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—¿No pretenderás que me lance ahí, cierto? —Ela dio un paso atrás, mientras miraba las tablas que había removido su amiga del piso de la sala, mostrando un hueco lleno de oscuridad.

—No hay otra manera.

La chica de cabello rizado se acercó temerosa y miró hacia abajo.

—Ela entra ya —se me apagan los fósforos—susurró la otra chica.

—¿Y por qué no vas tú? Digo es tu misión.

—Porque si voy yo primera, tú eres capaz de regresarte a la cama y no arriesgarte.

—No... Empújame... Cerraré los ojos, contaré hasta tres y luego tú me empujas.

—Bien, como sea.

En ese instante una pequeña piedrecita fue lanzada a la ventana, asomándose un joven muchacho cubierto por un gorrito de lana y una bufanda amarilla —¡Chicas ábranme!

Ela salió corriendo en su dirección y Sara se cruzó de brazos —¿Ahora qué quiere este?

Entró el muchacho a toda prisa y se sacudió un poco el agua de su abrigo —¿Y bien? ¿Me explican para qué soy bueno?

—¿Qué? ¡Ah no! Tú no vienes —interrumpió Sara —No sé ni siquiera que haces en mi casa, menos a esta hora.

—Sara yo... —Ela habló despacio —Yo le dije que viniera.

—¿Tú? ¡Creí que era un secreto entre las dos! ¿Qué más le dijiste?

—¡Oh vamos tampoco la grites! —Tadeo se acercó —Tal vez a ella si le caigo bien, no todos tienen que odiarme, como lo hacen tú y tu familia.

—¿Qué fue lo que dijiste? ¿Odiarte? Sigue soñando que a nosotros nos importes siquiera un poquito.

Ela aprovechando la discusión de ambos, se acercó al pequeño lugar que Sara había abierto minutos antes y estuvo más que seguro que unos ojos la miraron desde abajo, por lo que armándose de valor pegó un brinco.

—¡Ela! —Sara se asomó al hueco —¡Ahora voy por ti!

—No espera... ¿Y si les pasa algo? No es que me importes, pero Ela es mi amiga.

—¡Entonces lánzate ya!

—¿Y si me pasa algo?

Sara miró hacia abajo y con un rosario en la mano, también se arrojó al vacío. El vuelo de su vestido voló en el aire y su cabello rubio se alborotó, terminando su corta travesía en una pequeña red que la atrapó para que no se lastimara.

Pronto unos abrazos la apretaron —¡Sara estás aquí! Creí que esto iba a ser una especie de restos viejos y cosas así, pero esto parece un cuarto... ¿Qué es este sitio?

Sara se arregló un poco el vestido —Este es el secreto de las Pérez, aquí hay años de misterios, que ni yo sé que tanto oculten. Puedo decir con certeza que este lugar que ves con luces y como una habitación, solo es el comienzo —estiró su mano —Ahora lo que yo no me he atrevido a ver, es lo que hay más abajo, me refiero a los cimientos. Es lo que necesito averiguar.

Un grito las sacó entonces de la conversación, cuando Tadeo cayó en la red, completamente pálido —¿Están bien? —intentó levantarse —¡Oh wau! Esto parece una instalación secreta, miren esas paredes... ¿Por qué hay luces y una silla?

Sara apagó el pequeño interruptor y prendió una vela, que había guardado en su bolsillo —Debemos salir de aquí —abrió una puerta y les señaló la oscuridad —Hay un camino de tierra, tiene cráneos enterrados, así que no se vayan a espantar y si huelen algo como incienso, no le presten atención— Sacó un pequeño mapa —Tenemos que llegar al final del camino y gatear. ¿Alguna duda?

Tadeo levantó la mano —¡Yo! ¿Qué pasa luego del final del camino?

Sara negó con la cabeza y suspiró —Es lo que quiero averiguar... Porque yo tampoco lo sé, se supone que es prohibido y nadie debería ir ahí. Ni siquiera una Pérez.

Ela salió primero, temblorosa empezó a caminar. Mientras los otros dos jóvenes, iban tras ella. Tadeo en su mente se iba haciendo mil preguntas, recordaba cuando niño, había oído leyendas de lugares secretos, pero ahora estar en uno, ya era otra cosa.

Pero por ir distraído no vio lo que había delante y fue a dar de cara contra el suelo —¡Auch! —miró el piso, apoyándose en lo único que encontró firme —Luego de este tonto viaje, le pediré a mami que me pague vacaciones. —¿Con qué choqué? —levantó la pequeña roca, dándose cuenta que en realidad era un hueso, posiblemente de una mano. —¡No! —gritó arrojando lejos —¿Este lugar es un cementerio o qué? ¿Sara, cuántas personas fueron enterradas aquí?

Pero ya la otra muchacha, junto a su amiga, caminaban muy por delante, sin poder escuchar. —¿Tú ya has venido aquí? —Ela inquirió —Digo, claro que viniste ¿cuántos años tenías?

Sara bajó el rostro un poco —Cinco, mi abuela me trajo porque le rompí. Espera yo rompí algo, pero ahora no sé qué era. Solo sé que cuando llegué este sitio era...

—¡Miren una muñeca! —Tadeo gritó a viva voz —Y también hay unas pequeñas ollas, oigan son muchos juguetes, incluso un peluche muy sucio ¿Será que aquí enterraron también niños?

—¡Eso es mío! —Sara pegó un brinco y le quitó la muñeca al muchacho —¡Esta es mi muñeca Regina y este mi conejo Pepe! —abrazó las cosas —¿Por qué están aquí?

Ela se agachó —Miren hay una pala pequeña, oye segura que no recuerdas como llegaron esas cosas ahí, es que esta pala podría levantarla un niño por lo liviana que es, no digo que tú los hayas enterrado, solo que lo parece.

Sara se sentó un momento y suspiró —Mi mente tiene bloqueados ciertos recuerdos, no sé si yo enterré eso o alguien más. Soy un mar de recuerdos perdidos. —lanzó los juguetes y les dio una patada —Ya no tengo cinco, ahora sigamos que falta poco para llegar.

El silencio incómodo inundó el ambiente, hasta que llegaron a la tierra desgastada por las pisadas y Sara se arrastró, bajo una tubería que yacía oxidada. —¿Sara segura que sabes a dónde vamos? —Tadeo se preocupó un poco —Es que por lo que veo aquí hay agua estancada y no hay más camino.

—Bien, aquí es —señaló la rubia —Aquí se acaba la tierra y empiezan los túneles, esos que nunca me animé a cruzar. Y ahora si quieren pueden devolverse, ya conocieron el camino, gracias por ayudarme.

—¿Qué? —Ela se acercó más y tomó su mano —Dije que te ayudaría, ahora iremos por esos túneles juntas. Tadeo tomó la mano de Ela—Si ustedes entran ahí, yo no las dejaré. Así que ustedes dicen cuándo y nos lanzamos.

—Si entramos, es posible que descubramos algo que no nos deje vivir nunca más en paz —habló Sara —Si entramos, nos encontraremos con algo que ni yo sé, no tengo idea que hay tras y, sin embargo, por primera vez al miedo no lo veo como opción.

Efectivamente oscuros túneles se dibujaban ante los ojos de los tres adolescentes, era cuestión de entrar y descubrir el misterio, que por años había asolado la casa, ahora los tres se miraban a la cara. Indecisos entre dar o no el primer paso, antes desconocidos y ahora tres amigos listos para desenhebrar el terror o la verdad.

Mi DelitoWhere stories live. Discover now