La serafina (Alastor y tu)

By RaquelLovegood

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Raquel, una serafina castigada por desentrañar secretos celestiales, es despojada de su magia y desterrada al... More

Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap. 28
Cap. 29
Cap. 30
Cap. 31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Cap. 35
Cap. 36
Cap. 37
Cap. 38
Cap. 39
Cap. 40
Cap. 41
Cap. 42
Cap. 43
Cap. 44
Cap. 45
Cap. 46
Cap. 47
Cap. 48
Cap. 49
Cap. 50
Cap. 51
Cap. 52
Cap. 53
Cap. 54
Cap. 55
Cap. 56
Cap. 57
Cap. 58
Cap. 59
Cap. 60
Cap. 61
Cap. 62
🔥Cap. 63🔥
Cap. 64
Cap. 65
Cap. 66
Pag. 67
Cap. 68
Cap. 69
Cap. 70
Cap. 71
Cap. 72
Cap. 73 (Final)
🔥Capítulo Extra (El Celo)🔥
𝑺𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒂 𝒕𝒆𝒎𝒑𝒐𝒓𝒂𝒅𝒂

Cap. 5

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By RaquelLovegood

El suelo desapareció bajo mis pies y caí sin posibilidad de evitarlo, notaba mi cuerpo golpear el aire mientras descendía a gran velocidad y no podía volar, mis alas seguían sin funcionar a causa del grillete por más fuerza que hacía pero era imposible... El agujero por el que había caído se alejaba de mi y todo a mi alrededor adquirió un color rojizo contrastando con el blanco del que procedía, observé la luna, roja como el nuevo mundo en el que estaba entrando y enorme, había un gran pentagrama en el centro y brillaba casi tanto como la del cielo.

Grité, grité de miedo y de rabia, era la primera vez que sentía emociones tan fuertes; estaba a punto de morir aplastada contra el suelo y no podía evitarlo, a mi alrededor empezaron a aparecer edificios altos con grandes ventanales, algunos de ellos destruidos... Explosiones y gritos se oían por debajo de mi pero estaba demasiado asustada esperando el impacto. No sabía que hacer, no conseguía volar, tampoco frenar la caída, solo me quedaba esperar el choque contra el suelo y rezar porque fuese una muerte rápida... ¿Pero rezar a qué o a quién? ¿A Dios? ¿El mismo Dios que había permitido que me pasase eso? Él no estaría de mi lado ahora, me había abandonado... Un dolor punzante golpeó mi pecho al darme cuenta de que iba a estar sola sobreviviese o muriese, ya no me quedaba nada ni nadie en el mundo.

Mi cuerpo golpeó una pila de escombros e hizo que una nube de granito y polvo saliese disparado, me dolía todo el cuerpo y apenas podía moverme, noté por el rabillo del ojo que un poco de sangre dorada goteaba por una parte de la pila; solté un gemido de dolor, nunca antes había experimentado uno tan fuerte... Traté de poner mi mano en la zona sangrante para cerrar la herida con magia pero no funcionó, no dejaba de sangrar y nada a mi alrededor tenía sentido.

Oí unos gritos cerca de mí y noté que personas se acercaban, por lo que hice acopio de todas las fuerzas que me quedaban y me levanté a duras penas para intentar ponerme en pie, decenas de criaturas extrañas con cuernos o aspectos de animales se encontraban a mi alrededor, pero no animales tiernos y adorables como los del cielo, sino criaturas terroríficas y grotescas que rezumaban maldad. Quise gritar cuando vi que me observaban fijamente, estaban a mi alrededor y la mayoría tenían los ojos puestos sobre mí... 

Intenté bajar de los escombros como pude y pasar entre ellos pero uno me agarró con fuerza de la muñeca evitando que me moviese.

-Vaya vaya... ¿Qué preciosidad tenemos aquí?- su aliento apestaba y era mucho más alto que yo, intenté soltarme- ¿a dónde crees que vas pequeño ángel?

-Disculpa, me hace daño- dije mientras trataba de zafarme pero él solo se rio.

-¿Ay que te he hecho daño?- dijo con burla arrastrándome por la multitud- vas a desear que este sea todo el daño que te hagan cuando acabemos contigo- noté como varios demonios más venían detrás de nosotros y se reían.

-Por favor, por favor, suéltame- pero él me omitía, empecé a moverme y a intentar soltarme hasta que solo se me ocurrió darle una patada en la espinilla, y eso hice, le pateé y salí corriendo lo más rápido que pude, lo oí de fondo blasfemar y gritarle a los amigos que me persiguiesen a lo que traté de correr aún más rápido.

Me escondí en una tienda de comida mientras los veía pasar, parecía que les había perdido el rastro... Una mujer me miró desde el mostrador esperando a que pidiese algo, me acerqué lentamente y vi los carteles: ¿"pastel de hígado", "pastel de pulmón" o... "pastel de ojos"? Miré a la mujer y me di cuenta del nombre de la tienda el cual estaba detrás... Human Cakes... Mis ojos se abrieron mientras me ponía las manos en la boca y salí corriendo de la tienda, me aseguré que los hombres que me seguían no estuviesen cerca antes de continuar mi camino.

Destacaba demasiado en el entorno en el que me encontraba pues todos iban con ropas oscuras y yo me encontraba con un vestido blanco y corto manchado de sangre dorada, pero no sabía donde podría encontrar ropa de mi talla o algo que me sirviese, por lo que aproveché y utilicé los callejones evitando las multitudes, esperando que así al menos no se me viese tanto... 

En uno de los callejones por los que pasaba buscando un sitio decente en el que descansar fue donde me desplomé, no encontraba más fuerzas dentro de mi cuerpo pues había perdido demasiada sangre... Aparté la mano de mi vientre y observé una gran mancha dorada en mi mano, la cual se encontraba goteando... Caí de rodillas y tosí un poco más de sangre mientras trataba de calmar mi respiración, todo a mi alrededor daba vueltas y notaba que me iba a desmayar... Observé que a unos pocos metros había un pequeño agujero en la pared, lo suficientemente grande como para poder esconderme hasta que recuperase la consciencia pero no tanto como para que me viese alguien que no fuese fijándose en su alrededor, por lo que me encogí y entré, apoyando mi cabeza en mis rodillas lloré un poco hasta que las sombras cubrieron mi espacio de visión y me desmayé.

Cuando desperté no sabía qué hora era y habría deseado no saber dónde estaba, pero desgraciadamente seguía en el Infierno, nunca mejor dicho... Por un momento cerré los ojos y deseé transportarme al Cielo pero no funcionó, mis poderes seguían desaparecidos a causa del grillete que me decoraba la espalda y retenía mis alas; podía guardarlas y sacarlas pero no utilizarlas... Eso era lo máximo que podía realizar con la magia que me quedaba...

Me incorporé mientras me apoyaba en la pared y me miré el vientre, la herida era considerablemente grande pero al menos había dejado de sangrar, mi vestido estaba destrozado, roto, arrugado, manchado de barro y sangre... Estaba hecha un desastre, si hubiese salido por el Cielo así vestida me habrían llamado la atención e incluso Sera me habría echado una buena bronca, pero aquí no tenía a Sera ni nadie que me llamase la atención... Pero tampoco tenía a dónde ir... Ni ningún lugar seguro... Deseé estar en mi cuarto, escribiendo en mi diario o con Emily a mi lado jugando y yendo a hacer planes... Ojalá poder ir a la biblioteca o salir a tomar un helado con virutas de arco iris con los querubines... Ojalá nunca me hubiese metido en este lío y nunca hubiese descubierto lo que los ángeles hacían en el Infierno... Pero era muy tarde y no podía cambiar el pasado, solo podía mirar el futuro y tratar de sobrevivir.

Me asomé por el callejón y me aseguré que estuviese vacío, apenas habían un par de personas... Vi unas escaleras que subían a la terraza de un edificio y corrí hacia ellas, tal vez desde arriba podría ver algo que me ayudase a encontrar algo, no sé el qué pero esperaba saberlo cuando lo viese. Subí y me asomé para ver mi alrededor, esto no era para nada como los ángeles planteaban el Infierno, era una ciudad sumamente desarrollada, de no ser por los conflictos armados que se estaban desarrollando en diferentes partes de la ciudad y la destrucción que estos acarreaban; por otro lado, habían dirigibles surcando los cielos, algunos de ellos con armas y otros elementos de violencia... A lo lejos vi algo similar a un campanario pero con una cuenta atrás detenida, marcaba el número "359", tenía un reloj de arena justo arriba el cual también estaba detenido; el cielo estaba lleno de polución a causa del humo de las múltiples chimeneas que llenaban la ciudad.

Pero no veía nada, no veía ninguna pista que me pudiese decir hacia donde tenía que dirigir mi búsqueda ni hacia dónde me tenía que dirigir yo; volví a notar ese dolor punzante en el pecho como si fuese un recordatorio de que estaba sola, miré hacia arriba, hacia el lugar desde el que había caído esperando ver algunos arcángeles bajando a por mi o incluso a Sera viniendo a decirme que mi castigo había terminado y que ya podía volver a casa, pero eso no pasó, el Cielo estaba completamente rojo y no había ningún portal que me hubiese podido devolver a mi casa.

Intenté alzar el vuelo otra vez, esperando oír el chasquido del grillete al romperse, traté de saltar para impulsar mis alas o al menos moverlas pero apenas podía articular algo con ellas que no fuese guardarlas y sacarlas, las lágrimas estaban a punto de salir de nuevo mientras me daba cuenta de que me lo habían quitado todo... Pero no podía rendirme, si había sobrevivido tenía que ser por algo, ¿verdad? Observé lo que se desarrollaba a mis pies, la calle se había llenado un poco más pero nada del otro mundo, había un montón de demonios que paseaban por las calles y se encaraban con otras almas con las que se cruzaban, pensé en un plan de huida para ser lo menos vista posible, así que en un momento en el que me di cuenta que todos estaban mirando hacia otros lados, bajé corriendo las escaleras y me dirigí al callejón en el que me había desmayado.

Seguí una ruta similar a la del día anterior, caminando por callejuelas esperando a no ser vista y rezando por no encontrarme a los hombres del día anterior... Pero mi suerte no quería eso.

-Vaya vaya vaya- oí una voz a mi lado, a lo cual traté de correr- no no pequeña, tú vas a venir con nosotros- me agarró del brazo y noté como otro de sus amigos me agarraban del otro evitando mi movimiento, me intenté revolver y gritar pero nadie nos hacía caso.

-Dejadme en paz, yo no os he hecho nada- les increpé sin dejar de revolverme entre sus agarres.

-No sabemos si tú, pero los tuyos nos destrozaron hace unos días, ¿o es que creéis que para nosotros también es divertido el exterminio?- me paré en seco, ¿iba a pagar por lo que Sera, Adán y su grupo habían hecho?

-Pero yo no sabía nada de eso, me han mandado aquí por haberme enfrentado a ellos y no haberles apoyado- les fueron indiferentes mis palabras.

-Ese no es nuestro problema, pero digamos que no todos los días unos demonios se pueden follar a un ángel... Aunque sea uno desterrado jajajaja- esa risa me heló la sangre y continué gritando y moviéndome; pero una cuarta voz se unió a la disputa.

-Te ha dicho que la sueltes- un demonio sumamente alto se encontraba delante nuestro, tenía varios pares de brazos y llevaba un sombrero con una pluma, en dos de sus manos sostenía unos aparatos de metal.

-Pero si es la puta araña porno- dijo el hombre que me tenía sujeta de uno de los brazos- ¿quieres unirte a la fiesta? Seguro que le da estilo el follarnos a una estrella del porno- una chica que se encontraba al lado de la araña se acercó con cara de pocos amigos, llevaba el pelo suelto salvo por una pequeña coleta en lo alto de la cabeza y solo tenía un ojo.

-¿Pero se puede saber quien te has creído que eres pedazo de capullo?- dijo ella preparándose para lanzar una de las bolas rojas que tenía en la mano, pero la araña le paró y levantó una de sus máquinas.

-Va, no me apetece desperdiciar balas en dos subnormales, soltad a la chavala y lo dejamos aquí- pero ninguno de los dos me soltó, es más, vi como sacaban unos cuchillos de sus bolsillos. Pero antes de que pudiesen actuar, noté como una serie de impactos golpeaban al hombre de mi derecha y a continuación pasó lo mismo con el de la izquierda, ambos cayeron al suelo y un reguero de sangre roja se formó a mis pies.

Caí de rodillas al verme liberada y sentí como los dos demonios que tenía delante se acercaban a mi, me intenté proteger poniendo mis manos delante de mi cuerpo tratando de alejarlos lo máximo posible, pero eso no iba a hacer nada.

-¿Estás bien?- la araña me tendió una mano para levantarme pero le miré con desconfianza- esos capullos ya están muertos... Bueno, otra vez, así que no tienes de qué preocuparte.

-Gracias- susurré aceptando su ayuda para levantarme, pero un mareo me invadió al encontrarme de pie, vi mi vientre y noté cómo la herida se había vuelto a abrir, me agarré con fuerza tratando de detener el sangrado y los miré suplicantes- ayudadme.

Tras eso, todo se volvió negro.

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