La serafina (Alastor y tu)

By RaquelLovegood

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Raquel, una serafina castigada por desentrañar secretos celestiales, es despojada de su magia y desterrada al... More

Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap. 28
Cap. 29
Cap. 30
Cap. 31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Cap. 35
Cap. 36
Cap. 37
Cap. 38
Cap. 39
Cap. 40
Cap. 41
Cap. 42
Cap. 43
Cap. 44
Cap. 45
Cap. 46
Cap. 47
Cap. 48
Cap. 49
Cap. 50
Cap. 51
Cap. 52
Cap. 53
Cap. 54
Cap. 55
Cap. 56
Cap. 57
Cap. 58
Cap. 59
Cap. 60
Cap. 61
Cap. 62
🔥Cap. 63🔥
Cap. 64
Cap. 65
Cap. 66
Pag. 67
Cap. 68
Cap. 69
Cap. 70
Cap. 71
Cap. 72
Cap. 73 (Final)
🔥Capítulo Extra (El Celo)🔥
𝑺𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒂 𝒕𝒆𝒎𝒑𝒐𝒓𝒂𝒅𝒂

Cap. 10

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By RaquelLovegood

Narra Raquel:

Sentía que caía, no había nada a mi alrededor a lo que me pudiese agarrar, la cara de Sera se encontraba en lo alto del firmamento junto con Emily, las dos sonreían ampliamente mientras veían como me precipitaba hacia el vacío... Miré a mi alrededor, una oscuridad absoluta me rodeaba y conforme más caía más lejos se encontraban ellas de mí. Gritaba sus nombres, suplicaba el volver pero no me escuchaban, sentía que estaba sola y que mi destino era ese, caer en el olvido completamente sola.

Me desperté sobresaltada y gritando, un mechón de mi pelo me estaba cayendo por la frente demostrando que no había sido una noche tranquila, mire a mi alrededor desorientada tratando de ubicarme, me encontraba en el hotel, en mi cuarto... El cielo estaba de un tono rojizo claro por lo que entendí que ya era de día; por el rabillo del ojo vi una silueta que conocía demasiado bien pues la solía ver cada mañana conforme me despertaba de mis pesadillas, pero cuando giré el rostro para observarla bien ya había desaparecido.

Me desperecé mientras me recolocaba el pelo y puse los pies en el suelo, la serpiente me estaba haciendo daño como cada mañana y aunque intentaba no dormir boca arriba para evitar poner presión sobre ella, sentía cada una de sus vueltas clavadas en mi piel. Suspiré mientras me levantaba y me dirigía al baño de mi cuarto, apenas era un pequeño cuarto con una bañera roja, un váter a juego y un lavabo, arriba del cual colgaba un gran espejo con el marco en negro, miré mi rostro, mis ojos dorados ya no tenían el mismo brillo que tenían en el cielo y unos surcos negros decoraban mis párpados, no podía dormir bien y se me notaba... Analicé mi rostro en busca de más cambios pero salvo por esos, era el de siempre.

Encendí el agua de la bañera y tras un par de golpes a los que ya me había acostumbrado, empezó a salir a golpes por el grifo, cogí un par de toallas de la estantería que había al fondo y en cuanto el agua subió lo suficiente, entré... Añoraba los baños aromáticos del cielo, eran una de las mejores cosas que había, se podía elegir cualquier tipo de olor que deseases y todos eran agradables; obviamente, esa opción aquí no existía, el gel que me habían prestado era inoloro e incoloro, por lo que le quitaba un poco la gracia al punto de darse un baño.

Me hundí en el agua mientras el jabón se iba mezclando y creaba burbujas, metí la cabeza debajo de la superficie y solté todo el aire de mis pulmones viendo como unas pompas ascendían a la superficie antes de desaparecer. Pasé un buen rato en el agua calentita, tratando de borrar el sueño de mi mente, también intenté cantar pero al segundo verso me di por vencida, sentía que la garganta se me trababa cuando trataba de entonar.

Tras lo que debió ser un largo rato, salí del agua y me envolví en mi toalla, recogí mi pelo en otra y abrí la puerta que conectaba mi cuarto con intención de vestirme, pero no me esperaba encontrarme a una persona en este.

-Has tardado lo tuyo- dijo la araña medio tumbada en mi cama, solté un grito y cerré la puerta evitando que me viese desnuda- no sabía que los ángeles fueseis tan vanidosos como para tardar una hora en bañarte.

-Ángel, estoy desnuda- le grité desde detrás de la puerta.

-Estás cubierta por una toalla, no desnuda- rio mientras mi cara se volvía completamente roja de la vergüenza- lo de que erais tan pudorosos sí que me lo esperaba.

-Puedo ayudarte en algo?- le pregunté tratando de que saliese de mi cuarto para poder cambiarme tranquila.

-Realmente, no, es que me aburría y he pensado venir a hacerte una visitilla- ¿Y no podía haber venido en diez minutos? ¿Cuánto había estado en mi cuarto esperando?

-¿Te importaría hacer esta visitilla en 10 minutos? Cuando lleve unas pocas capas más de ropa- le sugerí, a lo que le oí suspirar.

-Está bien, te espero en la puerta, ábreme cuando hayas terminado- escuché como se levantaba y cerraba la puerta tras su paso, abrí una rendija de la puerta del baño y vi la habitación completamente vacía, me abalancé sobre el armario en un intento por tardar los menos posible ante la posibilidad de que cierta araña decidiese volver a entrar sin permiso, me puse una falda negra que llegaba por encima de las rodillas junto a unas medias poco tupidas a juego que disimulaban un poco la longitud de la falta, pues aunque llevaba un tiempo ya aquí abajo, seguía con la costumbre de no llevar ropa muy reveladora como dictaba el cielo, arriba me puse una camisa roja de satén con los botones para abrocharla en negro.

-Entra- abrí la puerta mientras él se incorporaba de la pared en la que estaba apoyado.

-¿Sabes? Tendrías un gran futuro en el sitio donde yo trabajo- dijo riendo mientras me miraba de arriba a abajo.

-Agradezco la oportunidad pero creo que la voy a rechazar- le sonreí un poco asqueada, apenas había visto un par de cosas en las que había participado Ángel y estaba algo traumatizada, en el cielo no teníamos sexo, se supone que eso estaba reservado para el matrimonio y los ángeles teníamos prohibido casarnos; además, se consideraba pecaminoso hablar de esos temas por lo que nunca había indagado mucho en el ámbito de las relaciones físicas- ahora... ¿Me puedes decir qué hacías en mi cuarto? No es que te quiera echar ni nada- me excusé esperando que no se lo tomase mal- pero no esperaba verte aquí cuando he salido de la bañera.

-Charlie está ocupada y Husk me ha mandado a la mierda... Así que he venido a pasar el rato contigo- se encogió de hombros mientras se volvía a tumbar en mi cama- ¿Qué te cuentas serafina?

-Te he dicho que no me llames así, ya no soy una serafina- me senté a su lado y él me miró con su característica sonrisa- pues ahora mismo no estaba haciendo nada, me he duchado, como has podido comprobar en tu falta de privacidad y estaba pensando bajar a desayunar.

-No te lo recomiendo, Husk está que echa humo, se ve que hoy había alguna puesta importante y la ha perdido o algo así- Husk solía ponerse de mal humor a menudo, cuando perdía alguna apuesta o no podía participar en una competición, no era algo raro que estuviese enfadado.

-¿Y qué hacemos ahora?- él volvió a encogerse de hombros mientras se miraba las uñas.

-Ni idea, podemos hablar un rato hasta que se nos ocurra algo- dijo tranquilamente, me acomodé un poco más pero manteniendo una distancia con él para no invadir su espacio.

-Entonces, cuéntame ¿Cómo es vivir en el infierno?- pregunté tras unos segundos en los que ninguno había dicho una palabra.

-Veo que no te gustan las conversaciones superficiales- se rio mientras me miraba de reojo- está bien, es divertido... No hay normas, puedes hacer lo que te de la gana, si un día te levantas de mal humor puedes meterle un par de tiros al primero que te encuentres, ¿Qué te apetece incendiar algo? Nadie te lo prohíbe- tras más de una semana aquí, ya me había acostumbrado a este tipo de actividades así que mi cara se mostró impasible- y lo mejor, si un día estás cachondo perdido y te apetece meterte en una orgía, hay mil locales para hacer realidad tus peores fantasías- se rio mientras miraba el techo con orgullo- es un sitio genial.

-Y si es tan genial...- dudé un poco en si continuar mi pregunta pero él se giró a mirarme para que continuase- ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué quieres redimirte?

-En el fondo entré porque el alquiler es bastante caro en el infierno y aunque poseo un exitosa carrera- levantó una pierna mostrando su flexibilidad- las drogas son caras y aquí me alojo de forma gratuita, así que... ¿Qué más puedo pedir?

-Pero... ¿Entonces no buscas la redención?- él se incorporó sentándose a mi lado.

-No lo sé, no sé si quiero pasarme toda la eternidad bombardeando lugares y follándome todo lo que Val me pide que me folle- se agarró las piernas con sus cuatro brazos- me gusta el infierno y la libertad que tengo la mayoría del tiempo, pero no sé si quiero estar aquí por toda la eternidad, atado a lo que me obliga a hacer una persona solo porque tiene el contrato con mi alma- le puse una mano en la espalda tratando de ejercer un poco de consuelo, parecía estar a punto de llorar pero no podía llegar a verlo.

-Te entiendo- miré mis pies los cuales seguían descalzos- yo siempre había pensado que mi existencia se basaría en estar en el cielo- suspiré- siempre me habían contado que el infierno era algo similar a un desierto con almas aullando de dolor y pena- él se rio ante mi descripción de su hogar- por lo que cuando vi todo esto me di cuenta de lo equivocada que estaba, el cielo es genial, lo echo muchísimo de menos- me miró mientras lentamente las lágrimas desaparecían de sus ojos- pero tengo tantas ganas de descubrir todo lo que esconde el infierno y ver lo que hay aquí... El cielo no tiene tanta libertad.

-¿No? Se suponía que el cielo era el paraíso, donde todos pueden hacer lo que deseen y hay animales de peluche por todas partes y diversión y felicidad- le sonreí.

-A ver, sí que tenemos animales de peluche y son bastante apretujables, la verdad- reí- pero no hay tanta libertad, ahí siempre tienes que ser bueno, en el fondo va innato porque es lo que ha permitido que entres y al ver que todos hacen lo correcto, tú los sigues... Pero no hay tanta libertad como hay aquí, o cosas que hacer... No hay emoción ni pasión, solo... tranquilidad.

-Pensaba que el cielo era mucho mejor- admitió.

-Y yo que el infierno era mucho peor- reí con él, su sonrisa apareció de nuevo.

-Pero aún no has visto casi nada, solo lo que se ve desde las ventanas del hotel, tenemos que llevarte a que pelees un día con Cherry y conmigo o...- le paré en seco.

-Me encanta esto y estoy deseando salir con vosotros, pero sigo siendo un ángel, cariño, y tengo unas normas que no puedo romper- él asintió- entre ellas, no le puedo hacer daño a nadie.

-Eso nos quita una gran parte de los planes que había pensado- refunfuñó- pero seguro que hay algo que podamos hacer fuera de las paredes del hotel.

-Estoy segura de ello- dije mientras nos tumbábamos y Ángel empezaba a contarme las batallas en las que se había metido el fin de semana anterior. Yo le escuchaba atentamente cuando vi por el rabillo del ojo que había alguien en la puerta entreabierta de mi cuarto, me giré rápidamente esperando encontrarme algún miembro del hotel pero cuando quise darme cuenta, ya no había nadie.

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