y tiro de su mano para llevarla al auto.

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