Te casaste con la GORDA! (Reg...

By AdriDamita

310K 13.8K 2.1K

¡He vuelto y más perra que nunca! Como la mayoría sabrá, hace ya bastante que retiré la historia por problem... More

Importantísimo! He vuelto!
Advertencia
Introducción
Capitulo 1
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Especial decembrino parte 1
Especial decembrino parte 2
Especial decembrino parte 3
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 Especial de San Valentín.
Capítulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Bonus
Capítulo 29
Capítulo 30
Capitulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Epílogo
Agradecimientos.
Noticias especiales
Final alternativo

Capítulo 38

2.8K 127 25
By AdriDamita




—Señor, ¡estamos cometiendo una locura!— besé esos exquisitos labios rosados, para distraerla mientras la llevaba por el corredor, hasta la recamara.

—Aquí es donde sucede la magia.

—Si su esposa nos encuentra, no viviremos para contarlo.

—Quiero follarte sobre esta cama, la misma cama donde duermo con mi querida esposa— sin darle tiempo de pensar, le di la vuelta para bajar el cierre del ceñido vestido.

—Es usted todo un pervertido sinvergüenza— la fui guiando hasta que quedamos de frente a la cama, donde ella recargo las manos para inclinarse ante mí, lo suficiente para darme una vista de su maravilloso trasero y ese liguero tan sensual que lo adornaba.

—No puedes negar que eso es lo que más te atrae de mi— con un gemido me respondió ante mi afirmación y la nalgada que le di.

—Apuremos el paso, señor. No quiero morir tan joven— el bailoteo de sus caderas, a modo de provocación, lograron que mi miembro estuviera listo para la acción.

Antes de correr a un lado su húmeda tanga, libere mi pene del encierro en el pantalón, y cuando todo estuvo preparado, me hundí en esa mujer que no dejaba de volverme loco. Tomándola por las caderas mantenía el equilibrio de nuestra perfecta unión, deteniéndola para que se fuera de cara contra la cama.

—Lili... eres tan deliciosa— sus movimientos se detuvieron, giro la cabeza para mirarme y un tanto molesta, me reclamó:

— ¡Por amor de Dios, Roberto...! Cuando dices mi nombre, el juego pierde el chiste.

—Tu también acabas de llamarme por mi nombre— soltó una risita y con un movimiento circular de su cadera, me ínsito a seguir.

El juego terminó porque nos dijimos nuestro nombre, casi siempre pasaba lo mismo. Era difícil para mí no llamarla por su nombre. Jugar a los cambios de roles, era una buena idea para salir de la monotonía y el estrés de mi cargo político.

—La próxima vez te quiero con los mismos tacones. No sé qué tienen, pero cuando los usas, tengo ganas de arrancarte la ropa y...

—Y cogerme una y otra vez...— comentó mi esposa con gracia—. Me lo dices siempre que los traigo puestos.

—No creo utilizar el término "coger", eso lo añadiste tú.

—Coger, follar, es lo mismo. Aquí en México es: "coger"; "follar", es una palabra muy española, tío— reí ante su mala imitación de un español.

—Follar es más parecido a fornicar, por eso es más correcto...

—Nosotros no fornicamos, porque estamos casados... ¡No, espera! Creo que tienes razón, sí fornicamos; todavía no estamos unidos bajo el santísimo sacramento del matrimonio católico. Estamos en pecado.

—Dentro de poco ya no seremos pecadores...

— ¡Elegí un vestido tan bonito! Tengo las fotos en la computadora, voy por ellas— corrió en busca de algo para no estar desnuda y de su laptop.

—Es de mala suerte ver el vestido de la novia.

—Esa ya no aplica a nosotros— sentada como buda, repaso entre todas sus carpetas hasta encontrar el dichoso vestido.

—No quiero verlo, mejor que sea una sorpresa— cerré el aparato antes de arruinar mi ilusión de verla vestida de blanco.

—Si no te gusta, no te quejes después.

—Si quieres decirme algo sobre la boda, cuéntame lo que hayas encontrado sobre el significado de los anillos y todo eso, todavía no lleno mi librito.

—Bueno pues exactamente, así lo que se dice exacto...No pude encontrar de donde viene lo de los anillos. Supuestamente lo más antiguo viene de los chinos y dice así:

Los chinos antiguos sostienen que los dedos de la mano representan a los miembros de tu familia, así que los pulgares representan a los padres, los índices a los hermanos, el dedo medio te representa a ti, los anulares representan a la pareja y los meñiques a tus hijos.

La manera de descifrar el antiguo proverbio chino es muy sencillo, solamente tienes que juntar tus manos palma con palma y doblar los dedos medios hacia dentro, de manera que queden nudillo con nudillo; ahora intenta separar los pulgares, que representan a tus padres. Se separan, pues tus padres no estarán contigo siempre. Intenta separar tus índices, que representan a tus hermanos, también se abrirán porque ellos están destinados a hacer su propia familia y tendrán su vida propia. Separa ahora tus meñiques, que representan a tus hijos, también se abrirán porque ellos tendrán su propia vida. Sin embargo al intentar separar los dedos anulares, que representan a la pareja, no se puede, pues están destinados a estar juntos siempre.

— ¿Así?— le mostré mi mano a Lilith, asintió e hizo la laptop a un lado para que nos sentáramos frente a frente en la cama.

—Sí... tapate aunque sea con la sábana, me distraes— dejó salir una carcajada, cubrí mis partes nobles y ambos jugamos haciendo lo que ella había leído.

—Ya tenemos una historia que contar el día de la boda.

—Vamos a poner a todos a jugar con las manos... Me anda de la pipis, ahorita vengo— riéndose, salió corriendo al baño.

—Voy a ocupar tu computadora, solo para mandarle un correo a Karla— tomé la laptop en mi regazo y me dispuse a mandar el correo.

— ¡No! ¡Deja!— escuché que me gritó desde el baño.

—No me voy a tardar— acababa de hablar cuando sentí que Lili me arrebataba la laptop—. ¿Qué tanto tienes ahí? Se me hace que andabas viendo pornocho.

—Todas las mujeres necesitamos privacidad, para eso tienes tus cosas, mi laptop es...— al igual que ella, le quite el aparato cuando estaba distraída, esta vez para revisar aquello que no quería que viera.

—No estaba viendo nada, pero ya que no quieres que vea, aumento mi curiosidad— iba huyendo de ella, dando vueltas por la recamara, alzando la laptop para que no me la quitara, tratando de buscar entre las pestañas de internet que tenía abiertas.

—Ya, en serio, dámela...— como ambos éramos casi de la misma altura, era difícil apartar el aparato de ella.

—Ajjjaaaa... ¿Qué es esto?—entre tanto empujón y jaloneo, caímos sobre la cama.

Aplastado por los hermosos pechos de Lilith, alcance a ver solo el nombre de la página en que estaba: Gorditas que saben seducir.
Usé toda mi fuerza para dejarla debajo mío, para poder registrar eso tan curioso que veía y protegía mi mujer.

—No lo veas... Noooo— con una mano detuve las suyas y con la otra revise la página cargada de fotos muy eróticas—. No te va a gustar naditaa.

— ¿Y esto es...?

—Ya lo iba a borrar— dejo de luchar y en ese momento la solté.

—No me digas que esta eres...

En el blog, había entradas desde hace años. Todas eran fotos de mujeres gorditas en ropa interior con poses sensuales, mostrando sus encantos femeninos. Sus rostros estaban cubiertos por el bendito antifaz que ya me era bien conocido.

—Sí, bueno... ya. Te voy a contar pero... ¡bájate! Me aplastas.

—Eso no es lo que decías hace rato— comenté en tono de burla y me acomode sobre su cadera, usando sus senos para recargar la laptop.

— ¡Que malo eres!

—Si me explicas, te dejo libre.

—Es un blog mío y de unas cuantas personas más. Lo hicimos hace años y pues la idea era mostrar nuestros sexis cuerpos y divertirnos, mostrar que no tenemos vergüenza de los kilitos...o kilos, que tenemos de más.

— ¿Eres "Reina de los descarriados"?— me ataqué de la risa al conocer su nombre artístico, ella aprovecho para quitarme de encima.

—Dame acá, ya lo voy a borrar— mientras me seguía riendo, ella se sentó en la mesita de la habitación.

—No, espera, déjame verlas...

—Te vas a burlar de mi— dijo cerrando la laptop para que no observara nada. Sentándome a su lado, abrí de nuevo el aparato, casi arrancándolo de sus manos—. Estoy por borrarlo, no quiero que alguien lo encuentre y me reconozca, eso dañaría tu carrera política.

Las fotos estaban muy subidas de tono, cubriendo solo lo necesario, e incluso en algunas aparecía totalmente desnuda, dejando ver todo lo suyo. Algunas parecían tener varios años, Lilith se veía mucho más llenita de lo que yo la conocí y de lo que era justo en ese momento.

—Me parece correcto que lo elimines, es demasiado comprometedor.

—Es una lástima. Ha sido un blog muy visitado y comentado; te sorprendería la cantidad de hombres y mujeres que apoyan su contenido.

—Entonces no lo borres, solo elimina tus preciosas fotos... ¿Todavía tienes este disfraz?

—Ya no tengo nada de eso, bueno es que en ese tiempo tenia más curvas, ahorita me estoy desinflando. Tanto ajetreo no me deja comer tranquila, por tu culpa me estoy acabando— esperó hasta que termine de revisar sus fotos. Observándome detenidamente mientras cambiaba una a una las imágenes.

—Esta la voy a imprimir tamaño poster y la voy a colgar aquí frente a la cama.

—Ya, ya...—quitándome la laptop nuevamente, se puso a presionar botones, unos cuantos golpes en el teclado...—:

Listo, acaban de desaparecer años y años de recuerdos.

— ¿Borraste todo?

—Obviamente no— se carcajeó y me mostró la pequeña USB que tenía escondida del lado derecho del aparato—. Soy una mujer precavida, por si algún día se me da la gana publicarlas.

—Las públicas y te asesino, este cuerpecito es solo mío.

— ¿Tuyo?— reclamó cruzándose de brazos, mirándome con una hermosa sonrisa— Aah...es cierto, el acta de matrimonio lo dice— la saliva se me atoró cuando quise tragármela, y comencé a toser.

—Sí-sí... lo dice en el acta— sin darse cuenta de mis nervios, fue a recostarse a la cama.

— ¿Sabes? El otro día encontré una cosa que les leen a los novios cuando se casan por el civil, bueno, es como de hace unos cuarenta años; es una cosa tan machista, que por poco vomito. Lo típico del hombre provee y la mujer conserva, una cosa muy misógina.

—Entonces supongo que ahora que nos mudemos, vas a buscar trabajo— recostándome a su lado, hice todo lo posible para no parecer nervioso—. Ya sabes, para dejar de lado esos estereotipos.

—Nunca en mi vida he trabajado... Ni siquiera sabría que poner en un currículo.

— ¿Qué es lo que te gusta hacer? Dijiste que estudiabas la carrera de Físico Matemático, eso es como Tony Stark, ¿o no? Porque no te pones a inventar robots y cosas así...— recibí un almohadazo y la dulce risa de mi mujer.

—Eres un tonto, peeroo, no es tan mala tu idea... Solo que para que eso pasara, me tendría que regresar al D.F., solo tengo la mitad de la carrera terminada. Bien sabemos que eso no se puede.

—Estudia a distancia, si es algo que te gusta, no dejes de hacerlo— ambos estábamos recostados de lado, frente a frente.

—Pues...Por el momento hay algo frente a mí que me gusta mucho— me tomó por la nuca para brindarme un nada tierno y delicado beso, de esos que pocas veces terminaban en solo un beso.

— ¿Qué hace esto aquí?— de entre las almohadas saqué un tarro de Nutela. Después de una sonora carcajada, Lilith tomó el tarro y lo destapó.

—En la mañana estaba comiendo Nutela, y pues como me hablaste para que te alcanzara, se me olvido quitarlo— untó su dedo con la crema y se lo llevo a la boca, gimiendo exageradamente al probarlo.

—Dame— sostuve parte de mi peso en los brazos, dejando el espacio suficiente para que ella pudiera seguir comiendo.

—Aquí el que da eres tú, yo no tengo con que...Soy mujer por si no lo recuerdas.

—Que graciosa— mordí la mano en que traía la Nutela.

—Bueno, ya que insistes, te voy a dar... Abre la boca — acomodado entre sus piernas, comencé a penetrarla mientras ella me alimentaba.

—Para la próxima... voy-voy a traer pan tostado... ¡Galletas!... Hhmmm... Fresas...

—Es más rico comer de entre sus deliciosos y enormes pechos.

— ¿De verdad crees que son enormes?— asentí y fui pasando mi lengua para limpiar la Nutela— Del uno al diez, ¿Qué calificación les das?

— Es una pregunta con trampa, ¿verdad? Si algo he aprendido con mis hermanas, es que, cada que una mujer te pide... que califiques algo, es porque algo va mal...

—Siento que son demasiado...Aah... Tal vez, debería—debería reducirlos.

—Yo los veo y los siento perfectos...Como para terminar de criarme... Ñom, ñom, ñom...

— ¿Qué?— su risa hacia que las gemelas en cuestión brincaran al ritmo de las carcajadas—... Creo que tanta Nutela te está afectando el cerebro.

—No les hagas nada...Ellas no tienen la culpa ¿Qué te han hecho estas pobres criaturitas?—besé las redondas maravillas que mi loca esposa quería desaparecer.

—Las señoritas están destrozando mi espalda. Con la pérdida de peso pensé que se les rebajaría un poco el tamaño, pero ya veo que no; ¡mira nada más como van de un lado a otro!

— ¿Tanto te lastiman como para querer borrarlas del mapa?

— Antes no me importaba sufrir de uno que otro dolor de espalda, pero ahora, son más frecuentes...Las amo, de verdad que sí, mis nenas me han dado tanto, no quisiera dejarlas ir, solo que... Creo que ya les llegó su hora.

— Grandes o pequeñas, mientras estén unidas a ti, me seguirán fascinando.

— Señor, es usted muy bueno con las palabras, ahora sé porque es gobernador.

— ¿Vuelvo a ser señor?

— Sí, señor, más vale que terminemos con la segunda ronda antes de que llegue la tetona de su esposa...

***

— ¿Y Lili?— le pregunté a Sofía, quien venía cargada con todo el abastecimiento para soportar lo que quedaba del día.

—No lo sé señor, veníamos caminando y de repente fue como si hubiera visto a un fantasma; se le cayeron las cosas y me hizo regresar a comprar lo que se arruino. Se fue casi corriendo.

— ¿Corriendo?— su explicación me alteró, todavía no se me olvidaba lo del atentado.

—Sí señor, yo trate de buscarla, solo que se fue tan rápido e insistió en que regresara a la taquería...Lo siento.

—No te preocupes, ve a dejar todo eso, tratare de llamarla.

—Que sea la primera y la última vez que apareces a la luz del día... Espero que Chofis no se haya dado cuenta de nada, no quiero que le vaya con el chisme a Roberto.

—Te estuve llamando toda la semana...

— ¡Estaba ocupada!— lo interrumpí, alejando mi mano para que no la tomara—. Eres un tonto, ¿cuál es tu urgencia?

—No te enojes pequeña, es solo que quería verte. Los días sin ti son fríos y no tienen sentido.

— ¿No me digas? De seguro estos cuatro años estuviste con el trasero congelado— tomé asiento a los pies de la cama—. Además, ¿cómo sabias donde iba a estar?

—Llame a tu casa y la empleada me dijo que habías salido con tu marido, y como el señorito es Gobernador, supuse que habían ido al palacio.

—Mira Joaquín, te lo voy a decir solo una vez... Esto...— con el dedo indicie nos señalé a ambos—, no sé ni que es; por lo tanto, no tienes derecho a reclamar mi bendito tiempo.

—No me trates así, mi niña ¿De cuantas formas tengo que rogar por tu perdón? Sabes que te amo, regrese para arreglar las cosas, esto se puede arreglar fácilmente. Si te divorcias, en menos de un mes podemos estar juntos, como en los viejos tiempos— por unos segundos su abrazo me relajó, nos quedamos abrazados hasta que escuché mi teléfono sonando.

—Es mi esposo...

—Deja de llamarlo "esposo".

—Es mi esposo, no puedo hacer nada contra eso— me levanté enojada, la situación me estaba volviendo loca—. Voy a contestar, ¡ni se te ocurra hacer el más leve sonido!

—Lilith, llevo media hora tratando de comunicarme contigo, ¿estás bien?— el tono de su voz, todo preocupado y angustiado, me daba aún más remordimiento de conciencia.

—Tranquilízate, está todo bien.

—Sofía me dijo que actuaste muy raro y luego desapareciste, pensé que algo malo te había pasado. No vuelvas a hacerme esto ¿Dónde estás?

—A ver, respira, inhala, exhala...— lo escuché respirar profundo y luego soltar el aire— Sigo viva, estoy de compras... Sé que habíamos quedado en que ya no gastaría, pero vi un vestido precioso y tuve que perder a Chofis, con ella a mi lado pues no lo hubiera podido comprar.

— ¿Vas a regresar al palacio o a la casa?— por sobre mi hombro, mire a Joaco, quien a la vez, me observaba a mí. Observe la pantalla del celular, la foto de llamada de Roberto, era una imagen de nosotros dos sonriendo abrazados.

—Yo... Eehh... Pues...

—Está bien, te veo en casa... Ve a divertirte ¡No te gastes todo lo de las tarjetas! Recuerda que cuando estés por caer en la tentación, repite: "No lo necesito"— ambos dijimos mi mantra al mismo tiempo.

—No te preocupes... Lo repetiré, así tenga que decirlo un millón de veces. Te veo en casa.

—Nos vemos en la casa, te amo.

—Yo...— Joaquín tomó con delicadeza el teléfono y colgó. En ese momento comencé a susurrar el mantra, no tenía que gastar hasta morir, y tampoco necesitaba estar con otro hombre; ya tenía un esposo a quien quería.

—Ya me voy— me solté de su abrazo, si lo pensaba demasiado, mi cuerpo reaccionaria al contrario de lo que mi cerebro le indicaba.

—Le dijiste a tu esposo que llegabas más tarde— sus besos en mi cuello me hicieron dudar, pero traté de ser fuerte y me alejé lo más rápido que pude.

—Tengo otras cosas que hacer...— agarré mi bolso y salí disparada hacia la puerta.

—No lo amas, solo estas confundida— fue lo último que me dijo antes de que cerrara la puerta y lo dejara atrás.

Lo mismo me digo sobre ti.



—Lilian... ¡Lilian!— ruedo los ojos ante la insistencia del tipo que está detrás de mí.

Cuelgo la llamada que tengo con Heivy, si es un asaltante no quiero perder mi teléfono. Volteo y el bendito celular se me cae de las manos. Él lo levanta y estira su mano hacia mí, para que lo agarre.

Al ver que no puedo ni respirar, trata de tomar mi mano para colocar el aparato, inmediatamente doy varios pasos atrás.

—Lo que menos quería era asustarte... Toma— intenta tocarme de nuevo y repito la acción de caminar hacia atrás, hasta que me topo con una de las columnas del estacionamiento.

—Si te acercas un centímetro más, voy a gritar como si me estuvieran quemando viva.

—No me digas eso... Vine desde muy lejos para arreglar las cosas.

—No, no, no... Tú no eres real... Debo estar alucinando por el desgaste físico de tanto comprar— toco mi frente, mi corazón, palmeo mi cuerpo y me pellizco para comprobar si estoy despierta.

—Soy real, pequeña... Necesitamos hablar— para mi maldita mala suerte, no hay ni un alma en esta parte del puto estacionamiento—. Por favor, te lo ruego.

—Da un paso, un solo paso y— y... Juro que te voy a matar... No sabes las ganas que tengo de hacerlo— mis palabras suenan a todo, menos a amenaza, jamás pensé volver a verlo.

—Regrese para explicártelo todo, para que entiendas las razones por las que hice lo que hice... Lilian, pequeña mía— estoy acorralada entre mi camioneta y un carro, opto por cerrar los ojos y simplemente escuchar como camina hacia donde estoy paralizada.

—No eres real, no eres real— susurro mientras siento su mano buscar la mía, deposita el celular y toma mi mano entre las suyas—, no eres real...No puedes ser real.

—Déjame explicarte... Por favor— besa mis manos y yo no hago otra cosa que sujetar con demasiada fuerza el celular, estoy a punto de tener un jodido ataque al corazón.

—Tienes que irte, tienes que esconderte en el hueco de donde saliste. No puedes simplemente aparecer después de tantos años y querer arreglar cosas así como si nada hubiera pasado. Sera mejor que te vayas... ¡Vete!

Suelto mis manos y trato de caminar hasta mí camioneta, pero él me detiene, coloca su brazo frente a mí, impidiéndome el paso, intimidándome aún más. Siento su respiración detrás de mí, su perfume invade mi nariz y su cálido tacto se propaga desde mi abdomen a todo mi cuerpo.

— ¿Está todo bien señorita?— al fin, un policía aparece, justo a tiempo, un poco más y mi corazón dejaría de latir.

—Todo bien, señor, ya nos íbamos— ignorando las palabras del hombre tras de mí, el policía se acerca y me mira esperando mi respuesta. Siento su mano libre colocarse en mi cintura, dándome un apretón, como pidiéndome que no haga escándalos.

—No se preocupe oficial, solo estábamos hablando— el policía asiente y se marcha.

— Gracias, te juro que si me das una hora, una hora de tu vida, resolveremos todo este lio.

—Suéltame, por favor— de inmediato quita sus manos de mí, dando un paso atrás y mirándome expectante.

—Vayamos a donde tú quieras, lo único que busco es darte una explicación.

— ¿Traes auto?— él asiente—. Sígueme, vamos a hablar y después te vas a desaparecer de mi vista.

Tardo unos minutos en salir del estacionamiento, primero porque tengo que pensar el lugar a donde ir; no me agrada la idea de estar a solas con él, y tampoco de que alguien nos viera juntos. Al final me decido por ir a las afueras de la ciudad, a uno de los moteles en donde estoy segura que nadie nos reconocería.

Entro al dichoso motel, pago la habitación sin quitarme los lentes negros y en efectivo, así esta pesadilla no aparecerá en la línea de las tarjetas. Estaciono y espero a que él estacione a mi lado. Le doy el número de habitación y voy yo primero y le pido que esperé unos minutos antes de subir.

—Tienes diez minutos y te estoy dando mucho.

—Lo siento, lo siento... No sabes cómo me arrepiento de todo el daño que te hice, de todo el tiempo que me fui. Pero todo esto tiene una explicación... pequeña, me fui porque...

—Antes que nada, no me llames "pequeña", no me llames Lilian, no me llames "mi niña". Me llamo Lilith, y así tienes que llamarme.

Una señora interrumpió mi recuerdo. Emocionada se acercó a mí para pedirme una foto, reconociéndome como la esposa del gobernador.
Amablemente me dejé tomar la foto y escuché sus quejas sobre los anteriores gobernadores, y sus felicitaciones por el buen trabajo que estábamos realizando en el estado.

Cuando la señora estuvo satisfecha de tanto parloteo, pude seguir con mi andar, iba en dirección a Galerías Valle Oriente, para despejar un poco la mente.



—Esto está mal... Esto está muy, demasiado, mucho, muy mal— ubico mi vestido y corro tras el, enredada en la sabana que tiene impregnada el olor de Joaquín.

— ¡Espera, no te vayas!— él trata de detenerme, yo soy más hábil, escapo y me escondo en el cuarto de baño.

Es el peor cargo de conciencia que he tenido desde hace mucho tiempo, un pesar instantáneo. No tengo idea de qué diablos me sucedió, caí como una estúpida.

Abro el grifo de la regadera y con agua fría, enjuago mi cuerpo manchado de traición, tratando de no mojar mi cabello, eso haría más tardado y evidente, mi escape.
Una vez seca, me pongo el vestido, arreglo mi maquillaje y salgo disparada en busca de mi bolso.

—Por favor, pequeña... No puedes irte, acabamos de hacer el...— con ambas manos, cubro su boca.

—Shhh... Si lo dices, se hará real... Y esto no paso, ¿me entiendes? No pasó— con un movimiento delicado, pero firme, hace a un lado mis manos.

—Pasó, y fue... Maravilloso.

—Lo sé, pero esto no está bien. Fue un error y no volverá a pasar— le doy un beso rápido y camino sin mirar atrás.

Llegué al centro comercial con la mano dentro de mi bolso, acariciando mi tarjeta de crédito. La muy desgraciada parecía que me hablaba, pidiendo e implorando que la use.

Tal vez deba comprar algo pequeño, un juguete para mis sobrinos.

Fui directa a la juguetería, con la mirada en el suelo, si un par de zapatos se atravesaba en mi camino, mi poca fuerza de voluntad desaparecería.

Un Ferrari rojo con dos lugares, para los más pequeños, uno de los mejores regalos que mi padre me hizo de niña. El mío era un Jeep de Barbie, pero fue igual de bien recibido. Y para mi sobrino mayor un juego de química, para que se olvidara de esa tableta electrónica que parecía que ya la tenía pegada a las manos.

El empleado fue muy amable, llevó los regalos hasta la puerta de mi sencillo y común sedán.

—Regresé por ti, ¡vámonos! Seamos felices dando vueltas por el mundo.

—Lo que no entiendo es porque te fuiste. Me dejaste en el peor momento de mi vida...

—Y cada día de mi existencia, te pediré perdón por eso— besa uno por uno mis nudillos y encierra mi mano con las suyas.

—No quiero disculpas, quiero la verdad.

—Mi tío Lucas, tenía deudas graves con personas peligrosas, y en mi intento de ayudarlo, me involucre yo y te involucre a ti, dañe nuestra relación.

—No te creo— me suelto y camino unos pasos lejos de él.

—Es verdad, yo te amo, nunca quise dejarte. Cada día lejos de ti es una tortura... Saber que me odiabas fue un golpe para mi corazón.

—Pudiste pedirme ayuda, avisarme de lo que te estaba pasando ¡Francamente nada de lo que dices tiene sentido!

— ¿Y arriesgarme a que te hicieran daño? No, pequeña, no podía arriesgarme a tal cosa... Ahora que ya todo acabo... Los que nos perseguían están muertos, ya no hay peligro.

—Me abandonaste por casi cinco años... Las cosas cambiaron, ya no soy aquella nerd a la que el mundo le aterraba... Tengo una vida formada, ¡estoy encaminándome hacia la luz! Solo a ti se te ocurre irrumpir justo en este jodido momento.

—Yo sé que no vas a perdonarme tan fácil y rápido... No te preocupes, tenemos todo el tiempo del mundo.





— ¡¿Qué chingados pasó?!— Lo primero que vi al entrar a la sala de estar, fue a Roberto, estaba lleno de sangre, Martha se fue en busca de más toallas limpias, dejándonos solos.

—Un accidente... no es nada.

— ¿Un accidente? ¡¿Por accidente te pusiste frente a un tren o qué?! — sentándome en cuclillas frente a él, pude observar todas las heridas que tenía.

— Se peleó como animal con un tipo... Si crees que él es el afectado, es porque ya no alcanzaste a ver al pobre hombre, por poco lo mata— su madre apareció con la rompa también manchada de sangre, informándome de lo ocurrido.

— Santísimo Jesucristo, ¿se puede saber por qué?— mi esposo no me sostenía la mirada, y no contestaba mis preguntas.

Entre las tres, le curamos sus heridas; con mi basto historial de accidentes, había aprendido hasta como dar puntadas. Quejándose como un niño pequeño, Roberto apenas y se dejaba tocar. Tenía el ojo derecho inyectado de sangre, la nariz inflamada, la ceja izquierda abierta y bajo ella, su ojo enmarcado con un círculo casi negro.

— ¿Dónde estabas hija?— estaba tomando un té con mi suegra, terminando de curar a Roberto, se fue a tomar una ducha.

—En su casa, pasé a visitarlos, y me quede a cantar con mi suegro. Tenían el karaoke a todo volumen, no pude resistirme a un par de canciones.

— Habla con Rober, en la posición en la que esta, no puede andar haciendo este tipo de cosas.

— No entiendo que fue lo que paso.

— Un tipo vino alegando algo de que tenía grabada la evidencia de una infidelidad tuya— mantuve la taza de té en mis labios, tratando de no evidenciarme yo misma—. Roberto lo hizo pasar al despacho para ver el supuesto video... Al final, resultaron ser fotos y videos tuyas, con tu ex.

— ¿Ex?— la señora me torturo dándole un largo trago a su bebida.

—Sí, uno que se llama como tu primo Santi... Roberto se molestó porque ese sujeto solo quería desprestigiarlo atravesó de ti, por eso es que le dio la golpiza de su vida. Ese niño no entiende; si la prensa se entera del altercado...— mi suegra terminó su té y pasó a despedirse—:

Los veo luego, cuídamelo mucho. Vendré para la prueba del pastel.

— Se va con cuidado.


La acompañé hasta la puerta, despidiéndola con un abrazo y un beso en la mejilla.

Si Roberto se había enojado de aquella manera, solo por fotos viejas, no quería imaginarme que pasaría si se enterara de lo mío con Joaquín, posiblemente se cobraría asesinándonos a ambos.

Preparé un té para él, y con algo de miedo, subí para dárselo. Mi manera tan irresponsable de actuar, era una bomba de tiempo, amenazando con dañar a muchas personas.


— Fue muy tonto lo que hiciste— dejé la bandeja en la cama y me senté a su lado.

— Lo hice por ti, así que no me importa.

— Lo lamento... Lamento que mi pasado te afecte... Y aun mas, lamento no poder hacer nada al respecto.

— No me afectó el hecho de verte en fotos y videos besándote con Santiago. Lo que me repugno, fue que el maldito reportero vino aquí diciendo que eras una trepadora arribista, que mientras yo te mostraba como a esposa amorosa, defensora de los débiles, tu andabas poniéndome los cuernos.

— Si esto paso siendo mentira, ¿qué hubiera pasado si fuera verdad?

— Espero no tener que averiguarlo— avergonzada, miré hacia otro lado. Escuché como se quejaba al tomarse el té, sintiendo ganas de llorar y confesarle todo lo estúpido que hice desde que Joaquín llegó a mi vida, de nuevo.

— Además, ni aunque me trajeran la evidencia, fotos o videos, les creería...Lo negaría para mantener mi salud mental.

— Eres un tontito, un tontito al que quiero mucho y por mucho tiempo más.

— ¿Tan mal me veo?— caminé para entrecerrar un poco las cortinas, sabia por experiencia que hasta la luz molestaba cuando uno estaba lleno de golpes.

— ¿Por qué lo dices?— desde mi teléfono, atenué las luces.

— No me has mirado desde que estabas curándome las heridas.

— Simplemente estoy pensando, tendré que ponerte como veinte capas de maquillaje... Si Karlita o Chofis, te ven así, me van a matar.

— Por cierto, ¿dónde está toda la ropa que compraste? ¿De casualidad compraste unos pantalones ajustados, como los que tenías en las fotos del otro día? Porque esos pantalones te quedaban bastante bien.

— No, no compre nada para mí, decidí que era mejor comprarle algo a mis sobrinos... Además...— todavía evitando su mirada, comencé a abrir la ropa de cama—, los pantalones no son lo mío, ya te lo había dicho.

— Y yo te dije que cualquier cosa que uses, es un regalo para la vista. Adoraba hasta esas mechas rosadas, las extraño.

— ¡A la cama señor! Tienes que dormir y dejar que los antiinflamatorios hagan su magia.

— ¿Me das un beso para calmar el dolor?— me giré para verlo de frente, él me tenía sujeta por la cadera.

— Solo si me prometes una cosa— recorrí con cuidado el horrible círculo morado de su ojo.

— Lo que sea.

— No vuelvas a pelear por mí, nunca, jamás. No vale la pena.

— Eres mi esposa, hare cualquier cosa por ti, vales demasiado como para dejar que alguien calumnie tu nombre.

— Eso es de la película Chicago— sonreí ante su comentario y le di un beso suave, tratando de no lastimarlo en el proceso— Why, hed be rigth there taking the blame... He loves me so. That funny honey of mine— canté abrazada a él.

— Tu película favorita.

— Y tú mi hombre favorito.

— Es bueno saberlo.

— A dormir, mi aguacatito mallugado.

Durante la noche, me quedé despierta durante un par de horas más, tenía demasiada culpa como para poder dormir.

Estar a nada de mi boda, preparando todo; ver a mi esposo defender mi honor, arriesgado todo por mí, era más de lo que podía soportar. Cuando estuve con Santiago, nada de eso me sucedía, la palabra "culpa", no existía en mi vocabulario, aunque él me importaba bastante, no me preocupaba por sus sentimientos.

En mi insomnio, admiré también las bellas joyas que adornaban mi mano izquierda y mi cuello. Las coloqué sobre la mesita de cristal de la habitación, moviéndolas de un lado a otro, admirando como aquellos metales preciosos y las piedras pulidas que al principio me parecían ridículas y estorbosas, ahora me daba orgullo portar.

En mi dedo anular tenía la sombra que deja el uso constante de un anillo, por arriba de la línea de mis senos, estaba la graciosa sombra de la "L", que colgaba en mi cuello No me quitaba ninguna de las tres cosas ni para dormir.

Mi corazón estaba confundido, mi mente era un revoltijo de recuerdos. Cuando estaba con Joaquín, sentía un amor imposible de parar, era como si mi cerebro se cegara, mi corazón se aceleraba y no deseaba otra cosa más que estar con él y hacer las cosas bien para hacerle feliz... Con Roberto era diferente, con él podía estar de un humor terrible, y alegrarme con tan solo verlo su presencia me relejaba, él me hacía feliz con tan solo un abrazo, a él también lo amaba, pero me asustaba ese amor que había salido de la nada y en condiciones tan extrañas.

Tantos años y no podía quitarme de la mente a un estúpido que me rompió el corazón.



Continue Reading

You'll Also Like

3.4K 133 23
Pulsa aquí para escribir una descripción
248K 7.7K 139
¡Bien! ¿Por qué lo hago? Simple. Quiero hablar sobre este hermoso manga con alguien, comentar y opinar algunas cosas respecto esto, y si ustedes son...
853 97 12
Helena Frazer tiene que aprender a lidiar con los acontecimientos que descubrió seis años atrás mientras nuevas verdades salen a la luz, personas del...
7K 654 43
Odio, eso fue lo primero que sentí por ti, atracción fue lo que le siguió después, deceo fue lo siguiente y finalmente... La verdad es que no lo sé...