La serafina (Alastor y tu)

By RaquelLovegood

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Raquel, una serafina castigada por desentrañar secretos celestiales, es despojada de su magia y desterrada al... More

Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap. 28
Cap. 29
Cap. 31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Cap. 35
Cap. 36
Cap. 37
Cap. 38
Cap. 39
Cap. 40
Cap. 41
Cap. 42
Cap. 43
Cap. 44
Cap. 45
Cap. 46
Cap. 47
Cap. 48
Cap. 49
Cap. 50
Cap. 51
Cap. 52
Cap. 53
Cap. 54
Cap. 55
Cap. 56
Cap. 57
Cap. 58
Cap. 59
Cap. 60
Cap. 61
Cap. 62
🔥Cap. 63🔥
Cap. 64
Cap. 65
Cap. 66
Pag. 67
Cap. 68
Cap. 69
Cap. 70
Cap. 71
Cap. 72
Cap. 73 (Final)
🔥Capítulo Extra (El Celo)🔥
𝑺𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒂 𝒕𝒆𝒎𝒑𝒐𝒓𝒂𝒅𝒂

Cap. 30

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By RaquelLovegood

Narra Raquel:

Tras hablar con Ángel supe que había llegado el momento de tener la conversación con Alastor, estaba deseosa porque me explicase qué había pasado y los motivos de su marcha. Si bien ayer ya me había indicado que eran externos a él pues se debían a los Supremos, necesitaba más explicaciones y saberlo todo con certeza en el caso de que realmente me encontrase en peligro.

Me dirigí a la estación de radio donde imaginé que estaría, golpeé la puerta pero para variar nadie respondió, decidí hacer lo mismo que la vez anterior, entrar y llamar a la siguiente para ver si realmente se encontraba allí. Tras llamar un par de veces, la voz de Alastor sonó indicándome que pasase, observé que todo seguía igual, después de los meses que habían pasado, me alegraba que hubiese podido dejarlo todo como antes tras ese ataque de ira que tuvo.

-Serafina- me miró con una sonrisa desde la silla de la mesa de mezclas- me alegra ver que ya estás despierta, por un momento pensé que hibernarías hasta la próxima primavera- le sonreí mientras tomaba asiento en una de las sillas que había en la mesa central de la sala.

-Veo que has recuperado tu sentido del humor, Al- me agradaba volver a poder tener una conversación así con él, lo había echado bastante de menos.

-Eso nunca se pierde, querida, pero yendo a lo importante, ¿te encuentras bien? ¿se te han pasado los dolores de la resaca?- yo asentí- y me imagino que habrás comido algo.

-Sí, había un sándwich en la cocina el cual le he robado a alguien- oí una pequeña risita por su parte y noté como se giraba disimuladamente intentando evitar que yo me diese cuenta- por lo que ahora estoy en perfectas condiciones.

-Me alegra oír eso, querida, el Infierno no es un lugar al que se venga a sufrir- levanté una ceja.

-¿Técnicamente no es a eso a lo que os mandaron al Infierno?- se rio mientras daba una vuelta en su silla giratoria y se apoyaba en el bastón mirándome.

-Serafina, creo que ya has visto que ahí arriba no teníais mucha idea de lo que pasa aquí abajo- touché- entonces... por muy grata que sea tu visita... ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

-Tenemos una conversación pendiente Alastor- su sonrisa tembló amenazando con desaparecer- y me gustaría tenerla ahora si fuese posible- él asintió.

-Me imaginaba que no tardaría mucho en llegar este momento, pero tus deseos son órdenes para mí, adelante, ¿Qué quieres saber?- me mordí el labio pensando por donde empezar.

-Ayer mencionaste que estaba en peligro por culpa de los Overlords, ¿Por qué vendrían los Supremos a por mí?- se recostó en su asiento mientras me miraba a los ojos.

-El día que llegaste a este mundo, una de las cámaras de Vox-Tech te filmó caer, una caída bastante asombrosa todo debo decir, te mereces mi enhorabuena por no haber muerto- levanté una ceja.

-Gracias... Creo- él continuó.

-La cuestión es que Camilla Carmine, la directora de los Overlords, considera tu presencia en el Infierno como un problema mayor, algo peligroso para todos los que estamos aquí y cree que hay que entregarte, nos encargó buscarte por toda la ciudad y volver con pistas sobre tu paradero...

-Pero... Tú...- él negó con la cabeza.

-Serafina, obviamente yo no he dicho nada respecto a tu ubicación y por eso mismo me alejé, tengo enemigos, demasiados para ser sinceros, y cualquiera de ellos aprovecharía esta baza para intentar hacerme daño o hacértelo a ti, por lo que lo más sensato era desaparecer.

-No lo entiendo...- dijo mientras apoyaba uno de mis codos en la mesa reclinándome en la silla- ¿para qué quiere Camilla que me llevéis hasta ella, por qué iba a ser yo un peligro?- la respuesta apareció en mi mente antes de que Alastor lo pronunciase "El Exterminio".

-Querida, los ángeles sois conocidos en el Infierno por dos motivos, uno, mandar sobre nosotros como es el caso de nuestro... Pequeño soberano- se rio ante su propia broma- el segundo motivo, es que cada año venís a masacrarnos, todos hemos perdido a alguien a causa de un exterminio...

-¿Y por qué no me llevas a casa de Camilla?- pregunté tratando de buscar una solución- puedo explicarle la situación, que no sabía nada de lo que pasaba aquí abajo y que no tengo nada que ver, que me han expulsado por defenderos... Intenté ayudaros- vi como Alastor negaba con la cabeza mientras se levantaba y caminaba hacia mí.

-Raquel, no te querrán escuchar, están enfadados con vosotros, sois el enemigo y buscarán cualquier motivo para hacerte daño- paró cuando estaba apenas a unos pasos de mi y se apoyó en su bastón mientras se inclinaba en dirección.

-Pero tú no intentaste hacerme daño... Y eres uno de ellos- se rio.

-Yo no soy como esos cretinos, pequeña serafina, yo juego solo- lo miré a los ojos, estaban clavados en mí mientras hablaba- y por lo que a mí respecta, van a estar mucho más tiempo sin poder ponerte una mano encima...

-¿Y cómo lo vas a hacer?- se rio y se sentó en la mesa a mi lado.

-Lo he pensado detenidamente, tienen mucho poder pero la mayoría de ellos son más tontos que los del círculo de la Soberbia querida, uno de ellos te tuvo a centímetros de distancia y no notó nada extraño- recordé mi encuentro con Val- todos los del hotel sabemos quienes son los Overlords, los conocemos por diversos motivos, solo tenemos que asegurarnos de que no se acerquen lo suficiente a ti como para que sospechen- asentí mientras analizaba su rostro, se notaba tranquilo por lo que era un plan que ya había pensado y meditado con anterioridad, lo cual me dejaba a mí también más tranquilar al saber que no era algo improvisado, además se sustentaba sobre un ejemplo firme como era que Val ni siquiera había sospechado de que no era un demonio, estaba más centrado en contratarme.

-Has pensado en todo- le sonreí mientras él se erguía con orgullo.

-Por supuesto serafina, te he prometido que encontraría una solución que no conllevase el alejarnos- puso su mano en la mesa a escasos centímetros de la mía, pero los recuerdos de la noche pasada me provocaban demasiada vergüenza como para juntarlas... Mis mejillas se colorearon y aparté la mirada, oí una risita por parte del ciervo.

-Por cierto- suspiré mientras esperaba que se me bajase un poco la oleada de calor que me había entrado al recordar el beso- ¿tienes un momento para que hablemos de otro tema?

-Por supuesto querida, cuéntame lo que desees- volví a posar la mirada sobre él mientras buscaba las palabras correctas.

-¿Has amenazado a Ángel?- decidí ser directa y ahorrarme los rodeos, sus ojos se abrieron mientras notaba como su sonrisa se volvía nerviosa.

-Yo no amenazo pequeña- levanté una ceja- digamos que ha sido una conversación con moraleja.

-¿Conversación con moraleja? él asintió- le has dicho que las cosas no acabarían bien para él si se repetía lo de anoche.

-Esa es la moraleja, que no se repita lo de anoche- noté como se reía por su propia broma, yo tuve que aguantarme la risa pues la forma en la que había convertido el tono de una conversación seria en una de broma me parecía maravillosa, sin embargo no podía dejar que amenazase a mis amigos a la primera cosa que hiciesen que no le gustase por lo que mantuve mi gesto severo.

-Las cosas no pueden ser así Al- dije tratando de mostrarme seria- no puedes amenazar a mis amigos.

-Poder puedo, querida, pero no lo he hecho... Ha sido una ligera advertencia, si lo hubiese amenazado, créeme, lo sabría- solté un pequeño gruñido al darme cuenta que no llegábamos a ningún punto en la conversación.

-Me da igual Alastor- se sobresaltó al escuchar su nombre completo en un tono serio pues no era algo que habituase a hacer- no hagas advertencias amenazadoras a mis amigos, por favor.

-Verás, Raquel- empezó usando un tono tranquilo, ya que estaba viendo como yo me estaba enfadando poco a poco- no sé como son las cosas en el Cielo o de donde vienes- levanté un ceja ya que no me gustaba por donde iban los tiros- pero en el Infierno se supone que si creas un vínculo de amistad, te encargas que a la otra persona no le pase nada, yo no permitiría que dañasen a Niffty igual que te he intentado proteger a ti, Ángel es tu amigo, tenéis uno de esos vínculos y no solo te emborrachó- abrí la boca tratando de excusarle pero no me dejó hablar- y no me digas que tú quisiste porque nunca has bebido alcohol salvo por el vino de nuestra cena, donde tomaste una sola copa, por lo que no me cuadraría que de repente decidieses perder la cabeza una noche, ¿no es así?

Me mantuve callada dándome cuenta de que me conocía demasiado bien como para que pudiese mentirle, todos sabían que no bebía alcohol, era una de las normas del Cielo que había intentado cumplir a rajatabla en el Infierno, el propio Husk me traía bebidas de bebés como él las llamaba para que pudiese tomar algo en la barra que no fuese agua. Y la única vez que había decidido probarlo fue con Alastor en la cena donde apenas me bebí una copa... Me había pillado y no podía excusar a Ángel ahí.

-Lo imaginaba- desvió la mirada hacia la ventana donde el sol ya se estaba poniendo- por ese mismo motivo, primero hace que te emborraches, luego te deja sola cuando sales del local, dejándote en mitad de la calle sin nadie que te ayudase si pasaba algo, como realmente pasó y a saber que habría pasado si no hubiese llegado a tiempo- un nudo se formó en mi estómago mientras pensaba lo que podría haber pasado, desde una violación a que me hubiesen matado pasando por mil posibilidades más, entendía su enfado y comprendía el tirón de orejas que le había dado a la araña- quería asegurarme que no iba a pasar de nuevo, que a la próxima estarías segura y si no te parece bien la forma en la que lo he hecho, lo siento serafina, pero en el Infierno, este es el único método que funciona.

Lo miré mientras él observaba la puesta de sol por la ventana, la luz reflejaba su rostro y sus ojos estaban perdidos en la distancia, sonreí apreciando lo mucho que se estaba preocupando por mí y entendí que realmente Ángel tenía razón al sospechar que le podía gustar, aunque por dentro me dolía que no pudiese ser correspondido, pues si bien me encantaba pasar tiempo con él y notaba cosas que nunca había sentido por nadie más, la idea de poder estar con alguien era imposible que se cumpliese y me negaba a planteármela.

Puse mi mano encima de la suya mientras me levantaba y me sentaba a su lado para observar la puesta de sol- lo entiendo Al- noté como su sonrisa nerviosa se transformaba en un gesto de tranquilidad tras oír mis palabras- gracias por preocuparte tanto por mí- no me miró pero uno de sus dedos se enredó entre los míos.

-De nada querida, sabes que siempre es un placer.

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