La serafina (Alastor y tu)

By RaquelLovegood

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Raquel, una serafina castigada por desentrañar secretos celestiales, es despojada de su magia y desterrada al... More

Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap. 28
Cap. 29
Cap. 30
Cap. 31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Cap. 35
Cap. 36
Cap. 37
Cap. 38
Cap. 39
Cap. 40
Cap. 41
Cap. 42
Cap. 43
Cap. 44
Cap. 45
Cap. 46
Cap. 47
Cap. 48
Cap. 49
Cap. 50
Cap. 51
Cap. 52
Cap. 53
Cap. 55
Cap. 56
Cap. 57
Cap. 58
Cap. 59
Cap. 60
Cap. 61
Cap. 62
🔥Cap. 63🔥
Cap. 64
Cap. 65
Cap. 66
Pag. 67
Cap. 68
Cap. 69
Cap. 70
Cap. 71
Cap. 72
Cap. 73 (Final)
🔥Capítulo Extra (El Celo)🔥
𝑺𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒂 𝒕𝒆𝒎𝒑𝒐𝒓𝒂𝒅𝒂

Cap. 54

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By RaquelLovegood

Narrador omnisciente: 

Fue en el momento del postre cuando la música sonó en el restaurante y el demonio decidió sacar a bailar a su pareja, Raquel se sentía algo cohibida de bailar delante de tanta gente pues solo lo había hecho en la fiesta de Rosie, pero la sonrisa de Alastor la calmó lo suficiente como para dejarse llevar por él, salieron a la mitad de la pista y se apretaron el uno contra el oro mientras bailaban una canción lenta.

-No te mueves mal para ser una anciana- se rio él mientras la hacía dar una vuelta, ella solo le sacó la lengua sabiendo que esta sería una de las nuevas bromas del ciervo.

-Cállate- él solo volvió a reír mientras acariciaba su cintura.

-¿Te he dicho lo preciosa que estás esta noche?- ella asintió sonrojada- pues debería repetírtelo más, porque estás deslumbrante- Raquel sintió que el calor la invadía mientras se encontraba allí, bailando con Alastor y veía como él solo tenía ojos para ella. La serafina se puso de puntillas y le dio un suave beso en los labios, le habría encantado que hubiese podido ir a más pero estaban rodeados de gente y no quería ser vulgar, se separó mirándolo a los ojos.

-Te quiero- le susurró mientras lo observaba con una sonrisa, las orejas del demonio temblaron mientras su sonrisa se ensanchaba al oír sus palabras.

-Yo también te quiero, serafina- dijo y la acercó más a él. Bailaron un par de canciones antes de decidirse por volver al hotel, él la llevó de la mano al coche dejándola pasar, pero a diferencia de las otras veces que compartían vehículo, en esta ocasión la ángel se quedó en el asiento del medio- ¿Acaso tienes frío?- preguntó al ver que el espacio entre ambos era casi inexistente, pero ella solo le sonrió negando con la cabeza, puso una mano en la mejilla del demonio y se inclinó para besarlo.

Alastor le dio al botón que subía la ventanilla del conductor para evitar que este observase el espectáculo que se desarrollaba en el asiento trasero y respondió al beso con tranquilidad, sin embargo le sorprendió observar como en este caso era la ángel la que estaba subiendo la intensidad tratando de introducir su lengua en la boca del demonio.

-Raquel...- suspiró él mientras ella lo mandaba callar, lo necesitaba, quería estar así con él y sabía perfectamente que él intentaría detenerlo, pero esta vez no le iba a dejar. Bajó sus labios al cuello del demonio como él había hecho tantas veces con ella, sus dientes no estaban afilados por lo que no podía morderle tan fuerte como él le hacía, sin embargo se dedicó a darle besos y pequeños mordiscos que conseguían sacar lo que parecían algo más que suspiros de la boca del ciervo- Raquel...- ella se separó y lo mandó callar con la mirada, pero él no le hizo caso- no sé hasta que punto esto es...

-Cállate- le gruñó antes de volver a besarlo, esta vez con fuerza, Alastor estaba haciendo todo lo posible por controlarse, no quería hacerle daño por lo que debía ir con cuidado, pero tener a la serafina así ante él se lo estaba complicando demasiado todo, notó como perdía el aliento cuando ella mordió su labio inferior y un pequeño gemido se le escapó.

El coche se detuvo en la puerta del hotel haciendo que ambos se separasen entre respiraciones agitadas por la falta de aire, se miraron mientras esperaban que uno de los dos hablase, pero ninguno lo hizo, Raquel se separó un poco tratando de recolocarse el vestido que se le había movido un poco durante el trayecto y Alastor se arregló la chaqueta antes de salir del coche y esperar a que ella hiciese lo mismo, le tendió la mano, la cual la ángel agarró sin dudarlo y entraron al hotel, el silencio se había establecido entre ellos mientras esperaban con ansias lo que pasaría cuando llegasen al cuarto de ella.

Subieron las escaleras y la serafina se atrevió a mirarlo de reojo, las mejillas del demonio estaban coloreadas, lo cual le indicaba que sentía el calor casi tanto como ella, eso solo hizo que el cosquilleo de su vientre se acrecentase por el nerviosismo de lo que podía suceder a continuación. Una vez en la puerta, Alastor se detuvo con la intención de irse a su cuarto a lo que la serafina le miró con una ceja levantada.

-Al, ¿no quieres pasar?- el demonio la miró dudoso, era obvio que quería entrar y hacerla suya en ese mismo instante, arrancarle la ropa y unirse como nunca antes se había unido a nadie, sin embargo por primera vez, tenía miedo, ella se dio cuenta de la cara del ciervo y supo que igual no estaba preparado para eso- si no quieres, podemos no hacer nada, pero me gustaría dormir contigo, la verdad...

-¿Solo dormir?- preguntó él, sabía que ella deseaba que fuese a más, sin embargo la idea de pasar la noche juntos le agradaba de sobremanera, así que asintió y ella le sonrió, una vez dentro del cuarto él se quitó la chaqueta y los zapatos dejándolos ordenadamente a un lado de la cama mientras ella pasaba al baño para quitarse el vestido y las lentillas y ponerse su bata para dormir.

Alastor no tenía pijama pues rara vez dormía, siempre lo había atribuido al hecho de ser medio ciervo pues necesitaba estar en alerta constante, era por eso que tomaba drogas para descansar cuando se sentía sumamente agotado o necesitaba pensar algo tranquilamente, esa noche sabía que ni con ellas dormiría pues estaba demasiado nervioso, pero la idea de poder terminar la velada con la serafina entre sus brazos le parecía un final de cita perfecto.

Ella salió del cuarto de baño ya cambiada y preparada para irse a la cama, vio como Alastor ya se encontraba tumbado esperándola y le sonrió, se acercó mientras notaba que sus mejillas se enrojecían y su estómago se revolvía a causa de los nervios, amaba a ese demonio y el hecho de tenerlo ahí delante para ella era algo que jamás habría podido imaginar. Se metió entre las sábanas a su lado y lo miró a los ojos, Alastor solo le sonreía tranquilamente.

-¿Quieres hablar un poco o prefieres que apague ya la luz?- preguntó ella nerviosa, estaba siendo consciente en ese mismo momento que estaba compartiendo lecho con un hombre.

-Lo que tú prefieras serafina, ¿te apetece hablar un poco?- ella asintió pensando que a lo mejor así se le pasarían un poco los nervios, por lo que el demonio empezó a contarle algunas de las historias que había vivido durante su estancia en la Tierra a la espera de que le ayudasen para desconectar un poco a la ángel y estar más cómoda, pues desde donde estaba podía escuchar el corazón de esta latir a toda velocidad. Pasaron un buen rato hablando hasta que el reloj dio las dos de la mañana- es tarde serafina, a lo mejor deberíamos dormir...

Ella solo asintió mientras apagaba del interruptor, en el momento en el que la luz se fue su corazón volvió a acelerarse nervioso por lo que pudiese pasar, sin embargo confiaba en Alastor y sabía que él no haría nada a menos que ella quisiese, o al menos eso esperaba.

-Buenas noches, serafina- dijo él mientras observaba como los ojos dorados de esta relucían levemente en la oscuridad, la besó suavemente en los labios durante unos segundos pero a la ángel le supo a poco.

-Buenas noches, Al- le sonrió repitiendo el beso pero en este caso haciendo que durase más tiempo, él le respondió sin dudarlo mientras pasaba una de sus manos por la cintura de la chica, lo cual ella aprovechó para acercarse más a él, el calor en el cuarto iba incrementándose lentamente y más para la pareja, los cuales no se separaban en ningún momento.

-Raquel... ¿Estás segura?- susurró contra sus labios el demonio a lo que ella asintió sin dudarlo, sentía los nervios a flor de piel pero jamás había estado más convencida de algo como lo estaba de que quería hacerlo ahora mismo con él, él solo incrementó la fuerza del beso mientras la apretaba contra su cuerpo.

Narra Raquel:

Mis labios se quedaron libres en el mismo momento en el que Alastor bajó los suyos a mi cuello, dejando pequeños besos y mordiscos alrededor de este, por lo que mi única reacción fue soltar diversos suspiros mientras notaba como marcaba la parte alta de mi pecho y mordisqueaba mi cuello. Dirigí mis manos a su camisa tratando de desabrocharla para poder hacerle disfrutar, pero con un movimiento suave Alastor apartó mis manos.

-No no, querida...- en la penumbra solo se podían ver los ojos rojos del demonio, los cuales me observaban con diversión- primero me toca a mí- volvió a besarme mientras una de sus manos se deslizaba por mi cuerpo hasta llegar a mis muslos, sentí como el aire se escapaba de mis pulmones conforme su mano se acercaba cada vez más a mi intimidad, Al lo notó y se separó unos milímetros- ¿segura que quieres que continúe?- asentí mientras lo volvía a besar, el miedo se había convertido en curiosidad y me negaba a parar ahora.

Alastor me sonrió mientras levantaba suavemente el dobladillo de la prenda dejando al aire la ropa interior, jugó un poco por encima de esta tocando mis partes íntimas y noté como su sonrisa se ensanchaba conforme soltaba pequeños gemidos contra su boca, no quería que el placer terminase y él parecía notarlo pues se entretuvo durante un tiempo jugando por encima de mis bragas.

-Al...- traté de llamarlo entre suspiros mientras apartaba mi ropa interior para tener el acceso libre, dirigió uno de sus dedos a la parte exterior de mi vagina, la cual ya estaba ligeramente mojada, Alastor se rio sabiendo que él era el culpable de que estuviese en estas condiciones, por lo que me puse completamente roja, acarició suavemente la entrada con las yemas de sus dedos y se separó de mis labios mientras me miraba con una sonrisa ladeada.

-¿Estás preparada, querida?- le miré sin entender para que debía estar preparada pero fue en el momento en el que el demonio introdujo uno de sus dedos dentro de mí cuando supe a lo que se refería, un gemido salió de mi boca haciendo que Alastor me volviese a besar tratando de callarme, noté como movía su mano libre conjurando una protección alrededor del cuarto para evitar que el resto del hotel oyese lo que estábamos haciendo; sin embargo todo lo que podía pasar fuera de la habitación me era indiferente, lo único que me importaba era el momento que estaba pasando con el demonio y el placer que me estaba produciendo, solté otro gemido cuando noté que un segundo dedo se introducía en mí y él se rio- serafina... Parece que te está gustando...- él también estaba sin aire aunque eso se debía a que no le había dejado de besar desde que había empezado, lo necesitaba más cerca, todo lo posible.

-Al...- gemí su nombre haciendo que se encendiese, noté como su otra mano se alejaba de nuevo y una luz tenue se hizo en el cuarto, había conjurado una vela en la mesita de noche, lo miré con un poco de duda sin entenderlo.

-Necesito ver esa cara de placer- suspiró mientras movía los dedos dentro de mí con un poco más de fuerza, notaba que el calor del cuarto era casi insoportable, ambos estábamos sudando y yo no paraba de suspirar, la cara de Alastor era de felicidad y disfrute mientras jugaba conmigo- gime mi nombre serafina- gruñó en mi oreja lo que hizo que otra ola de calor me arroyase.

-Alastor- gemí notando como metía un tercer dedo, solté la sábana que había agarrado hasta el momento y apreté su brazo con fuerza mientras notaba como me estaba empapando aún más a causa de los flujos, él solo se rio al ver mis reacciones y dirigió uno de sus dedos a la parte superior de mi intimidad, cuando la tocó noté una descarga que me recorría por completo, gemí.

-Serafina... Dios... No sabes lo bien que te ves...- gimió mientras mordía mi hombro sin dejar de mover sus dedos dentro de mí, yo sentía que estaba perdiendo la razón mientras él no dejaba de moverse, en el cuarto solo se escuchaban nuestras respiraciones y mis gemidos, notaba como poco a poco un cosquilleo se formaba en la parte inferior de mi vientre.

-Al...- advertí sin entender muy bien porque mi corazón latía más fuerte cada vez y me estaba quedando sin aire- Alastor...- lo miré mientras él solo sonreía.

-Déjate llevar serafina- me sonrió mientras ponía sus labios encima de los míos, noté como toda mi parte inferior se contraía justo antes de explotar en un cúmulo de sensaciones, noté como perdía la fuerza a la vez que mis manos se apretaban contra los brazos de Alastor y gemía fuertemente contra sus labios. Cuando por fin pude abrir los ojos vi como Alastor me miraba divertido mientras yo trataba de recuperar la respiración, estaba sentado en la cama, lamiendo sus dedos con cara de satisfacción mientras veía mi cuerpo sudado aún temblando suavemente.

-Que...- pregunté mientras él solo me acariciaba la cara con la mano libre.

-Eso, mi querida serafina, ha sido tu primer orgasmo- asentí mientras él me besaba suavemente- y por tu reacción, creo que por hoy ha sido suficiente...- negué con la cabeza mientras me incorporaba tratando de detenerlo.

-Pero espera... ¿Y tú?- él solo me sonrió tiernamente.

-Créeme, verte disfrutar ha sido suficientemente placentero para mí, no te preocupes- yo solo asentí sin estar muy conforme, quería hacerlo sentir bien, quería que disfrutase igual que lo había hecho yo, pero notaba el cansancio invadirme y como de un momento a otro iba a acabar durmiéndome. Observé como se levantaba y me daba la espalda para coger su chaqueta, en ese instante aprecié una pequeña cola que asomaba por encima de su pantalón, me reí por dentro al verla, era sumamente adorable en contraste con el resto del demonio, el cual provocaba terror cuando lo veías, tal vez por eso la tenía siempre cubierta por el abrigo.

-Pero no te vayas- dije sentándome mientras él se volvía a girar a verme- aunque no hagamos nada más, por favor... Quédate, de verdad que me gustaría mucho dormir contigo...- le pedí, vi como sus ojos se debatían sobre si irse o quedarse, pero tras unos segundos suspiró antes de volver a dejar el abrigo y recostarse a mi lado en la cama.

-Está bien, pero esta vez dormiremos de verdad- yo asentí feliz de volverlo a tener a mi lado y me acurruqué contra su pecho oyendo como latía tranquilamente su corazón, este momento que acabábamos de tener me había dejado agotada y solo tardé unos segundos en quedarme dormida entre sus brazos.

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