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DominusNano

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Adam Houchein perdió a su padre en un incendio de su antigua casa cuando apenas era un niño y desde entonces... Еще

BIENVENIDO (A)
SINOPSIS
DEDICATORIA Y REPARTO
INTRODUCCIÓN
Capítulo 1 | La Bienvenida.
Capítulo 2 | El Trauma.
Capítulo 3 | Los Sprause.
Capítulo 4 | El dibujo.
Capítulo 5 | Madre Nonna.
Capítulo 6 | Lo improbable.
Capítulo 7 | El castigo.
Capítulo 8 | Las indirectas.
Capítulo 9 | La fiesta.
Capítulo 10 | La advertencia.
Capítulo 11 | La apariencia.
Capítulo 12 | El amor.
Capítulo 13 | El ministerio.
Capítulo 14 | Bajo la lluvia.
Capítulo 15 | Los ojos rojos.
Capítulo 16 | La cita.
Capítulo 17 | Lo siento.
Capítulo 18 | Los adjetivos.
Capítulo 19 | Los nanorobots.
Capítulo 20 | Disfraz.
Capítulo 21 | Luciérnagas.
Capítulo 22 | Cigarrillo.
Capítulo 23 | El cazador.
Capítulo 24 | Sucesos nocturnos.
Capítulo 25 | Dejar ir.
Capítulo 26 | Asimilando.
Capítulo 27 | Huérfano.
Capítulo 28 | Provocar.
Capítulo 29 | Vínculo.
Capítulo 30 | Fetiche.
Capítulo 31 | Retener.
Capítulo 32 | Dependencia.
Capítulo 33 | Tatuaje.
Capítulo 34 | Multifacético.
Capítulo 35 | Pacto.
Capítulo 36 | Entropía. (Parte I)
Capítulo 36 | Entropía. (Parte II)
Capítulo 37 | El juego.
Capítulo 38 | Dones.
Capítulo 39 | Garu.
Capítulo 40 | Irregularidad.
Capítulo 41 | Tres personas.
Capítulo 42 | Ni Rey ni Reina.
Capítulo 43 | Parte de algo.
Capítulo 44 | La penúltima máscara.
Capítulo 45 | En la mente.
Capítulo 46 | Pertenecer.
Capítulo 47 | El futuro y el pasado.
Capítulo 48 | El juego final.
Capítulo 49 | Estrellas.
Capítulo 50 | Ayuda.
EPÍLOGO.
AGRADECIMIENTOS
Capítulo Extra | Ethan.
Capítulo Extra | Colton.
Especial de San Valentín.
🌙 OTRAS OBRAS 🌙
🌙 CURIOSIDADES 🌙

Capítulo 51 | Pasos.

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DominusNano

Adam Houchein

Que un número desconocido, aunque sé que fue Drake o sus allegados, me haya enviado un mensaje con una imagen de Richard capturado para atraerme, fue muy bajo. Es decir, lo reconocía, pero tenía la esperanza de que lo aislaran de esto, considerando que me aparté de él desde que me fui de Nueva York y que ellos ahora se encuentran en Argentina. Lo que me hace pensar también el hecho de que Drake sabe más de mi vida de lo que creí. Incluso puede que más allá, porque él sí pudo dar con el lugar exacto en donde están Richard y su familia, mientras que yo tuve que recurrir por otros medios.

La noche tan esperada había llegado junto con ese recado electrónico. Tal como habíamos predicho, el líder del clan enemigo buscó la forma de atraerme a su guarida o lugar de encuentro, cuya localización estaba adjunta al mensaje, junto con una severa advertencia de que debía ir solo o algo le ocurriría al pecoso que me ha de odiar ahora, aunque esa no es excusa para no salvarlo de mis problemas.

Por eso, en este mismo instante, estaba solo en la cima de una pequeña colina admirando el momento exacto en el que Marte y la luna se alineaban para formar la noche tan temida por los seres sobrenaturales. No había nubes en el cielo, dándome de lleno toda la luz y el poder que la luna roja podía ejercer. Algunas estrellas se esparcían por la oscura gloria, y cada una de ellas me hacían recordar aquella noche en la que Daniela y yo transformamos nuestro amor en algo más fuerte. El frío viento, por otro lado, se mantenía constante y alborotaba mi cabello mientras me susurraba que el final de este camino está a unos cuantos pasos más.

Cuando se hizo la hora exacta que decía el mensaje, me subí a la moto que me prestó Thomas, la cual aprendí a manejar por si ocurría algo como esto. No podía traer a Garu porque eso contaba como un fuerte acompañamiento, ni tampoco podía ejercer mi reciente destreza de correr con agilidad porque Drake se daría cuenta de que no me encontraba tan indefenso. Hemos tratado de ocultar eso de él y espero, de verdad, que su clan ya no lo sepa.

El rugir de la motocicleta se escuchó en todo el lugar cuando la encendí, y no tardé en ponerla en marcha al instante, saliendo del profundo bosque y manejándola a toda velocidad cuando llegué a la vía. No conduje en dirección al pueblo, fui por la orientación contraria, tal como me había avisado Drake. No sabía realmente lo que ocultaba aquel lugar, por eso me sorprendí cuando llegué a ver una carpa que poseía unas franjas blancas y rojas.

Me detuve en la entrada de ese turbio lugar, aunque la conmoción no me dejó moverme por el momento en el que estaba detallando la tela que se levantaba y formaba tal estructura. Había un caminillo de piedras que llevaban a la entrada, la cual solo era un telón desplazado a un lado. Las franjas blancas se denotaban un poco sucias, como si esto estuviera desde hace mucho tiempo allí. A las afueras, había un remolque grisáceo aparentemente cerrado en el que, intuí, vendían dulces. La carpa tenía una bandera roja en la cima, que ondeaba con la fuerte brisa del ambiente. Lo que rodeaba al escenario era bosque. De hecho, en todo el camino hasta llegar aquí, era bosque. Por eso me pareció extrañamente escalofriante ver esta cosa situada en la nada, como si solo se hubiera alzado para mí.

Era un circo. Un mediano, tétrico, silencioso, y sospechosamente solitario circo.

Creo que mi antigua personalidad se hubiera marchado antes de procesarlo con totalidad, pero ahora existen varios factores que me impiden hacerlo. Enmarcando un poco más el que ya no soy el mismo Adam, y que actualmente puedo ejercer unos súper sentidos que me indican que, dentro de la carpa, hay unas cinco criaturas sobrenaturales, las cuales me han de estar esperando con ansias.

Apago la motocicleta y me salgo de ella, enfocándome un poco más en el caminillo de piedras que me llevan para el interior del circo. Por alguna extraña razón, lo empiezo a ver como una materialización del final de mi camino en este laberinto de vida y, ahora, muerte. Es como si estuviera ahí, esperándome desde siempre. Como si supiera que debo recorrerlo para luego escoger otros nuevos caminos, que tendrán otros nuevos finales, siguiendo el mismo ciclo hasta la eternidad en la que estoy sujeto.

Alzo un poco la vista, y trato de localizarme en lo que aguarda aquella oscuridad en el interior de la estructura. No veo nada allí. Como si todo fuera incierto si llegara a pasar ese telón desplegado.

Tenía miedo, lo admitía. No soy un insensible, aunque estoy tratando de serlo en este instante para mantenerme valiente y no ser una carnada fácil para estos seres. Intento regular los latidos de mi corazón, al igual que mi respiración, repitiéndome una y otra vez que las cosas que el destino nos tiene no siempre son fáciles. A veces son fuertes, difíciles, más no imposibles. Podemos superar cada obstáculo que encontremos en el camino, así como salir de cada hoyo en el que nos caemos. Con esfuerzo y, en ocasiones, con compañía.

A veces, cuando sé que es el final de un camino, tiendo a contar los pasos que me faltan para terminarlo, tal como mi maña de enumerar las listas. Aunque no es por los números, es más bien por las aventuras que contienen cada uno de ellos. Recobro una gran parte de mi memoria cuando llego a persuadir a mi mente para que me diga todas las cosas que hice hasta llegar a mi posición. Es como una secuencia desde el principio, hasta el fin.

Y, pues, eso hago, mientras me desplazo con seguridad a la entrada para afrontar el final. Del capítulo, del camino, del juego de ajedrez, del todo.

Uno

Llego con mamá a un pueblo no muy comprometedor, con un único problema en mi mente; adentrarme entre el mismo ambiente pueblerino.

Dos

Conozco a un chico al que creí que solo sería mi guía en la institución, pero llegó a ser algo mucho más; Mi futuro amigo.

Tres

Me topo con una familia no muy convencional, cuyos rasgos me llevaron a presenciar un aire diferente de misterios.

Cuatro

Llego a conocer a un chico tan perdido en la vida como lo estaba su lápiz en aquel momento. Y, a pesar de eso, llegamos a ser amigos para descubrirnos más el uno del otro.

Cinco

Vi tantas personas morir, como nunca la había hecho. Entre ellas, la amiga de una chica que me gustaba y lo llegaba a ocultar a través de mis actos curiosos.

Seis

Una chica llega al instituto para, misteriosamente, seducirme. Y lo que creí que serían celos, se activó en otra persona.

Siete

Me escabullí tanto en la vida y muerte de esa chica con aparentes celos, que llegué a conocer aquellas cosas que oculta el mundo, así como el pasado que ella consideraba sombrío. Pero que, para mí, se mostraba como un gratificante brillo entre la oscuridad, lo que conllevó a que me enamorara de esa persona.

Ocho

Perdí una de las personas más importantes en mi vida por consecuencia de una imprudente, pero factible, acción. Después deduje que así lo quería el destino, por más doloroso que se sienta.

Nueve

Descubrí, a través de un video y una fragmentación de mi mente, que era un híbrido mitad humano y mitad vampiro, conllevando a descubrir mi verdadero propósito en este pueblo.

Y diez

Un soldado vampiro llegó a protegerme, pero no fue más que una máscara para ocultar sus verdaderos motivos; matarme, vengarse de aquel mal que mi padre biológico le hizo. Ese mal le provocó cambiar y, ahora, queremos salvarlo. Aunque “salvar” no siempre significa “Felicidad”.

Entonces, cuando sabes que todo va a terminar al rememorar lo que considerarías el principio y el final, ves lo que verdaderamente significa ese fin. Lo que oculta el oscuro lugar; el perfecto escenario para una futura masacre.

Los bombillos a nuestro alrededor se encienden, mostrando así un área circular de arena en el centro, rodeado por gradas de madera que ascienden una tras otra, pareciendo escaleras. Detrás de ese centro, hay una cortina que debe de ocultar los camerinos improvisados, aunque no me veo en la necesidad de ir más allá, ya que los sujetos están aquí; unos tres vampiros están sentados en las gradas, mientras que Christine y Drake están en el centro. La primera está un poco alejada del segundo, entrelazando sus manos a sus espaldas, manteniéndose rígida. Drake, por otro lado, está sentado en una silla con el espaldar en el frente. Su sonrisa por notar que de verdad había llegado se amplía más y más, al punto de considerarlo un verdadero psicópata.

Me acerco a paso lento hacia ese escenario.

— Realmente eres estúpido, no creí que atraerte fuera tan fácil— comenta Drake ante mi mutismo. Después agrega algo con incredulidad cuando ve a su alrededor—. Y de verdad viniste solo. Vaya cosa que puede hacer una simple amenaza, debí de hacerlo desde un principio.

Me encojo de hombros, manteniéndome relajado. Mi vista enfocó a un vampiro, el que se puede clonar, antes de volver hacia Drake. Ese pelinegro sería un problema.

— He hecho muchas cosas estúpidas— aclaré—. Aunque no consideraría esto como una de ellas.

Mi vista no se aparta de él, aún cuando me adentro al escenario y me siento en una valla de madera que separa el centro de las gradas. Si me asustaba, ellos me verían como una broma. Por eso estaba serio, y mi mirada era tan fría y calculadora como la de ellos.

— Sigo queriendo hablar contigo, Drake— declaré—. Sabes que yo no soy culpable de los actos que no son míos. Sobre todo, porque ni conozco a ese señor que no dio más que un aporte a mi creación.

Su sonrisa se hizo un poco más grande, divertida. Realmente no creo que pueda con esto, pero tengo que intentarlo.

— Si por un mínimo segundo creiste que vine aquí a vengarme por lo que le hiciste a mamá, pues déjame decirte que estás equivocado— un rastro de emoción pasa por su oscura mirada, pero no le presté real atención—. Me costó captarlo entre la soledad, pero finalmente entendí que mamá no querría eso. La venganza no provoca que salgas del agujero, al contrario, busca hundirte aún más, al punto de que te puedas perder totalmente en ese abismo— mi boca vacila en decir lo siguiente, aunque posteriormente lo hago en voz más o menos neutral—. Y, ¿Sabes algo? Tal como mamá, no creo que Colton querría eso.

Ahí sí tuve una reacción por parte de él, la cual fue pararse de la silla de forma abrupta.

— No hables de Colton como si lo conocieras, maldita sangre sucia— advirtió entre dientes, y de reojo noté cómo los tres seres en las gradas se levantaron, pero no hicieron nada más—. Él estaría feliz de que hiciera esto. Su memoria será salvada porque pude vengarlo.

— ¿Su memoria o la tuya?— indagué al instante, reconociendo que me estaba adentrando más allá de la boca del lobo—. Julián me habló de él, ¿Sabes? Y no hace falta ser muy inteligente para procrear en la mente el tipo de persona que era Colton. No tengo duda de que él no te querría ver así. Es decir, mírate— le señalé—. Sucio, con la ropa rasgada, con un clan que te debe de seguir más por miedo que por respeto o lealtad. Sin agregar esa demencia que incita a que traiciones a cada persona que no te brindó más que apoyo.

— Cállate— instó. Su sonrisa desapareció y su rostro se iba ensombreciendo por cada cosa que decía.

— Me dijo que Colton parecía sonreír con cada cosa que hacías. ¿Crees que él sonreiría ahora al verte?

— Cállate, maldita sea— siguió advirtiendo, con los dientes tan apretados como apretaba el agarre del espaldar de la silla de madera.

— ¿Y qué hay de esos recuerdos de las cosas que hacían? ¿Siguen en tu mente o ya son un abanico de oscuridad absoluta?

— Cierra la boca.

— Dices que tu hermano era el sujeto que más querías en tu humanidad e inmortalidad, pero, ¿Crees que él te querría con lo que estás haciendo?

— ¡Que te calles!— rugió Drake, desplazando con una fuerza descomunal la silla, tirándola contra la gradas, haciendo un desastre que terminó con un estruendo y madera destrozada.

Sin embargo, no me inmuté.

— ¡No lo haré!— exclamé de vuelta, levantándome del lugar y observando, por un momento, el desconcierto en la mirada de los vampiros. Volví hacia Drake casi al instante, noté que su respiración era pesada y frenética—. ¿Sabes por qué? Porque yo haré por ti lo que Colton de verdad quiere: Salvarte. Esa es su verdadera voluntad. Y también la agarraré como aquella que quiere mamá. No hay venganza, Drake, hay salvación.

El rostro de Drake se contrajo con un sentimiento al que no le podría poner nombre, pero era como una fusión del odio y dolor que siente por mí, por Colton, por el clan, por todo, hasta por él mismo al reconocer, internamente, que yo tenía la razón. Sus puños se apretaron con fuerza. Sus ojos adquirieron un sentimiento significativo mientras me evaluaba con ellos. Su mandíbula estaba tensa. Y su cabello, por otro lado, se mantuvo alborotado ante el arranque desesperado que tuvo con anterioridad. Si le agregamos su vestimenta, que parece arrancada de algún muerto, se podría decir que Drake era una persona salida del manicomio. Solo que el manicomio eran sus pensamientos.

— Si la salvación implica vivir con los verdaderos asesinos de mi hermano, entonces no quiero ser salvado— dictaminó con severidad. Aunque parecerá extraño, pero creo que tuvo una pizca de cordura cuando pronunció un: — Lo siento.

De hecho, sí pareció el verdadero Drake del pasado cuando lo hizo. Fue como una última voluntad de él mismo, como si me lo hubiera gritado desde el fondo del hoyo en el que se hundió. Supe, en ese instante, que en realidad no hay una salvación que nos pueda dar un final feliz a todos. Esa última oración, aunque no se vio más que unas disculpas a mi aparente muerte, fue un adiós que entendí muy bien. El anterior Drake se terminó de hundir entre la oscuridad de la venganza cuando lo dijo, convirtiendo al ser que tengo frente de mí en otro vampiro.

Siempre creí que la máscara de Drake era el ser amable que me protegía, que me guiaba a los verdaderos sentimientos de Daniela, que me hacía sonreír o reír ante su inexperiencia a la nueva tecnología. Pero ahora me doy cuenta de que esa faceta no siempre fue una máscara, no, esa personalidad de verdad formó parte de él antes de la muerte de Colton. Y ese era su único rostro en aquel momento, hasta que se fracturó por el nuevo ideal que le incrustó mi padre biológico al deshacerse del hermano del castaño. Y quizás nadie me crea, pero siento ese dolor que ha llevado en sus últimos años de muerte. Y quiero salvarlo, aunque, como dije antes, esa palabra no siempre daba un resultado que hacía elevar nuestras ansias.

De verdad, aquí se separaban nuestros caminos. Y debo agradecerle que, por lo menos y aunque lo hizo más por aparentar, me hizo ver las cosas que sentía por cierta vampira. No creo que lo de nosotros hubiera sido impulsado si no fuera por Drake.

Le daría las gracias a ese chico que se terminó hundiendo, a través de su liberación.

— Yo lo siento más— emití con algo de pesar, rodeándolo y observando con atención nuestro alrededor. Después hice un silbido de tres tonos bajos, quien nadie vio como intrigante porque, evidentemente, no había nadie ni nada que pudiera salvarme a millas de kilómetros. Aunque eso no significa que cierto felino no me haya escuchado con su oído antinatural.

Los vampiros, que antes se habían sorprendido por mi insurgencia de víctima, empiezan a mirarse entre sí. Pero finalmente avanzan hacia mí a paso lento cuando Drake les indica que me acorralen. Christine, por otro lado, se mantiene petrificada, mirando el suelo. Me pregunto qué pasará por su mente, que no me está haciendo nada. Parece sospechosamente perdida, aunque al líder no le importa, su atención está en mí. Yo me acerco con lentitud hacia Drake en consecuencia al encerramiento de los secuaces. Sabía que ellos no me harían nada, y no es porque no quieran, sino que mi cuerpo le pertenece al vampiro que se mantiene como cabecilla.

— ¿Recuerdas a Garu?— le cuestioné en un acto para bajar el nerviosismo que se me quería escapar. Drake no me respondió, su rostro se había oscurecido de tal forma que considero que no va a volver a hablar más que para atormentarme—. Tú salvaste a ese tigre para mí, y quiero pensar que de verdad lo hiciste por la pequeña amistad que parecíamos tener y no porque te di lástima— proseguí, luego negué con la cabeza—. El punto es que ese felino esconde más habilidades de la que nosotros pensábamos, y lo descubrí un día después de que mamá murió, cuando necesitaba respirar aire puro en algún lugar— me refugié más en mi abrigo cuando sentí una corriente helada invadirnos de pronto—. No sé cómo Garu lo supo, si se supone que es una inteligencia inferior, aunque sé que no fue a través de la habilidad de Daniela. Pero él se las ingenió para que yo me subiera sobre su lomo y, con eso, él me transportó por un tiempo a un lugar cuya hermosa vista era representada por un jardín calmado y una pequeña caída de agua— comenté, y mi sonrisa se amplió ante el siguiente recalque—, en Italia. Otro continente. Y me llevó en menos de un minuto.

Drake no reaccionó hasta que dije eso último. Aunque no fue un gran sobresalto como quería, fue más una posición de desconcierto, como si yo le estuviera dando una advertencia que él no ve. Y sí que es ingenuo. Solo se queda parado ahí, con una ceja arqueada y sus labios formando una línea fina. Los vampiros, por otro lado, se detienen al sentir que el ambiente ha cambiado drásticamente a uno terriblemente frío.

Sí, creo que ese es el lado malo que viene. Espero no congelarme.

— Drake— le llamé cuando sus ojos miraron desorbitadamente hacia todos lados, tratando de deducir de dónde venía la niebla que nos intentaba cubrir ahora. Lo que él no sabía, es que aparecía de todos lados. Proseguí, aunque él no me prestaba atención ya—. Te presento el verdadero poder de un Mythier que, tanto como yo, quiere salvarte. Tal como tú lo hiciste con él, sin importar tus verdaderas intenciones.

Solo así el soldado, o pienso que ex-soldado a esta altura, me mira. Su odio se transforma en un repudio increíble a mi persona. Sus facciones se mantienen más tensas que de costumbre cuando se enoja.

— Tu amigo morirá si intentan algo— recordó.

— ¿Richard?— inquirí, quitándole importancia con un ademán—. Sabíamos que tratarías de atraerme, y la única forma de que logres eso es capturando a alguien especial para mí, aún si esa persona me detesta— aclaré—. Para nuestra suerte, existe un limitado número de persona a las que aprecio. Y tomando en cuenta que Tía Sam está custodiada por una poderosa Doragon, que los Sprause se pueden defender por ellos mismos, que podrías arruinar aún más las cosas si vuelves a capturar a Augus o al señor William, y que Thomas se encuentra rodeado casi siempre de cazadores, creo que el resultado de que irías por alguien de mi pasado sería obvio— señalé—. Así que le pedimos, y sobornamos, a unos hombres lobos de la manada de este mismo lugar, que fueran a Argentina y usaran sus súper sentidos para conseguir el olor de un suéter que tenía de Richard y así pudieran dar con él. Creo que, en este instante, tu único soldado en ese lugar ya fue devorado por los lobos. Claro, si no es que se resignó antes a dejarte con este clan de desquiciados— levanté ambas manos, mostrando a los tres seres que se mantenían en las gradas, mirando a todos lados—. Simón, creo que se llamaba, ¿O no?

Drake ejerció aún más su rabia cuando denotó mis intenciones.
Si esta era mi última estrategia en el juego, obviamente no iba a llegar desorientado. Tuvimos que recorrer a muchos medios antes de llegar a esta posición, en consecuencia de que Augus no pudo ver nada de esta noche. Al contrario de las otras veces, también ayudó el hecho de que trabajamos como un verdadero equipo, como un verdadero clan. Sin secretos, sin planes ocultos, y, muy importante, sin desconfianza. De verdad estábamos haciendo todo esto como una última voluntad del verdadero Drake, y esperábamos poder lograrlo.

De pronto, la niebla terminó por sumergirnos. No era lo suficientemente espesa para no poder ver, pero se evidenciaba en el aire. La tela de la carpa, por otro lado, empezó a tener capaz de hielo fino en distintos sitios, esparciéndose con rapidez. Lo mismo sucedía con la arena del escenario, en el cual, primero, se cubrió con lo que parecía nieve, y luego, de ella, sobresalieron unos ocho gruesos cristales de hielo en forma de espejo que rodearon la escenificación circular, donde no se podía ver nada a través de ellos por el momento. No obstante, tan rápido como Drake se daba cuenta de lo que pasaba, los reflejos de esos cristales empezaron a distorsionarse hasta que unas imágenes a través ellos se vieron claras; siete de esos cristales representaban a cada uno de los Sprause en el fondo de su casa, y en uno de los cristales se mostraba a Thomas encima de Garu en, lo que intuí, el fondo de mi casa. La razón de eso último es porque él es un factor sorpresa para Lydia, quien noté que se vio forzada a participar en estas últimas instancias cuando lo vio. Ese es el poder de la presión.

Ahora bien, usando un poco la imaginación, creo que el clan enemigo no tardó en confirmar las sospechas de lo que puede hacer esta nueva habilidad, cuando los nueve seres traspasaron esos cristales, como si de un portal dimensional se tratara, para llegar en carne y hueso hacia nosotros. Y es que esa era la nueva destreza que descubrí en Garu, la cual decidimos llamar Geli-transportación. Don que se une a su hábito de cambiar el clima y congelar todo lo que toca.

Realmente, creo que el felino es el más fuerte de nosotros, considerando que puede ejercer sus habilidades en cualquier zona donde su vista llegue, dando una explicación de las tres zonas arbitrarias donde debieron de aparecer los cristales; el fondo de la casa de los Sprause, mi casa, y este circo. Lugares que están a un largo radio de distancia, cabe añadir, haciendo pensar que el Mythier es una criatura a la que hay que prestarle bastante atención para obtener su verdadero potencial.

— ¿Alguien desea retirarse, antes de empezar?— les cuestioné a los tres vampiros a mis espalda, quienes, en respuesta, transformaron sus ojos a un intenso color rojo y sacaron sus grandes colmillos. Un evidente acto de rebeldía—. Bien, al menos no digan que no les dimos oportunidad.

Drake volvió a llamar mi atención cuando gruñó. Y me impactó un poco saber que ya estaba listo para atacarme, con una faceta sangrienta igual a la de sus socios.

— ¡¿Por qué nunca nos haces las cosas más fáciles?!— exclamó, desplazándose con una rapidez monstruosa hacia mí.

No obstante, antes de impactar su puño en mi rostro, un grueso cristal de huelo se atraviesa entre ambos, congelando la mano de Drake en el camino. Mis ojos se inyectaron de sorpresa ante el efecto, y el rostro de Drake se contrajo de dolor ante todo el hielo que cubre su mano. Tuvo que sacarla casi al instante con su gigantesca fuerza, rompiendo el cristal también.

Mis ojos se desplazaron hacia Garu, y le agradecí con una sonrisa cuando entendí lo que hizo. Thomas, por otro lado, bajó de él, y sacó de su cinturón aquella arma que le di en la clínica. No tardó en desplegar la punta, haciéndola parecer una espada de esgrima en la cual se presenciaban algunas chispas que podrían ejercer parálisis, o, si se llegaba a usar ambas cosas bien, creo que podría destruir. Debía admitir que se veía amenazante.

Y, entonces, comenzó aquella guerra entre clanes que tanto tratamos de evitar.

El vampiro del don enemigo, evidentemente, empezó a multiplicarse como un último recurso para darnos batalla, a la vez que yo empujé a Drake lejos de mí en su desconcierto. Al principio no fueron muchos clones, envió como unas dos copias por cada uno de nosotros, pero luego fueron aumentando mientras íbamos combatiendo y eliminando. Reconocíamos que no debíamos distraernos con estos clones, teníamos que buscar al original para que los demás desaparecieran. Pero era difícil prestar atención cuando están atacando constantemente y sin dejar que demos un respiro.

Mis habilidades de combate no es que eran extraordinarias, pero aprendí a defenderme, por lo menos. Los entrenamientos comenzaban cuando el sol salía y terminaban cuando se ocultaba, todos durante esta semana. Fue arduo el trabajo, pero estaba dando más resultados factibles de lo que esperamos.

De reojo, noto que Drake se me acerca de nuevo. En realidad, los Sprause estaban tratando de apartarlo de mí mientras peleaban con los clones, ya que yo era su verdadero objetivo. Si moría, esto acababa. Y por más que queríamos eso, no teníamos la seguridad de que verdaderamente acabara aquí si no terminábamos nosotros con esto ahora. Por ello, salto cuando Drake se barre entre el combate para llegar a mí con una patada baja, esquivándolo. Mi salto fue tan fuerte a la vez, que llegué a dar una voltereta en aire para luego enfocar a un nuevo objetivo; un vampiro con el que luchaba Aris. Y no era un clon, era uno de los otros dos vampiros que estaban en este clan, aparte de Christine.

— ¡Agárrale la cabeza!— le grité a la rubia cuando descendía con toda fuerza, y ella, milagrosamente, me escuchó, dándole primero un codazo en la cabeza a un clon a sus espaldas, y luego sujetando al vampiro desde el lugar que le indiqué.

Caí a gran velocidad justo en el cuerpo del vampiro, sujetándolo de los hombros e impulsándolo hacia abajo mientras que Aris lo impulsaba para arriba, provocando que su cuerpo se dividiera en dos, justo en el lugar de su cuello. El ser quedó inmóvil al instante, y tiramos ambas piezas de él para seguir combatiendo a nuestro alrededor; dando patadas, golpes, maniobrando cualquier habilidad que nuestra adrenalina nos permitía, sin prestarle atención a la sangre derramada del reciente enemigo aniquilado.

— ¡¿Dónde está el maldito original para arrancarle la lengua de una vez?!— escuché el rugir de Lydia, y mi atención se dirigió a ella por unos segundos.

La vampira de cabello azul, prácticamente, estaba discutiendo mientras peleaba, demostrando que su actitud no se iba ni en estas instancias. Vi que a ella le llegó el otro vampiro que no era un clon, y pareció satisfecha cuando lo detalló. Pero aún más satisfecha cuando prosiguió a agarrarlo de los hombros para darle un cabezazo, luego una patada en la entrepierna, y, finalmente y con el rostro contraído de dolor por parte del vampiro, pateó sus piernas para que se arrodillara y así poderle arrancar la cabeza de un zarpazo, cayendo también como cuerpo inerte.

Dylan se dio cuenta de esa acción a la vez que usaba su pequeño cuerpo para desplazarse con facilidad en el combate, y, entonces, dio un fuerte golpe en el suelo, liberando una carga eléctrica que provocó que los vampiros a su alrededor se impulsaran hacia el eje adverso de él, desintegrándose como los clones que eran. Luego juntó sus manos para concentrar su don eléctrico en ellas, y, con fuerza, envió dos rayos eléctricos; uno impactó en el vampiro que Aris y yo habíamos destruido, y el otro arremetió con el que Lydia acaba de despedazar, incendiando ambos cuerpos en el camino. Traté de no concentrarme mucho en sus desintegraciones finales, ya que eso podría ejercer mi miedo y no quería eso.

En cambio, traté de seguir en el combate, teniendo en cuenta que ahora había tres blancos fijos; El vampiro del don que ha de estar escondido en algún lugar mientras se multiplica, Drake, y Christine. La última tenía rato sin verla. De hecho, cuando miro a mí alrededor, no capto sus extravagantes curvas, y esas son muy fáciles de ver. No estaba aquí. Aunque no siento el temor que debo de sentir por ello. Es como si no me preocupara.

O al menos no tanto cuando veo que alguien más va por el mismo camino que ella: Drake, que estaba circunspecto en una de las esquinas del circo mientras que los clones atacaban, pareció tener una batalla consigo mismo. Aunque, al final, decidió rendirse, y empezó a correr en dirección a las afueras del circo y, quizás, más allá del bosque. No podíamos dejar que lo hiciera, eso llegaría a ser un problema en un futuro cercano.

— ¡Drake se escapa!— le avisé a quien me escuchara—. ¡Voy a seguirlo!

— ¡Voy contigo!— me gritó Daniela de vuelta. Pude verla golpeando el rostro de un clon, para luego lanzarlo a un lugar lejano de ella. La castaña no tardó en llegar a mí.

Sin embargo, cuando íbamos hacia la dirección a la que se fue Drake, una multitud de clones nos interrumpe el paso, reconociendo nuestras futuras acciones. Me sorprende que el vampiro, aún sabiendo que solo queda él y sus falsas copias, siga queriendo luchar. Este parece ser la última voluntad de él para su líder. Y no sé si sentirme conmovido o sentir lástima por él.

— ¡No se preocupen!— nos exclamó Nicholas mientras quitaba a dos vampiros de sus espaldas.

Posteriormente a eso, él observó las gradas que estaban a unos pasos de su persona. Levantó una de sus manos, aprovechando que ningún clon se le había acercado, y usó su don para levantar con totalidad esas gradas. Mi poco intelecto en esta situación me indica que esos asientos, por lo menos, deben de tener unos cientos de clavos para que Nicholas pudiera hacer eso. Luego convirtió la palma de su mano levantada en un puño, y lo desplazó a la dirección de la multitud de vampiros que nos iban a atacar, orientando a la gran estructura hacia ellos, barriéndolos a todos y a cada uno. Escuché quejidos, gritos, evaporaciones, y luego el gran impacto de las gradas con el gran toldo del circo, incentivándolo a que se fuera de lado junto con las gradas. La batalla quedó al descubierto, pero a nadie pareció interesarle en esta pelea.

— Vayan con cuidado— advirtió Nicholas antes de irse hacia su esposa, quien combatía con una gran cantidad de clones.

— Recuérdame nunca hacer enojar al suegro— solté en una exhalación de asombro.

Daniela rió levemente. Después me dio una palmadita en el hombro para que avanzáramos antes de que la nube de polvo, ejercida por la velocidad en la que se dirigió las gradas, se esparciera, evitando cualquier ataque sorpresa por parte de nosotros.

No obstante, luego de dar dos pasos hacia el frente, escuchamos un gran grito que reconocimos al instante. Fue uno fuerte, y repleto de dolor por donde lo escucharas. La remitente era Lydia, quien, al voltearnos, vimos que le habían arrancado un brazo y ya iban por el otro. No pude ver más, porque Daniela me jaló y me arrastró a la profundidad del bosque.

— ¡Adam, concéntrate!— exclamó mientras instaba a que corriera—. ¡Si no atrapamos a Drake, entonces nada de lo que pasó allí habrá valido la pena!

Negué para disipar el desconcierto a momento. Daniela tenía razón, debía concentrarme. Esto tenía que terminar aquí, así que corrimos en dirección recta, persiguiendo el aroma del soldado, y tratando de que el recuerdo de Lydia siendo casi destruida no nos atormentara.

Mi agilidad tampoco podría ser comparada como la de un dios, pero reconocía que me desplazaba con una velocidad antinatural, casi igual a la de la vampira, quien iba delante de mí. Mi condición de híbrido recién ejercido, no me permitía correr grandes distancias sin cansarme, más, sin embargo, estaba haciendo un gran esfuerzo para acabar con la misión.

Pasaron unos pocos minutos mientras los árboles del bosque pasaban con velocidad a nuestro alrededor, al igual que nuestros cabellos se alborotaban por la fuerza del viento, hasta que, consecuentemente, vimos la figura de Drake subir una gran montaña. De hecho, creo que es la más grande cercana al pueblo, y posee un acantilado de mala muerte.

De pronto, detallamos que el soldado se multiplicó a sí mismo en una ilusión, demostrando cómo unos diez Drakes se subían a los árboles que se encontraban camino a la cima del gigante cerro, tratando de hacernos confundir para que, finalmente, él pudiera escapar.

— Mierda— musité, bajando un poco mi velocidad.

— No te preocupes, posee una desventaja a diferencia del vampiro que sí se puede clonar— comentó Daniela, evaluando la cima de un árbol al que, intuía, se iba a subir—. Síguelo por el olor, no por la vista. Las ilusiones no poseen su aroma. Daremos con él.

Con esa confianza y optimismo casi típico de ella, saltó hacia el árbol que observaba y, por consecuencia, yo tuve que hacerlo también, pero con el pino que había al lado. Con eso, empezamos a saltar macizo por macizo, tratando, también, de poner nuestros cuerpos hacia la dirección contraria al viento para poder sentir de lleno el aroma a muerto viviente vagabundo que posee Drake actualmente. Por suerte para nosotros y mi entrenamiento factible, pudimos diferenciar al Drake real de aquellos querían dispersarnos a distintas direcciones.

Detallamos su cabellera castaña oscura alborotada a la cercanía y, luego de un leve asentimiento por parte de Daniela y de mí, ambos nos impulsamos de los árboles a los cuales estábamos sujetos para atraparlo. Sujetamos su cuerpo e impactamos los tres contra el duro suelo, levantando una cortina de polvo mientras rodamos cuesta arriba. Sentí la intensidad de la luz roja rodeándonos con más fuerza, pero no fue hasta que Drake nos lanzó lejos de él, como si fuéramos plumas, cuando nos dimos cuenta de que habíamos llegado a la cima de la montaña y, por ende, al acantilado que se encuentra justo a las espaldas de Drake. Aquí no había árboles, solo pequeños arbustos y hojas en el suelo. El bosque ya se situaba a mis espaldas.

Debo admitir que la caída del lanzamiento me dolió más de lo normal. Mi cuerpo, a esta altura, me pedía descanso para mi sanación. Debía de tener rasguños y moretones hasta gritar: ¡Ya!. Pero no quería parar hasta darle verdadero fin a esto. Por eso me levanto, con una respiración pesada y algo cansada, sujetándome el costado de mis costillas en el que recibí el fuerte golpe del desplome.

Sin embargo, antes de que yo pudiera dar un paso, Daniela se me adelanta y va con todo hacia Drake. Primero, intenta darle un golpe de lleno a la cara, pero el soldado le sostiene la muñeca con una increíble fuerza. Luego, en una secuencia rápida para el ojo humano, la vampira intenta darle una patada, pero también detiene su rodilla con la otra mano. Drake, en contraataque, le golpea el rostro, para después proseguir con el agarre de su muñeca, llevándola a sus espaldas y volteándola hacia mí. El castaño patea la parte baja de las piernas de Daniela, incitándola a que se arrodille. Y, entonces, cuando creo que le arrancará la cabeza al sujetársela con la otra mano libre, el soldado se me queda viento entre el ambiente de suspenso con una divertida sonrisa.

No tardo en reaccionar ante todo lo que le hizo a Daniela y, enojado hasta la médula, empiezo a caminar hacia él. Pero todo en mí se derrumba cuando, a través de una ilusión, el líder del clan enemigo crea una barrera de fuego. Y no fuego común, como una llamita, no, esto parecía casi un incendio. Eso provocó que el miedo en mí surgiera y explotara como un volcán, todo en un segundo. Mis ojos se quedaron fijos en la danza de las llamas que parecía destruir las hojas a nuestros pies. Eso también debía de ser una ilusión, pero… ¿Y si no?

— Te lo advertí, Adam. Pudimos haber hecho esto de formas diferentes, pero no quisiste— escuché la voz de Drake en la pesadumbre—. Siempre quieres que los demás te protejan, y tú nunca haces nada, ¿Cuándo aprenderás?

Sabía que sus palabras no eran del todo ciertas, pero eso no evitaba que me corazón dejara de latir con frenesí en mi caja torácica, ni tampoco calmaba mi pesada respiración o el nerviosismo que invadía y recorría cada parte de mi cuerpo, ida y vuelta. El mundo, de pronto, pareció evaporarse, y solamente éramos ellos, el fuego, y yo. En este caso, el fuego representaba las barreras que siempre se me imponían y yo no tenía el valor de cruzar.

— No le harías daño— dije con la incredulidad adornando mi voz, observándolos, ahora, directamente a ellos a pesar de que las grandes llamas me lo dificultaban—. Ella… Ella de seguro ha hecho grandes cosas por ti, ¿No, Drake? ¿Serías capaz de eso?

Su sonrisa desquiciada y su agarre aún más fuerte en la cabeza de Daniela, me dieron la respuesta, y supe que de verdad lo habíamos perdido. No había otro camino el cual escoger, pero las llamas me habían dejado inmóvil casi que al final de esa misma vía. Cerré mis ojos, y traté de calmarme, pero era inútil. No sé por qué Drake aún no me había hundido a un nuevo hoyo, quizás porque estaba esperando el momento indicado en el que me iba a derrumbar. Si caía, de seguro también lo haría Daniela, aunque esta última ya no se movería más, y otro fragmento de mí se iría con ella. Y no quería eso, pero, ¿Cómo se superan los miedos de un segundo para otro?

Con esa pregunta en mi mente, un recuerdo llega. Uno en el que estaba con Thomas y Julián en el entrenamiento.

«— ¡¿Cómo que puedo controlar el fuego?!— exclamé con terror, sosteniendo mi pecho para regular la respiración—. ¡¿Ustedes están locos?!

Julián y Thomas se encogen de hombros en el ambiente del patio trasero de la casa de los vampiros, quitándole importancia.

— Según los datos que nos proporcionaste, es más que evidente— comenta Julián, posicionando sus manos detrás de su espalda—. Solo que no sabemos, realmente, cómo activarlo en ti. Ya tratamos de hacerte enojar y aún no invocas ni una llamita.

Una inquisitiva ceja se levanta hacia ellos, tratando de desplazar todos los malos recuerdos de Julián y Thomas destrozando mis dotaciones de manzanas en frente de mis ojos mientras me mantenían amarrado a un árbol.

Niego con pesar.

— Es que no lo entienden, lo creo algo imposible, aún si lo puedo hacer— vacilé en mi hablar, observando fijamente el suelo—. Yo… Yo le tengo miedo al fuego en exceso, fue un trauma que desarrollé desde niño, no crean que en una semana lo ignoraré totalmente.

— Claro que puedes— impuso Julián—. No hay mejor poder sobre la mente, que la mente misma. Así mantengo mi cara de “Gorila”, como sueles decir, ante casi todo. Apartando mis sentimientos, por supuesto.

Mis manos llegan a mi rostro, y me lo froto con aire desesperado y algo frustrado.

— No, no, no— negué repetidamente, luego los enfoqué a ambos. Cierto temor me invadía—. ¿Cómo piensan que voy a superar mi miedo o trauma psicológico en menos de una semana? Es decir, ni los psicólogos que tuve lo lograron totalmente en la mayoría de los años de mi vida.

Thomas pareció compadecer mi delirio, porque llegó a hablar con una sonrisa gratificante en su rostro.

Adam, los miedos no se superan, se combaten— aclaró—. E incluso se pueden utilizar para algo más que para quedarte estático en un lugar, lamentándote. Se pueden usar como un impulso para aquello que nunca creíste hacer. Eso es lo que, verdaderamente, les da valor a los cazadores— el rubio me transmite una significativa mirada, denotando a través de ella el brillo de cierto niño que sufría los entrenamientos que le inculcaba su padre desde una corta edad—. Créeme, nadie más que yo lo sabe

Y no por esas palabras voy a decir que me incendié al instante, no. Sin embargo, sus palabras se quedaron rondando en mi mente una y otra vez, como si esas fueran las llaves para encender la llama en mí, solo que me hacía falta buscar la cerradura.

Buscar…

Nunca pensé en el verdadero motivo de mi trauma psicológico. Es decir, siempre tuve en cuenta de que inició en el incendio de mi antiguo hogar, y eso era lo que le terminaba diciendo a los tantos psicólogos que querían estudiarme. Ellos, por consecuencia, terminaban por concluir que mi miedo se debía a que evidencié una gran catástrofe a una corta edad. Pero, ¿Esa catástrofe podría llegar hasta el ahora? ¿Hasta todos esto años que han pasado? Eso suena un tanto paranoico, y hasta podría llegar a decir que es un capricho ya. Pero esto no es así, algo me dice que hay más.

Estudiando un poco más a fondo, también se podría intuir que mi miedo se debe a que ahí murió papá y que, entre otras cosas, yo provoqué el fuego en el que supuestamente él se sumergió, sintiendo esa culpa que por tanto tiempo llevé conmigo a través de mis sueños o pesadillas. No obstante, ahora que me doy cuenta de que mi padre sí podía salir de esa catástrofe, y no lo hizo solo porque fue ofrenda de Tylor, no le encuentro sentido a la culpa, y mucho menos al trauma psicológico. Dando por objetivo que, el núcleo de eso, era algo más.

Y lo supe cuando vi el fuego de la ilusión consumir las hojas en el suelo en un lento compás. Fue algo insignificante, pero valioso para mí. Noté esa calma en el suelo, y luego la desplacé hacia ese fuego que se encontraba más arriba, el cual era bastante, destructor, y arrollador.

Eran como mis dos personalidades. La humana era la que consumía todo lentamente, con calma. Y la vampira es aquel fuego que consume todo a su paso por un simple berrinche. Mi persona le temía al fuego porque yo, literalmente, soy fuego.

Supuse que mi miedo se había desarrollado desde el momento en el que ocurrió el incendio, pero eso lo intuí sin tener los recuerdos que el Behalpir me bloqueó. Mi temor, en realidad, se había incrustado en mí ser desde el momento en el que vi a Richard tirado en suelo del preescolar. Me temía a mí mismo desde entonces, para ser exactos. Le tenía terror a aquella parte vampira que surgía en mis ataques de ira, que destruía y lastimaba todo a su paso, tal como este fuego abrazador. Tan tranquilo, pero, a la vez, tan peligroso. Esa era una oración que podría definirme, y por eso me veía a mí mismo a través de este ilusivo incendio.

Aunque… Ya no hay que temer, ¿No es así? Es decir, no voy a superarlo, tal como dijo Thomas, pero me estoy entrenando para controlar ambas versiones de mí. Estoy batallando con mi miedo ya. Y no debo dejar que me consuma mientras lo hago.

Vuelvo a fijarme en la situación con un nuevo sentimiento que, desde hace tiempo, daba por perdido; verdadero valor. Valor a afrontarme a lo que verdaderamente tengo en frente, sin huir, sin correr, sin gritar o pedir ayuda. En frente de mí, estaba mi destino, y debía enfrentarlo de una vez por todas.

Drake se sobresalta cuando nota que empiezo a dar pasos a través de la ilusión. Son seguros, y creo que puede denotar la incorruptibilidad de mi nueva mirada hacia él, también los nuevos ritmos palpitares de mi corazón. Siento un verdadero fuego abrazador posarse en mis brazos, y no me sorprendo cuando detallo que las mangas de mi chaqueta empiezan a desintegrarse ante el emerger de las llamas que salen en esos mismos lugares. Por otro lado, aprecio un incremento de mis colmillos, al punto de no poderlos ocultar más y los sobresalgo de mis labios. La mirada que ejerzo hacia mi objetivo, de pronto, se hizo roja, dando un enfoque preciso de dónde atacar.

El soldado, al percibir mis intenciones, empieza a empujarle la cabeza a Daniela, y ella ahoga un quejido. Sin embargo, antes de hacer algo más, me tiro hacia él y lo empujo, cayendo de espaldas hacia el acantilado. Mi vampira, por suerte, se salva de ello. Y agradezco que mis últimos momentos de vida sean con ese pensamiento, ya que no creo que mi súper sanación acomode todo lo que me provocará esta caída.

Y Drake lo sabe.

— ¡¿Estás loco?!— me grita, tratando de empujarme lejos de él, pero lo sostengo con fuerza en el aire, sin darle oportunidad de que incruste sus dedos en la pared de tierra al lado de nosotros o que levite. Sus ojos denotaban un miedo profundo que no creí ver en estas instancias—. ¡Si no nos sostenemos, terminaremos con algo desmembrado ahí abajo! ¡Posiblemente suframos la muerte final!

— ¡No me importa!— le grité de vuelta. Drake trataba de sacarme la cabeza en al aire, pero yo puedo afectarlo más a él con el fuego que aún surge de mis brazos y manos, sin apagarse por el fuerte viento que nos lleva al final—. ¡Si esta es la única forma de salvarte, entonces este es el fin del laberinto de la vida y la muerte para nosotros!

Drake apretó la mandíbula y, por un momento, pude ver un brillo de comprensión en sus ojos entre el miedo. Quizás no le importaba mucho que muriéramos. Quizás, como dijo Julián, él mismo se iba a destruir luego de que me despedazara a mí. Pero ahí estaba ese sentimiento que todo el mundo tiene cuando reconoce que es el final de algo, aunque se trate de ocultar. Drake, a pesar de ahora no es el mismo, sigue sintiendo. Y eso, al menos, es algo gratificante de ver de por sí.

Algo ocurre cuando pienso en cerrar los ojos y sentir el impacto. Repentinamente, alguien llega a nosotros y me quita a Drake de encima con una inmensa fuerza. Adiviné, al instante, que ellos caerían primero que yo porque el desconocido llegó con todo. En mi sobresalto, a penas y pude llegar a la pared de tierra de la montaña para apagar el fuego de mis brazos e incrustar los dedos de mis manos con fuerza ahí, deteniendo mi rápida caída, y provocando un molesto chirrido que se escuchó por un buen rato, hasta que salté de la pared de tierra y caí levitando al pie del acantilado.

— ¡¿Qué haces, maldita arpía?!— rugió la voz de mis tormentos, y desplacé la vista hacia ese lugar al instante.

Sorpresiva y milagrosamente, Christine era la que me había salvado de la inminente muerte que había previsto como única salida. Ella estaba sosteniéndole la cabeza por detrás a Drake, y tal parece que se la quiere desmembrar mientras que el soldado trata de arrancarle un brazo y, a la vez, zafarse de ella, intentando de mantenerse levantado mientras se meneaba con frenesí.

— ¡Te voy a sacar del hoyo como tú lo hiciste conmigo!— respondió de vuelta la pelinegra, haciendo lo imposible para sostenerse de él—. Esta será mi verdadera forma de ayudarte, Drake. Como una última voluntad de ti y de Colton— su voz de distorsiono un poco, y un quejido lastimero se liberó del fondo de su garganta—. Voy a hacer de mi mundo menos jodido, igual que el tuyo.

Con esas palabras, armé un rompecabezas mental de la situación. Fue rápido, pero terminé con la conclusión de que Christine parecía estar de nuestro lado luego de que se impuso no ser un títere nunca más, y por esa razón no me preocupó verdaderamente en un principio cuando se escapó. Sus palabras, parecieron ser un motivo semejante al de nosotros, y por eso ayudé a su cometido.

Corrí con rapidez hacia su dirección, y me barrí en la tierra para atacar la parte baja de los pies de Drake, tumbándolo. Al instante, sentí el crujir del cuello del soldado ante la fuerza que le proporcionaba Christine en esa zona. Me levanté con agilidad entre la nube de polvo que había ejercido y, en un último movimiento, llegué de nuevo a ellos y pateé con gran fuerza la espalda de Drake, mientras que la vampira impulsaba su cabeza al lado contrario, para que diera así como resultado el final que, a pesar de que nadie quería, debía ser. El cuerpo de Drake fue desmembrado y, como acto final hacia todo, creé un poco de fuego con mis manos y lo lancé a su cuerpo inerte, incendiándolo como si fuera combustible.

Con una mano, aparté a Christine antes de que el fuego también la alcanzara a ella. Su vampiresa se encontraba rígida, a la vez que miraba cómo el cuerpo de su anterior líder se desvanecía entre las llamas destructoras. Su silueta fue desapareciendo poco a poco, dividiéndose ceniza tras ceniza, hasta que, consecuentemente, no quedaba mucho de él.

Nos quedamos mirando por un gran rato ese incendio, pensando en nada realmente. Aunque el silencio no era incómodo, era más bien gratificante. Es como si nos hubiéramos liberado de algo, pero no sabemos muy bien qué hacer después de esa liberación. Nos encontramos en ese limbo actualmente.

No hace falta decir que Daniela no tardó en llegar a mí, con motivos de inspeccionarme, preocupada. Pero se calmó cuando no vio rastros de muerte en mí, más que golpes y esas cosas. Ella también se sometió en nuestro limbo, observando la particular danza de las llamas que liberaban cada pequeña partícula de un ser que no pudo salir de su hoyo. No quiso buscar una verdadera salida, y solo se siguió hundiendo a la espera de que alguien lo salvara. Y espero, de verdad, que lo hayamos hecho. Que esa memoria del antiguo Drake, ahora, pueda descansar en paz.

— Lo siento— emitió Christine a nuestro lado. Su mirada aún seguía fija en el fuego—. Por todo, de verdad. Intentaré hacer las cosas bien a partir de ahora.

Y eso sonó como una promesa. Una que, tanto yo como Daniela, le creímos. Y eso es mucho decir de mi vampira, tal vez porque no tardó en intuir quién me había salvado.

Ahora… ¿Recuerdas aquel nudo que nunca pude liberar de mi ser?

Cuando me quedé viendo el fuego con aún más insistencia, y sin miedo o pánico, mis ojos liberaron aquellas lágrimas que tanto encerré desde la muerte de mamá. Eran muchas, casi como las cataratas que liberaba el niño del recuerdo cuando se cayó en su sueño de ser súper héroe. Mi respiración no tardó en ser un desastre, tanto como, aparentemente, mi rostro, ya que ambas vampiras posaron una mano en cada hombro de mí, dándome consuelo y sugiriéndome que, pase lo que pase, no iba a estar solo, que la soledad no me iba a acompañar nunca más. Porque tengo una novia, porque tengo una nueva compañera, porque tengo amigos de por sí… porque tengo un clan.

¿Sabes? Estas lágrimas que salían de mis ojos, o estos sollozos de mi boca, no eran debido a la tristeza, no, esa la había dejado pasar justo en el momento en el que mi madre dijo que viviera mi eternidad en el video. Estas gotas saladas eran debido a la felicidad del camino terminado. Del capítulo finalizado. Y del juego de ajedrez acabado.

Una vez le dije a Daniela que consideraba que nosotros éramos los príncipes en este tablero de cuadrados blancos y negros, y eso era porque idealicé que los verdaderos reyes ya habían sido derrotados en el juego. Y eso es ilógico en las reglas fundamentales, lo sé, pero quise demostrar a través de esto que el juego puede seguir hasta ganar…

Aún si solo te queda una mísera pieza.

Aún si el rey fue derrotado hace años en un sacrificio.

Aún si la reina murió protegiendo al príncipe.

Aún si el equipo contrario tiene una mejor estrategia y equipamiento.

La meta de un juego es no rendirse. Recuerda que “Perder” no es lo mismo que “Acabar”, y que “Victoria” no siempre significa “Triunfo”. A veces el aprender de un juego, te puede ayudar en los siguientes que afrontes. Que es lo mismo, los siguientes caminos que tomarás en el laberinto de vida.

Lo importante de esto es aprender. De los errores. De las fallas. De las victorias. De las glorias. De todo.

Ah, y, por supuesto, vive en el momento en el que lo haces.

Vive. Solo vive.

N/A:

Falta el epílogo, no se alarmen (?)

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