Te casaste con la GORDA! (Reg...

By AdriDamita

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¡He vuelto y más perra que nunca! Como la mayoría sabrá, hace ya bastante que retiré la historia por problem... More

Importantísimo! He vuelto!
Advertencia
Introducción
Capitulo 1
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Especial decembrino parte 1
Especial decembrino parte 2
Especial decembrino parte 3
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 Especial de San Valentín.
Capítulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Bonus
Capítulo 29
Capítulo 30
Capitulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 41
Epílogo
Agradecimientos.
Noticias especiales
Final alternativo

Capítulo 40

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By AdriDamita


La mayoría de mi vida, los hombres representaban calma, por lo general, las mujeres de mi alrededor eran los detonadores estresantes, toda una vida de facilidad, había cambiado en un año. En ese momento, los hombres en mi vida, eran los culpables de tantos dolores de cabeza.

Mi padre me tenía prohibido hablar con mi propio hermano, su enojo se me hacía exagerado, cada vez durante la semana que hablaba para rogarle que me comunicara con Caín, me decía que era una tonta, una inocente que no aprendía la lección.

— Quedaste... Hermosa es poco para describirte— mi suegra se abaniqueo los ojos, especialmente hoy, el día de la boda, estaba más sentimental que de costumbre.

— Esta preciosa— Rosario también lloraba, les sonreí a través del espejo, mientras observaba el lindo peinado adornado con un velo hermoso.

— Me recuerda al que tiene mi madre en la foto de su boda, por eso es que me decidí por él.


El peinado era simple: Semi recogido, dejando mi cabello rizado caer libre por mis hombros. Lo que le daba el encanto, era la corona de flores y el velo.

Mi madre me contó que, la corona de flores significaba el paso de una joven a mujer. Decía que antiguamente, la mujer pasaba las noches previas, alejada de su prometido, preparándose junto a otras mujeres mayores, quienes le daban consejos y la bendecían para que su matrimonio perdurara, algo así como una despedida de soltera, pero decente y mágica. Tras varios días sin verse, al llegar el momento de estar frente a frente al altar, cuando el novio levantaba el velo y descubría el rostro de su amada, ella oficialmente, era suya y él, era de ella.


— Coincido contigo, ese es el indicado— Rocio le pasó un pañuelo a su madre y me dio unas palmaditas en el hombro.

— ¡Antuaannn, hiciste magia con mi Lili! Quedo igualita que su madre, estoy segura que desde la tierra de los muertos, ella te agradece— Heivy se burló del estilista, imitando su afeminada voz.

— Obviamente y aunque te burles, mis manos solo hacen cosas hermosas... ¡Todo lo que creo es...Divino!

— Sí, sí, está muy bonito, aunque al maquillaje yo le cambiaria las pestañas tan largas. Siento que me voy a ir de frente por el peso en mis ojitos.

— No mujer, esas pestañas ni intentes quitártelas, te van a durar hasta la luna de miel.

— Ya tuve una luna de miel— comenté parpadeando. Yo tenía pestañas largas, pero esas, eran una exageración.

— Es una larga historia— mi suegra le comentó a "Antuan", que esta no era la boda—boda, que era como una renovación de votos de aniversario.

—Yo creo que si cuenta como boda, pues se van a casar por la iglesia— Nadia aprecio luciendo ya, su vestido color coral, acorde con el verano, por eso los había elegido de ese color.

—Sera mejor que se cambien, la boda es en unas cinco horas— les comenté dándome un último vistazo en el espejo.

—Amiga mía, todas tenemos hijos, si nos quieres llenas manchas extrañas, nos cambiamos de una vez; si nos quieres guapas, mejor nos esperamos otro rato.

—Como sea, ahora si me disculpan, voy a un lugar con menos hormonas— tomé mi botella de agua y mi celular.

—¿A dónde vas?— mi suegra me detuvo colocándose delante de mí.

—Voy a salir al jardín o no sé, a tomar aire, de todos modos Roberto no está, no hay riesgo de que tengamos mala suerte.

—Está bien, te buscaré cuando sea hora de ponerte el vestido.

—Heivy, me das mis zapatillas por favor, no puedo dejar de mirarlas.

—Toma, estas segura que eso es agua— me susurró mientras me daba las maravillosas zapatillas.

—Hidrogeno y oxigeno solamente.



Ya en el jardín, tomé la última silla que había, todo lo demás había desaparecido, incluso la piscina estaba vacía. No íbamos a regresar a la casa después de la boda, nos iríamos directos al departamento, por lo tanto, la casa estaba vacía.

Coloqué las zapatillas sobre mi regazo, les tomé una foto para que también la incluyeran en el álbum de la boda. El aire era un poco frio, aun para ser agosto, las mañanas eran frescas, a diferencia de la tarde, cuando el termómetro subía hasta los 30º o más; cerré mi bata y me abracé a mí misma, ni las gatitas estaban para abrazarlas y calentarme un poco.

No estaba nerviosa, no estaba alterada, todo lo contrario, sentía una tranquilidad interna; era como si mi alma hubiera estado esperando ese día. La sensación de paz, era extraña.





***

—¿Es normal que se tarden tanto?

—Hijo, tu madre me hizo esperarla por una hora, el padre estaba por cancelar la ceremonia. Ya no deben tardar.

—Calma amigo, mi esposa me dijo que tuvieron un problema con el maquillaje de Lili, eso las debió retrasar— suspiré y asentí ante el comentario de Samuel, esa debía ser la causa.

—Por lo menos debo agradecer que no hay nadie de la prensa; si mamá hubiera invitado a los medios, definitivamente no alcanzaba a casarme.

—Lilith le dejo poner peonias a tu madre, con eso la convenció de no traer periodistas.

—Mujeres... peleando hasta por las flores.



Lilith llego media hora tarde, no pude quejarme, al menos había llegado. Las noches anteriores a la boda, las pesadillas me acecharon, pesadillas en las que Lili, me dejaba plantado en el altar.

Cuando la clásica limusina blanca, se estaciono frente a la iglesia, el padre le indicó a los pocos invitados, que pasaran a sus lugares. Lilith le pidió encarecidamente, que hiciera una boda a lo "gringo", en donde el novio esperaba en el altar por la novia.

Con el sacerdote a mi lado, ya de pie en el altar, la marcha nupcial se hizo presente, los invitados se pusieron de pie y el cortejo entro por el pasillo. Mis sobrinos, los más pequeños, encabezaban la fila, tirando flores a su paso; detrás de ellos venían nuestros mejores amigos, seguidos de mis hermanas y sus esposos. Las tres mujeres lucían un vestido corto, en algún tono entre el naranja y el rosado, "combinando con la temporada", según palabras de Lili.

Me resulto extraño ver a mis padres entrar juntos, en el ensayo, Lili había decidido que mi padre la entregara. La vi recorrer el pasillo ella sola, no pude ver su rostro pues llevaba el velo, con velo y todo, se veía esplendida, encantadora... Usando un largo vestido relucientemente blanco. Se veía que esas zapatillas mandadas a hacer, no eran tan a su medida, pude verla cojear un par de veces.


—Hola— llevé las manos hasta su velo, pero ella me detuvo. Levanto solo una capa, dejando un velo más fino, cubriendo su rostro.

—Es mi tradición, susurró ante mi confusión. El padre me miro a la espera de una respuesta, solo le hice un gesto para que prosiguiera.

Atentamente escuchamos la lectura de la biblia y el sermón, hasta que finalmente, fue momento de proceder con las tradiciones católicas: las arras, el lazo, las medallas y los anillos.

—Muy bien, repitan después de mí—. Y así lo hicimos, repetimos las palabras del padre, haciendo todo lo que nos indicaba.

—Ahora los anillos...

—Padre, yo quiero decir mis propias palabras en esta parte, ¿puedo?

—Claro que sí, hija.— me sentí aún más dichoso al saber que Lilith se había tomado la molestia de tener ese detalle.

El padre sostuvo el micrófono que utilizo para dar el sermón, cerca de la boca de Lili, para que todos pudieran escuchar sus palabras.

—Roberto Valencia Montoya... Desde que te conocí, mi vida cambió por completo... Supe que me traerías tantos problemas como bendiciones, y aun así, no me importo enamorarme de ti. Este tiempo que hemos compartido juntos... es por mucho, lo mejor que me pasó en la vida. Me has dado tu amor, tu comprensión, tu tiempo, tus risas, tu vida...— le di un apretón en la mano, apoyándola, su voz salía entrecortada por las lágrimas, que aunque yo no la veía, ahora conocía bien como era cuando lloraba—. Y yo... yo te he dado mi corazón, he cambiado para ser parte de tu mundo, para ser la mujer que mereces...Hoy me desperté y le agradecí a la vida, el amarte y el que me ames, le agradecí que pudiera estar con el hombre más sincero y honesto que jamás he conocido...

—Ahora sí, repite después de mi...— el padre le entrego el nuevo anillo que habíamos mandado hacer— Yo Lilian, prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad...

—Me llamo Lilith...— interrumpió mí ya esposa.

—¿Perdón?— cerré los ojos, esperando que el padre, o pronunciara bien el nombre, o no le diera importancia.

—Me llamo Lilith, maldita sea— sorprendiéndonos a todos con su agresividad, se arrancó el velo y lo tiró a un lado.

—¿Qué estás haciendo?

—No es tan difícil, ¡Ele, i, ele, i, te, hache! ¡Seis comunes y corrientes letras!

—Señorita, si no se calma, voy a parar el matrimonio...

—No se moleste... ¿Sabe? Lo que dije anteriormente, fue verdad... Hoy me desperté bendiciendo todo lo habido y por haber, sonriente, feliz de la vida...

—Lilith, por favor... ¿Qué haces?— los invitados se miraban entre ellos, mis padres me miraban a mí, nadie sabía que pasaba.

—¡Confié en ti, pedazo de idiota! Te brinde mi amor, te di todo este tiempo de mi vida... Aun así... ¡Aun así me traicionaste!— me arrojó el anillo directamente a la cara, para después limpiarse con rabia, las lágrimas.

—Si te calmas, podemos...

—¡Lo sé todo! Sé que todo este tiempo, nos has querido hacer otra cosa más que robarme, robarle a mi padre el dinero que con tanto esfuerzo ha hecho... Tú y tus padres, me dan asco— soltó una risa triste—. Todavía recuerdo que... sínicamente me dijiste que era yo quien quería quedarme con tu puta herencia.

—No voy a tolerar que le falten el respeto a la casa de Dios, ¡salgan inmediatamente de aquí!

— Me miraste a los ojos y me mentiste. No tuviste los huevos para decirme la verdad, pero si para mentirme... ¡Eres un puto de mierda! ¡No te quiero volver a ver en mi jodida vida!

—Lilith, para, déjame explicarte... Yo te amo y tú me amas, no tiene sentido que estemos peleando por algo como esto...— giré mi rostro por la fuerza con que su mano me golpeo.

—Yo como toda una estúpida, sintiendo remordimiento por estar con otro hombre...Sí... Te engañé, llevo semanas, meses, acostándome con otro, te juro que jamás he estado más orgullosa de mi infidelidad.

—Lili, hija, este no es lugar para algo así.

—¡No me toque!— mi padre también recibió una bofetada—. Ni crea que va a tocar un peso del dinero de mi padre— alzando su vestido, bajo del altar, quitándose las zapatillas a patadas, arrojándolas cerca de mi madre.

—Amiga, basta— ignorando las palabras de Heivy, Lili caminó hasta quedar frente a mi madre, temiendo que fuera a golpearla, llegué a interponerme entre las dos. A Lili no le importó, me empujó a un lado.

—A usted no le puedo hacer nada... ¡Ganas no me faltan de golpearla como se merece!— caminó hasta el pasillo, deteniéndose a la mitad de este—. Todos ustedes, traidores, arderán en el infierno, hasta su Dios sabe, que yo los amaba...


Trataron de detenerla, mi padre, Samuel, Heivy, mis hermanas... Los propios invitados trataron de que no saliera de la iglesia... Uno por uno los arrojo lejos. A la entrada de la iglesia, se arrancó el collar que le regalé, tirándolo al suelo, tal como hizo con su velo. En ese momento, corrí tras ella, no podía dejarla ir.

La vi subirse a un auto negro, en donde su primo José, la esperaba, supe inmediatamente que ese tipo no era su primo, que era el amante que me había restregado en la cara.



—Lilith... ¡Lilith!— caminé tras el auto, ella no hizo más que sacar su mano por la ventanilla y mostrarme su dedo medio.

Totalmente confundido y aturdido, regresé hasta la iglesia, topándome con los invitados que murmuraban, quien sabe que tanta mierda. Tomé el collar que aún estaba sobre la alfombra roja, escondido tras unos pétalos de flores.

La había perdido para siempre...



























— Mujer, ese teléfono no deja de sonar— Nadia me da mi celular, de nuevo es un número que no conozco, esperanzada de que sea mi hermano, me aparto de la multitud de mujeres que lloran.

—¿Caín?

—No, Lilith, soy Nicol.

—Por favor, dime que no fuiste tú quien le dijo a mi padre.

—Lo siento, tenía que hacerlo— cuelgo la llamada, aunque no sirve de nada, Nicol me vuelve a llamar.

—Escucha Lilith, lo hice por tu bien y el de tu padre, si esos acuerdos se concretaban, la familia de tu esposo se iba a llevar la mitad de su dinero...

—A ver, a ver, a ver, ¿de qué carajos me estás hablando? ¿Cuáles acuerdos?

— ¡Ay no puede ser! Tu padre no te lo dijo.

— No, y ahora me lo vas a decir tú—camino hasta llegar a la cocina.

— Lilith... A mí no me concierne...

— No te atrevas a colgarme o a decirme que lo hable con mi padre. Mi padre no me habla, se llevó a Caín a Rusia, prácticamente, me dio una patada en el culo.

—Te veré en tu casa, llego en media hora.

Como siempre, Nicol, llegó puntualmente, sorprendiéndose por encontrarme tan arreglada y rodeada de tanta mujer.

Nos encerramos en la que por unas horas más, sigue siendo la habitación prohibida para todos. Le indico que se siente sobre la alfombra, no hay nada más. Con una cara de poco convencimiento, me entrega unos papeles.

—No sé a qué fiesta vas, solo estoy segura de que, después de que leas esto, no vas a tener muchas ganas de asistir.

—Es más rápido si me lo explicas.

—Estoy haciendo esto, porque me caes bien y te considero algo más que un simple cliente...— los nervios que no había sentido toda la mañana, me llegan de golpe, mi investigadora y abogada toma aire y continúa—:

Tu suegro estuvo buscando hacer negocios con tu padre, no mucho después de la boda de Heivy. Le habló sobre hacer una fusión de sus negocios. Ya sabes cómo es Tomás, no se fiaba de hacer tratos con alguien que apenas conocía, se negó muchas veces, hasta que por fin, me mando a investigar todo lo relacionado con tu nueva familia. Fue cuando se dio cuenta de que estabas casada y de que el acta había sido rechazada.

—¿Mi padre lo sabía y no me lo dijo?

—Tenía poco de haberse casado con Regina, y la verdad es que si se enojó bastante. Cuando menos lo imagine, se fue a Rusia. Pensé que él te lo había dicho y que no te había importado, te seguía viendo en las noticias, muy sonriente y feliz al lado de tu "esposo".

—No lo descubrí por mi padre, pero alguien me lo dijo y pues Roberto no sabía nada.

—Lilith, él sí lo sabía.

—No, yo hablé con Roberto, no lo sabía.

—El propio juez que rechazo el acta, me dijo que no iba a hablar del tema conmigo, que ya había hablado con los señores Valencia y con su hijo. Traté de ayudarte investigando la razón del fallo, eso fue hace unas dos semanas... El juez me dijo que los Valencia, fueron mucho antes.

—No es cierto...

—Ellos están en la ruina, te han estado mintiendo, pueden quitarte todo, si no actúas con responsabilidad. Si llegas a firmar un papel sin leer, podría ser un acta de matrimonio y no darte cuenta... Sin un prenupcial, arriesgas mucho.

—Me estas mintiendo... Estoy segura de que mi padre te mando... Te mando para que me dijeras estas tonterías— un escalofrió sube desde mi pecho hasta mi boca, me levanto alterada, caminando de un lado para otro.

—No gano nada con mentirte, solo quiero cuidarte de lo que pueda pasar.

—En menos de dos horas, voy a ponerme un magnifico vestido blanco, voy a caminar por el pasillo de una iglesia y me voy a casar con Roberto.

—No puedes hacerlo Lilith, ¿te han hecho firmar algún papel? Todavía estamos a tiempo de...— mis rodillas chocan contra el frio suelo, las lágrimas brotan de mí, quemándome la piel bajo su paso.

—Vete...

—Lilith, lo lamento... Tranquila, vámonos, te puedo llevar a Rusia.

—¡Vete!

—Se razonable, por favor... Mira, se cómo te sientes...

—¡NO! ¡No lo sabes!— oculto el rostro entre las manos, sintiendo vergüenza de mi estupidez— No sabes lo que es que te usen por tu puto dinero...No sabes el dolor y la rabia que eso ocasiona... No sabes cuánto quiero a todas estas personas que se han estado burlando de mí.

—Tienes razón, no lo sé. Lo que sí sé, es que, no merecen tus lágrimas... Vamos, busquemos tus documentos y...

—Me quedo... Tengo cosas que arreglar...

—Lilith...

—Dile a mi padre que... Que muchas gracias por la lección.

—Voy a estar por estos rumbos, en cuanto acabes con tus arreglos, llámame— con unas palmadas en el hombro, Nicol se despide, dejándome llorar tranquila.

Me cuesta una hora tranquilizarme, y cuando creo que lo he hecho, mis piernas cobran vida y salgo corriendo hasta el jardín, adentrándome hasta el límite. Me dejo caer sobre los arbustos, clavándome unas ramas en el proceso, lastimando las plantas de mis pies...De nuevo, soy víctima de la ambición. Tirada en el suelo, pataleo por la rabia, el odio que siento contra contra mí misma por ser tan ingenua y descuidada.

Tengo que usar toda mi fuerza para recomponerme y arreglar el desastre de mi maquillaje, conteniéndome para no matar a la señora que tantas veces había llamado suegra. Me adentro en mi vestido, vestido que me destrozaba el alma usar, me coloco mis tacones y acomodé el ahora ridículo y estúpido velo.

Uso mi sonrisa de modo automático, me tomo las fotos con las damas de honor, entro a la limusina, hago todo el recorrido, llego a la iglesia, camino sola por el pasillo, sintiendo demasiado asco como para dejar que el señor Valencia me toque, todo lo hice fuera de mí, era como su estuviera mirándome desde fuera.

Escupo mi veneno en plena celebración, logrando que el padre me eche de su sagrado recinto. Ya no tengo nada que hacer con esas personas, sin importarme el dolor, me arranco la sucia cadena que tanto admiré.

Salgo de la iglesia, encontrándome con Joaquín, agradeciendo que él no me hubiera abandonado, mi fiel amante. Roberto nos ve, por su expresión, sé que ha atado cabos, y me sentí feliz de ver su miseria, al menos siento un poco de lo que yo sentí al descubrir que me engañaba.

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