Fairytale (usuk)

By Epifania-chan

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"¿Sabes por qué no crees que en la magia? Es porque hubo un tiempo podías verla y sentirla cerca de ti. Pero... More

Nota
Capítulo 1: La invitación
Capítulo 2: Nuevos amigos
Capítulo 3: El reino de los seres mágicos
Capítulo 4: Soledad
Capítulo 6: Fantasma
Capítulo 7: Invisible
Capítulo 8: Dulces
Capítulo 9: Miedo
Capítulo 10: Adiós
Capítulo 11: Salto en el tiempo
Capítulo 12: Ilusión
Capítulo 13: Realidad 1/2
Capítulo 14: Realidad 2/2
Capítulo 15: Un paso más cerca de la magia
Capítulo 16: Amigo imaginario 1/2
Capítulo 17: Amigo imaginario 2/2
Capítulo 18: Alas rotas
Capítulo 19: El psicólogo
Capítulo 20: Lastima
Capítulo 21: Convivencia
Capítulo 22: Sinceridad
Capítulo 23: Problemas
Capítulo 24: Recuerdos
Capítulo 25: Una gran cruzada
Capítulo 26: Sonrisa
Capítulo 27: Reencuentro
Capítulo 28: Dos cosas sobre las despedidas
Capítulo 29: La librería
Capítulo 30: Una hermosa vista
Capítulo 31: Paz
Capítulo 32: Despedida
Capítulo 33: Cartas
Capítulo 34: Locura
Capítulo 35: Perdido en la oscuridad
Capítulo 36: La noche en la que las estrellas bajan a la tierra
Capítulo 37: ¿Quien eres?
.
Capítulo 38: Perdón
Capítulo 39: Ultima oportunidad
Capítulo 40: Encuentro
Capítulo 41: Al final del camino. Parte I
Capítulo 42: Al final de camino. Parte II
Capítulo 43: El juicio de Astreo
Capítulo 44: Un vistazo a la verdad
Capítulo 45: El deseo de una estrella fugaz
Capítulo 46: Un comienzo disfrazado de desenlace

Capítulo 5: Fuego

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By Epifania-chan

Alfred observaba el nocturno cielo estrellado desde la ventana a través de un telescopio, tirada en el suelo junto a él, había una revista con información sobre muchas de las estrellas de nuestro sistema solar, el niño sonrió al reconocer tras el lente del telescopio a varias de las estrellas sobre las cuales había leído.

Normalmente Alfred poseía una personalidad ruidosa e inquieta, quizá y hasta hiperactiva, aunque no lo quisiera solía causar muchos problemas, sin embargo, últimamente se había acostumbrado a despertar ya adentradas varias horas de la noche, mientras los demas dormian, y pasar quien sabe cuanto tiempo en silencio, observando las estrellas con su telescopio, una de sus posesiones más preciadas, una de las pocas cosas que habian podido rescatarse del incendio. El niño recordaba perfectamente el dia que lo ganó en una feria, mientras que su hermano, por otro lado, había ganado un gran oso blanco de peluche, incluso había una foto de los dos pequeños hermanos sonriendo felizmente mientras uno sujetaba el peluche y el otro la caja del telescopio, más el fuego se había encargado de hacerla desaparecer.

No sabía cuando comenzó, simplemente una noche despertó llorando a causa de las pesadillas, del recuerdo que aún permanecía fresco, el fuego devorando todo a su paso, esa noche ya no pudo dormir, así que aprovechando el cielo despejado, armó su telescopio y se quedó observando los cuerpos celestes hasta que amaneció. Finalmente aquel comportamiento terminó por convertirse en un ritual. Todas las noches, esperaba que hasta el último niño se durmiera, luego de la una de la mañana, cuando las monjas hacían su última inspección para comprobar que nadie se encontrara fuera de la cama, cautelosamente el pequeño se levantaba de su cama, y sin hacer el más mínimo ruido sacaba la caja guardada bajo esta, luego de ensamblar el telescopio con extrema delicadeza abría las cortinas, y así las horas pasaban en silencio, sin otra compañía más que la de las estrellas.

Esa noche no era como la demas, esa noche seria especial, habia esperado dos semanas, y ahora que finalmente el dia habia llegado no podia separar su ojo del lente del telescopio.

En la revista que descansaba en el suelo, podía leerse un apartado que hablaba sobre una lluvia de estrellas. Alfred había visto una de esas hace dos años y se había decepcionado mucho, su imaginación le prometía enormes bolas de luz, y fuegos de colores impactando fuertemente contra la tierra, quizá algunas transportando seres de otros planetas. Pero no fue así, no vio ni una mísera estrella moverse de su sitio.

El chico tenía bastante claro que la lluvia de estrellas no seria como en las películas, quizá siquiera pueda verla, pero tenía la esperanza de poder captar aunque sea una sola estrella con su telescopio. Quiza si la viera podria pedir un deseo mágico ¿Por que  no intentarlo? ¿Acaso tenía algo que perder? Su casa, sus cosas, sus padres, todo se había quemado meses atras, lo unico que le quedaba de su vida era aquel telescopio, y su hermano Matthew que dormía tranquilamente en la cama lindante a la suya mientras abrazaba fuertemente a su oso de peluche. 

Recordaba como una de las monjas le leía un cuento a los niños más pequeños, trataba sobre una niña que le pedía deseos a una estrella fugaz, y así mágicamente éste se hacía realidad.

¿Que le impedía soñar? ¿Que tal si la estrella si cumplía su deseo? Su inocencia, su imaginación, lentamente comenzaron a cegarlo, trayendo nuevamente aquellos recuerdos tan dolorosos, le bastaba con cerrar los ojos para imaginar una realidad diferente, para sentirse nuevamente invadido por la calidez de su hogar, pero al abrir los ojos volvía a encontrarse allí, en aquel frío y gris orfelinato. 

Entonces lo vio, fue solo por un segundo, un momento efímero, Alfred parpadeo varias veces para asegurarse de que era real, por unos segundos el cielo se vio atravesado por la luz de una estrella descendente. El niño tuvo que contener una exclamación de alegría para no despertar a los demás, era hora de pedir su deseo ¿Pero como debía hacerlo? ¿Que tal si la estrella no queria cumplirlo?

—Mira estrella, me han pasado muchas cosas malas ultimamente y creo que soy un buen chico y no merezco ninguna de ellas. Así que... si de verdad eres magica... ¿Podrías por favor revertirlas? empezando por el incendio. Creo que es lo justo— Susurro el niño mientras pequeñas lagrimas se deslizaban por sus mejillas. —P-por favor— Suplicó con la voz quebrada, apretando ambas manos contra su pecho con la intención de aminorar el dolor que comenzaba a surgir en este.

 Varios minutos pasaron, Alfred estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la puerta, un lamento ahogado amenazaba con salir de sus labios, el dolor en su pecho aumentaba, las lágrimas brotaban con más intensidad, el niño apenas y podía respirar y el hecho de que su nariz comenzara a chorrear tampoco le ayudaba. 

—Tranquilo— Se decía a si mismo forzándose a creer en aquello— Apuesto a que funcionara, la madre superiora dijo que ella una vez le pidió a una estrella un deseo y se lo cumplió rápidamente. No hay de que preocuparse, de seguro mañana llamaran al telefono, de seguro serán mama y papa, de seguro estarán enojados y asustados por no encontrarnos, de seguro nos llevarán a casa, de seguro todo estará bien, de seguro sera como si nada hubiera pasado...

El niño respiraba agitadamente en busca de aire con el que llenar sus pulmones, ¿Quien diria llorar podria ser tan cansador? No estaba bien llorar, no es algo que un héroe haría ¿O sí?

¿Por qué debía esperar? No queria darle un disgusto a sus padres, claro que no, morir rostizados ya había sido suficiente, ¿Estarian ahi verdad? Debían estarlo, ¿O es que acaso la magia de las estrellas no existe? ¿Las monjas le mintieron? No, las monjas no mienten. Su casa estaba intacta, sus padres estaban preocupados, y debía ir a verlos inmediatamente, ya luego volvería por su hermano.

Alfred camino hasta su cama y rápidamente arrancó las sábanas del colchón para luego atar ambas y hacer una especie de soga para escapar. El niño observó su creación, luego desvió su vista hacia la ventana a unos siete pies de distancia, no era lo suficientemente largo.

Con cuidado, Alfred retiro una de las sabanas que cubrían a Matthew, su hermano, quien dormía en posición fetal aferrándose a aquel oso de peluche, aun así no era suficiente, así que no tuvo más opción que apoderarse también de las cortinas.

Cuando la soga estuvo lista, ató uno de los extremos a  un gran ropero que había junto a la ventana, y dejo caer el otro extremo fuera de la ventana. Luego de dar pequeños tirones a la tela, para asegurarse de que el mueble permanecía firme, comenzó a bajar lentamente por esta, Alfred trago saliva pesadamente presa del miedo, estaba colgando en el aire, sujeto a un conjunto de sabanas y cortinas anudadas y atadas a un mueble el cual podria ceder en cualquier momento, en el peor caso este podria caer por la ventana abierta y aplastarlo, o incluso delatar su escape. Al mirar hacia abajo, la distancia que lo separaba del suelo, un escalofrio recorrio todo su cuerpo. Ya era muy tarde para retroceder, así que solo cerro sus ojos y siguió descendiendo con cuidado, hasta que sus pies finalmente tocaron el asfalto.

Alfred salto de alegría en señal de triunfo, se sentía levemente exaltado por la situación,  ¡Era como si estuviera en una película! El héroe lograba escapar del lugar en el lo aprisionaba para volver con su familia, y...¡Final feliz! como debía ser.

El orfanato quedaba a varias calles del lugar en el que antes se situaba su casa, pero no le importaba en lo absoluto, recorrió todas y cada una de ellas a paso apresurado, muy en el fondo de su ser, se sentia un poco ridiculo por creer en la magia de una estrella, pero rápidamente alejó esa idea de su cabeza. Realmente se estaba forzando a si mismo a creer.

Tras atravesar el callejón se detuvo uno minutos para recuperar el aliento, su corazón latía a mil por hora, estaba ansioso, nervioso, y asustado. Con pasos lentos, ya sin ningun apuro, camino en dirección a su casa, más al verla se quedó unos segundos totalmente petrificado sin moverse.

Ahí no había ninguna casa, solo había carbonizados vestigios de lo que una vez lo fue. Alfred no pudo contener su grito de cólera, desesperación e indignación mientras pateaba  el marco de la puerta, no podía dejar de pensar en cómo había sido tan tonto, como podía haber creído en una absurda fábula y en una absurda anciana que solo queria tranquilizarlo. 

Alfred se sentó sobre lo que quedaba de la escalera que solía llevar al segundo piso, donde esta su habitacion, sus labios temblaban, lentamente volvió a sentir aquel conocido dolor en su pecho, ya no no había nadie que pudiera escucharlo, no se molesto en disimular su llanto, se quedo horas ahi vaciando la tristeza que invadía su ser, incluso en un momento se sintió mejor, sentía una cálida presencia que le transmitía paz y tranquilidad, aun así no levanto la cabeza, Siguio alli, llorando.

El calo que Alfred sentía comenzó a intensificarse, incluso veía por el rabillo del ojo una extraña E intensa luz similar a la que causa el fuego, su corazón comenzó a latir más rápido, tenía miedo. No podía estar pasando, de seguro era una pesadilla, no de nuevo... pero entonces vio asustado como todo a su alrededor comenzaba a llenarse de un extraño humo blanco. 







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