2. Chris Davis

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No hay chica que en su plena adolescencia no se haya enamorado de un fuckboy.

Si, ese chico que no le pone atención a ninguna, carente de sentimientos, que se le ve sexy cuando fuma, que es súper grosero contigo, que aparentemente tiene mil defectos pero para nosotras es perfecto.

Mi fuckboy es Christopher Davis, o como todo el mundo lo llama cariñosamente, solo Chris.

Mi Chris no tiene todas las cualidades que les mencioné allá arriba del típico chico malo. Es verdad que no le presta atención a ninguna, pero la razón es que se centra bastante en sus estudios y está muy al pendiente de su hermana Emma. Tampoco fuma, lo cual es muy bueno y es muy sano.

Nunca he hablado con él, así que sé todos estos detalles por el hecho que me la pasó horas stalkeando sus redes o acosándolo en la lejanía. Él es mi amor platónico desde que llegué a la universidad.

¿Y qué hacemos cuando tenemos una clase con el chico guapo?

Pues tratamos de vernos guapas también ¿no? Con la esperanza de que el tipo se derrita a nuestros pies a penas nos vea entrar al aula. No me ha pasado nunca pero algún día funcionará.

No se que hacer con mi cabello, está terriblemente esponjado por la ducha y no alcanzo a plancharlo por el poco tiempo que tengo y lo húmedo que está, así que finalmente decidí reunir todos mis cabellos negros en una coleta alta.

Vuelvo a retocar el rímel sobre mis pestañas y me digo a mi misma que nadie podría resistirse a esos ojos verdes míos. Excepto Chris. Cry with me.

Terminó por acomodar mi sudadera y calzar mis zapatillas para luego tomar mi mochila y salir de la habitación.

Como buena chica, saludo a todas mis compañeras de residencia hasta que salgo de la misma. En el campus empieza haber movimiento y solo son las ocho de la mañana. Justo antes de entrar al gran edificio de la universidad, me llega un mensaje de mi grupo de amigos: Finn y Sally. Dicen que ya están en clases y que nos veremos más tarde para almorzar en el lugar de siempre.

Voy tan solo dos minutos de atraso y espero que la clase no haya empezado, pero al parecer no hay nadie que escuche mis plegarias.

Abro la puerta de la sala de química y todas las miradas se centran en mi, incluyendo la de Chris.

¡Virgen!

—Tiene suerte, señorita Green. Estaba a punto de iniciar —me dice el profesor de química, es señor Williams —. Siga. Hoy es trabajo en pareja. Siéntese junto al señor Davis.

Mierda...

Por supuesto que me a tocado trabajos de parejas con Chris pero nunca me acostumbro a la sensación que invade mi cuerpo cuando tengo que estar cerca de él. Parece que el señor Williams quiere juntarnos.

Ojalá.

Tomo una respiración profunda y de camino a mi asiento no puedo dejar de pensar que esta es la típica escena de Crepúsculo. Espero no verme tan fachosa como Bella.

Chris es mi sueño del chico perfecto. Tiene el cabello castaño, ojos marrones algo claros, alto y con su característica tan notable como lo es su seriedad. Solo lo he visto sonreír en fotos y es perfecto.

—Hola... —le dijo a Chris amablemente.

Él levanta las cejas a modo de saludo y yo me muerdo las uñas en mi imaginación. Si, así es siempre, nunca ha cruzado un buen saludo conmigo, es una piedra.

Me resigno a sentarme en el banco alto y a prestar atención a la clase. Tenemos un tomador de muestras y huesos de animal en etapa de descomposición enfrente. Pronto podremos tomar muestras de humanos.

El taller es fácil y tenemos que entregar el informe en una hora. Como ya he trabajado con Chris muchas veces, sé que el hará su parte del trabajo y yo la mía sin decir alguna palabra.

—¿Qué tal si tú tomas la muestra y yo hago anotación?

Su voz me hace abrir los ojos de par en par y por un momento lo miro como si le hubiese salido un tercer ojo. Su voz es tan sexy, maldición.

—Claro... —digo sobrecargada de emoción.

Me habló ¡Aaahhh!

Mantengo la compostura y hago muy bien mi trabajo. Hacemos un gran equipo pues somos los primeros en terminar.

Al terminar la clase, Chris se levanta de su asiento y cuelga su mochila al hombro sin dejar de mirarme, mientras yo finjo que no se me ha ido el aire y que estoy guardando mis cosas, o buscando algo, no sé.

—Hasta luego, Zoé... - dice con su sensual voz.

Sabe mi nombre...

Por supuesto que lo sabe, imbécil.

—Claro. Adiós —digo finalmente.

Lo veo salir del aula y suelto el aire que estaba conteniendo todo este tiempo. Saco mi móvil y le cuento mi experiencia de hoy a Sally antes de ir a clase de biología.

De Amores Y Amigos A Los 22 [✓]Where stories live. Discover now