A través de las Sombras © [MU...

By xantoniaguzman

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Aura tiene visiones extrañas. Sueños, en realidad, en los que un ente sin rostro le quita la respiración... p... More

EL COMIENZO
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VIII
CAPÍTULO IX
CAPÍTULO X
CAPÍTULO XI
CAPÍTULO XII
CAPÍTULO XIII
CAPÍTULO XIV
CAPÍTULO XV
CAPÍTULO XVI
CAPÍTULO XVII
CAPÍTULO XVIII
CAPÍTULO XIX
CAPÍTULO XX
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO XXII
CAPÍTULO XXIII
CAPÍTULO XXIV
CAPÍTULO XXV
CAPÍTULO XXVI
CAPÍTULO XXVII
CAPÍTULO XXVIII
CAPÍTULO XXIX
CAPÍTULO XXX

CAPÍTULO XXI

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By xantoniaguzman

«¿Estás segura de que fue real?». «¡Que sí! Lucas, fue real... Fue malditamente real...». «¿Y las sombras...?». «Estaban ahí. Siempre están ahí». «¿Y él?». «¡No lo sé, Lucas! ¿¡Cómo pretendes que lo sepa!?». «No entiendo nada de esto...». «Te juro que no quería...». «Cuéntamelo de nuevo».

Cuando Aura terminó de hablar, Lucas no dijo nada. Tan solo se quedó ahí, inmóvil, sin pronunciar palabra. Las lágrimas no habían cesado y cada vez que cerraba los ojos, la imagen de aquella chica cayendo volvía a repetirse una y otra vez en su cabeza.

«¿Qué pasó?», le habían preguntado profesores y demás encargados del campus, pero Aura no había podido responder.

No podía hablar y ni siquiera se dio cuenta de que las lágrimas habían comenzado a caer. La azotea, las sombras... «¿¡Qué fue lo que pasó!?». «Ella... estaba allí, parada... al borde... y luego... luego ya no...». No pudo seguir; era demasiado.

—La chica... —dijo Lucas—. ¿Quién era?

La chica. Aura ni siquiera sabía su nombre.

—Era... —titubeó—. Fue la chica a la que besaste hace dos semanas.

Lucas no dijo nada. Otra vez. Y el silencio la estaba matando casi más que las palabras. Pronto el ruido de las sirenas de las ambulancias comenzó a resonar en su cabeza, un eco que no se podía quitar. El murmullo de la gente... «¿Qué pasó?». «¿Está muerta?». «¿Se suicidó? ¿Por qué haría algo así?». «Debe haber sido horrible...». «¿Y la otra, la que estaba con ella?». «¿Crees que pudo haber sobrevivido?». «Nadie sobreviviría a esa caída».

—¿Estás segura? —El sonido de la voz de Lucas la hizo saltar. Pequeñas lágrimas volvieron a deslizarse por sus mejillas.

—Estoy segura... Dios, estoy segura —lloró—. Tenía la misma altura, el mismo cabello, los mismos ojos negros...

—¿Qué dijiste?

—Cabello negro...

Él negó con la cabeza.

—No, no eso. ¿Ojos...?

—Era ella, Lucas —afirmó Aura con tristeza.

—Te creo —dijo él con rapidez—. Pero Lindsay tenía los ojos azules.

Apenas abrió la puerta de su casa se dio cuenta de que Evelyn la esperaba.

—¿¡Se puede saber qué fue lo que pasó!? —casi gritó—. Me llamaron de la universidad diciendo que una chica saltó desde la azotea y que tú estabas allí. Te llamé cientos de veces... ¡¿Dónde estabas, Aura?!

—Lo siento... —susurró. Últimamente parecía decir eso a menudo.

—¿Qué pasó?

Entonces ella no lo aguantó.

—Es mi culpa. Estaba ahí, pude haberlo evitado, pero llegué demasiado tarde... Te juro que nunca quise que nada de esto pasara...

Evelyn se acercó a ella con cautela, como si temiera su reacción... Mas en ese momento no importaba. Aura no podía dejar de revivir cada segundo, cada instante, cada decisión que la había llevado a estar presente cuando Lindsay cayó del techo... No podía dejar de sentir una angustia que le oprimía el pecho y la garganta. No podía dejar de sentir culpa, no podía dejar de sentir que se ahogaba, cada vez más profundo.

—La escuché gritar, pero yo... no presté atención... No creí que fuera real...

Entonces su madre la abrazó y, por primera vez en semanas, Aura la dejó.

Esa noche las voces en su cabeza no la dejaron dormir.

Aura estaba acostada con la cabeza enterrada en la almohada, sola en la oscuridad de su habitación, sin más compañía que las voces que no había podido dejar de escuchar. No podía olvidarlo; cada vez que cerraba los ojos las imágenes estaban ahí, junto con el sentimiento de culpa que no se podía quitar sin importar lo que le dijeran.

Las lágrimas habían cesado, al menos de momento, no obstante, cada vez que pensaba —cuando realmente pensaba— en lo que había ocurrido, no podía evitar que las lágrimas volviesen.

Intentaba dormir en vano, pues sabía que era lo mejor, mas lo único que conseguía era dar vueltas y vueltas en la cama sin lograr nada. Al menos, al cerrar los ojos, estos parecían dejar de arder. Entonces el sonido de un nuevo mensaje la hizo pegar un salto.

Lucas.

«¿Estás bien?».

La muchacha, muy a su pesar, sonrió.

«¿Sabías que estaba despierta?».

La respuesta no tardó en llegar:

«Me lo imaginaba». Aura suspiró y talló sus ojos con sus manos. «No fue tu culpa».

«No puedes saberlo. No estabas allí».

A pesar de todo, deseaba sentir que él tenía razón.

«Pero las sombras sí».

«Lo sé».

«No es tu culpa, Aura».

Durante un momento Aura no pudo responder. Si no era su culpa, ¿por qué se sentía como si lo fuera? Suspiró nuevamente y, casi sin respirar, dijo de vuelta:

«Lo sé».

Nieve. Sentía como si no la hubiera visto hacía una eternidad. Ese día nevaba y Aura no conseguía apartar la vista de los copos al caer.

En la universidad el accidente era de lo único que se hablaba. Nadie se acercó a preguntarle por eso, sin embargo, pero supo, por los murmullos que se escuchaban por los pasillos, que todos sabían que había estado ahí. Y no estaba segura de cómo eso la hacía sentir. En clases se instaló en el asiento más apartado del salón, allí donde la luz artificial no alcanzaba a llegar, y perdió la mirada en el exterior, en la tormenta de nieve que se desataba, en las sombras que producían los árboles al moverse...

Hasta que se dio cuenta de la presencia a su lado. Por un momento no se atrevió a voltearse. Por un momento creyó que Stephan finalmente había decidido aparecer... No lo hizo; solo las sombras daban la cara. Y, por un momento, le pareció que aquella sombra tomaba la forma de la chica a la que habían hecho caer de la azotea.

En ese instante algo hizo clic en su cabeza: las sombras... Le habían hecho a Lindsay exactamente lo que le habían hecho a su padre años antes. A la vista de cualquiera parecía un intento de suicidio, pero las sombras la habían controlado, se había metido en su cabeza y la habían llevado a la azotea sin que la chica se diera cuenta... y la soltaron antes de empujarla, porque disfrutaban del miedo que causaban.

«Es la culpa nublando tus sentidos», pareció querer decir la sombra y Aura, con un movimiento de la mano, la hizo desaparecer. Antes de que la clase terminara siquiera la muchacha se levantó del asiento y salió del aula. Hizo ademán de sacar el celular del bolsillo, mas este estaba vacío. Lo había olvidado.

—Maldición —masculló. Se ajustó la chaqueta y se dirigió a paso rápido a la salida. «Ella tenía los ojos azules», decía la voz de Lucas una y otra vez en su cabeza. La primera vez que lo había escuchado no había tenido sentido. Ahora lo tenía: ojos negros... negros como una sombra.

—Aura —dijo alguien mientras ella caminaba. Elena. La chica se detuvo de golpe y, esa vez, no tuvo la fuerza para ser evasiva. La urgencia despareció de su mente, así como así.

—Hola...

—¿Es verdad? —inquirió Elena en voz baja.

—¿El qué?

—¿Estuviste ahí? —La pregunta la sacó de balance; asintió con la cabeza. Elena no dijo nada. Ella tampoco lo hizo—. Lo siento —murmuró al fin, para luego marcharse cabizbaja por los pasillos. Aura no supo cómo reaccionar, por lo que siguió con lo que tenía en mente. Necesitaba hablar con Lucas... y una parte de ella introdujo la idea de que ya era tiempo de solucionar las cosas con Elena.

Al salir la nieve y el viento la golpearon, pero no dejó que le importara. Corrió el último tramo hasta encontrar su auto y se subió a él, mientras que el viento cerró la puerta de un de un portazo. Arrancó el motor sin saber que la historia todavía no terminaba.

La carretera estaba tan transitada que sentía que apenas avanzaba. No, no sentía que apenas avanzaba, no lo hacía. No estaba segura de cuánto tiempo llevaba varada entre un montón de autos hasta que decidió cambiar la ruta y dio la vuelta para dirigirse al centro de la ciudad, donde, paradójicamente, casi no había vehículos.

Salió a la carretera por el camino que llevaba a su casa y, tal como había planeado, estaba desierto. La nieve parecía haber menguado, sin embargo, el frío y las nubes eran algo que la chica sabía que seguirían ahí.

De súbito las sombras llegaron como si siempre hubieran estado ahí. Porque no lo estaban... ¿Cierto? Un escalofrío recorrió su espalda y Aura se estremeció, intentando no apartar la vista del camino que se abría ante ella, mas las sombras se acercaban siseando con una tranquilidad alarmante, como si supieran que tenían todo el tiempo del mundo. Por segunda vez en el día la muchacha invocó a sus propios poderes para hacer que las sombras se desvanecieran. Tal fue su asombro cuando, por alguna razón, las sombras permanecieron intactas.

Un murmullo se extendió por las tinieblas hasta que estas la alcanzaron. Cuando la tocaron, Aura no sintió la descarga de energía que usualmente venía con ello. ¿Qué demonios pasaba?

Rosas. El piso estaba cubierto de ellas. Ya no se hallaba en la carretera, sino en un lugar que Aura no reconoció... y el piso estaba cubierto de rosas rojas como la sangre. Ella caminaba descalza por sobre ellas, pisando las espinas, que dejaban pinchazos sangrantes en su piel. Llevaba un vestido blanco y el cabello le caía suelto sobre los hombros. Caminaba como en un trance. Una mezcla de emociones se peleaba en su interior y el miedo era lo que sobresalía. Quería que pare, que se detuviera de una vez, pero no era posible. En ese minuto Aura no fue capaz de ver nada más que rojo. Pronto se dio cuenta de que caminaba hacia un espejo que parecía salido de la nada y que, por alguna razón, no mostraba su reflejo. Al llegar frente a él la muchacha miró al suelo y sintió cómo las lágrimas se deslizaban por sus mejillas sin poder detenerlas y caían, rojas hacia el suelo, manchando las rosas de sangre. Aura frunció el ceño, extrañada, y levantó la cabeza. Su reflejo se hizo presente en ese momento, mostrándole sus ojos grises cristalizados, sin embargo, las lágrimas que había creído estar derramando no eran lágrimas: estaba llorando sangre.

Comenzó a hiperventilar, el pánico ganando terreno. Extendió una mano para tocar la imagen del espejo, cuando esta le habló. «Despierta, Aura», dijo; su propia voz resonó en su cabeza. «Despierta». El estridente sonido de una bocina sonó...

Entonces, sucedió. Tan rápido que su cerebro no fue capaz de procesarlo. Un auto que no pudo ver apareció desde una intersección como salido de ninguna parte. La muchacha salió del trance. Las luces del auto la encandilaron. El ruido de una colisión...

Primero, un dolor indescriptible. Y luego, silencio.

Silencio.

Y llegamos al final de la primera parteeee 😱🤯🥳🥳🥳 No lo puedo creer!! Muchísimas gracias por leer, por apoyar la historia y por llegar hasta aquí. Me hace demasiado feliz poder compartir este pedacito de mi alma con ustedes en esta plataforma ❤️

El final de la primera parte acaba de llegar, pero no el final de la historia y todavía me quedan algunos capítulos que estaré subiendo aquí a wattpad para que no se queden con la duda de qué fue lo que pasó. Y recuerden que pueden conseguir el libro en digital y en físico! Y la maquinación es preciosa, no se van a arrepentir ❣️✨ Cualquier pregunta que tengan no duden en dejármela en los comentarios.

¡No se olviden de dejar su voto y comentario! ¿Qué creen que pasará en la segunda parte?

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