La serafina (Alastor y tu)

By RaquelLovegood

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Raquel, una serafina castigada por desentrañar secretos celestiales, es despojada de su magia y desterrada al... More

Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap. 28
Cap. 29
Cap. 30
Cap. 31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Cap. 35
Cap. 36
Cap. 37
Cap. 38
Cap. 39
Cap. 40
Cap. 41
Cap. 42
Cap. 43
Cap. 44
Cap. 45
Cap. 46
Cap. 47
Cap. 48
Cap. 49
Cap. 50
Cap. 51
Cap. 52
Cap. 53
Cap. 54
Cap. 55
Cap. 56
Cap. 57
Cap. 58
Cap. 59
Cap. 60
Cap. 61
Cap. 62
🔥Cap. 63🔥
Cap. 64
Cap. 65
Cap. 66
Pag. 67
Cap. 68
Cap. 70
Cap. 71
Cap. 72
Cap. 73 (Final)
🔥Capítulo Extra (El Celo)🔥
𝑺𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒂 𝒕𝒆𝒎𝒑𝒐𝒓𝒂𝒅𝒂

Cap. 69

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By RaquelLovegood

Narrador omnisciente:

-¿Me estás ocultando algo, serafina?- dijo con una sonrisa tratando de coger el dibujo que la chica tenía en su espalda.

-No es nada, Al, es una tontería- la voz de la chica había adquirido un timbre nervioso mientras hablaba y daba ligeros pasos hacia atrás doblando el papel y escondiéndolo del ciervo.

-¿Y por qué te pones tan nerviosa si no es nada?- dijo acercándose lentamente, no entendía como un vestido podía causarle tanta vergüenza a la chica a esas alturas de la relación, podría haberlo cogido con magia o pedirle a una de las sombras que lo cogiese por él, sin embargo por primera vez, no quería invadir la privacidad de la chica.

-Es que no me acordaba que estaba aquí- la ángel quería que la tierra se la tragase, pensaba que ese dibujo estaba guardado en el nuevo diario que tenía debajo de la cama, se le debía haber olvidado en la mesa cuando decidió sombrearlo un poco el otro día.

-¿Y no me lo quieres enseñar? Parecía una prenda preciosa- dijo mientras se acercaba más a ella, la serafina negó mientras lo sujetaba fuertemente, Alastor levantó una ceja, aunque ella se lo negase, sabía perfectamente qué era ese vestido pero no iba a decírselo, quería que fuese ella la que lo confesase.

-Es una tontería, te lo he dicho ya, ¿has visto el retrato que le hice a Charlie el otro día?- Raquel cambió de tema al tiempo que se colaba por la izquierda del demonio y le enseñaba una de sus obras, la cara de la hija de Lucifer apareció ante los ojos del ciervo, pero este casi no le prestó atención, estaba casi seguro de lo que se le estaba pasando por la cabeza a la ángel pero necesitaba comprobarlo y en su cuarto tenía algo que podía ayudarle.

-Está precioso, querida- disimuló mientras se acercaba a darle un suave beso en la mejilla, ella le sonrió aún sin soltar el boceto con una de las manos, Alastor miró a la mesa viendo como lo que quedaba encima no le iba a solucionar nada- sin embargo, creo que me debería ir a mirar unas cosas que me habían pedido antes, ¿te importa si nos vemos en un rato?- preguntó mientras acariciaba la mejilla de la chica.

-No, claro, sin problema- Raquel se mordió el labio esperando que el demonio no se hubiese enfadado por ocultarle el vestido, sin embargo la sonrisa que tenía mostraba la misma tranquilidad a la que ya estaba acostumbrada- ¿te apetecerá que demos una vuelta por el Infierno?

-Por supuesto, serafina, y si lo deseas, podemos ir a esa cafetería que te gusta- ella asintió feliz mientras veía como Alastor salía por la puerta y la cerraba tras de sí, se lanzó a coger su diario de debajo de la cama y lo abrió por el final, una gran cantidad de vestidos blancos y diferentes arreglos del pelo se mostraron ante sus ojos, metió rápidamente el que tenía en sus manos con los demás mientras suspiraba.

El ciervo por su parte se dirigió a su cuarto mientras analizaba lo que acababa de suceder con su pareja, Raquel se destacaba por ponerse sumamente nerviosa por tonterías por lo que no era de extrañar su comportamiento, sin embargo era un simple boceto lo que había cogido y había desencadenado la inquietud en la chica.

Entró a su cuarto e invocó el diario de la chica, el libro apareció en su mano y no dudó un segundo en abrirlo, de vez en cuando le gustaba ojearlo o leer algunas de sus entradas, la mayoría hablaban de planes en el Cielo con una tal Emily o normas que le marcaba Sera para que se comportase, otra figura que aparecía en varias ocasiones era Adán, para desagrado del demonio había sido capaz de apreciar como las marcas de corazones a lápiz que habían sido borrados con esmero adornaban los alrededores del nombre.

-Necesitará explicarme el motivo de los corazones con el nombre de este imbécil- suspiró para sí mismo mientras seguía pasando las páginas, oyó pasos por el pasillo y para asegurarse que no le interrumpían mandó a una de sus sombras a poner el pestillo, no quería ser molestado. Se oyó como la persona pasaba de largo y se volvió a enfocar en la lectura, un montón de dibujos sobre diferentes partes del Cielo aparecían a lo largo de las páginas, algunos mejor que otros, uno mostraba una habitación blanca y otro una sala con varios balcones y una gran bola de luz en el centro.

Fue cuando llegó a la mitad del diario cuando encontró lo que buscaba, un gran vestido blanco vaporoso se mostraba ante sus ojos, el demonio sonrió sabiendo lo que significaba el que había visto en la habitación de su pareja, al lado de este habían un montón de corazones dibujados a lápiz y diversos tipos de decoración, unas grandes letras en cursiva indicaban la temática de esas hojas, pero no hacía falta que se indicase pues era sumamente obvia la motivación que tenía la ángel.

-Conque la serafina quiere un anillo- susurró para sí mismo mientras sonreía.

Nunca se había planteado la idea de casarse, durante su vida la idea de pedirle la mano a Victoria le rondó por la cabeza un par de veces, sin embargo tras el desastre con su padre, se olvidó de ella y de la posibilidad de contraer matrimonio, pero parecía que su no-vida tenía otros planes para él. Nunca creyó que el casarse en el Infierno fuese una posibilidad pero la gran cantidad de páginas en el libro repletas de detalles nupciales le mostraron que para la chica sí que era algo importante.

Hizo que el libro se desvaneciese antes de erguirse de nuevo, si eso era lo que ella quería, él se encargaría de que tuviese la mejor boda del Infierno, no sabía como se podía hacer pero lo descubriría le costase lo que le costase, en el fondo, era un Overlord y muchos demonios le debían favores.

Los días pasaron y con esto el exterminio se iba acercando, Raquel había vuelto a tener pesadillas con la muerte de sus amigos, por lo que Alastor se había mudado temporalmente al cuarto de la ángel en un intento de tranquilizarla cuando se levantase gritando a mitad de noche, sin embargo, a pesar de que lo intentaba con todas sus fuerzas y le reproducía diferentes melodías, era incapaz de calmar el amargo llanto de la chica cuando despertaba.

Esa noche no fue diferente, el ciervo notó como la serafina se revolvía entre las sábanas murmurando cosas incoherentes, sus puños apretaban la almohada con tanta fuerza que sus nudillos perdieron el color, no sabía que hacer, la abrazó con fuerza esperando que despertase o se le pasase; no pasó mucho tiempo antes de que sus ojos se abriesen soltando un grito ahogado, buscó con la mirada la cara del demonio, el cual la observaba con tranquilidad, las lágrimas doradas caían por su rostro mientras se apretaba contra su abrazo, necesitaba esa protección que solo el ciervo podía proporcionarle.

-Ya está, querida, ya ha pasado- ella sollozó contra su pecho mientras notaba como una de las manos de su pareja se deslizaba por su cabello tratando de calmarla.

-Pero no ha pasado, Al- siempre se repetían las mismas palabras, noche tras noche, hasta que no acabase el exterminio la serafina no podría volver a dormir tranquila y eso estaba dejando marca en su rostro, donde las ojeras de los primeros meses en el Infierno habían vuelto a aparecer y el cansancio la invadía en cualquier momento del día.

-Lo sé, pero estoy aquí- apagó el filtro de su voz en un intento de parecer más cercano a la chica, quería reconfortarla pero no sabía como hacerlo pues aunque le costaba admitirlo, él también estaba preocupado, en otros exterminios el ciervo se había encargado de protegerse a sí mismo y salvarse de los ataques, ahora debía afrontar la carga de proteger no solo el hotel, sino a los amigos que muy a su pesar había encontrado en él, sabía que Raquel no le perdonaría que los dejase morir y por eso mismo debía ayudarlos a salvarse.

-Quiero que se acabe, no quiero pasar por este miedo cada año- lloró mientras el demonio la sentaba en su regazo haciendo que estuviese más próximo a ella, con solo pensarlo una de las radios de la habitación se encendió y empezó a sonar "Something Stupid" de Frank Sinatra (la de arriba), se había convertido en una de las melodías favoritas de la ángel y esperaba que la ayudase a calmarse en estos momentos.

El ciervo la acunó esperando que se le pasase el susto de la pesadilla mientras el miedo se formaba en su interior, no podía morirse, ya no es que no quisiese sino que no podía, no podía dejar a la serafina sola en el Infierno, era demasiado peligroso para ella por no mencionar todos los planes que había pensado para su futuro, quería pasar el resto de la eternidad a su lado y se negaba a que todo eso se acabase solo por un capricho del Cielo, no podía dejarla.

La respiración de la chica se fue tranquilizando y Alastor la observó, sin que ella lo supiese había investigado su especie, había leído sobre los serafines y el poder que tenían, su ángel era posiblemente uno de los seres más poderosos del Infierno, con una fuerza superior a la de los Reyes de los Anillos y sin embargo entre sus brazos se veía tan indefensa, tan pequeña.

-Esto acabará este año- le prometió, esperaba que el contrataque que habían organizado sirviese de alguna forma para detener los exterminios o al menos reducir la cantidad de bajas cada año hasta que se suspendiesen, lo esperaba de verdad.

-Sabes que odio que me prometas cosas que no sabes si vas a poder cumplir- lo regañó, la sonrisa del ciervo aumentó ligeramente, la quería demasiado y en estos momentos era cuando más consciente era, a pesar de haber abandonado el Cielo, Raquel seguía siendo un ángel y nunca dejaría de serlo y eso se veía en el odio que tenía la muchacha a las mentiras.

-Lo sé- le besó la coronilla de la cabeza mientras tarareaba la melodía de la radio, la chica se acurrucó contra el cuerpo del demonio sin poder volverse a dormir.

-¿Te he despertado?- preguntó mientras levantaba la mirada, los ojos rojos de él se fijaron en los suyos.

-Para nada querida, sabes que no duermo- ella recordaba como lo había visto dormir una vez, aunque él se negase a admitirlo, pero no quería iniciar una pequeña disputa, era tarde y estaba demasiado cómoda sobre sus piernas como para empezar a discutir, aunque fuese en broma.

-Tienes suerte- bostezó mientras miraba la radio vieja que estaba en la mesita, Alastor la había traído tras las primeras pesadillas pensando que le ayudaría, apenas un día después de que la radie apareciese en su cuarto, el demonio se trasladó con ella- así no tienes pesadillas.

-Tampoco tengo sueños- dijo acariciando la espalda de la chica notando como esta se había relajado dejando a un lado el nerviosismo que le había provocado el dormir.

El silencio se instaló en la habitación mientras la música seguía sonando, una serie de canciones tranquilas se sucedieron mientras la pareja miraba a la nada, Raquel se moría de ganas por volverse a dormir, pero no quería hacerlo por miedo a que los cuerpos de sus amigos apareciesen ante ella otra vez, no podía más. Alastor lo sabía, veía el sufrimiento en la cara de la ángel conforme se despertaba y cuando le contaba lo que había visto dormida.

Sin darse cuenta la serafina empezó a cabecear amenazando con volverse a dormir, Alastor la acunó mientras ella trataba de mantenerse despierta, pero los movimientos del demonio no la ayudaban.

-Al... No...- dijo con la voz adormilada.

-Tranquila, querida, duerme tranquila, te tengo- ella asintió sin ser muy consciente de las palabras de él, estaba demasiado adormilada como para entenderlas, pero la voz de él era suficientemente tranquilizadora como para dejarse llevar esperando descansar.

Alastor vio como la respiración de ella se relajaba a la vez que su cabeza se apoyaba en su pecho, sonrió para sí sin moverla o moverse él, se negaba a arriesgarse a despertarla, se quedaría así toda la noche si era necesario a cambio de que por fin su serafina pudiese reposar.


Pues quedan unos tres capítulos de esta temporada (aunque al final siempre me alargo y terminan siendo más, pero bueno, por avisaros).

Quiero agradecer el apoyo del capítulo anterior, os juro que casi me pongo a llorar cuando he leído los mensajes tan bonitos que habéis escrito, la verdad es que conforme escribía tenía un poco síndrome del impostor pensando que todo era una bazofia, así que gracias por ayudarme a deshacerme de él <3.

Por último, aquí os dejo un adelanto de lo que tratará la segunda temporada, sí, nos vamos de boda mi gente... Y quién sabe si habrá una sorpresita más jajaja.

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